ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

lunes, 31 de julio de 2023

CIPRIANO MERA

 

Hoy voy a narrar la historia de un personaje, cuya vida me parece encomiable. En su momento, hizo lo que tenía que hacer y luego volvió a su trabajo habitual.

En parte, me recuerda a aquel romano llamado Cincinato, al que dediqué otro de mis artículos. Al cual le llamaron mientras trabajaba en el campo. Lo dejó todo, fue a salvar Roma, que estaba a punto de caer en manos enemigas y, cuando acabó, volvió para seguir con su faena en el campo. Como si no hubiera ocurrido nada.

Nuestro personaje de hoy se llamaba Cipriano Mera Sanz y nació en 1897 en el barrio de Tetuán, en Madrid.

Lo tuvo casi todo en contra, porque su familia era muy pobre. Su padre era peón de albañil y también cazador furtivo.

A los 11 años dejó de ir a la escuela y empezó a trabajar también como peón de albañil. También iba al campo para recoger setas, bellotas, romero, etc, que luego vendía en su barrio.

A los 16 años, su padre le afilió a la UGT. Sin embargo, nunca estuvo muy de acuerdo con la forma en que funcionaba ese sindicato. Según él, lo único que hacían era cobrar las cuotas mensuales a sus afiliados y poco más.

Cuando ya había cumplido los 20 años se matriculó en una academia, que daba clases nocturnas y allí empezó a interesarse por las reivindicaciones obreras.

En 1920 conoció a unos militantes anarquistas de los que se hizo muy amigo y le convencieron para afiliarse a la CNT.

A partir de ahí, intervino en algunas conspiraciones contra la Dictadura del general Primo de Rivera y empezó a tener algún pequeño cargo en el sindicato. Posteriormente, llegaría a ser el presidente del ramo de la construcción de la CNT en Madrid.

Durante la II República, participó en diversas huelgas. Incluso, en mayo de 1936, participó en un mitin, celebrado en la Plaza de Toros de las Ventas, donde miembros de la UGT junto con otros de la CNT decidieron declarar una huelga en la construcción.

Por lo visto, eso no le hizo ninguna gracia al Gobierno republicano. Por ello, el ministro de Gobernación dio la orden de encarcelar a los principales líderes que habían declarado la huelga.

Precisamente, por ese motivo, el 18/07/1936, le pilló estando encerrado en la Cárcel Modelo de Madrid.

Curiosamente, allí coincidió con muchos falangistas, cuyo partido había sido ilegalizado en marzo de aquel año. Empezando por el mismo José Antonio Primo de Rivera.

Parece ser que no se llevaban muy bien, porque los falangistas daban por sentado que el golpe iba a triunfar, que no se convertiría en una guerra civil y que sus compañeros les liberarían muy pronto.

Evidentemente, como todo el mundo sabe, menos Feijoo, antes de vender la piel del oso, hay que haberlo cazado.

Sin embargo, el Gobierno republicano, liberó, al día siguiente, a todos los sindicalistas que tenía encarcelados. Entre ellos, a Cipriano Mera.

Según sus memorias, al salir, quedó muy sorprendido, al ver por la 

calle muchos obreros armados. Así que fue a la sede del sindicato para enterarse de lo sucedido. La situación era caótica y no tenían muy claro lo que estaba pasando en toda España.

Por lo visto, ya les habían llegado rumores de que los militares adictos al bando nacional se iban a sublevar en el Cuartel de la Montaña y en algunos regimientos estacionados en Carabanchel.

Al día siguiente, se citó con unos amigos en la puerta de la estación de Atocha y fueron, ya armados, a ver lo que ocurría en los cuarteles de Carabanchel. Parece ser que no tuvieron demasiados problemas en tomar uno de esos edificios y consiguieron un buen botín de armas y municiones.

A media mañana, llegaron al Cuartel de la Montaña, situado donde ahora está el Templo de Debod, junto a la Plaza de España, en Madrid.

Los militares ofrecieron bastante resistencia a pesar de que había unos 20.000 civiles con la intención de asaltar el cuartel. Cosa que ocurrió a las 4 de la tarde.

Unos días después, fue movilizado por su sindicato para participar en la toma de Alcalá de Henares y, posteriormente, de Guadalajara.

Por lo visto, criticó la forma en que habían llevado a cabo ese ataque, alegando que el que mandaba no tenía ni idea y eso provocó muchas bajas. Precisamente, el que estaba al mando era el coronel Ildefonso Puigdengolas, que, en agosto, fue derrotado en la toma de Badajoz.

Aparte de esos combates, los primeros días de la guerra, estuvo combatiendo con su unidad en zonas de Cuenca y Buitrago.

Curiosamente, sus hombres le apodaron el viejo, ya que había cumplido los cuarenta, mientras que ellos eran todos veinteañeros.

