ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 26 de abril de 2015

UNA INCANSABLE VIAJERA LLAMADA FREYA STARK



Hay gente a las que se le hace pequeño el entorno de su ciudad y sus amistades y necesitan viajar constantemente y descubrir nuevos sitios, aunque tengan que pasar infinidad de penurias por el camino. Eso es lo que se llama tener espíritu aventurero.
Nuestro personaje de hoy, Freya Stark, nació en París a finales de enero de 1893. Su padre era un pintor inglés, natural de Devon, procedente de una familia acomodada, y su madre era una italiana de ascendencia alemana.
Ambos habían ido a residir a París para conocer las nuevas escuelas artísticas, que estaban surgiendo en Francia en ese período.
El matrimonio duró poco tiempo. Algunos dicen que la causa fueron las continuas infidelidades de ambos. Así que su padre se volvió a Inglaterra, mientras que su madre se llevó a ella y a su hermana a Italia.
Durante su infancia, desgraciadamente, no pudo tener una buena educación, a causa de la mala situación económica de su familia. No obstante, se apasionó,  por la literatura fantástica y de viajes, como “Las mil y una noches”. También fue muy aficionada a leer las obras de los dos Alejandro Dumas, padre e hijo.
Como la fortuna no sonreía en la casa familiar, su madre invirtió en una fábrica en Italia. Allí, en una ocasión, tuvo un accidente, cuando su larga melena se enganchó en las piezas de una  máquina. Ello le provoco que le arrancara gran cantidad de pelo y hasta de cuero cabelludo y le dejó su rostro desfigurado. A causa de ello, tuvo que estar ingresada varios meses en un hospital para recuperarse.
Más tarde, consiguió ir a Londres y allí estudió árabe y persa en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos. Un centro de la Universidad de Londres donde se han formado muchos funcionarios, políticos y hasta espías británicos.
Algunos nombres conocidos, que se han formado en ese centro son Mette-Marit, princesa de Noruega, y Aung San Suu Kyi, líder de la oposición en Birmania y Premio Nobel de la Paz.
Durante la I Guerra Mundial, se enroló en una unidad de ambulancias de la Cruz Roja británica, que tenía su base en Udine,  Italia.
En 1927 reunió el dinero suficiente y marchó hacia Beirut, acompañada de una amiga. Querían explorar la llamada “Montaña de los drusos”. En aquel momento, esa zona se hallaba bajo el control militar francés y no se permitía el paso a los civiles.
Como cruzaron, por su cuenta, hacia su objetivo, fueron detenidas, pero las soltaron enseguida al ver que no parecían gente peligrosa.
Allí conocieron de la existencia de la llamada “Secta de los Asesinos”, que en los siglos XI y XII infundieron el terror en toda esa zona, al cometer asesinatos de todo tipo. Es posible que su jefe, conocido como “El Viejo de la Montaña” drogara a sus seguidores para que cometieran esos actos, pues el nombre de la secta procede de la palabra “hachís”.
Su fortaleza, llamada Alamut, aparece descrita en los viajes del aventurero medieval veneciano Marco Polo. Así, que, con el texto de Polo en la mano, se aventuró por esas tierras para dirigirse hasta esa fortaleza.
Tras ello, narró sus aventuras en un informe, que presentó ante la Royal Geographical Society, de Londres, donde fue muy bien recibido.
Evidentemente, esto no era suficiente para una hábil exploradora como ella. Así que, cuando se enteró que había dos castillos de esta secta que habían resistido la invasión de los mongoles y es posible que aún vivieran ahí sus sucesores, estaba muy claro cuál tenía que ser su siguiente objetivo.
En 1931, encontró la fortaleza de Lamiaser, siendo la primera mujer europea que había llegado hasta allí. Publicando, en 1934, su obra  “Los valles de los Asesinos”, que le dio fama internacional y reconocimiento entre los científicos.
Posteriormente, escribiría muchos más libros y artículos, pero éste fue el que le dio mayor fama en toda su carrera.
Poco después, intentó marchar hacia Shabwa, un centro comercial en la ruta que atravesaba la península Arábiga y donde decían que había un gran tesoro. Desgraciadamente, no pudo llegar hasta allí, porque se lo impidió una angina de pecho.
