ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

jueves, 24 de noviembre de 2022

LA RÁPIDA ASCENSIÓN DEL PRIMER DUQUE DE BUCKINGHAM

 

Es posible que mucha gente haya leído la novela Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, padre y allí se haya encontrado con este personaje.

Ciertamente, fue un personaje que existió. Sin embargo, su vida no tuvo mucho que ver con lo que se narra sobre él en esa novela.

George Villiers, que era como se llamaba este personaje, nació en agosto de 1592 en una localidad de Leicestershire (Inglaterra). Su padre era una especie de hidalgo local, mientras que su madre procedía de una familia que, por lo que se ve, tenía muchas influencias.

Así que, como su padre murió cuando George sólo tenía 14 años, su madre se empeñó en convertirlo en todo un cortesano.

No sé si tendría amistad con el político John Eliot. Lo cierto es que George le acompañó para realizar una gestión diplomática en Francia.

No obstante, siguió preparándose para su futura vida cortesana. Tomó clases de baile y de esgrima y así su cuerpo adquirió una complexión atlética.

En 1614, ya llamó la atención del rey Jacobo I de Inglaterra y Escocia. Los rivales del conde de Somerset, que era el favorito del rey, vieron a George como una forma de sustituir al conde y que éste cayera en desgracia.

Por ello, George fue ascendiendo, ocupando diversos cargos de importancia en la Corte. Incluso, en 1616, ya fue ennoblecido como vizconde y nombrado caballero de la importante Orden de la Jarretera. La más prestigiosa de Inglaterra.

Posteriormente, siguió su ascenso meteórico, siendo nombrado conde y, en 1618, duque de Buckingham. El título por el que fue más conocido.

A partir de entonces, se hizo muy amigo del príncipe de Gales. El futuro Carlos I de Inglaterra. Aquel que perdió la cabeza, pero no voy a adelantar acontecimientos.

En 1619, ya fue nombrado primer lord del Almirantazgo. Incluso, se convirtió en el primer duque, que no pertenecía a la familia real británica.

Al año siguiente, se casó con Katherine Manners, hija del conde de Rutland. Parece ser que esta boda la preparó la madre de George, ya que, aunque la novia no parecía físicamente muy afortunada, en cambio, pertenecía a una de las familias más ricas del reino.

Parece ser que, en principio, el rey no aprobó esa boda, ya que la novia era católica. Sin embargo, se hizo anglicana y ya no puso ningún reparo a ese enlace.

No sé si esa oposición del rey vendría también, porque se decía que George y el monarca eran amantes. No obstante, George, aprovechó esa cercanía al rey para enchufar en la Corte a todos sus parientes y amigos.

Evidentemente, eso le granjeó muchas enemistades. Sobre todo, entre el resto de los nobles.

Parece ser que, para obtener esos cargos tuvo la complicidad del famoso político Francis Bacon. Sin embargo, cuando el Parlamento británico investigó la actuación de Bacon, ni él, ni el monarca quisieron ayudarle y tuvo que jubilarse.

No obstante, George, se enriqueció ejerciendo la corrupción de manera compulsiva en Irlanda y, con el apoyo real, impidió que el Parlamento británico investigase lo que estaba ocurriendo en esa isla.

En 1623, acompañó al príncipe Carlos en su viaje a España para negociar su boda con la infanta María Ana, hija de Felipe III.

Sobre este tema ya hablé en otro de mis artículos. Por lo visto, el príncipe era muy aficionado a la pintura y supo comprar aquí buenas obras e, incluso, logró convencer a Felipe III para que le regalase algunas de las que tenía en su colección. Sin embargo, esas negociaciones para la boda no llegaron a buen término.

Parece ser que, a partir de 1624, su suerte empezó a decaer. Por lo visto, le echaron la culpa de que el príncipe hubiera elegido para casarse a una hija del rey de Francia, que, por supuesto, era católica. Algo impensable en un país tan enemigo de la Iglesia católica de Roma.

Posteriormente, organizó una serie de operaciones navales, que se saldaron con sendas derrotas. Una de ellas tuvo lugar en Cádiz. Así que, hasta el mismo John Eliot, que siempre había sido su amigo, pidió su cese por considerarle incompetente para ese puesto tan importante.