Conforme fue avanzando la guerra, su unidad se convirtió en la 14 División, estando él al frente de la misma. Uno de los hombres a su cargo fue Antonio Verardini, al que ya dediqué otro de mis artículos.

Participaron, principalmente en la defensa de Madrid, ya que las tropas nacionales consiguieron cercar Madrid en noviembre de 1936 y parecía que la capital iba a caer enseguida. Tanto fue así que el Gobierno republicano, junto con los principales cargos públicos, se trasladaron a Valencia.

Uno de sus principales éxitos fue cuando venció a las tropas italianas del bando nacional en la famosa batalla de Guadalajara. Ocurrida en marzo de 1937.

En 1938, muchos militares republicanos daban la guerra por perdida. Sin embargo, el presidente Negrín se empeñó en continuar la lucha, porque veía que pronto iba a estallar la II Guerra Mundial, algo que se percibía en el ambiente, y que eso le daría el apoyo de los aliados.

Lo que pasa es que a Negrín nunca le faltó la comida. De hecho, padecía bulimia, por lo que vomitaba tras haber comido, para luego comer más.

Por el contrario, en la zona republicana, la gente se estaba muriendo, literalmente, de hambre. Pero eso no parecía importarle nada al Dr. Negrín.

Por ejemplo, lo que tenían los barceloneses para comer, durante

todo el día, era un puñado de lentejas, con algunas piedras. A eso le llamaron “las píldoras del Dr. Negrín”.

Así que no es de extrañar, que, cuando los nacionales entraron en Barcelona, la gente rodease los camiones de Auxilio Social, que iban repletos de alimentos para repartir entre la población.

Volviendo a nuestro personaje de hoy. Apoyó el golpe del coronel Segismundo Casado, dado el 05/03/1939.

Parece ser que este militar se enfrentó a una tenaz resistencia de los 3 cuerpos de Ejército, dominados por comunistas, que estaban asentados alrededor de Madrid. Eso provocó unos combates, que duraron 3 días, en las calles

de Madrid.

Afortunadamente, Mera llegó a tiempo, desde su cuartel general en la provincia de Guadalajara, y consiguió vencer a las tropas comunistas. Todo ello, bajo la observación atenta de las tropas del bando nacional, que no salían de su asombro.

Por lo visto, Casado y otros militares siempre confiaron en poner punto y final a la guerra, conversando entre militares y respetando las vidas de los vencidos. Tal y como ocurrió en las guerras carlistas, donde muchos militares carlistas pasaron a formar parte del Ejército isabelino.

Sin embargo, ya era demasiado tarde. Franco se veía vencedor y sólo iba a admitir una rendición incondicional y eso fue lo que ocurrió.

Mucha gente huyó por la carretera de Valencia hacia los puertos de Levante, donde creían que habría barcos para recogerlos y exiliarse.

Los más afortunados, como Alberti, la Pasionaria y demás líderes 
comunistas huyeron en aviones Dragon Rapide. El mismo modelo de aeronave que utilizó Franco para ir de Canarias al Marruecos español.

Curiosamente, María Teresa León, esposa de Alberti, se hallaba embarazada. Cuando sobrevolaban una sierra de Valencia, preguntaron el nombre de la misma. Les dijeron que se llamaba Aitana y ese fue el nombre que le pusieron a su hija.

De los tres líderes de la Junta de defensa de Madrid, Besteiro decidió quedarse, mientras que el coronel Casado y el teniente coronel Mera se exiliaron.

Mera, en un principio, llegó a Orán, en la Argelia francesa, donde fue detenido y encerrado en un duro campo de concentración. Precisamente, uno de los 3 que le acompañaron en el avión rumbo a Orán fue el citado Verardini.

Por lo visto, en ese campo, tuvieron muchas discusiones y peleas con los comunistas españoles, que también estaban allí encarcelados.

Cuando lo pusieron en libertad se fue al Marruecos francés y allí volvió a su trabajo como albañil. Le fue bastante bien hasta que se produjo la invasión de Francia.

En 1942, el Gobierno español, solicitó la extradición de ciertos exiliados republicanos que se hallaban en ese país. Ese mismo año fue extraditado a España.

Aquí fue encerrado en la temible cárcel de Porlier, un antiguo colegio calasancio, que todavía existe.

Al año siguiente, fue juzgado y condenado a muerte, como tantos y tantos presos en aquella época. Sin embargo, Franco le conmutó la pena por la de 30 años de prisión.

Supongo que lo haría como compensación por haberle entregado Madrid y haber derrotado y capturado a los comunistas.

Sin embargo, Mera, en su libro de memorias va narrando cómo se tuvo que ir despidiendo de cientos de compañeros a los que iban a fusilar.

En 1946, fue liberado, tras haberse producido un indulto parcial. Así que regresó a Francia, donde vivió y trabajó como albañil hasta su muerte.