Hubo mucha competencia por llegar hasta allí. El fotógrafo alemán Hans Helfritz sólo pudo llegar hasta el exterior de la ciudad, sin embargo, el que consiguió penetrar en su interior fue el explorador británico Harry Saint John Philby, más conocido como Jack Philby. Éste, aparte de ser un explorador, también fue agente del servicio de Inteligencia británico.
Seguro que nos es más conocido su hijo, Kim Philby, famoso por dedicarse al periodismo y al espionaje a favor de la URSS.
Una vez restablecida, Freda, organizó, en 1937, una nueva expedición. Esta vez iría a la zona llamada Hadramaut, en el sur de esa península. Consiguió ayuda financiera de Lord Wakefield y esta vez se llevó consigo a dos expertas: una arqueóloga llamada Gertrude Caton-Thompson y una geóloga, Elinor Wight Gardner.
Sobre el papel, iba a ser un viaje muy bien organizado, pero pronto surgieron los problemas. Parece ser que no se llevaron muy bien desde el principio y a pesar de que hicieron juntas multitud de hallazgos importantes, nunca congeniaron.
Más tarde, Freda, invitó a sus colaboradoras a continuar viaje hacia el sur a la búsqueda de la antigua ciudad de Caná, pero ellas declinaron esta invitación.
Así que tuvo que seguir el camino sola, pero consiguió llegar hasta esa ciudad y su antiguo puerto, donde llegaban los cargamentos de incienso, un sitio donde nunca habían llegado los occidentales. En la llamada tierra de los Reyes Magos.
En 1938, volvió a su casa en Asolo, Italia, por donde hacía ya varios años
que no pasaba. No obstante, no se quedó mucho tiempo por allí, al ver que los fascistas habían tomado el poder y gobernaban a su antojo.
Así que, rápidamente,  hizo las maletas para dirigirse de nuevo a la zona de los castillos de la secta de los Asesinos.
Una vez iniciada la II Guerra Mundial, recibió una llamada del Ministerio de Información británico. Ella, aunque no era británica, aceptó inmediatamente la propuesta.
Su misión era la de viajar hacia Yemen, estudiar la influencia italiana en esa zona y organizar un grupo para inclinar a los árabes hacia el lado británico o, al menos, hacer que se mantuvieran neutrales en ese conflicto. Algo parecido a lo que había hecho Lawrence de Arabia, durante la I Guerra Mundial.
Parece ser que llevó consigo una serie de películas, donde se mostraba el poderío militar británico. Algo que convenció al imán de Yemen para mantener su neutralidad en el conflicto.
La misión fue realizada como gran éxito. Así que sus mandos le dejaron desarrollar nuevas ideas para otras zonas de influencia árabe. De ese modo, organizó un grupo llamado la “Hermandad de la Libertad”. Se trataba de un grupo árabe, bajo la influencia de Londres, formado por individuos de todos los grupos religiosos, que promoviesen, en la posguerra, un sistema político democrático de tipo laico.
Parece ser que tuvo mucho éxito y, en Egipto, estuvo vigente hasta 1952, cuando triunfó el golpe de Estado del coronel Nasser.
Siempre estuvo acomplejada por las secuelas de su accidente en la fábrica, el cual se llevó por delante parte de su oreja y de la piel de la sien, en el lado derecho de su cara. Por eso, habitualmente, se peinaba de una forma que no se vieran esos defectos. Incluso, ya con 41 años se puso en manos de un cirujano estético.
En 1947, ya con 54 años, decidió casarse con Stewart Perowne, administrador británico y también historiador. Este matrimonio sólo duró 5 años. Es posible que el divorcio lo causara la homosexualidad del marido.
Aunque sufrió varias enfermedades graves, su cuerpo aún le pedía viajar, a pesar de haber cumplido ya los 60 años.
Esta vez, se interesó por Turquía. Aprendió su idioma y su historia y se encaminó hacia allí. Este país la influyó tanto que pasó allí toda la década de los cincuenta. Sobre él, publicó varios de sus libros.
