Hoy voy a escribir en este
artículo sobre un personaje del que, en 2019, se conmemoraron los 100 años de
su asesinato.
Su familia era muy acomodada,
pues su padre era un rico industrial, siendo ambos progenitores judíos.
Parece ser que su educación fue
muy esmerada, aunque no se decidió por continuar con los negocios de su padre.
Por el contrario, se matriculó en
la prestigiosa Universidad de Marburgo (Hesse, Alemania). Enclavada en una de
las 6 ciudades universitarias de ese país y considerada la Universidad
protestante más antigua del mundo, pues se fundó, ya como tal, en 1527. No es
para menos, pues de sus aulas han salido nada menos que 9 premios Nobel.
Estudió Filosofía y Literatura en
la citada Universidad. Uno de sus profesores fue Hermann Cohen, un filósofo
creador de la Escuela Neokantiana, que priorizaba la Ética sobre la Metafísica.
Tras su graduación, Eisner, se dedicó al periodismo.
Ahí tuvo su primer disgusto, pues
al haber escrito un artículo, donde se criticaba abiertamente al káiser
Guillermo II y a la aristocracia alemana. Esa “ocurrencia” le costó una condena
de 9 meses de prisión en la infame cárcel de Plötzensee.
En 1892 se casó con la actriz
Elisabeth Hendrich, hija de un famoso pintor, con la que tuvo 5 hijos. Ese
matrimonio duró mucho tiempo, pero, en sus últimos años, Eisner se divorció y
se casó con otra periodista llamada Elise Belli.
En 1898, Eisner se afilió al SPD
(Partido Socialdemócrata Alemán), uno de los partidos más importantes de la
Alemania actual. Es posible que lo hiciera, porque, el año anterior, había
sufrido una condena judicial a un año de prisión. Fue debida a un artículo de
opinión, donde los jueces interpretaron que nuestro personaje había insultado,
otra vez, al Kaiser y el SPD fue el único que apoyó a Eisner.
Bernstein argumentaba en sus
escritos que ya no se daban las condiciones que enunciaba Karl Marx en “El
Capital” y, por ello, había que realizar una revisión total del marxismo. Algo
que no hizo mucha gracia ni a Lenin, ni a Trotsky. Sin embargo, Eisner, sí que
apoyó las ideas de Bernstein, aunque luego varió de tendencia.
Es posible que, por ello, en
1905, perdiera su puesto en Vorwärts, el periódico del partido, donde dirigía
el suplemento dominical y tuviera que pasar por otras redacciones hasta acabar
como poeta y periodista independiente en Munich. Un lugar que le resultaba más
agradable para vivir, porque le molestaba mucho el carácter tan disciplinado de
los prusianos.
El 27/07/1914, día en el que se cumplió el ultimátum dado por el Imperio Austro-Húngaro a Serbia, Eisner, pronunció un famoso discurso en Munich. En él, se mostró a favor de la paz y señaló a la Rusia zarista como la máxima culpable de la situación a la que se había llegado. Por ello, pidió que Francia, Reino Unido y Alemania se unieran para bloquear todos los intentos de empezar una guerra con fatales consecuencias. Más tarde, cambió de opinión y decidió que el culpable de la guerra fue Alemania.
A mediados de 1917, la facción
radical del SPD, fundó en Gotha el Partido Socialista Independiente (USPD).
Entre ellos, estaban Kurt Eisner, Ernst Toller, Ernst Thälmann. Los principales
objetivos de este partido eran la finalización de la guerra y la recuperación
del crédito para Alemania a nivel internacional.
El germen de este nuevo partido
fueron las reuniones semanales, que solían hacer en un hostal y a donde acudían
personas de todo tipo. Desde socialistas, anarquistas, veteranos y heridos de
la guerra, etc. Durante muchas noches debatieron sobre las causas de la guerra
y la forma de evitar que volviera a ocurrir.
Esta situación duró hasta 1920,
cuando tras el congreso de este nuevo partido en la ciudad de Halle, un sector
del mismo, acordó unirse al Partido Comunista Alemán (KPD).
Eisner continuó militando en el USPD y, a mediados de 1918, fue encerrado en la cárcel de Stadelheim, acusado de incitar a la huelga en una fábrica de municiones, hallándose el país en guerra.
No obstante, muy pronto fue liberado gracias a una amnistía general dictada en octubre de ese mismo año.A finales de octubre de 1918,
cuando el Ejército alemán ya se veía vencido, a su Almirantazgo se le ocurrió
la idea de sacar a la Armada de sus puertos para enfrentarse a los británicos.