Falleció en París en octubre de 1975.

 

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sábado, 15 de julio de 2023

LA METAMORFOSIS DEL ALMIRANTE CANARIS

 

Hoy voy a narrar la vida de un personaje, que siempre ha sido muy controvertido y que tuvo una extraña evolución ideológica a lo largo de su vida.

Wilhelm Canaris nació en 1887, en una localidad cercana a Dortmund (Alemania). Nació en el seno de una familia acomodada, pues su padre era un ingeniero y directivo de una empresa dedicada al sector del acero. Wilhelm fue el menor de 4 hermanos.

Parece ser que su familia era originaria de Italia, la cual había emigrado en el siglo XVII a lo que hoy es Alemania. Entonces se llamaba Sacro Imperio Romano-Germánico.

No obstante, él siempre presumió de ser familiar del marino griego Konstantinos Kanaris. Un héroe de la independencia de su país, aunque no hay ninguna prueba de que fuera familiar suyo.

Por lo visto, nuestro personaje, siempre tuvo que sufrir las bromas de sus compañeros de estudios a causa de su apellido y de su baja estatura, pues sólo medía 1,60m.

Parece ser que Wilhelm tuvo, desde muy temprano, vocación por ser militar. Su padre, que también era oficial de complemento de Caballería, se empeñó en que ingresase en esa arma, sin embargo, a él le atraía más la Armada. Incluso, su padre le compró un caballo para que fuera practicando y llegó a ser un buen jinete.

No sé si tendría algo que ver que su padre muriera de un derrame cerebral en 1904, lo cierto es que Wilhelm solicitó, en ese mismo año, su ingreso en la Escuela Naval de Kiel.

Así empezó sus estudios como guardiamarina, navegando en diversos buques. Otra de sus aficiones fue el aprendizaje de los idiomas. Muy pronto, llegó a hablar muy bien español e inglés y a un menor nivel, francés y ruso.

En 1908, participó en un bloqueo realizado por barcos de varios países sobre la costa de Venezuela. Gracias a sus conocimientos de español, la flota consiguió llegar a un acuerdo con los gobernantes de ese país e, incluso, fue condecorado por estos.

Posteriormente, fue destinado a naves de varios tipos con las que estuvo navegando por el Mediterráneo. También participó en la evacuación de ciudadanos alemanes, que huían de la guerra civil en México.

El comienzo de la I Guerra Mundial le pilló a bordo del crucero SMS Dresden, que estaba atracado en un puerto de Haití. Allí recibieron la orden de atacar a los barcos mercantes británicos y franceses.

En noviembre de 1914 participó en la famosa batalla de Coronel, librada contra una flota de la Armada británica. Ésta se saldó con una victoria alemana y Canaris recibió la Cruz de Hierro.

Parece ser que esa victoria les animó a atacar una base naval británica en las Malvinas. Sin embargo, encontraron más naves enemigas de las previstas y toda la flota alemana fue hundida, salvo el Dresden, donde navegaba Canaris.

Durante un tiempo, consiguieron esconder el barco en una zona al sur de Chile, sin embargo, fueron descubiertos por los británicos y tuvieron que rendirse a las autoridades chilenas.

Fueron internados en un campo de concentración, situado en el centro de Chile. Al estar muy mal vigilado, no le fue difícil escapar de allí y, con la ayuda de ciudadanos chilenos de origen alemán, consiguió cruzar los Andes y entrar en Argentina.

Posteriormente, con un nombre falso, se embarcó en un carguero holandés, haciéndose pasar por un comerciante argentino. Desembarcó en Ámsterdam, yendo después a Hamburgo para luego ponerse a disposición del Almirantazgo alemán.

Allí fue recibido efusivamente como un auténtico héroe y eso le valió su primer ascenso en la Armada.

A finales de 1915 fue destinado a España con la misión de vigilar los movimientos de las naves enemigas en el Estrecho de Gibraltar y crear una red de aprovisionamiento de los submarinos alemanes, cuando atracasen cerca de los puertos españoles.

En septiembre de 1916 fue recogido por un submarino alemán en Cartagena y llevado a Alemania. Allí hizo un curso de submarinos y, pocos meses después, le vemos al mando de diversos submarinos por el Mediterráneo.

El final de la guerra le pilló navegando por aguas del Estrecho de Gibraltar. Así que tuvieron que regresar a su base en Kiel.

A partir de aquí, no está muy clara su actividad en los años posteriores. Parece ser que luchó en Berlín dentro de los llamados Freikorps, que mantuvieron una especie de guerra civil contra los espartaquistas, que eran unos radicales de izquierdas.

Según parece, su unidad estuvo implicada en los asesinatos de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, aunque no existe constancia de que él participase en ese hecho.