Incluso, se permitió realizar el mismo trayecto que había hecho en la Antigüedad el gran Alejandro Magno.
En su ancianidad todavía le quedaban fuerzas para seguir viajando.  Increíblemente, cuando ya había cumplido los 70 años se dedicó a explorar China y Camboya.
Cuando cumplió los 80, a una edad que ni soñaban cumplir muchos de sus contemporáneos,  aún le quedaron fuerzas para viajar a una zona considerada totalmente inaccesible de Afganistán.
Como prueba de que a esta mujer le iba la marcha, se puede mencionar que a los 84 se atrevió a descender en una balsa el río Éufrates, en el actual Irak, y con 89 subió parte del Himalaya.
Por supuesto, seguía escribiendo, de forma incansable, multitud de relatos sobre todos esos curiosos viajes.También fue condecorada como Dama del Imperio Británico.
A la que no gustó tanto esa decisión suya de cumplir años, fue a su entidad bancaria, con la que había suscrito una pensión vitalicia. Todos los años le enviaban una persona para comprobar que aún seguía viva.
Con 100 años murió esta gran aventurera en su casa de Asolo (Italia), que, seguro que a todos, al conocer su vida, nos ha dado mucha envidia. Por lo menos, en mi caso, debo confesar que así ha sido.
Espero que os haya gustado, aunque me he enrollado un poco, pero habréis de reconocer que este personaje se lo merecía.

sábado, 18 de abril de 2015

FRÉDÉRIC PASSY, UN HOMBRE DE PAZ



Como, últimamente, hay una gran cantidad de conflictos en el mundo y tras la Semana Santa, me apetece hablar de un personaje que dedicó toda su vida a luchar a favor de la paz. A lo mejor, por eso, en el mundo actual, donde en todos los medios de comunicación parece que se le rinde culto a la violencia, pues no aparece este tipo de gente ni por asomo.
Este hombre tan barbudo, que podemos ver en las fotos, fue Frédérick Passy, el cual nació en París, un día de mayo de 1822.
De su padre sólo se dice que había luchado en la famosa batalla de Waterloo. Sin embargo, uno de sus tíos, Hipolytte,  fue ministro de Finanzas de Francia tanto durante el mandato de Luis Felipe como en el de Luis Napoleón, luego emperador Napoleón III.
Nuestro hombre empezó estudiando Derecho, pero, como por lo visto, tras haber terminado la carrera,  no tuvo mucho éxito, pues se puso a trabajar como contable en el Consejo de Estado.
Su tío, el ministro, le animó a estudiar Economía, cosa que hizo, retirándose de su puesto en el Consejo, tras haber trabajado allí durante 3 años.
Como siempre tuvo un ferviente espíritu republicano, tras la llegada del Segundo Imperio, en 1851, de la mano de Napoleón III, se negó a prestarle obediencia y se retiró de toda actividad política. Con ello quedó marcado por el nuevo régimen y se convirtió en periodista.
En ese período tuvo que sobrevivir dando clases y conferencias en las universidades, así como escribiendo libros. Esto último empezó a darle cierta popularidad en su país.
Ya por entonces, entre sus colegas de profesión, se le consideraba uno de los mejores teóricos de la Economía.
Algunas de sus conferencias, que luego fueron recogidas en dos volúmenes, llamaron mucho la atención del público y de sus colegas.
Se podrían mencionar “Las máquinas y su influencia en el desarrollo de la Humanidad” (1866), Malthus y su doctrina” (1868), “Historia del trabajo” (1873). Su interés por la educación se pudo comprobar en “De la propiedad intelectual” (1859) y “La Democracia y la Educación” (1864).
En 1857 escribió su primera obra “Melanges economiques”, donde
se definió como seguidor del librecambismo. Precisamente, porque, para él, el libre intercambio de mercancías daría lugar a un libre intercambio de ideas entre los ciudadanos de los países y eso promovería la paz en el mundo.
Otras de sus obras más famosas fueron “La guerra y la paz”, de 1867 y la “Historia del movimiento de la paz”, de 1905. A partir de  esta última se origina el Derecho Humanitario.
