Hoy voy a narrar la historia de
un personaje, cuya vida me parece encomiable. En su momento, hizo lo que tenía
que hacer y luego volvió a su trabajo habitual.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Cipriano Mera Sanz y nació en 1897 en el barrio de Tetuán, en Madrid.
Lo tuvo casi todo en contra,
porque su familia era muy pobre. Su padre era peón de albañil y también cazador
furtivo.
A los 11 años dejó de ir a la escuela
y empezó a trabajar también como peón de albañil. También iba al campo para recoger
setas, bellotas, romero, etc, que luego vendía en su barrio.
A los 16 años, su padre le afilió
a la UGT. Sin embargo, nunca estuvo muy de acuerdo con la forma en que funcionaba
ese sindicato. Según él, lo único que hacían era cobrar las cuotas mensuales a
sus afiliados y poco más.
En 1920 conoció a unos militantes
anarquistas de los que se hizo muy amigo y le convencieron para afiliarse a la
CNT.
A partir de ahí, intervino en
algunas conspiraciones contra la Dictadura del general Primo de Rivera y empezó
a tener algún pequeño cargo en el sindicato. Posteriormente, llegaría a ser el
presidente del ramo de la construcción de la CNT en Madrid.
Durante la II República, participó
en diversas huelgas. Incluso, en mayo de 1936, participó en un mitin, celebrado
en la Plaza de Toros de las Ventas, donde miembros de la UGT junto con otros de
la CNT decidieron declarar una huelga en la construcción.
Precisamente, por ese motivo, el
18/07/1936, le pilló estando encerrado en la Cárcel Modelo de Madrid.
Curiosamente, allí coincidió con
muchos falangistas, cuyo partido había sido ilegalizado en marzo de aquel año. Empezando
por el mismo José Antonio Primo de Rivera.
Parece ser que no se llevaban muy bien, porque los falangistas daban por sentado que el golpe iba a triunfar, que no se convertiría en una guerra civil y que sus compañeros les liberarían muy pronto.
Evidentemente, como todo el mundo
sabe, menos Feijoo, antes de vender la piel del oso, hay que haberlo cazado.
Sin embargo, el Gobierno republicano,
liberó, al día siguiente, a todos los sindicalistas que tenía encarcelados. Entre
ellos, a Cipriano Mera.
Según sus memorias, al salir, quedó muy sorprendido, al ver por la
calle muchos obreros armados. Así que fue a la sede del sindicato para enterarse de lo sucedido. La situación era caótica y no tenían muy claro lo que estaba pasando en toda España.Por lo visto, ya les habían
llegado rumores de que los militares adictos al bando nacional se iban a
sublevar en el Cuartel de la Montaña y en algunos regimientos estacionados en
Carabanchel.
Al día siguiente, se citó con unos
amigos en la puerta de la estación de Atocha y fueron, ya armados, a ver lo que
ocurría en los cuarteles de Carabanchel. Parece ser que no tuvieron demasiados problemas
en tomar uno de esos edificios y consiguieron un buen botín de armas y
municiones.
Los militares ofrecieron bastante
resistencia a pesar de que había unos 20.000 civiles con la intención de
asaltar el cuartel. Cosa que ocurrió a las 4 de la tarde.
Unos días después, fue movilizado
por su sindicato para participar en la toma de Alcalá de Henares y, posteriormente,
de Guadalajara.
Por lo visto, criticó la forma en
que habían llevado a cabo ese ataque, alegando que el que mandaba no tenía ni
idea y eso provocó muchas bajas. Precisamente, el que estaba al mando era el
coronel Ildefonso Puigdengolas, que, en agosto, fue derrotado en la toma de
Badajoz.
Aparte de esos combates, los
primeros días de la guerra, estuvo combatiendo con su unidad en zonas de Cuenca
y Buitrago.
Curiosamente, sus hombres le apodaron el viejo, ya que había cumplido los cuarenta, mientras que ellos eran todos veinteañeros.
Conforme fue avanzando la guerra,
su unidad se convirtió en la 14 División, estando él al frente de la misma. Uno
de los hombres a su cargo fue Antonio Verardini, al que ya dediqué otro de mis
artículos.