Parece ser que esto no gustó nada a los marineros, que, en su mayoría eran
obreros afiliados a organizaciones de izquierda. Esto dio lugar a que todas las
unidades de la Armada se amotinaran.
Lo cierto es que se vivía una
tensión cada vez mayor en el ambiente y sus palabras no convencieron a nadie.
Sin embargo, un poco más allá, se hallaba Eisner dirigiéndose al público y
hacia él se encaminó esa multitud.
Parece ser que les convenció.
Incluso, un joven poeta amigo suyo, llamado Félix Fechenbach, les animó a que
le siguieran para comenzar la revolución y eso hicieron.
También entraron en el Parlamento de Baviera y allí el propio Eisner pronunció un discurso a los suyos por el que se proclamaba presidente de la República de Baviera.
Mientras tanto, el rey de
Baviera, Luis III, siguiendo los consejos de sus asesores, optó por salir de su
palacio, junto con toda su familia y huir para refugiarse en un castillo en el
campo, lejos de la ciudad. Posteriormente, se fueron todos a Austria, aunque el
monarca no renunció nunca a su trono.
Por lo visto, el monarca, escapó
escondido en el maletero de un coche. Seguro que esa escena les suena a todos
de otro exgobernante que también hizo lo mismo.
Por eso, Eisner, comenzó su
discurso en el Parlamento con estas palabras: “la revolución bávara ha
triunfado. Ha expulsado los últimos vestigios de los Wittelsbach”.
Es preciso decir que la dinastía
de los Wittelsbach, a la que pertenecía la famosa emperatriz Sissi, llevaba
reinando 738 años de manera ininterrumpida en Baviera.
Sólo se realizaron unos pocos
cambios, pero con mucho calado. Como la reducción de la jornada laboral a 8
horas y la aprobación del voto femenino. Lo cierto es que ellos mismos se veían
como un gobierno provisional y, por ello, dejaron los cambios para el
siguiente.
En política exterior, quiso crear
una especie de confederación entre Austria, Checoslovaquia y Baviera. Algo así
como una confederación del Danubio, sin embargo, en Berlín se opusieron a ello.
También se ganó la enemistad de
las fuerzas y los sindicatos de izquierda, que esperaban que tomara unas
medidas más revolucionarias. Estas fuerzas animaron a sus afiliados a ocupar el
Ministerio de Asuntos Sociales. Este incidente acabó con un buen número de
detenciones. Entre ellos, los máximos dirigentes de esos partidos y sindicatos.
Por lo visto, nunca tuvo muchos
apoyos, ni por las fuerzas que siempre habían gobernado en Baviera, ni por la
izquierda. Ambos lo miraban por encima del hombro, ya que lo consideraban como
a un recién llegado al mundo de la política. Así que le presionaron para que
convocara, urgentemente, unas elecciones generales.
Desgraciadamente, Eisner, se
llevó una gran desilusión tras el resultado de las elecciones celebradas en
enero de 1919. Su partido sólo obtuvo el 2,5% de los votos. Por el contrario,
los conservadores obtuvieron un 35% y el SPD un 33%. Los comunistas y
anarquistas no se presentaron a esas elecciones.
El mismo día de la inauguración
del nuevo Parlamento, Eisner, salió del Ministerio de Asuntos Exteriores,
acompañado por una pequeña comitiva, al objeto de dirigirse al edificio del
Parlamento y poner su cargo a disposición del nuevo Gobierno.
Eran las 10 de la mañana y le
acompañaban, caminando por la calle, su esposa, su yerno, Fechenbach, un
funcionario de Exteriores y dos guardaespaldas, porque había recibido varias
amenazas de muerte.
Durante ese trayecto, un
estudiante, llamado Anton Graf von Arco auf Valley, que había sido teniente de
Infantería durante la guerra, se cruzó con ellos y disparó varias veces sobre
Eisner, provocando que muriera en el acto. Los guardaespaldas hirieron gravemente
al asesino, pero se recuperó, tras una operación de urgencia.
Realmente, no está nada claro si
el asesino actuó por cuenta propia o si se lo había encargado alguien.
Ciertamente, no era un tipo
cualquiera, sino que se trataba de un noble, perteneciente a una familia donde
había muchos militares.
Posteriormente, se afilió a la
Sociedad Thule, de donde salieron muchos de los altos cargos del nazismo. Sin
embargo, lo expulsaron de allí en cuanto se enteraron de que su familia materna
era de origen judío.
Así que algunos autores defienden
que lo mató, porque quería dejar claro que, a pesar de ser judío, él se sentía
alemán, mientras que, a su juicio, Eisner no era un auténtico patriota.
