ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

jueves, 28 de febrero de 2013

EL EXTRAÑO CASO DEL DUQUE DE ENGHIEN


Luis Antonio Enrique de Borbón-Condé nació en Chantilly en 1772 y era el único hijo de Luis Enrique, duque de Enghien, príncipe de Condé y duque de Borbón y el último descendiente de la rama familiar de los Borbón-Condé.

            Tras la caída de la Bastilla, huyó con su padre a Holanda, donde, ya con 17 años se alistó en el Ejército de los Emigrados, bajo el mando de su abuelo y su padre. El objetivo de esta tropa era restaurar el Antiguo Régimen en Francia

            Ya en 1792, nuestro personaje se convierte en el jefe del Ejército Real francés, el cual intentó la invasión del territorio francés, junto a los ejércitos de Austria y Prusia. A pesar de haber sido derrotados, fue condecorado en 1794 con la Cruz de San Luis por su valor en el combate.

            En 1801, tras la firma del Tratado de Luneville, se disolvió el ejército y él se instaló en una localidad de Baden, Alemania. Allí se casó secretamente con Carlota de Rohan-Rochefort, sobrina del cardenal de Rohan.

            Un poco más tarde, Napoleón fue informado de que había un complot para asesinarlo. Los principales integrantes del mismo eran el mariscal Cadoudal y el ex general Pichegru.

            Como se creyó que nuestro personaje estaba dentro de la conspiración, Napoleón dio orden de capturarle. Así, las tropas francesas al mando del general Ordiner, lo secuestraron la noche del 15 al 16 de marzo de 1804, junto a varias personas más.

            Primero fue llevado a Estrasburgo y luego encerrado en el castillo der Vincennes.

            Al poco tiempo, fue juzgado ante un consejo de guerra, presidido por el general Hilin, el cual le condenó a muerte.

            Fue un juicio muy extraño, pues no dispuso de un abogado para su defensa y sólo fue preguntado por sus actividades durante la anterior guerra. También dijo no conocer a los responsables del complot contra Napoleón.

            Se le encontró culpable de los siguientes cargos:

-de haber portado las armas en contra de la República francesa.
- de ofrecer sus servicios al gobierno inglés, nación enemiga de Francia.
- de recibir y acreditar ante su persona a agentes del gobierno inglés, el cual le procuró los medios de practicar el espionaje en Francia y de haber conspirado con ellos en contra de la seguridad interior y exterior del Estado.
- de haberse puesto a la cabeza de una agrupación de emigrados y demás, pagados por Inglaterra, junto a las fronteras de Francia, en los países de Friburgo y Baden.
- de haber practicado la conspiración en la ciudad de Estrasburgo, con el propósito de provocar el levantamiento en departamentos cercanos para hacer operar allí una revuelta favorable a Inglaterra.
- de ser uno de los promotores y cómplice de la conspiración tramada por los ingleses en contra de la vida del Primer Cónsul, y que debía, en caso de haber tenido éxito , llevar a cabo la invasión de Francia.”

            A pesar de haber intentado convencerles de su inocencia, fue fusilado el 21/03/1804 y su cadáver fue enterrado en una fosa común.

            Nuestro personaje era sucesor al trono de Francia, tras el asesinato de los reyes, durante la Revolución Francesa.

            Se cuenta que entregó el perro que iba a regalar a su amada a uno de los gendarmes, para que se lo entregara junto con un sobre, donde había metido un mechón de sus cabellos, pero este individuo nunca se lo entregó a Charlotte y ella le guardó luto durante toda su vida. En fin, todo muy del gusto de la época romántica.

            Esta ejecución provocó un escándalo internacional, pues, para empezar, los franceses habían capturado al duque fuera de Francia.

            Tampoco le salió bien la jugada a Napoleón, pues entonces era sólo primer cónsul y buscaba dar una buena impresión. Dos meses después dio el golpe de Estado que le convirtió en emperador.

            Ninguno de los participantes en este asunto quiso ser  responsable del hecho.

            Talleyrand, entonces ministro de Asuntos Exteriores dijo: “Ha sido peor que un crimen, ha sido un error”.

            El general Savary, jefe de la policía secreta, no quiso ser el único responsable del asunto.

            Fouché, el ministro del Interior, que fue el que entregó a Bonaparte la información errónea, dijo que a última hora había intentado convencer a Bonaparte de que no lo fusilara.

            El único que asumió sus responsabilidades en sus memorias fue el propio Napoleón. En ellas venía a decir que en aquella época estaban nerviosos, porque el conde de Artois, futuro Carlos X, había publicado que tenía preparados un grupo de matones en Francia para asesinarle.

            Los cargos contra el duque no pudieron ser probados, así que cambiaron la calificación de conspiración a alta traición, por haber tomado las armas contra su país.

            Es posible que Napoleón quisiera mandar un mensaje a los realistas, indicando que podría frenar cualquier tipo de complot que se hiciera contra la República.

            El duque fue considerado como un héroe por sus partidarios y, tras la restauración de la monarquía, Luis XVIII ordenó el traslado de su cuerpo para ser enterrado en la Saint Chapelle de Vincennes.

            Este episodio fue objeto de varias obras de narración y de teatro. Hasta el célebre Tolstoi lo menciona en su conocida obra “Guerra y Paz”. Incluso el gran Alejandro Dumas, padre, cita este episodio en su novela “El caballero Héctor de Sainte-Hermine”.  

martes, 26 de febrero de 2013

EL TERREMOTO DE LISBOA


Hoy voy a seguir hablando de Portugal, pues es un país que, como es tan cercano, pues lo que ocurra allí nos influye en España y viceversa.

            Son alrededor de las 09,50 horas de la mañana del día 01/11/1755, Día de Todos los Santos, por tanto, fiesta.

            Unos minutos antes se ha producido un violento terremoto, de gran duración, en la falla Azores-Gibraltar, a la altura del Cabo de San Vicente, con epicentro en el fondo del mar a unos 300 kilómetros de Lisboa. Según los actuales estudios, la magnitud fue de 9 grados en la Escala de Richter.

