Es posible que todos hayáis visto
la famosa película “Mary Poppins”, estrenada en 1964 y protagonizada por Julie
Andrews y Dick van Dyke.
Entre los varios temas que
aparecen en esa obra está el Movimiento Sufragista británico. Se puede ver al
personaje de la Sra. Banks, interpretado por la actriz Glynis Johns, vestida
para un acto de esa asociación, que, entre otras cosas, reivindicaba el voto
para la mujer.
Lo cierto es que me parece que
tenían todo el derecho a hacerlo, lo que no me gustaban eran los medios que
utilizaban para ello, que podrían ser, cuando menos, bastante discutibles.
Ahora comentaré algunos de ellos.
Por otro lado, la autora de esta
obra, en la que se basa esa película, fue Pamela Lyndon Travers, que solía
firmar como P.L. Travers, porque, según decía, así no se enteraban de que se
trataba de una mujer y podía vender más libros. No obstante, su verdadero
nombre era Helen Lyndon Goff. Nació en Australia en 1899, pero luego fue a
vivir al Reino Unido, donde consiguió que se publicara esta obra en 1934, a la
que después siguieron varios libros más sobre el mismo personaje.
Confieso que no he leído esa
obra, pero, según parece, ocurrió lo de siempre. La productora, Walt Disney,
que había comprado los derechos sobre ese primer libro, hizo lo que le dio la
gana y, según la autora, en la película, tergiversó por completo la idea del
personaje de Mary Poppins.
Así que, a pesar del éxito
obtenido, siempre se negó a cederles los derechos del resto de sus obras.
Incluso, a mediados de 2012, se estrenó en España una película titulada “Al
encuentro de Mr. Banks”, donde esa productora contaba los problemas que había
tenido con la mencionada escritora.
Así que no me alejaré más del
tema, porque a veces me enrollo demasiado. Nuestro personaje de hoy se llamaba
Mary Raleigh Richardson y nació en 1882 en la ciudad de Ontario (Canadá).
A principios del siglo XX, se
trasladó a Londres, donde residió en el barrio de Bloomsbury y estudió Arte,
dedicándose, posteriormente, al periodismo.
Por lo visto, se afilió al
movimiento de las sufragistas, tras haber presenciado el infame Viernes Negro
(otro Black Friday), que tuvo lugar el 18/11/1910.
Antes de esa fecha, lord Asquith,
llegó al Gobierno, con el apoyo del m ovimiento
sufragista, tras haberles
prometido que presentaría un proyecto de Ley por el que se autorizaría el voto
de las mujeres. Sin embargo, no lo cumplió a causa de las presiones de los
conservadores e, incluso, de los miembros de su propio partido, el Liberal.
Parece ser que no se pretendía
dar el voto a todas las mujeres, sino sólo a las que tuvieran un cierto
patrimonio. Así que unos dijeron que no les parecía suficiente y otros que
estas mujeres, supuestamente, siempre votarían al Partido Conservador. Curiosamente,
ese partido estaba en contra de que las mujeres pudieran votar y sólo decían
estar a favor algunos miembros del Partido Laborista.
Esto me recuerda mucho al
argumento que utilizaron, en 1931, en España, los partidos de izquierda, para
negar el voto a la mujer.
Así que las sufragistas, que
también reivindicaban igualdad de trato en divorcios y herencias, se sintieron
traicionadas por el Gobierno y no se les ocurrió otra cosa que manifestarse por
medio de una marcha hasta el Parlamento.
Parece ser que, durante varias
horas, estas mujeres fueron atacadas por transeúntes y policías, requiriendo
muchas de ellas el ingreso hospitalario. Por lo visto, dos de esas mujeres, que
fueron detenidas por este acto, murieron pocos días después, pero nunca se
llegó a demostrar que fuera a causa del maltrato policial, como ellas habían
denunciado.
Una de estas víctimas fue la hermana menor de la líder de este
movimiento, Emmeline Pankhurst.
Curiosamente, el ministro del
Interior, se negó a realizar una investigación sobre estos hechos. Su nombre
era Winston Churchill. Igual, por ello, no fue reelegido, tras la II Guerra
Mundial.
Como ya he mencionado, a la vista de esos sucesos, muchas
mujeres, como nuestro personaje, se afiliaron a ese
movimiento.
El problema es que se creó un ala
radical, dentro de ese movimiento, que empezó a actuar por su cuenta,
provocando frecuentes altercados.