En 1920 volvió a la Armada y se convirtió en oficial de Estado Mayor en una base del Mar Báltico. Allí se dedicó a comprar en el mercado negro el material necesario para ir reequipando a la Armada.

En 1923, fue destinado al crucero Berlín, donde conoció al que luego sería famoso, Reinhard Heydrich. Éste comenzó en la Armada, pero luego fue expulsado de ella, tras un consejo de guerra, por no haber respetado una promesa de matrimonio, que le había hecho a la hija de un general del Ejército alemán.

En 1924, fue enviado a Japón para informarse de los planes de construcción de submarinos, que estaban llevando a cabo los japoneses.

Incluso, participó en las conversaciones para que los astilleros españoles construyeran unos submarinos para la Armada alemana.

En 1930 fue nombrado jefe del Estado Mayor de la flota del Mar del Norte, aunque pronto buscó volver a navegar, porque no le gustaba mucho el trabajo de oficina.

Hacia 1932 ya se le ve atraído por la figura de Adolf Hitler y parece un convencido nacionalsocialista.

Su gran experiencia en labores de espionaje y su amistad con algunos mandos militares hicieron que, en 1935, le nombrasen jefe de la Abwehr, el servicio militar alemán de espionaje y contraespionaje.

Parece ser que, aunque tenía una cierta amistad con Heydrich, siempre tuvo roces con éste, pues los nazis eran partidarios de unir el SD con la Abwehr y crear un único servicio de Inteligencia, bajo el mando de las SS. Algo que no gustaba nada a los militares.

El 25/07/1936, tras haber presenciado una de las óperas de Wagner en el famoso Festival de Bayreuth, le avisaron de que Hitler quería verle. Parece ser que le había visitado una comisión, llegada de España, en la que le pedían ayuda militar para el bando nacional, en la guerra civil.

Los que dieron el fracasado golpe del 18/07/1936 nunca pensaron provocar una guerra civil y no tenían armamento, ni munición suficiente para mantener un conflicto de ese calibre. También le pidieron que les ayudara a transportar, por vía aérea, el Ejército de África hasta la Península.

Por lo visto, Hitler no tenía muchas ganas de ayudarles, sin embargo, Canaris le convenció para que lo hiciera. Le dijo que conocía a Franco, que pagaría muy bien esa ayuda y que además podrían explotar las minas de wolframio, que hay en España, y que eran muy importantes para reforzar el blindaje de los carros de combate fabricados en Alemania. Aparte de tener la oportunidad de probar sus aviones en combates reales.

A partir de 1937, Canaris se dio cuenta de que Hitler sólo buscaba meter a Alemania en otra guerra. Una especie de revancha por la derrota en la I Guerra Mundial. Así que se dedicó a obstaculizar los planes de Hitler, pero fue un trabajo muy delicado, donde tuvo que ir dando una de cal y otra de arena. De hecho, cuando uno de sus amigos le preguntó por qué no dimitía, él respondió: “Vendrá Heydrich y todo estará perdido. Así que debo sacrificarme”.

Al comienzo de la II Guerra Mundial, Canaris cosechó muchos éxitos por la gran cantidad de informantes que tenía su servicio. Además, se le dio la responsabilidad de la cooperación entre Alemania y Japón.

No obstante, varios autores creen que fue uno de los que 

convenció a Franco para que no interviniese en la II Guerra Mundial. Diciéndole que Alemania no podría ganar la guerra.

Tampoco le gustó nada el escándalo de los generales Blomberg y Fritsch por el que acusaron, falsamente, a ambos de ser homosexuales y de estar, uno de ellos, casado con una prostituta. Fue un asunto prefabricado por la Gestapo con el único fin de echar a los jefes del Ejército y colocar, en su lugar, a otros más afines a los nazis. A partir de aquí, renovaron el generalato del Ejército alemán. Ya dediqué otro de mis artículos a este tema.

Parece ser que, en el período entre la ocupación de Checoslovaquia y la invasión de Polonia, participó en un complot para derrocar a Hitler a fin de que no llevara a Alemania a otra guerra. Sin embargo, los preparativos no contaron con el apoyo de muchos generales.

Tampoco está muy claro si él informó a los británicos o lo hizo su segundo, el general Oster, sobre la prevista invasión de Polonia.

Por otro lado, su papel fue muy importante, pues, antes de la invasión, introdujo miles de agentes, que protegieron puentes y otras zonas estratégicas, hasta la llegada del Ejército alemán.

No obstante, se mostró en contra de los asesinatos que estaban llevando a cabo fuerzas del Ejército y de las SS en territorio polaco y las documentó con tanta precisión, que pudieron ser utilizadas por los fiscales en los juicios de Nuremberg.

Siempre tuvo muy claro que esa dura represión les iba a hacer

perder la guerra. Parece ser que le dijo a uno de sus amigos: “La guerra está perdida, sin importar cuantas victorias obtengamos, pero está perdida”.