            Tras el terremoto, apareció un tsunami con unas olas de unos 20 metros de alto, que barrieron la costa portuguesa, de sur a norte, hasta Lisboa, y el Golfo de Cádiz.

            Lisboa tenía por aquel entonces unos 235.000 habitantes, de los cuales perecieron unos 50.000. En otras localidades costeras portuguesas el mar subió entre 30-60 metros.

            En Cádiz las olas rompieron un lienzo de la muralla, pero, al ordenar el cierre completo de la fortificación, se atenuó el impacto, aunque hubo bastantes víctimas. También se dañó el puerto y se hundió un barco que estaba en él.

            En otros pueblos con menos defensas hubo más víctimas, como el caso de Conil, aunque también hubo destrozos en Sanlúcar de Barrameda, Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera… Sólo en Ayamonte hubo 1.000 muertos. También hubo unos 10.000 muertos en Marruecos.

            Las destrucciones en Lisboa fueron incontables, porque después del maremoto, hubo incendios por toda la ciudad durante 5 días.

            El 85% de los edificios fueron destruidos, incluyendo palacios, monasterios, bibliotecas. Hasta el mismísimo Palacio real con todas sus riquezas. Miles de volúmenes de las bibliotecas, pinturas de maestros famosos, como Tiziano, Rubens, etc, desaparecieron para siempre.

            Tampoco se salvaron los archivos con las cartas navales y los informes de Vasco de Gama y todos los descubridores portugueses, incluso de Cristóbal Colón.

            En algunos sitios como el Hospital Real de Todos los Santos, uno de los más grandes de su época, los enfermos ingresados murieron abrasados por los incendios.

            Hoy en día se puede ver el estado en que quedó el Convento do Carmo, que se dejó así por orden del Gobierno.

            En Portugal reinaba por entonces José I, que había dejado las tareas de Gobierno en manos del expeditivo Sebastiao José Carvalho e Melo, actualmente conocido por su título, el marqués de Pombal. Este hombre no era muy querido, porque era un simple hidalgo y ostentaba un cargo muy ambicionado por los nobles. Por ello, siempre hubo tensiones entre él y las grandes familias nobles.

            Su eficacia para organizar el país tras este desastre natural hizo que el rey lo tuviera en mayor estima que antes.

            Esta animadversión entre ambos grupos fue una de las causas del atentado contra el rey y la ejecución de varios miembros de las más grandes familias nobles, del cual ya hablé en otra entrada anterior.

            La mañana del terremoto, la familia real había ido de visita al monasterio de Belém, tras haber oído misa de madrugada, satisfaciendo el deseo de una de las hijas de los reyes, de pasar ese día de fiesta fuera de Lisboa.

            Tras esta catástrofe, el rey se negó en redondo a vivir en otro palacio y tuvieron que instalar para ellos un grupo de tiendas de campaña en la colina de Ajuda, a las afueras de Lisboa. Luego construyeron pabellones de madera.

            Pombal también tuvo la suerte de sobrevivir a la catástrofe y enseguida se puso manos a la obra. Cuando le preguntaron qué debían hacer contestó: “Cuidar de los vivos y enterrar a los muertos”. Como no había mucho tiempo para entierros, muchos cadáveres fueron cargados en barcas y lanzados al agua en alta mar, a pesar de la oposición de la Iglesia.

            Se instalaron patíbulos por varios sitios y se colgaron a varios saqueadores pillados con las manos en la masa.

            En menos de un año se limpió toda la ciudad de escombros y se comenzó la reconstrucción de la misma.

            Se edificó una nueva ciudad con las ideas de la época, o sea, a base de manzanas grandes y anchas avenidas.

            Antes de iniciarse la construcción de cada bloque se hicieron estudios de resistencia, haciendo marchar miles de soldados a su alrededor y comprobando si le afectaba la vibración.

            También se considera que, con este terremoto, comenzaron los estudios modernos de sismología, pues Pombal ordenó que se enviara una encuesta a todas las parroquias del país para comprobar el efecto real que tuvo. Las preguntas fueron:

  1. ¿Cuánto tiempo duró el terremoto?
  2. ¿Cuántas réplicas se sintieron?
  3. ¿Qué daños fueron causados?
  4. ¿Se comportaron los animales de modo extraño? (esta pregunta se adelantó a los estudios de sismología chinos durante los años 60 del siglo XX)
  5. ¿Qué sucedió en los pozos y albercas?

Así, los técnicos pudieron hacer un estudio detallado de los efectos del terremoto en todo el país.

En España, por entonces reinaba Fernando VI y también hizo un estudio a base de una serie de  preguntas similares a las de los portugueses.

En nuestro país se cree que hubo unas 5.300 víctimas y unas pérdidas económicas millonarias.

En Andalucía, se produjeron importantes daños en la catedral de Jaén. En Sevilla hubo daños en la Giralda y en la catedral. Llegaron a sonar las campanas con el movimiento de la tierra. En las localidades costeras se hundieron muchas naves pesqueras. Como dato anecdótico, de este movimiento surgió la isla Cristina.

En Castilla y León hubo importantes daños en la catedral de Astorga, también en Palencia. En Salamanca desmantelaron la cúpula del cimborrio de la catedral nueva por peligro de desplome. Otros edificios también sufrieron graves daños.

En Valladolid la torre de la catedral sufrió graves daños y se derrumbó en el siglo XIX.

En Cataluña se abrió una grieta cerca de Montserrat de donde salió agua termal y luego se construyó un balneario.

En Extremadura tuvo graves efectos en Coria, pues derrumbó la cubierta de la catedral, sepultando a los fieles que estaban en misa y, además, se desvió el cauce del río Alagón, dejando totalmente seco el cauce anterior y sin utilidad sus puentes.