Durante el II Imperio fue partidario de hacer una reforma educativa y de oponerse, en 1867,  a la guerra con Prusia, sobre la cuestión de Luxemburgo, para lo cual lanzó toda una campaña en la prensa. También se opuso a la guerra de Crimea.
Al mismo tiempo, siendo diputado republicano, independiente y de izquierdas, siempre se opuso en la Cámara a la política colonial francesa, por ser contraria al librecambismo que él propugnaba.
En 1868 fundó la Liga internacional
y permanente de la paz, para intentar evitar todo tipo de conflictos bélicos.
Con la llegada de la guerra franco-prusiana esta organización fue disuelta. Así que creó, en su lugar, la Sociedad francesa de amigos de la paz, que llegó a hacer un congreso en París, coincidiendo con la Exposición Universal de 1878.  En 1889 pasó a ser la Sociedad de arbitraje entre las naciones.
Tras la caída del II Imperio se le empezaron a reconocer sus méritos, nombrándole, en 1877, miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Francia y otorgándole, posteriormente,  la Legión de Honor.
En 1881 fue elegido diputado y así pudo defender sus ideas sobre unas reformas en la política exterior, en la política educativa y en la normativa laboral, incidiendo en una mayor cobertura en los seguros para los afectados por accidentes de trabajo. Incluso, presentó varias mociones para prohibir las guerras para siempre, promoviendo el desarme internacional y el arbitraje para resolver los asuntos entre naciones.
A lo mejor, esto creó un precedente, pues ya en la Constitución de la II República española, se puede leer en su artículo 6º: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”.
Aunque perdió ese escaño en 1889, continuó intentando organizar un sistema de arbitraje para solucionar de forma pacífica los conflictos entre naciones. De esa manera, consiguió, en 1888, que se reunieran en París 24 parlamentarios franceses y 8 británicos a fin de solucionar un problema común. Los británicos estuvieron liderados por el parlamentario liberal Randall Cremer, el cual ya había conseguido que se aprobara algo parecido en su parlamento, para resolver los conflictos entre el Reino Unido y USA, que no pudieran resolverse de una manera diplomática.
Así, promovieron que otros parlamentarios propusieran en sus distintos parlamentos, una serie de medidas para que los conflictos internacionales pudieran resolverse mediante arbitraje y no de una forma bélica.
Siendo el objetivo general la paz internacional, el medio para lograrla sería el arbitraje. Los promotores serían los parlamentos y la representación popular sería la que le daría fuerza a estos acuerdos.
En 1889 se creó la Unión Interparlamentaria (UIP), siendo Passy su primer presidente, al mismo tiempo que participó en la Oficina Internacional de la Paz, que estaba radicada en Suiza.
Conviene no olvidar que la UIP presenta habitualmente sus resoluciones a la Asamblea General de la ONU y, por ello, le dieron en 2002 el estatus de observador permanente.
Todavía, hoy en día, se intenta crear una Asamblea Parlamentaria internacional en la ONU, para resolver ciertos problemas globales, pero aún no se ha conseguido.
Nuestro personaje, por sus desvelos a fin de conseguir una paz duradera a nivel mundial, fue premiado en 1901 con el Premio Nobel de la Paz. Como anécdota, me gustaría indicar que fue la primera persona a la que le dieron este premio, aunque fuera compartido con Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja.
No sé si sabréis que este es el único Premio Nobel que no se otorga en Suecia, sino que lo concede el parlamento de Noruega.
Nobel, que falleció en 1896,  dispuso, entre otras cosas,  en su testamento, que, en quinto lugar debería de concederse un premio a “la personalidad que habría contribuido más o mejor a la unión de los pueblos, a la supresión o a la reducción de los ejércitos permanentes, a la reunión y a la propagación de congresos para la paz”. Así se organizó el Premio Nobel de la paz.
Este testamento fue muy bien acogido por las organizaciones pacifistas, así que en “El almanaque para la paz”, editado por la Asociación de la Paz para el Derecho se propuso a Passy como primer candidato a este noble premio.
Aunque tengamos una idea de que el final del XIX y comienzos del XX fue una etapa bastante belicista, fueron muchos los que lucharon por la paz en el mundo.