A primeros de junio de 1913,
acudieron al hipódromo de Epsom, en Surrey. Allí, a una de ellas, no se le
ocurrió otra cosa que manifestarse, atravesando el circuito, mientras tenía
lugar esa carrera. De esa forma, una compañera suya, llamada Emily Davison,
murió atropellada por uno de los caballos, llamado Anmer, el cual pertenecía al
propio rey. Otras versiones dicen que no murió en ese mismo momento, sino 4
días más tarde.
Por lo visto, Davidson, era muy
conocida por la Policía, ya que la habían detenido en multitud de ocasiones y,
cuando se negó a comer, pues hacía, continuamente, huelgas de hambre, la ataban
a una silla y le daban de comer a la fuerza. Lo cual provocó daños graves en su
organismo.
Parece ser que, cuando la
multitud comprobó que Richardson era otra sufragista, la persiguieron con ánimo
de lincharla y tuvo que ser protegida por empleados del ferrocarril.
Posteriormente, Richardson, se
dedicó a lo que muchas de sus compañeras. O sea, tirar piedras y romper los
cristales de las ventanas del Ministerio del Interior y de la prisión del
Castillo de Holloway, donde solían encerrarlas. Aparte de intentar incendiar
algún edificio oficial. Según parece, a causa de ello, la detuvieron varias
veces y también tuvieron que darle de comer a la fuerza.
Eso de hacer huelgas de hambre
fue una táctica que empezaron a usar en 1909, cuando una de las sufragistas,
llamada Marion Wallace Dunlop, se negó a comer y, en vista de su estado de
salud, el juez la puso en libertad, sólo 3 días después de haberla encarcelado.
Así que el Gobierno se dio cuenta
de lo que estaban haciendo y adoptó unas nuevas medidas contra ellas.
Utilizando unas sondas, que unas veces eran introducidas por la boca y otras
por la nariz. En este último caso, se corría el riesgo de que murieran, si la
comida llegaba a los pulmones.
Por lo visto, también, en otra
ocasión, nuestro personaje, saltó al estribo del carruaje, donde viajaba el rey
Jorge V, para llamar la atención sobre las demandas de su movimiento. Parece
ser que la líder de ese movimiento decía que “es nuestro deber violar la Ley
con el fin de llamar la atención”. Incluso, llegó a convencer al obispo de
Londres, para que apoyara esas demandas.
Realmente, el acto más conocido de Richardson fue el atentado que realizó contra la famosa obra “La Venus del
espejo”, de Velázquez.
El 10/03/1914, entró en la
National Gallery, de Londres, que es donde, desde 1906, se exhibe esta obra de
arte. No debía de haber casi nadie en esa sala, porque a ella le dio tiempo de
sacar un cuchillo de grandes dimensiones y asestarle siete cuchilladas al
lienzo que contiene esa obra.
Parece ser que un vigilante fue
hacia allá, al oír el golpe de los cristales rotos contra el suelo. Lo que ocurrió es que el pavimento estaba muy pulido y, al correr, resbaló y cayó antes de
poder alcanzarla. Luego, consiguieron detenerla.
Según ella, había ejecutado esta
reprochable acción como una protesta por la detención de la jefa de este
movimiento, Emmeline Pankhurst, cuyo lema era “hechos y no palabras”. Un suceso
ocurrido unos días antes.
Otra de las frases de esta líder era: “Sólo
existe una salida, a menos que estéis dispuestos a retrasar el avance de la
civilización dos o tres generaciones. Debéis de otorgar el derecho de voto a
esas mujeres. Ese es el resultado de nuestra guerra civil”.
Richardson decía que le había
molestado mucho esa detención y también que los hombres se quedaran mirando
fijamente el cuerpo de la mujer retratada en ese cuadro. Este acto sólo le
costó 6 meses de prisión, que era la máxima pena por romper una obra de arte.
Por lo visto, este movimiento se
empleó a fondo en los seis meses anteriores a la I Guerra Mundial. Como ejemplo
de ello, podemos destacar la quema de tres castillos en Escocia, el incendio de
la Biblioteca Carnegie, en Birminghan, etc. Aparte del ataque a otras obras
pictóricas, mansiones vacías, centros deportivos, estaciones ferroviarias, etc.
Incluso, se atrevieron a colocar
un artefacto explosivo dentro de la famosa Abadía de Westmisnter, que explotó,
pero, afortunadamente, no dejó ninguna víctima.
Incluso, llegaron a quemar las orquídeas
del Real Jardín Botánico y además derramaron ácido en el césped de un campo de
golf, frecuentado por políticos. Esas quemaduras tenían forma de letras y en
ellas podía leerse: “Voto para las mujeres”.