También se sabe que conocieron los efectos del maremoto en sitios tan alejados como Finlandia, África del Norte, Martinica o Barbados e, incluso, la costa inglesa, pero con menor energía.

Se cuenta que en Lisboa se reunió mucha gente encima del nuevo malecón, construido enteramente de mármol, porque pensaron que no podría hundirse, sin embargo, fueron engullidos por el mar y nunca salieron a flote.

También se sabe que murió mucha gente, porque, como era un día festivo, muchos de ellos se hallaban dentro de los templos escuchando la misa. Estos templos fueron los primeros en venirse abajo.

 

 

           

domingo, 24 de febrero de 2013

EL CASO DE LA FAMILIA TÁVORA


Tras el famoso terremoto de Lisboa de 1755, que se llevó por delante más de la mitad de la ciudad, a la familia real no le quedó más remedio que vivir en tiendas de campaña, pues su palacio también había sido devorado por el mar.

            A pesar de vivir en esas condiciones, la Corte siguió viviendo con el mismo estilo de vida que antes del terremoto.

            Alrededor del monarca estaba el Gabinete, encabezado por el marqués de Pombal. Este era un hombre salido de una familia hidalga de provincias, el cual no tenía buenas relaciones con la vieja nobleza. De hecho, sus discusiones fueron frecuentes, pero el rey solía dar la razón a su ministro al ver que sus opiniones parecían más acertadas.

            José I de Portugal estaba casado con la española María Victoria de Borbón y tenían 4 hijos, fruto de ese matrimonio. No obstante, muchos comentaban que el rey tenía algunos amoríos, como el que mantenía desde hacía tiempo con Teresa Leonor de Távora, la cual estaba casada con su sobrino Luis Bernardo.

            La marquesa Leonor de Távora y su marido, Francisco de Asís, antiguo Virrey de las Indias portuguesas, eran los cabezas de una de las familias más antiguas y poderosas de Portugal y, lógicamente, eran enemigos del marqués de Pombal. No les gustaba nada que los intereses de Portugal estuvieran en manos de un plebeyo, como le llamaban al ministro. A la vez, era una persona muy católica y muy influenciada por los jesuitas.

            La noche del 03/09/1758, José I viajaba de riguroso incógnito en una carroza, tras haber hecho una visita a su amante y, de pronto, fueron atacados por 3 hombres a caballo que dispararon con sus pistolas contra los ocupantes del vehículo. El rey fue herido en un brazo y su conductor también fue herido de mayor gravedad, pero consiguieron llegar al campamento de tiendas en Ajuda, a las afueras de Lisboa.

            Pombal enseguida tomó las medidas correspondientes y detuvieron a los pocos días a dos hombres, los cuales confesaron bajo tormento haber sido los autores del atentado y haber sido contratados por la familia Távora, para poner como monarca al duque de Aveiro.

            El marqués fue muy expeditivo, ahorcó, sin proceso, a los autores confesos al día siguiente. En las siguientes semanas, se dedicaron a detener a todos los miembros de la familia Távora, el duque de Aveiro, el conde Alvor y fueron encarcelados por orden del rey. También arrestaron al jesuita confesor de los Távora y a otros miembros de esta orden.

            Se acusó a todos de alta traición y de intento de regicidio. Se utilizaron como pruebas ante el Tribunal las confesiones de los autores bajo tortura y que, según parece, el arma utilizada para el crimen era del duque de Aveiro. Además, sólo los Távora podrían haber sabido dónde estaba el rey esa noche porque estaba con Teresa, que también fue encarcelada.

            Los Távora negaron todos los cargos, pero aun así fueron condenados a muerte, confiscados todos sus bienes, eliminados sus nombres de la lista de la nobleza y se prohibieron todos sus escudos e insignias.

            La sentencia ordenó la ejecución de todos los miembros de la familia, incluyendo mujeres y niños, incluso los 6 criados más íntimos de los marqueses. Menos mal que la intervención de la reina y su hija impidió que mataran a los niños y a algunas mujeres. Sin embargo, la marquesa no tuvo la misma suerte.

            Fueron primeramente torturados cruelmente y luego ejecutados públicamente en un descampado a las afueras de Lisboa, el 13/01/1759.

            Parece ser que fue tan violenta que le resultó espeluznante al público allí presente. A los condenados, previamente, les rompieron los brazos y las piernas con una maza y luego les decapitaron. El resto de sus cuerpos se quemó y las cenizas fueron arrojadas al Tajo.

            Por sugerencia del marqués de Pombal, toda la Corte estuvo allí presente, pues el ministro quería que todos los nobles tomaran nota de lo que les podría pasar a ellos.

            El palacio del duque de Aveiro, en Belém, fue destruido y en el solar se esparció sal, como si fuera un terreno maldito.

            El jesuita confesor de los Távora tampoco escapó y fue quemado vivo en 1761 en una plaza de Lisboa. Previamente, la Compañía de Jesús fue declarada ilegal en 1759. Se confiscaron todos sus bienes y se les expulsó de Portugal y de sus colonias.

            La familia Alorna y las hijas del duque de Aveiro fueron condenadas a cadena perpetua y recluidas en monasterios de clausura.

            Doña Ana y doña Inés de Távora, junto a los miembros más pequeños de la familia, pudieron escapar a España, por mediación de unos amigos.

            Sebastiao de Melo fue nombrado conde de Oeiras, pro su gestión de este asunto y, posteriormente, marqués de Pombal, en 1770.

            Todavía hoy en día se discute sobre la culpabilidad de los nobles. Es cierto que no se llevaban bien con el rey y, como éste no tenía descendencia masculina, habían propuesto al duque de Aveiro para sucederle en el trono.

            También el monarca aprovechó este suceso para deshacerse de una parte de la gran nobleza y de los jesuitas.

            Además, los abogados de los encausados, definieron el atentado no como un regicidio, pues nadie sabía que dentro del carruaje iba el rey, sino que sería un delito común.