Al respecto, se pueden mencionar una serie de nombres que hoy en día igual no nos dicen nada, pero que en su momento, tuvieron cierta popularidad por sus esfuerzos a fin de lograr una ansiada paz en el mundo. Por ejemplo, podemos destacar a Élie Ducommun, Evans Darby, Hogdon Pratt, la baronesa von Suttner, Gustave Moynier, etc.
 Es posible que le dieran el Nobel a Passy, porque en su época se le consideraba el decano, o sea, el más antiguo defensor de los movimientos pacifistas. No en vano, se le llamó el “Apóstol de la paz”.
Es curioso, porque hoy en día nos parecería que la Cruz Roja tendría méritos más que suficientes para llevarse ese premio. De hecho, se los llevó más adelante. Sin embargo, en aquella época, les parecía que era una entidad recién llegada a la lucha del pacifismo y que había otras personas que llevaban más tiempo en esa “trinchera” que ella.
Parece ser que la propia baronesa von Suttner fue una de las personas que influyó sobre Nobel para que creara este premio Nobel de la Paz. Se conocieron cuando ella fue, durante un breve plazo, su secretaria personal.
La baronesa fue una de las personas que más apoyó la candidatura de Passy, aunque también abogó para que se lo dieran, conjuntamente, a Dunant.
Cuando se va a dar un premio tan importante como éste, es normal que haya muchas candidaturas. Siempre se ha dicho que por cada premio Nobel “hay un galardonado y 20 descontentos”. Además, en aquella época no se daban tantos premios como ahora.
Lo curioso es que alguno de los compañeros de Dunant en la Cruz Roja, en principio, no estuvieron muy de acuerdo con su candidatura, argumentando que la fundación de esta Entidad no fue obra de un solo hombre, sino de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública y el Comité Internacional de Socorro a los Militares Heridos, creado en Ginebra en 1863.
Volviendo a nuestro personaje del día, Frédéric Passy, conviene no olvidar que, todavía en 1905, a pesar de su avanzada edad, hizo unas oportunas gestiones en el conflicto que, por entonces,  enfrentaba a los gobiernos de Suecia y Noruega y dijo que, si se llegaba a una solución pacífica le llenaría más de satisfacción que haber recibido el Nobel.
Todavía en 1909 publicó su obra “Por la paz”, donde contaba su peripecia vital para intentar lograr una paz duradera en el mundo.
Desgraciadamente, murió en 1912. Podemos decir que, a pesar de que, en vida, no tuvo mucha suerte para lograr la paz mundial, su semilla germinó y todavía existen algunas organizaciones creadas por él, como la UIP.
 Las naciones ya no abusan tanto de la violencia, para resolver sus conflictos internacionales, como ocurría en su época.
No obstante, esperemos que tomen ejemplo y se decidan por resolver los conflictos actuales por la vía diplomática o por el arbitraje, antes de hacerlo por medio de guerras, que no conducen a ningún sitio. Algo que hemos aprendido en Europa a costa de millones de muertos, desgraciadamente.
Espero que os haya gustado y que no consideréis a este personaje demasiado rebuscado, por mi parte.

sábado, 11 de abril de 2015

MARINA RASKOVA Y LAS BRUJAS DE LA NOCHE



Esta es la historia de unas heroínas que son casi absolutamente desconocidas en nuestro país y, sin embargo, hicieron mucho por la defensa del suyo y por demostrar que las mujeres pueden hacer lo mismo que los hombres. Algo que hoy en día se ve como algo muy normal, pero que en los años 30 no lo era.
Marina Raskova nació en Moscú en 1912, en el seno de una familia de clase media. Su padre, Mikhail Malinin,  era profesor de canto y su madre, maestra.
En un principio, nunca había tenido especial interés por el mundo de la aviación. Así que, como tenía una buena voz, su padre la estuvo preparando para ser cantante de ópera. De hecho, una
 hermana de su madre fue la conocida cantante Tatiana Liubatovich.
En 1919, desgraciadamente, su padre murió en un accidente, al ser atropellado por una moto. Así que ella fue dejando lo del canto y se decantó por el mundo de la Química.