Parece ser que también utilizó al Vaticano para, a través de ellos, hacer llegar sus informes a la Embajada Británica en Roma.

También siguió denunciando las matanzas indiscriminadas, que estaban realizando las tropas alemanas en los territorios conquistados en la antigua URSS.

Por lo visto, también contactó con algunos diplomáticos USA en Turquía. Incluso se reunió con algunos de ellos en una ciudad española para dar a conocer la resistencia alemana contra Hitler. Sin embargo, el

Gobierno USA, prohibió que se realizaran más contactos de ese tipo.

En febrero de 1944, Canaris fue cesado de su puesto como jefe de la Abwehr, ya que algunos generales le acusaban de no haber estado al tanto de algunos movimientos de los Aliados. Aunque le condecoraron, fue puesto bajo una especie de arresto domiciliario.

Al mismo tiempo, las SS aprovecharon la jugada para convencer a Hitler de que unificase los servicios de Inteligencia bajo el mando único de Himmler. Cosa que hizo.

Unos meses después, fue nombrado director de una oficina dedicada a la guerra económica, aunque apenas tenía competencias. Así que allí estuvo viviendo con su mujer y sus dos hijas en un lugar cercano a Postdam.

No está muy claro si Canaris participó de alguna manera en el famoso intento de golpe del coronel von Stauffenberg. Según parece, nunca se llevaron muy bien.

No obstante, unos días después, un alto mando de la Inteligencia alemana fue a arrestarlo y se lo llevaron detenido a Berlín. Allí fue sometido a maltrato y a duros interrogatorios.

En febrero de 1945, fue enviado al campo de concentración de Flossenburg, en Baviera. Parece ser que alguien había descubierto un diario de Canaris, donde se podían observar las conspiraciones en las que estuvo metido antes de esa.

Así que allí les sometieron, a él y a otros, a un simulacro de juicio en el que les condenaron a muerte. Tal y como les había ordenado, a los miembros del tribunal, el propio Hitler.

Llegada la hora de la ejecución, fueron obligados a 

desnudarse para ser colgados de unas cuerdas de violín y de unos ganchos de un matadero. Posteriormente, sus cuerpos fueron incinerados y sus cenizas esparcidas por el campo.

En resumen, actualmente, su comportamiento sigue siendo muy controvertido, pues muchos de sus compatriotas siguen pensando que fue una especie de traidor.

Sin embargo, yo creo que se trataba de un militar de la vieja escuela. O sea, un hombre muy conservador, que amaba a su patria y no le gustaba lo que estaban haciendo los nazis con Alemania.

Criticaba las matanzas, que estaban realizando tanto las SS como el Ejército, porque iban en contra del honor del Ejército alemán y sabía que los Aliados no se las iban a perdonar.

Igualmente, protegió a los judíos y se sabe que salvó a muchos de morir en los infames campos nazis.

También estuvo en contra de la política de eliminar a los deficientes. Incluso, su hija mayor era una de esas personas deficientes y podía haber sido exterminada por los médicos nazis.

Al final de la guerra, su mujer y sus hijas tuvieron que exiliarse, porque la gente les trataba mal y se vinieron a vivir a España. Franco le otorgó una pensión equivalente al sueldo de su marido.

 


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martes, 4 de julio de 2023

EL COMPLOT LOCKHART

 

Hoy voy a narrar una trama en la que vamos a ver tres personajes principales y unos cuantos secundarios.

Sólo me voy a referir a los principales, los cuales son tan interesantes que casi merecerían que hiciera un artículo para cada uno de ellos.


En primer lugar, me voy a referir al cabecilla de esta operación. Su nombre era Sir Robert Hamilton Bruce Lockhart. Nació en 1887 en una pequeña localidad de Escocia. No digo del Reino Unido, porque él presumía de no tener “ni una gota de sangre inglesa en mis venas”.

Sus padres y la mayoría de sus familiares se dedicaron siempre a la enseñanza. Así que tuvo una buena formación.

Con 21 años, se trasladó a la actual Malasia para trabajar en la administración de unas fincas de unos tíos suyos. Parece ser que tuvo algún problema con los padres de una chica a la que cortejaba y tuvo que regresar, aprisa y corriendo, al Reino Unido.

En 1912, consiguió aprobar el examen para el ingreso en el servicio diplomático británico. Su primer destino fue como vicecónsul en Moscú. Allí estuvo hasta 1917, cuando sus superiores le ordenaron que regresara a su país. Mes y medio después tuvo lugar la revolución bolchevique, que depuso al gobierno socialdemócrata de Kerensky.

Curiosamente, cuando llegó a Rusia, se estaban fundando los equipos de fútbol. Así que estaban llamando a todos los aficionados que supieran jugar a ese deporte.