            Otro detalle a tener en cuenta es que ningún miembro de la familia Távora intentó abandonar el país en los días que siguieron al atentado.

            La ejecución de la importante familia Távora fue un mazazo en toda Europa, pues la pena de muerte ya empezaba a aplicarse en raras ocasiones y nunca con gente tan importante.

            El marqués de Pombal, tras este suceso, se hizo acreedor de todo el odio posible por parte de la nobleza. Así, en cuanto fue coronada la sucesora, María de Portugal, lo primero que hizo fue destituirlo de todos los cargos y expulsarle de Lisboa. También abolió la pena de muerte, salvo en caso de guerra.

            Se hizo una nueva investigación sobre el caso y la familia Távora fue rehabilitada, al mismo tiempo que Pombal fue condenado, aunque no le hicieron ya nada a causa de su avanzada edad.

                

SOBRE LA GENTE RÁCANA (2)


Volviendo al mismo tema, hoy traigo al blog otra indeseable afectada por este mal, que supone un paso entre el egoísmo y la paranoia y que puede afectar a la misma salud de la gente que lo padece.

            Esta vez vamos a ver la historia de Hetty Green, apodada la “Bruja de Wall Street”, o sea, que ya sería una elementa de mucho cuidado en un sitio donde se congregan todo tipo de especies de “buitres”.

            Nació en 1834 en una pequeña localidad de Massachusetts, en el seno de una familia cuáquera, y dicen que fue en su momento la mujer más rica y más avara de todo el mundo, lo cual ya es importante, dada la gran competencia en el sector de la avaricia. Su nombre de soltera fue Henrietta Howland Robinson.

            Dicen que aprendió desde muy niña ayudando a su padre en sus negocios, los cuales heredó a los 30 años. De hecho, abrió su primera cuenta corriente con 8 años y leía a su abuelo las cotizaciones en Bolsa y discutía con él las variaciones de cada título empresarial.

            Parece ser que su padre fue un empresario despiadado, el cual hizo su fortuna a base de un negocio de caza de ballenas, en el cual Hetty era su contable.

            En su lecho de muerte, su padre llegó a decirle que había sido envenenado por unos conspiradores y que ahora vendrían a por ella.

            Parece ser que también heredó de una tía rica, pero menos de lo que ella pensaba, por ello, tuvo durante unos años una batalla legal con los otros beneficiarios de la misma, que fueron los cuidadores de su tía.

De mayor se dedicó a los sectores inmobiliarios, ferrocarriles y al de los préstamos. Fue una gran inversora en Wall Street, con inversiones de bajo riesgo y protegidas de impuestos, lindando con la línea de la evasión de los mismos.

Cada vez que cundía el pánico en la Bolsa, ella se dedicaba a comprar con grandes descuentos y luego se dedicaba a dar préstamos con intereses escalofriantes, incluso a los banqueros desesperados.

            Parece ser que amasó su fortuna a base de negociar con unos bonos procedentes de la Guerra Civil USA.

            Casó a los 33 años con un miembro de otra familia muy acaudalada, como no podía ser de otra forma.

            Según parece,  Ned Green, su marido, era otro especulador de éxito, pero con un carácter más agresivo en las inversiones que su esposa.

            La estrategia de Ned era comprar y esperar hasta ver cuánto podía subir un valor. Sin embargo, su esposa le daba un precio de salida estimado a todo lo que adquiría y, cuando llegaba a él, lo vendía.

            Parece ser que la estrategia de ella fue más acertada y, a pesar de que tenían separación de bienes, tuvo que rescatar a su marido en diversas ocasiones.

            Se mudaron varias veces y en Londres, donde vivían en un hotel, nacieron sus dos hijos.

            Posteriormente, alrededor de 1870, regresaron a USA y vivieron en Vermont, la ciudad de su marido.

            En 1885 su marido se arruinó y decidieron separarse. Posteriormente, en 1902, a causa de la enfermedad cardíaca de su marido, volvieron a vivir juntos. Unos meses después, él moriría.

            A partir de entonces, Hetty crio personalmente a sus dos hijos, vivió en hoteles baratos, no compraba ropa, lavaba la que tenía sólo en la zona que rozaba con el suelo, para ahorrar jabón. En fin, todas esas chorradas que se les ocurren a esta gente, que no están muy bien de la cabeza.

            Se cuenta que una vez se pasó la noche en vela buscando un sello de dos míseros centavos que había perdido por la casa.

            En otra ocasión, se dice que se negó a pagarle a un farmacéutico 10 centavos por el frasco que contenía una medicina que necesitaba. Así que fue a casa a por otro frasco para que le metieran el fármaco en su recipiente.

            Parece ser que apareció en el libro Guiness como la mujer más tacaña de su época. No me extraña, aunque, por lo que se ve, en ese período la competencia fue feroz por alcanzar ese puesto.

            No gustaba de apuntar nada y tenía en su cabeza todas las cotizaciones de los títulos que poseía, según decía, para que esos papeles no acabaran en manos de abogados.

            Se mudaba continuamente de una a otra de sus casas para no tener que pagar muchos impuestos.

            Ni siquiera tenía una oficina propia, sino que se la pusieron en las traseras de una de sus oficinas los del Chemical Bank, cuando pasó sus cuentas a ese Banco.

            Dicen que tuvo una demanda de los ferrocarriles y se dedicó a comprar todas las acciones posibles, así que los ferroviarios, asustados, tuvieron que retirar su demanda.

            Parece ser que tuvo un litigio muy sonado con Huntington, el mayor constructor de líneas férreas, el cual iba a tender unas vías a través de Texas y se encontró con que ella y su hijo habían comprado allí los terrenos por donde iba a ir la vía y algunas pequeñas compañías ferroviarias, para hacerle la competencia, lo cual enfureció mucho a este magnate.

            En 1907 tuvo otro de sus éxitos, pues detectó antes que nadie que el mercado estaba sobrevalorado. Así que vendió todo lo que pudo y, al llegar la crisis, pudo comprar muchos valores a precios de risa. Incluso le prestó al Ayuntamiento de Nueva York. También se hizo con muchos terrenos a causa de sus préstamos.