En 1929, se puso a trabajar en una fábrica de productos químicos y pinturas. Allí, conoció a un ingeniero con el que se casó al año siguiente. Como él se llamaba Serguei Raskov, ella cambió su apellido original, Malinina, por el de Raskova.
En 1930, tuvieron una hija a la que llamaron Tanya y luego ella se puso a trabajar como diseñadora dentro de la Fuerza Aérea.
Ya dentro de la aviación, obtuvo su licencia como piloto y como navegante en 1933, pasando a ser la primera mujer instructora de vuelo en la Academia aérea.
Sin embargo, hay que decir que no le fue tan bien en su matrimonio, pues se divorciaron en 1935.
Entre 1937 y 1938 llegó a batir varios records en vuelo, lo cual le hizo ganar mucha popularidad, aparte de continuar con su trabajo como instructora de los cadetes.
En 1938 a las tres participantes en uno de esos vuelos, donde batieron anteriores records, se las condecoró como Heroínas de la URSS. Fueron las primeras mujeres en recibir tal distinción.
Parece ser que en uno de esos vuelos, a causa de una gran nevada, no pudieron encontrar el aeródromo de destino y se perdieron, siendo rescatadas tras una búsqueda de 10 días.
Esta popularidad le valió una cierta amistad con Stalin, el cual le otorgó un buen puesto dentro del PCUS y el grado de mayor en el Ejército.
Como la URSS siempre fue muy pionera en darles un mayor papel a las mujeres, al comienzo de la II GM había ya muchas soviéticas con la licencia de piloto. No obstante, en un principio, la Fuerza Aérea se negó a que pilotaran para ellos. Sin embargo, durante toda la II GM, llegaron a combatir unas 800.000 mujeres rusas en el Ejército.
La URSS fue el único de los aliados que permitió que sus mujeres participasen directamente en combates. No obstante, ya existía el precedente de un batallón femenino ruso, que participó, durante la Revolución, en la defensa del palacio de Invierno, frente a los comunistas.
Parece ser que, gracias a la ya mencionada amistad de Marina con Stalin, éste le permitió la creación de nada menos que 3 regimientos aéreos, integrados casi exclusivamente por mujeres.
Así se crearon el 586 regimiento de combate aéreo, liderado por Tamara Kazarinova y Alexander Gridnev, el cual llegó a realizar 4.419 misiones, derribando 38 aviones enemigos en combates aéreos.
El 588 regimiento de bombardeo nocturno, liderado por Yevdokia
Bershanskaya y compuesta exclusivamente por mujeres, fue el más efectivo. Hizo unas 24.000 misiones durante la II GM y 24 de sus pilotos fueron nombradas Heroínas de la URSS.
Sólo tuvieron 31 bajas, aunque, como era una unidad tan pequeña, se trataba del 27 % de toda su plantilla de tripulantes.
Lo curioso del asunto es que tripulaban unos aviones biplanos muy anticuados, llamados Polikarpov (Po-2), que, normalmente, ya sólo se utilizaban para fumigar los campos. Solían llevar sólo 2 bombas, las cuales habían de ser lanzadas a mano. Ni siquiera portaban radio y mucho menos paracaídas. Decían que preferían morir antes de caer en las manos de los alemanes. Seguro que tenían razón.
Lo que hacían con estos aviones tenía mucho mérito, pues podían ser un blanco muy fácil para los muy superiores cazas alemanes, a causa de su lentitud y de que estaban construidos a la usanza antigua, o sea, a base de lona y madera.
Volaban siempre de noche y lo hacían rozando los árboles o incluso, volando entre ellos. Cuando estaban cerca de su objetivo, paraban el motor, que era muy ruidoso, los alemanes decían que parecían máquinas de coser, y planeaban hacia él, emitiendo sólo el silbido producido por el viento al rozar sus alas. Descargaban sus bombas y luego volvían a por más.

Se sabe que algunas de estas tripulaciones, compuestas por dos mujeres, llegaron a hacer nada menos que 18 de estas misiones en una sola noche. Todo un récord. Lo normal es que hicieran unas 15 salidas nocturnas, que no está nada mal.