En 1625, muere el rey Jacobo I. La mayoría de los cortesanos son expulsados de la Corte por su hijo, Carlos I. Sin embargo, la amistad de éste con George, hace que sea de los pocos que sigan en su puesto.

Parece ser que tampoco tuvo suerte, cuando se puso al mando de una flota para intentar atrapar un convoy español repleto de riquezas, procedente de América.

Creció su impopularidad, tras haber acordado con el cardenal Richelieu apoyarle en su lucha contra los hugonotes, que así llamaban a los protestantes en Francia.

Lógicamente, eso de que los protestantes británicos ayudaran al rey de Francia en su lucha contra los protestantes franceses, no hizo ninguna gracia en el Parlamento británico. Aunque luego intentó arreglar el asunto, aliándose con los mencionados hugonotes.

Por lo visto, como el Parlamento le negó los fondos, George había financiado estas operaciones militares y eso provocó que casi se arruinara. Así que tuvo que preparar otras nuevas para recuperarse. Mientras tanto, se amotinó la flota por no haber recibido sus salarios.

Mientras tanto, Eliot seguía pronunciando discursos en el Parlamento contra la gestión de Buckingham y el apoyo real. Eso motivó que, en 1627, fuera detenido y encarcelado en la Torre de Londres. Aparte de que el monarca disolvió el Parlamento.

Nunca quiso reconocer el poder del rey para saltarse las competencias del Parlamento. Así que, desgraciadamente, murió en 1632, en su celda de la Torre de Londres.

El duque tenía un médico, llamado John Lambe, que además era mago y astrólogo y que decían que ejercía una nefasta influencia sobre él y el monarca.

En 1627, Lambe fue acusado de haber violado a una niña de 11 años. Ese delito estaba castigado con la pena de muerte. Sin embargo, su cercanía al rey hizo que se demorase el juicio y se le pusiera en libertad.

Así que, como la gente estaba harta de este tipo y de su influencia en la corte, en junio de 1628, un grupo lo esperó a la salida de un teatro y allí le lanzaron piedras hasta que lo mataron. Curiosamente, nadie fue detenido por ese hecho.

A partir de entonces, alguien publicó unos panfletos, donde se amenazaba al duque con morir de la misma forma que su médico.

En agosto de 1628, cuando el duque se hallaba en un pub, reunido con unos marinos para preparar la siguiente operación naval, fue atacado por un hombre llamado John Felton. Se trataba de un teniente del Ejército, que consideraba que su ascenso a capitán había sido postergado por el duque y que, por su incompetencia habían muerto muchos de sus soldados.

El teniente logró clavarle su daga en el pecho y eso produjo la muerte del duque de una manera casi instantánea. El asesino ni siquiera huyó y, al ser detenido, no opuso ninguna resistencia.

Curiosamente, la gente estaba tan harta del duque que, inmediatamente, se publicaron muchos panfletos elogiando la actuación de Felton.

Por lo visto, se sabe que muchos brindaron por la salud de Felton, aunque luego fueron multados.

En varios de esos panfletos se decía que el duque era un criminal y agradecían que Felton lo hubiera matado.

Incluso, acusaban al duque de haber sido católico, cobarde y afeminado, mientras que exaltaban las virtudes varoniles de Felton.

Éste fue interrogado a fondo en Londres, pues las autoridades sospechaban que no había actuado solo. Así que querían saber los nombres de sus cómplices. Sin embargo, no consiguieron que confesara nada.

Posteriormente, fue juzgado y condenado a muerte. Su ejecución, mediante ahorcamiento, se llevó a cabo en noviembre de 1628. Su cadáver fue devuelto a Portsmouth, el lugar donde tuvo lugar el asesinato, para que sirviera de escarmiento a otros. Sin embargo, la gente lo veneró como si se tratase de un santo.

Por lo que respecta a nuestro personaje, fue enterrado en una lujosa tumba de la famosa Abadía de Westminster.

Nacieron 4 hijos de su matrimonio con Katherine Manners, pero sólo de 3 de ellos llegaron a la edad adulta.

Ella se volvió a casar, pues se había quedado viuda con sólo 25 años. Esta vez lo hizo con el conde de Antrim, un noble católico irlandés, y se trasladaron a vivir a esa isla, donde ella murió en 1649.

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