            A veces, estas tonterías pueden ser peligrosas para las personas que viven con ellos. Tal es el caso de una vez que su hijo sufrió una herida en la rodilla, a causa de una caída de su trineo, y ella lo llevó a un hospital de caridad. Lo malo es que el médico que la atendió la reconoció y le exigió que pagara la consulta. Como ella se negó a hacerlo, se lo llevó al hotel y lo atendió personalmente. Más tarde, la pierna se infectó y hubo de ser amputada.

             Con 81 años ella sufrió una apoplejía y su hijo hubo de contratar unas enfermeras para que la atendieran, pero las vistió con otras ropas, para que no se diera cuenta de que eran sanitarias profesionales.

            Sufrió de una hernia, pero se negó a pagar 150 $ por la operación. No sabemos cómo no llegó a morirse de eso.

            El resto de su vida lo tuvo que pasar en una silla de ruedas, hasta que murió, en 1916,  de una apoplejía a causa de una discusión con una criada. Algunos dicen que fue por regatear el precio de la leche. Fue sepultada junto a su esposo.

            Su hijo fue el polo opuesto, así que cuando heredó parte de la fortuna materna, se dedicó a gastársela en todo tipo de caprichos, como fiestas, joyería, yates…

            Sin embargo, su hija Sylvia, al morir, legó su patrimonio a organizaciones de beneficencia, escuelas, hospitales, etc.

           

sábado, 23 de febrero de 2013

SOBRE LA GENTE RÁCANA (1)


Seguramente, todos hayamos leído alguna vez una obra muy famosa de Dickens, llamada “Cuento de Navidad”. Si no lo hemos hecho, da igual, porque nos la ponen de manera inmisericorde, en sus diferentes versiones, todas las Navidades por las diferentes cadenas de TV. Dicha obra tiene un personaje central al que lo más seguro es que todos hayamos odiado alguna vez. Su nombre es Ebanezer Scrooge. La verdad es que es un nombre muy rebuscado, a lo mejor se lo puso así su autor para que no coincidiera con el de la gente más corriente.

            Muchos dicen que se inspiró en un personaje real, unos cuantos años anteriores a su época. Su nombre fue John Elwes (1714-1789).

            En un principio no se llamaba así, sino que su apellido era Meggot y fue hijo de un rico cervecero londinense, aunque quedó huérfano de padre y madre a muy tierna edad. A pesar de ello, le dejaron una importante herencia.

            Fue educado en un importante y exclusivo colegio propiedad de la famosa Abadía de Westminster, en Londres. Después, estuvo unos años viviendo en Suiza hasta su definitivo retorno al Reino Unido.

            De joven, era todo un dandy, vestía bien, gastaba a manos llenas, se relacionaba con los círculos más exclusivos londinenses, bebía vinos franceses, iba a los mejores restaurantes, jugaba y perdía sin cesar…

            Parece que la tacañería era una forma de vivir en su familia, pues, aparte de su madre que lo era y mucho, su tío Harvey, aunque poseía grandes riquezas, permitió que su casa se viniera abajo por negarse a repararla. Ni siquiera permitía que se cambiaran los cristales rotos de las ventanas.

            Ni se le ocurría comprarse ropa nueva y siempre vestía con andrajos. Tampoco compraba alimentos y se dedicaba a cazar perdices y otros animales por sus tierras. En modo alguno se le ocurría encender el fuego para calentarse y se dedicaba a pasear por su mansión heredada.

            Como su tío no tenía descendencia, John pensaba que iba a heredar su fortuna. No obstante, para asegurarse la voluntad de su tío, le visitaba de vez en cuando. Incluso, se cambió su apellido Meggot por el de Elwes, que era el de su madre y su tío.

            Evidentemente, antes de realizar esas visitas, cambiaba sus ricos ropajes por otros más propios de mendigos, para no desentonar con la forma de vestir de su tío. Luego, durante las veladas, la daba continuamente la razón a su tío en su forma de pensar sobre la gente que malgastaba su dinero.

            Obviamente, cuando su tío murió, en 1763, él fue su único heredero, aunque, no sé si esto se transmitirá por contagio, también empezó a tener las mismas manías que su tío. Así que se empezó a vestir con harapos, tenía las fincas casi abandonadas. No se compró un carro, porque era más barato ir a caballo y procuraba cabalgar por tierras blandas para no desgastar las herraduras. Si viajaba por la noche,  buscaba un sitio bajo un árbol para ahorrarse la posada y que tuviera suficiente hierba para que comiera su caballo.

            También tuvo dos hijos, pero, naturalmente, se negó a pagar un céntimo por su educación.

            En 1774 fue elegido para la Cámara de los Comunes y, durante sus 12 años en el cargo, siguió viviendo tan pobremente que hasta hacía sus traslados caminando para ahorrar el gasto de compartir un coche con otros parlamentarios.

            Cuanto más viejo, se hizo aún más tacaño. Se dice que las pocas veces que compró en una carnicería, se llevaba el animal entero, porque era más barato. El problema es que en esa época, como no había frigoríficos ni nada por el estilo, seguramente comería la carne en malas condiciones.

            Se cuenta que había llegado a poseer, entre las heredadas y las adquiridas posteriormente, más de cien casas en Londres. Como su afán era tenerlas alquiladas, pues sólo pernoctaba en ellas el tiempo que estuvieran sin inquilino y luego se mudaba a otra. No hará falta decir que su mobiliario era realmente peor que el de un convento de clausura.

            A causa de sus constantes mudanzas entre las casas de su propiedad, surgió en una ocasión que cayeron enfermos él y su criada. Un sobrino suyo fue a visitarlo, sin saber dónde estaban. Al cabo de unos días, un chiquillo le dijo que lo había visto entrar en una de sus casas. Cuando llegó su sobrino, aún pudo ver a su tío vivo, sin embargo la doncella ya llevaba un par de días muerta.