Incluso, la teniente Irina Sebrova llegó a volar en 1.008 misiones y, además, aunque fue derribada en 2 ocasiones, consiguió llegar siempre a su base.
Los alemanes estaban verdaderamente aterrorizados con la labor de estas mujeres, pues acudían casi todas las noches a bombardearles, haciendo que ellos se pasaran el tiempo corriendo de un lado a otro para buscar refugio y sin poder dormir. Fueron los que las apodaron “las brujas de la noche”.
La última de esas unidades fue el 125 regimiento de bombarderos, con Marina Raskova al mando, luego relevada por Valentín Márkov.
No sé si sería por la ya mencionada amistad con Stalin, lo cierto es que a esta unidad le dieron
los mejores bombarderos soviéticos, los Petlyakovs (Pe-2), lo que no gustó mucho a otras unidades masculinas, que tripulaban unos modelos más anticuados.
Lo cierto es que participaron en 1.134 incursiones en territorio ocupado por el enemigo, lanzándoles 980 Tm de bombas. Cinco de estas tripulantes fueron condecoradas como Heroínas de la URSS.
Desgraciadamente, Marina falleció en 1943, cuando pilotaba uno de estos aparatos, a causa de una gran tormenta de nieve. Su aparato se estrelló en la orilla del Volga, en una zona cercana a Stalingrado, pereciendo toda la tripulación en el acto.
La URSS le dio un funeral de Estado, en plena guerra, y sus restos fueron sepultados en una de las paredes del Kremlin.
Posteriormente, se le han otorgado muchos honores, como la medalla de la Orden de la Guerra Patriótica de I clase; también le dieron su nombre a un barco de la Armada soviética; varias calles en diferentes lugares llevan hoy en día su nombre. Incluso, le han dedicado varias emisiones de sellos de correos.
Estos 3 regimientos aéreos empezaron a combatir en 1941 y no dejaron de hacerlo hasta el final de la guerra. Lanzando un total de 3.000 Tm de bombas, en 23.672 misiones.
Otras de las integrantes de esta unidad fue Nadia Popova. Nacida en Ucrania en 1921, tuvo una vocación muy precoz.
Con nada menos que 15 años se matriculó en la escuela de vuelo y con 16 ya volaba en solitario y se lanzaba en paracaídas.
Posteriormente, se le permitió graduarse en la academia militar aérea de Jerson en Ucrania, donde se quedó como instructora.
Al estallar la guerra, se presentó inmediatamente como voluntaria, pero fue rechazada a causa de las ideas conservadoras de los militares soviéticos.
No obstante, como Raskova consiguió de Stalin el permiso para organizar unidades aéreas femeninas, se enroló en una de  ellas.
Fue destinada al 588 regimiento y allí pudo demostrar claramente su valía en combate, aunque, según decía, sin perder su condición femenina, pues solía llevar el pelo más largo de lo permitido y algunas joyas encima.
Fue derribada en varias ocasiones, pero en ninguna de ellas fue herida de gravedad, pudiendo regresar por sí misma a su base.
Solían volar dos aviones juntos, para que uno de ellos atrajera la atención de la artillería antiaérea, mientras el otro iba descargando sus bombas. Popova, junto a su navegante, Ryabova,  llegaron a establecer el récord de 18 salidas de bombardeo en una sola noche, totalizando 852 misiones de bombardeo en toda la guerra.
Popova sí llegó a sobrevivir a la guerra. Su regimiento fue disuelto en 1945, pero ella siguió en las Fuerzas Aéreas hasta 1952, año en que se retiró con el grado de mayor.
En cambio, su marido, al que conoció durante la guerra y que también era piloto, llegó a coronel general de las Fuerzas Aéreas de la URSS.
Popova siempre fue una heroína en Ucrania. Tanto es así que el propio presidente de esa república anunció oficialmente su fallecimiento en 2013.
Fue condecorada en numerosas ocasiones y llegó a ser la vice-comandante de su regimiento femenino.
En fin, con esto se podría sacar como conclusión que, no por hacer piruetas arriesgadas con un avión se muere la gente antes, sino que lo hace cuando le llega su hora y nada más. Espero que os haya gustado.