Casualmente, uno de los equipos era el Orechovo-Zuevo (OKS), propiedad de la familia Morozov, unos famosos fabricantes de cerveza. Este equipo fue el antecesor del actual Dinamo de Moscú.

Consiguieron reunir una plantilla en la que participaban jugadores locales junto con algunos residentes británicos en esa ciudad. Entre ellos estuvo el que luego fuera famoso mariscal Wavell.

Se produjo un error, en el caso de Lockhart, pues la prensa creyó que se trataba de un famoso deportista británico, cuando lo cierto es que el famoso deportista era su hermano John. Aunque no jugaba al fútbol, sino al rugby. No obstante, Robert aceptó el puesto de futbolista y ese año ganaron la liga rusa. Parece ser que su padre también había sido futbolista.

Tras la I Guerra Mundial, Robert regresó a Rusia, pero esta vez prestó sus servicios en la Embajada británica en lo que hoy es San Petersburgo.

Evidentemente, los británicos y el resto de los Aliados, no estaban nada contentos con la actuación de Rusia en la I Guerra Mundial, ya que firmaron, sin contar con los demás, una paz por separado con Alemania. En 1922, Rusia cambió su nombre por el de la URSS.

No hará falta decir que eso ocurrió porque el Gobierno alemán había pactado con Lenin para llevarlo desde Suiza hasta San Petersburgo a fin de que tomara el poder y firmara un tratado de paz.

Así que el premier británico, Lloyd George, le había encargado a Lockhart que procurase rebajar la creciente influencia alemana en el nuevo gobierno ruso. Hay quien dice que el Gobierno británico no tenía demasiadas esperanzas en conseguir ese objetivo y, por ello, se lo encargaron a un diplomático joven y con poca experiencia.

Por otro lado, esta vez, el antiguo MI, antecesor del famoso MI6, había fichado a Lockhart para que organizase una red de espionaje dentro de Rusia. Para apoyarle en esa complicada misión, le enviaron a Sidney Reilly, un famoso espía originario de Rusia, que es el segundo protagonista de esta historia.

Es posible que a muchos le suene el nombre de este personaje, porque vieran aquella estupenda serie de tv titulada “Reilly, as de espías” (1983), protagonizada, magistralmente, por Sam Neill.

No está nada claro el origen de Reilly, porque así lo quiso él. Parece ser que nació en 1873 en lo que hoy es la localidad ucraniana de Odessa, por entonces dentro del Imperio Ruso. Tampoco está nada claro quiénes fueron sus padres. Hay varias teorías al respecto.

Parece ser que, muy pronto, tuvo problemas con la policía zarista. Así que se marchó de Rusia para ganarse la vida en Brasil.

Posteriormente, se trasladó a Francia, donde tuvo problemas con grupos de anarquistas y la Policía le acusó de haber matado a dos de ellos.

Desde allí, viajó al Reino Unido, donde se convirtió en almacenista y vendedor de medicamentos y también en informante de la Policía, dentro de los grupos de inmigrantes rusos.

Posteriormente, se casó con una viuda británica rica, lo cual le dio una gran estabilidad económica.

En 1899, poco antes de la guerra ruso-japonesa, la pareja viajó a Rusia. Allí conocieron al agregado japonés de su embajada, el cual le propuso ser un agente al servicio de Japón.

Así que Reilly aprovechó ese viaje para, con el pretexto de enseñar el país a su esposa, hacer un informe sobre los cuarteles, los puertos, las tropas y los barcos rusos. Una copia del mismo se la dio a los británicos y otra a los japoneses.

Parece ser que hizo amistad con el infame traficante de armas Basil Zaharoff, al cual le dediqué otro de mis artículos.

Incluso, se cree que participó en algunos atentados de falsa bandera, organizados por la Inteligencia británica, con el fin de presionar al Gobierno USA para que se decidiera a entrar en la I Guerra Mundial.

Es más, algunos historiadores afirman que participó en algún plan para liberar a la familia imperial rusa, que estaba presa en Ekaterimburgo. Aunque eso no parece muy creíble, porque hay infinidad de teorías sobre intentos de liberarles. Hasta el mismo Alfonso XIII dicen que hizo gestiones para liberarles

Parece ser que Lockhart no consiguió el objetivo que le había asignado el premier Lloyd George, así que optó por intentar derrocar al Gobierno comunista, presidido por Lenin.  A mí me extraña mucho que un simple cónsul se atreviera a realizar un objetivo tan importante. Seguramente, sería un nuevo objetivo propuesto por el Gobierno británico, pues obtuvo una importante financiación de su servicio de Inteligencia.

Como Reilly era muy conocido en los ambientes antibolcheviques, Lockhart le encargó que intentara convencerles para realizar una sublevación para derrocar a Lenin y Trotsky. Anteriormente, las potencias occidentales habían apostado por Trotsky, pero luego se dieron cuenta de que era igual o más cruel que Lenin.