            No murió, pero su estado mental se deterioró mucho. Atemorizado por morir pobre, envolvía monedas en papeles y las escondía por la casa, para prevenir, según él, que algún ladrón se las robase.

            En noviembre de 1789 enfermó y tuvo que guardar cama, muriendo una semana después. Cada uno de sus hijos heredó unas 500.000 libras, pero, según parece, ninguno fue contagiado por esa avaricia enfermiza.

            En 1790, Edward Topham escribió un libro sobre la peculiar vida de este hombre. Tuvo un gran éxito e, incluso, el apellido Elwes pasó a ser un sinónimo de un ser tacaño.

            Seguramente, Dickens leyó esta obra y mencionó a Elwes en su novela “Nuestro común amigo”, editada en 1865.

            Dickens nunca quiso reconocer que se había inspirado en Elwes para su personaje de Scrooges, pero lo cierto es que los ilustradores, que trabajaban conjuntamente con él, dibujaron un rostro muy parecido al de Elwes, en su primera edición, publicada en 1843.

viernes, 22 de febrero de 2013

UNA EXTRAÑA COINCIDENCIA

Esta vez traigo al blog una historia que me he encontrado por ahí y que tiene cierto tufillo de leyenda urbana. No sé si creérmela, pero lo cierto es que la he visto publicada en unos cuantos sitios. Así que la publico yo también y que cada uno opine lo que quiera al respecto.
El 14/04/1865 es una fecha histórica en USA, pues en ella se dio un magnicidio que, todavía hoy, hacer correr ríos de tinta y rollos de película. Se trata del asesinato del presidente Abraham Lincoln, mientras se hallaba en un palco del Teatro Ford, de Washington DC.
Pues bien, varios meses antes algunos dicen que se dio un encuentro casual entre el hijo del presidente, Robert Todd, y el hermano de su asesino, Edwin Booth.
Parece ser que Todd se hallaba en la estación de ferrocarril de Jersey City para tomar un tren hacia Washington DC.
El jefe de la estación se puso a vender los billetes para ese tren en el andén y se formó allí una cola enorme. Uno de los que estaban esperando en la cola era Todd. La gente se impacientaba y no hacía más que empujar, porque pensaban que no habría suficientes billetes para todos.
Parece ser que había un hueco entre el andén y el tren. Este último comenzó a moverse lentamente para situarse unos metros más allá, dentro de la propia estación.
La gente se puso más nerviosa al ver moverse el tren y aumentaron los empujones. Uno de ellos hizo que Todd fuera empujado hacia la vía y perdiera el equilibrio, justo cuando iba a llegar el tren a donde estaba él.
En el último momento, sintió que alguien le agarraba por el cuello de su abrigo y tiraba para arriba de él, salvándole la vida.
Al girarse, para agradecer este gesto, se dio cuenta que la cara de su salvador le era muy conocida. Se trataba de un actor, por entonces ya con cierta fama, llamado Edwin Booth, especializado en las obras de Shakespeare.
Desgraciadamente, su hermano, John Wilkes Booth, asesinó a Lincoln unos meses más tarde, como ya he dicho antes, y la carrera de este actor se vio truncada durante un tiempo por su parentesco con el asesino.
Lo cierto es que los dos hermanos eran completamente diferentes. Mientras Edwin era votante de Lincoln, unionista y defensor de los derechos civiles, su hermano John era justo todo lo contrario

LOS BARCOS DEL LAGO NEMI




Estas naves son el fruto de una visión más propia de un nuevo rico, pero que se dio abundantemente entre los tiranos megalómanos de la Antigüedad.

            Calígula fue uno de los emperadores romanos que llevó a cabo más proyectos de construcción. Dentro de ellos, podemos destacar la ampliación de varios puertos, lo cual hizo posible aumentar el volumen de los cereales que llegaban de Egipto.

            Aparte de la construcción de varios templos, se erigieron varios acueductos, calificados como maravillas de la técnica.

            El actual obelisco del Vaticano figuraba dentro de un gran circo, también construido en esta época.

            Otros proyectos suyos fueron la restauración del palacio de Polícrates de Samos, acabar un templo dedicado a Apolo en Éfeso, fundar una ciudad en la cima de los Alpes y realizar un canal a través del istmo de Corinto.

            También dicen que construyó un puente realizado a base de barcas en Baiae, con el cual atravesó a lomos de su caballo, Incitato, la bahía de este nombre. Es posible que fuera por haber leído la profecía de Tiberio Claudio Trasilo, en la que decía que nadie tenía más posibilidades de lograr ser un buen emperador si, previamente, no había atravesado esta bahía.

            Volviendo a nuestro tema de hoy, podemos decir que construyó también 2 barcos. Uno de ellos era un templo consagrado a Diana, al igual que los bosques que rodean el lago, y el mayor era un templo imperial con su propio suelo de mármol y su sistema de cañerías. El historiador Suetonio nos habla ampliamente de este tema.

            Estos barcos fueron usados por el emperador durante muy poco tiempo, pues éste sólo reinó entre los años 37 y 41 DC, y luego fueron hundidos en donde estaban navegando, o sea, el lago Nemi, a unos 30 Km. al sur de Roma y a unos 500 m sobre el nivel del mar.

            Todo el mundo conocía su existencia, pues muchas veces se quedaron los objetos del pecio atrapados en las redes de los pescadores. Por ello, desde siempre, todo tipo de aventureros intentaron llegar a los barcos hundidos, en busca de riquezas.

            En 1446, en pleno Renacimiento, al cardenal Colonna, señor de esas tierras, se le ocurrió la idea de poder recuperar los restos de estos barcos. Contrató al célebre ingeniero Alberti, el cual llevó nadadores expertos de Génova y se intentaron recuperar los restos, pero no se consiguió nada, salvo algunos fragmentos que fueron muy admirados por la Corte de Roma.