Curiosamente, el asesino tuvo
mucha suerte, porque le tocó en suerte el juez Georg Neithardt, el mismo que,
posteriormente, juzgó a Hitler y sus colegas, tras el fracasado golpe de la
cervecería.
En un principio, el fiscal le
había pedido la pena de muerte, pero, como este juez simpatizaba con los nazis,
pues la sentencia se redujo a una cadena perpetua atenuada. Algo que no gustó
nada a muchos de los habitantes de Baviera, los cuales produjeron algunos
disturbios.
Para más burla, en 1924, fue
puesto en libertad y, sólo 3 años más tarde, sería indultado por el presidente
von Hindenburg.
Por ello, el poder pasó, de
manera interina, al Consejo Central de la República de Baviera. Hasta que se
constituyera el nuevo Parlamento.
Unos días después, el cadáver de
Eisner fue conducido, en medio de una inmensa procesión, en la que desfilaron
unas 100.000 personas, hasta el Crematorio de Munich.
A primeros de abril de 1919, el
Consejo Central y el Obrero Revolucionario proclamaron la República Soviética
de Baviera. A imitación de la que había triunfado en Rusia, tras su revolución.
Por tanto, Hoffmann y su gobierno huyeron a la ciudad de Bamberg.
La primera fase de esa nueva república estuvo gobernada por intelectuales. Sin embargo, tras las luchas entre las fuerzas militares enviadas desde Bamberg, para recuperar el
poder, y los miembros de la Guardia Roja, esto dio lugar a que los comunistas se hicieran cargo del Gobierno.Esta vez, Hoffmann, envió a los
temibles Freikorps. Unidades compuestas por veteranos combatientes en la I
Guerra Mundial y muy afines a la ultraderecha.
En principio, los guardias rojos,
consiguieron detener su ofensiva. Después, registraron un edificio, donde
estaba la sede de la Sociedad Thule y detuvieron a varios de sus afiliados para
luego asesinarles. También los miembros del Freikorps asesinaron a muchos de
los prisioneros rojos, que cayeron en sus manos. Hay que aclarar que la mayoría
de los altos jerarcas del Partido Nazi pertenecieron a la Sociedad Thule.
A primeros de mayo de ese mismo
año, tropas enviadas por el Gobierno alemán, en unión con los Freikorps,
consiguieron entrar en Munich. De esa forma acabaron con la República Soviética
de Baviera.
Posteriormente, detuvieron a miles de personas relacionadas con ese régimen. La mayoría de ellas fueron juzgadas y condenadas a largas penas de cárcel. Incluso, alguno fue condenado a pena de muerte y ejecutado.
Curiosamente, algunos de los
comunistas que pudieron escapar y huir a la URSS, más tarde, fueron asesinados
en las infames y continuas purgas de Stalin.
Como reacción a esta revolución
en Baviera, en enero de 1919, se fundó en Munich el Partido de los Trabajadores
Alemanes, que luego pasó a llamarse NSDAP. O sea, el archiconocido Partido
Nazi, que fue liderado por Hitler.
No vayamos a pensar que esta revolución sólo se dio en Baviera. A principios de noviembre de 1918 se proclamó la República Alemana, luego llamada de Weimar, por el lugar donde se firmó su constitución. Estaba presidida por el líder del SPD, Friedrich Ebert.
Pocos días después, el líder
comunista, Karl Liebknecht, proclamó la República Socialista Libre de Alemania.
Así que estas dos formas de entender Alemania entraron en colisión y a Ebert no
le quedó otra que ordenar al Ejército que se ocupara de asegurar el orden, ya
que se estaban produciendo combates por las calles.
Paradójicamente, aunque algunos miembros
del SPD estaban en el Gobierno de Baviera, la central de ese partido, se mostró
en contra de esos movimientos y mandó al Ejército para disolverlos.
No obstante, la mentalidad conservadora de los bávaros y su tendencia a votar a la derecha hizo que Baviera fuera un terreno abonado para el surgimiento de diversos movimientos de ultraderecha. Precisamente, fue en Munich y no en Berlín, donde Hitler y sus colegas intentaron dar un golpe de Estado en noviembre de 1923. De hecho, Hitler, solía ir, una vez al año, a la misma cervecería desde donde intentó dar ese golpe para pronunciar un discurso conmemorativo de ese hecho.
Unos años después, los nazis,
denominaron a Munich como la capital de su movimiento y también fue donde
mostraron su exposición de “arte degenerado”.
También fue donde se produjeron
las primeras quemas de libros y donde se construyó el primer campo de
exterminio: Dachau.
Varios de los líderes nazis eran
originarios de Baviera. Así que muchas de sus acciones tuvieron lugar en ese
territorio, como las Leyes Raciales de Nuremberg. Era como jugar en casa.
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