Participaron, principalmente en
la defensa de Madrid, ya que las tropas nacionales consiguieron cercar Madrid
en noviembre de 1936 y parecía que la capital iba a caer enseguida. Tanto fue
así que el Gobierno republicano, junto con los principales cargos públicos, se
trasladaron a Valencia.
Uno de sus principales éxitos fue
cuando venció a las tropas italianas del bando nacional en la famosa batalla de
Guadalajara. Ocurrida en marzo de 1937.
Lo que pasa es que a Negrín nunca
le faltó la comida. De hecho, padecía bulimia, por lo que vomitaba tras haber
comido, para luego comer más.
Por el contrario, en la zona
republicana, la gente se estaba muriendo, literalmente, de hambre. Pero eso no parecía
importarle nada al Dr. Negrín.
Por ejemplo, lo que tenían los barceloneses para comer, durante
todo el día, era un puñado de lentejas, con algunas piedras. A eso le llamaron “las píldoras del Dr. Negrín”.Así que no es de extrañar, que,
cuando los nacionales entraron en Barcelona, la gente rodease los camiones de
Auxilio Social, que iban repletos de alimentos para repartir entre la
población.
Volviendo a nuestro personaje de
hoy. Apoyó el golpe del coronel Segismundo Casado, dado el 05/03/1939.
Parece ser que este militar se enfrentó a una tenaz resistencia de los 3 cuerpos de Ejército, dominados por comunistas, que estaban asentados alrededor de Madrid. Eso provocó unos combates, que duraron 3 días, en las calles
de Madrid.Afortunadamente, Mera llegó a
tiempo, desde su cuartel general en la provincia de Guadalajara, y consiguió
vencer a las tropas comunistas. Todo ello, bajo la observación atenta de las
tropas del bando nacional, que no salían de su asombro.
Por lo visto, Casado y otros
militares siempre confiaron en poner punto y final a la guerra, conversando entre
militares y respetando las vidas de los vencidos. Tal y como ocurrió en las
guerras carlistas, donde muchos militares carlistas pasaron a formar parte del
Ejército isabelino.
Sin embargo, ya era demasiado tarde.
Franco se veía vencedor y sólo iba a admitir una rendición incondicional y eso
fue lo que ocurrió.
Mucha gente huyó por la carretera
de Valencia hacia los puertos de Levante, donde creían que habría barcos para
recogerlos y exiliarse.
comunistas huyeron en aviones Dragon Rapide. El mismo modelo de aeronave que utilizó Franco para ir de Canarias al Marruecos español.
Curiosamente, María Teresa León,
esposa de Alberti, se hallaba embarazada. Cuando sobrevolaban una sierra de
Valencia, preguntaron el nombre de la misma. Les dijeron que se llamaba Aitana
y ese fue el nombre que le pusieron a su hija.
De los tres líderes de la Junta
de defensa de Madrid, Besteiro decidió quedarse, mientras que el coronel Casado
y el teniente coronel Mera se exiliaron.
Mera, en un principio, llegó a
Orán, en la Argelia francesa, donde fue detenido y encerrado en un duro campo
de concentración. Precisamente, uno de los 3 que le acompañaron en el avión
rumbo a Orán fue el citado Verardini.
Por lo visto, en ese campo,
tuvieron muchas discusiones y peleas con los comunistas españoles, que también estaban
allí encarcelados.
Cuando lo pusieron en libertad se fue al Marruecos francés y allí volvió a su trabajo como albañil. Le fue bastante bien hasta que se produjo la invasión de Francia.
En 1942, el Gobierno español, solicitó
la extradición de ciertos exiliados republicanos que se hallaban en ese país. Ese
mismo año fue extraditado a España.
Aquí fue encerrado en la temible
cárcel de Porlier, un antiguo colegio calasancio, que todavía existe.
Al año siguiente, fue juzgado y
condenado a muerte, como tantos y tantos presos en aquella época. Sin embargo, Franco
le conmutó la pena por la de 30 años de prisión.
Supongo que lo haría como compensación
por haberle entregado Madrid y haber derrotado y capturado a los comunistas.
Sin embargo, Mera, en su libro de
memorias va narrando cómo se tuvo que ir despidiendo de cientos de compañeros a
los que iban a fusilar.
En 1946, fue liberado, tras haberse
producido un indulto parcial. Así que regresó a Francia, donde vivió y trabajó
como albañil hasta su muerte.
Falleció en París en octubre de
1975.
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