            En 1535 se hizo un nuevo intento, realizado por Francesco De Marchi, en el que él participó personalmente, dotado con algo que, según los comentarios, podría ser algo parecido a un traje de buceo, pero tampoco consiguió nada. 

            En 1827 hubo otro intento, que tampoco dio mucho resultado, pero que siguieron causando daños en los barcos, al intentar extraer un botín de ellos. Esta vez se utilizó una campana de buceo diseñada por Halley.

            En 1895 se volvió a intentar, haciendo una investigación más sistemática. Así localizaron el primer barco y luego, por indicaciones de un pescador, el segundo. Se extrajeron varias figuras en bronce, cañerías de plomo, tejas de cobre, etc.

            Ahora, el director de Antigüedades del Gobierno Italiano solicitó para las excavaciones para no hacer más daño a los barcos. Así lo ordenó el Gobierno y le encargó a la Marina hacer un informe de los restos.

            Se vio que los restos de los barcos se hallaban dañados, pero se pudo comprobar que el primero medía 64mx20m, a unos 12 m de profundidad y el segundo estaba separado unos 200 m del primero, teniendo unas medidas de 71mx24m y estaba a unos 20 metros de profundidad.

            El plan del ingeniero naval Malfatti era rescatar los barcos a base de hacer un túnel que drenara parcialmente el lago, llevando el agua al lago Albano. En 1926, una comisión reunida al efecto aprobó ese plan.

            En 1928 se comenzó a bombear el agua hacia el exterior, utilizando las galerías de un antiguo acueducto pre-romano.

A finales de marzo de 1929 se vieron algunas zonas de la primera nave que asomaban fuera del agua. En septiembre del mismo año se podía ver ya el casco completamente fuera del agua. Muchos ingenieros navales se dieron allí cita para admirar ante estos restos.

En agosto del 31 hubo un pequeño movimiento de tierra que causó una subida de nivel del agua, pero eso no fue un obstáculo para conseguir que saliera a la vista el casco del segundo barco, el cual estaba muy bien conservado a causa de haber quedado bajo los sedimentos. Esto también fue un problema, pues, al darle el aire, se descomponía, y tuvieron que pedir consejo al Museo de Oslo, donde tenían conservados varios barcos vikingos.

Así se pudo apreciar la técnica con que fueron construidos, aunque nunca fueron diseñados para navegar libremente.

Si los comparamos con otros barcos, se puede decir que eran excesivamente grandes. Así la nao Victoria, con la que Elcano dio la vuelta al mundo, tenía 25 m. de eslora. Los grandes buques del XVIII solían tener unos 60 m. y el Santísima Trinidad, nave española hundida en Trafalgar, tenía 70m.

El ancla era parecida a la que introdujeron los ingleses en el XVIII y desde entonces la llamaron “ancla romana”.

Fueron estudiados con detalle los metales y las aleaciones utilizadas y podía considerarse que todos se adaptaban a la norma alemana DIN.

Para  evitar que la madera se pudriera, sus planchas estaban recubiertas de una capa de lana impregnada con alquitrán y cubiertas con una capa de plomo. Las dos capas estaban unidas a la madera mediante clavos de cobre de gran pureza.

También se hallaron muchos materiales ornamentales, como leones, leopardos o zorros de bronce, que estaban colocados en los extremos de los maderos.

En cuanto a las teorías, hay gente que piensa que eran barcos de placer, otros que se usaban para batallas navales, otros decían que estaban relacionados con el cercano templo de Diana, incluso algunos dicen que se usaban para el culto a Isis, del que Calígula era muy devoto. Parece ser que había que acudir 2 veces al año para hacer un viaje por el lago como los que hacían los antiguos egipcios, con una imagen de Isis a bordo. Esos poderes religiosos le conferían al emperador mayor poder político. Así, tras su asesinato, probablemente los barcos fueron hundidos para borrar todo rastro de él.

En el verano de 1931 se recuperó del todo el primer barco y el segundo salió en otoño del 32. Sus restos fueron a parar a un museo inaugurado en el 36.

Los barcos fueron colocados sobre tierra y encima de ellos se hicieron unos hangares para protegerlos del clima. El agua del lago se envió mientras a un pantano artificial y, tras sacar los barcos, se devolvió el agua al lago.

El 31/05/1944 unos aviones alemanes que protegían la retirada de sus tropas bombardearon esta zona, causando un incendio en los hangares y la pérdida total de estos barcos.

El museo que destruyeron los alemanes fue reconstruido en la posguerra y es donde se muestran ahora los restos que nos han quedado de estos barcos.

jueves, 21 de febrero de 2013

LOS CENCI: UNA HISTORIA DE VIOLENCIA FAMILIAR


UNA HISTORIA DE VIOLENCIA FAMILIAR

 

Hoy traigo al blog una aterradora historia que, por lo que se ve, en su momento, e incluso no hace muchos años,  fue conocida, pues sobre ella han realizado algunas de sus obras genios como Guido Renni, Caravaggio o, más tarde, en películas italianas o en una ópera canadiense.

Como lo más normal es que a los ciudadanos del siglo XXI nos suene poco, pues me voy a atrever a contarla.

A mediados del siglo XVI, Francesco Cenci y su familia vivían en su palacio de Roma, pues eran de la clase noble, el cual estaba situado en las cercanías del ghetto judío.

La familia se componía de varios miembros: la hija mayor, Beatrice, Giacomo, ambos del primer matrimonio del padre, Lucrezia Petronia, segunda esposa, y Bernardo, hijo del segundo matrimonio.

Según la tradición era de todos conocidos que el marido acostumbraba a pegar al resto de la familia y que cometió incesto con Beatrice, por lo que fue denunciado en varias ocasiones. Lo que ocurre es que, en esa época, y quizás también en ésta, a los nobles se les trataba de una forma más benigna que a los demás y solía ser puesto en libertad en poco tiempo.