Parece ser que contactaron con Savinkov, un antiguo ministro de Kerensky, el cual lideraba un amplio grupo opositor, el cual se mostró muy entusiasmado con ese proyecto. También contactaron con las embajadas de USA y Francia en Rusia.

Por otro lado, el capitán de navío Francis Cromie, agregado naval en la Embajada británica en Moscú, se puso en contacto con una unidad militar letona para intentar agregarlos a su bando. Parece ser que el coronel Berzin, jefe de esa unidad, simuló estar de acuerdo con Cromie. Sin embargo, trabajaba para la Inteligencia soviética.

Hay que aclarar que era muy importante atraerse a esa unidad letona, pues se trataba de la guardia personal de Lenin y de otros jerarcas soviéticos.

Curiosamente, Reilly consiguió un puesto importante en la propia policía soviética, la llamada Cheka. Por eso, algunos autores afirman que era un agente soviético.

Sin embargo, se sabe que uno de los que informaron a Dzerzhinsky, jefe de la Cheka, fue el coronel Berzin, jefe de la unidad letona. No obstante, éste le dijo que les siguiera la corriente hasta ver quiénes estaban implicados en ese complot.

Antes de seguir, voy a hacer un alto para presentar al tercer personaje principal de esta narración. Se trata de una mujer, conocida como condesa Moura Budberg.

Su nombre real fue María Ignatievna Zakrevskaya. Nació en 1893 en Poltava, una ciudad del centro de lo que hoy es Ucrania. Pertenecía a una familia adinerada, pues su padre era un noble y diplomático ruso.

En 1911 se casó con Iván Alexandrovich Benckendorff, un diplomático que, en aquella época, estaba destinado en la Embajada rusa en Berlín. De ese matrimonio nacieron dos hijos.

Iván también era un terrateniente y tenía una enorme finca en lo que hoy es Estonia. Allí fue asesinado en 1919 por uno de sus trabajadores.

Parece ser que en esa embajada fue donde Moura conoció a Lockhart. Por lo visto, fueron amantes y las autoridades rusas la hicieron regresar a su país. Allí fue detenida, dado que sospechaban que

pudiera ser una agente británica. Algunos autores afirman que, antes de ser liberada, le hicieron prometer que trabajaría para la Inteligencia rusa.

Como decían que era muy bella, tuvo varios amantes. Uno de ellos fue el escritor Máximo Gorky, con el que vivó durante varios años. También fue amante del célebre escritor H.G.Wells.

Por lo visto, también tuvo un romance fugaz con un jefe de la Cheka, para que pusieran en libertad a Lockhart, según dijo el mismo Gorky.

En 1921, se casó, brevemente, con un noble estonio llamado 

Nikolai von Budberg. Fue una especie de matrimonio de conveniencia y le dio la oportunidad de obtener un pasaporte para salir de Rusia, visitar a sus hijos, a Gorky y a H.G. Wells.

Parece ser que siempre fue una agente doble, tanto de la Inteligencia británica como de la soviética. Aunque volvió algunas veces a la URSS, vivió casi siempre en el Reino Unido y se ganó la vida como escritora, traductora y guionista de cine. Murió en 1974 en una ciudad de Italia.

Curiosamente, una medio hermana mayor suya fue bisabuela del famoso político británico Nick Clegg, que llegó a ser viceprimer ministro del Reino Unido.

Parece ser que Lockhart siempre sospechó de ella como de alguien que mantuvo informados a los de la Cheka sobre los preparativos de su complot, pero eso nunca se pudo probar.

Por lo visto, los implicados en el complot se reunieron en varias ocasiones y decidieron que la sublevación comenzase en la primera semana de septiembre, ya que, en esas fechas, se reunirían el Consejo de Comisarios del pueblo y el Soviet de Moscú en el Teatro Bolshoi de la misma capital.

La idea no era sólo sustituir al Gobierno soviético, sino poner a otro más afín a las potencias occidentales, para que Rusia volviera a luchar en la I Guerra Mundial, la cual terminó en noviembre de 1918.

El asunto empezó a ir mal, cuando, el 30/08/1918, un cadete militar, miembro del grupo de Savinkov, asesinó a Moise Uritsky, jefe de la Cheka de Petrogrado o San Petersburgo. Parece ser que se trataba de una venganza, porque Uritsky había fusilado a su amante, que era un capitán del Ejército. El cadete fue capturado y fusilado. Curiosamente, tanto el asesino como la víctima eran judíos.

Casualmente, el mismo día, Lenin visitó una fábrica de armas en Moscú. Al salir, una militante anarquista, llamada Fanny Kaplan, a la que dediqué otro de mis artículos, le llamó a voces y, cuando éste se dio la vuelta, recibió tres tiros.