A pesar de ello, Beatrice lo denunció repetidas veces, pero las autoridades no le hicieron caso para no tener problemas con su padre.

Al enterarse su padre de estas denuncias, obligó a toda la familia a trasladarse a un castillo, también propiedad de la familia, situado en una localidad al norte de Roma.

El padre no vivía en el castillo y sólo aparecía por allí de vez en cuando. Así, en una de sus visitas, en 1598, decidieron asesinarlo.

El primer intento partió de dos vasallos, uno de ellos, por entonces, amante de Beatrice. Fracasaron al querer envenenarlo.

Cuando el resto de la familia se enteró no se les ocurrió otra cosa que golpearle con martillos hasta matarlo. Luego lo lanzaron desde un balcón para que pareciera un accidente, aunque esa explicación nadie se la creyó.

La policía vaticana se puso a investigar y torturó al vasallo amante de Beatrice, el cual murió sin decir nada. El otro vasallo fue asesinado por orden de un amigo de la familia para prevenir que hablara.

Aún así, la Justicia descubrió el complot y los miembros de la familia fueron enjuiciados y sentenciados a muerte.

El pueblo de Roma protestó por la condena, pues, en cierta manera consideraba justificado este asesinato. Sólo lograron retrasar un poco de tiempo la ejecución.

Sin embargo, el Papa Clemente VIII no tuvo ninguna clemencia y el 11/09/1599 toda la familia fue llevada al puente del Castillo de Sant’ Ángelo, donde se procedió a realizar las ejecuciones.

En primer lugar, Giacomo fue descuartizado y luego sus extremidades fueron colgadas en lugares públicos, como era habitual en esa época. Lucrezia y Beatrice fueron decapitadas a espada. El hermano menor no fue ejecutado, pero le llevaron a ver la muerte de su familia y fue condenado a remo perpetuo y le fueron confiscadas todas sus propiedades.

Tras sus muertes, este suceso fue considerado como una página de la lucha contra la nobleza, y surgieron de ella varias leyendas.

Algunos autores, como Stendhal, dicen que retrata a una sociedad injusta que persigue a los más débiles y a una Iglesia que sólo vela por sus intereses y no se preocupa por los demás

miércoles, 20 de febrero de 2013

EL FINAL DE LA II GM EN JAPÓN


LA OPERACIÓN DOWNFALL

 

Los USA, como siempre, nos han enseñado lo que han querido y se han callado lo que no les ha interesado mostrar. En este caso, veremos cómo habían confeccionado otro plan para el caso de que los japoneses no se hubieran rendido tras las dos primeras explosiones atómicas en su territorio y primeras en la Historia Mundial.

El planeamiento de esta operación le fue encargado a  los Estados Mayores de los siguientes militares: el almirante Chester Nimitz, el general McArthur, el general George Marshall y el general Arnold, jefe de la 20ª Fuerza Aérea USA, con sus bombarderos estratégicos de gran alcance.

De momento, se le dio estricta prioridad al proyecto Manhattan y este otro plan fue madurando muy lentamente.

En ese momento, había una lucha interna entre el Ejército y la Armada USA para ver quién sería el jefe máximo de todas las fuerzas del Pacífico. Al final, la Armada tuvo que ceder y le dejó el mando supremo a McArthur.

En 1943 llegaron a la conclusión de que Japón podría caer justo detrás de Alemania, pero, de lo contrario, tendrían que seguir, como mínimo, hasta 1947, lo cual haría bajar mucho la moral USA. 

Por ello, la Armada propuso hacerse con unas bases aéreas en China y Corea, desde las que los bombarderos podrían bombardear fácilmente el territorio de Japón. El Ejército se opuso y planteó una invasión a gran escala para no prolongar la guerra. (¡Cómo se nota que los generales no suelen respirar el mismo aire que los soldados!). Misteriosamente, el Ejército se salió con la suya.

Además, la costa japonesa tiene la particularidad de tener muy pocas playas aptas para una invasión, con lo que es muy posible que les estuvieran esperando.

Se establecieron dos etapas. Una era la Operación Olympic, cuyo fin era el ataque al sur de la isla de Kyushu. Cuando se hubiera conquistado ese territorio, se construirían bases aéreas para apoyar la Operación Coronet, cuyo objetivo era el ataque a la bahía de Tokio. Para estas operaciones tenían reservados unos 4,5 millones de soldados. Mientras que se calculaba que los japoneses tendrían unos 1,5 millones de soldados y 28 millones de hombres de todo tipo movilizados para la defensa del archipiélago.

Se calcularon las bajas aliadas en unos 400-800 mil muertos y las de los japoneses en unos 5-10 millones, por la resistencia civil, y por el posible uso de más bombas atómicas. También pensaron contar los USA con el apoyo de las tropas soviéticas, que le acababan de declarar la guerra a Japón. No olvidemos que entonces eran aliados.

El plan previsto para la invasión consistía en un primer ataque a la isla de Kyutshu. Se comenzaría a primeros de noviembre del 45 y acabarían a mediados del 46. Para esa operación, los aliados destinarían 767.000 hombres, aunque los japoneses tenían 900.000 para defenderla, con lo cual, ya esperaban gran cantidad de bajas propias. Se esperaba mayor resistencia nipona en esta fase que en la segunda.

También se pensó como alternativa a Kyushu, hacer el desembarco en la isla de Hokkaido, que es la que está situada más al norte y estaba menos defendida, pero el viaje hubiera sido más largo.

La siguiente etapa comenzaría en marzo del 46, con un ataque a Tokio para dividir la isla en dos mitades.

El resto del territorio nipón esperaban conquistarlo a lo largo de 1947-48.

Se cree que los USA tenían previsto tener en funcionamiento otra bomba atómica para finales de agosto de 1945 y ser utilizada en esa fecha. Tres más para el mes de septiembre y tres más para el de octubre.

No hubo que realizar estas operaciones, pues, tras el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Japón y la declaración de guerra de la URSS, se rindieron enseguida.