Como ya dije en ese artículo, veo muy improbable que hubiera sido ella la que acertase a Lenin, porque, unos años antes, había quedado casi ciega, tras haberle explotado

una bomba en la cara, mientras la estaba manipulando.

Precisamente, tras haber sido sometida a varios interrogatorios, les encargaron a los miembros de la guardia letona que la mataran y se deshicieran de su cuerpo.

Estos atentados dieron lugar a que volvieran a poner en vigor la pena de muerte, que había sido abolida el año anterior, y a iniciar una amplia represión contra todo tipo de opositores. Fusilando a miles de ellos.

Al día siguiente, un grupo de agentes de la Cheka se atrevió a asaltar la Embajada británica, creyendo que allí se refugiaban algunos de los implicados. Se produjo un tiroteo, en el que murió el propio Cromie.

Posteriormente, fue detenido Lockhart y llevado primero a la infame prisión de la Lubyanka, sede la Cheka, y después al propio Kremlin. Allí fue encerrado con la mencionada Kaplan para ver si se conocían y, como vieron que no, fue entonces cuando sacaron a la mujer de la celda para asesinarla.

El Gobierno británico tuvo buenos reflejos al detener al diplomático ruso 

en Londres, Maxim Litvinov. Un personaje que llegaría ser ministro de Relaciones Exteriores de la URSS.

Posteriormente, intercambiaron a ambos personajes y así se libró Lockhart de ser fusilado por la Cheka. Sin embargo, algunos de sus colaboradores fueron arrestados y fusilados o encarcelados durante muchos años.

Por el contrario, Reilly tuvo más suerte. Aunque se inició una gran operación para capturarle, consiguió llegar a Finlandia y de allí viajar a Londres.

No obstante, Lockhart, Reilly y varios implicados más fueron juzgados en noviembre de 1918. Los dos primeros fueron condenados, en ausencia, a la pena de muerte. O sea, que, si regresaban a Rusia, podrían ser ejecutados.

A partir de entonces, Lockhart dejó la carrera diplomática y se dedicó al periodismo. Alcanzó una gran fama como escritor con la publicación de Memorias de un agente británico (1932), que daría lugar a una película y a la mencionada serie de tv.

Durante la II Guerra Mundial colaboró en los servicios de contraespionaje y propaganda de la Inteligencia británica. Murió en 1970.

En el caso de Reilly, pocas semanas después de su llegada a Londres, fue enviado de regreso a Rusia. Esta vez estuvo en la zona del Mar Negro, evaluando los efectos de la guerra civil entre el Ejército blanco y los comunistas.

En diciembre de 1922, durante una visita a Berlín, conoció a una joven bailarina, que se hacía llamar Pepita Bobadilla y decía ser sudamericana. Sin embargo, su verdadero nombre era Nelly Burton y se acababa de quedar viuda.

Curiosamente, Reilly ya estaba casado, pero eso no les impidió casarse en Londres y vivir juntos hasta que tuvo que volver a Rusia.

Incluso, dicen que estuvo implicado en la falsificación de una carta, atribuida al ministro soviético Zinoviev, en la que indicaba cierta complicidad de los laboristas británicos con los soviéticos.

Eso dio lugar a la caída del Gobierno laborista de Ramsay McDonald y la firma del Tratado de Locarno, donde varios países pactaron crear un frente común contra la URSS. El primer gobierno laborista de los que ha tenido el Reino Unido.

En septiembre de 1925, se reunió con varios exiliados rusos en París, los cuales habían sabido que existía una organización antibolchevique, llamada el Trust. Allí acordaron que Reilly fuera a la URSS, a través de Finlandia, para ver la posibilidad de utilizar esa organización para derrocar el régimen comunista.

Fue recibido en la frontera entre ambos países por personas, que decían ser del Trust. Sin embargo, eran agentes del OGPU, Inteligencia militar soviética. Lo del Trust había sido una treta creada por la Inteligencia soviética para atraer opositores exiliados a la URSS.

Otro de los engañados fue Savinkov, al cual le hicieron un juicio público y lo condenaron a muerte. Luego, unos dicen que se suicidó y otros que le ejecutaron.

Desgraciadamente, Reilly entró con ellos en territorio soviético y fue detenido y enviado a la prisión de la Lubyanka, en Moscú.

Allí fue sometido, diariamente, a interrogatorios. Sobre todo, de tipo psicológico, como simulacros de fusilamientos, etc.

Parece ser que, a primeros de noviembre de 1925, Stalin dio la orden de matarle y esa orden la ejecutaron varios agentes del OGPU en un bosque cercano.

Así terminaron las aventuras de uno de los más famosos espías del mundo. Parece ser que el propio Ian Fleming, que fue muy amigo de Lockhart y le contó sus aventuras, se basó en su biografía para crear el personaje de James Bond.

 

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