Realizaron un total de 141
atentados en los 6 primeros meses de 1914 y luego ya no hicieron más a causa de
las leyes de guerra.
Lo cierto es que, hasta 1918, no
empezaron a conseguir lo que buscaban. En ese año, ya pudieron votar las
mujeres mayores de 30 años, siendo Nancy Astor la primera mujer que ingresó en
la famosa Cámara de los Comunes.
No fueron las primeras, pues en
1893 ya les había sido reconocido ese derecho a todas las mujeres en Nueva
Zelanda. En 1906, Finlandia fue el primer país europeo en reconocer también el
derecho al sufragio femenino. En la democrática Suiza no las dejaron votar
hasta 1971.
Hasta 1928, las mujeres
británicas, no pudieron gozar de los mismos derechos, a la hora de votar, que
los hombres.
Desgraciadamente, Pankhurst, no
llegó a verlo, porque murió ese mismo año, pero un mes antes de que se aprobara
esa Ley.
Volviendo a nuestro personaje de
hoy, en 1919, se afilió al famoso Partido Laborista y se presentó a varias
elecciones, hasta 1934, pero nunca obtuvo un escaño en el Parlamento.
Ese último año, hizo lo mismo que
otras compañeras suyas, afiliarse al BUF (Unión de Fascistas Británicos),
movimiento liderado por Oswald Mosley. Ascendió en ese partido, llegando a ser la
Secretaria de Organización para la Sección de la Mujer. Otros autores afirman
que se afilió en 1932 a ese partido.
En 1935, dejó definitivamente
este movimiento y también la política, desilusionada porque, según ella, nunca
encontró un partido que quisiera proteger a las mujeres.
Seguramente, más de uno podrá
pensar que estos comportamientos serían ahora impensables. Sin embargo, acabo
de ver varios comentarios a una noticia sobre el
atentado contra el cuadro de
Velázquez, donde unas lectoras dicen que entienden y apoyan el atentado que
realizó esta mujer contra esa famosa obra de arte.
Al llegar la II Guerra Mundial,
varias de estas sufragistas, que habían ingresado en el partido fascista BUF,
fueron encarceladas en la mencionada prisión de Holloway, en aplicación del
Reglamento de Defensa 18B, tal y como les ocurrió a otros muchos fascistas
británicos.
Esta prisión, dedicada a las
mujeres, fue inaugurada en 1852 y cerrada en 2015. Parece ser que está situada
en una zona próxima al Emirates Stadium. Lugar donde juega el Arsenal FC.
En 1955, tuvo lugar en esa
prisión la última ejecución de una mujer. La ejecutada se llamaba Ruth Ellis y
había sido condenada a esa pena por haber asesinado a sangre fría a su amante,
David Blakely.
Volviendo a nuestro personaje, ya
sólo queda decir que publicó en 1953 su autobiografía, titulada “Laugh a Defiance”
y murió en 1961, en su casa de la ciudad de Hastings.
Curiosamente, la esposa de Robert
F. Kennedy Jr. también se llamaba Mary Richardson y, según parece, se suicidó
en 2012.
Increíblemente, también existió
otra organización femenina, que se oponía a otorgar el voto a las mujeres en
las elecciones generales, aunque estaba a favor de que pudieran votar en las
municipales. La Liga Nacional de Mujeres contra el Sufragio se creó en 1908. En
su directiva se podían ver algunos nombres muy conocidos, como la de la famosa
escritora y exploradora, Gertrude Bell.
Parece ser que no se trataba de
un grupo minoritario, como podríamos creer, a primera vista. Sólo, durante el
primer año, se afiliaron 9.000 mujeres a este movimiento, creando 104
sucursales por toda Gran Bretaña. Todo un éxito.
Parece ser que argumentaban que,
como el Estado moderno era muy complejo y que se basaba en las finanzas, el
Ejército, la industria, etc. Pues ellas decían que no podían opinar sobre eso, porque, en esa época, las
mujeres no tenían acceso a esos sectores. Es curioso que dijeran
eso en un país donde había gobernado durante tantos años la reina Victoria.
Por lo visto, también mencionaban
que, si les daban ese derecho a las mujeres, introducirían diferencias políticas
en las familias y contribuirían a enturbiar la vida doméstica.
Una de las presidentas de este
grupo fue la australiana y también muy victoriana Mary Augusta Humphry Ward, la
cual solía escribir cuentos para niños. Curiosamente, también fue tía del
famoso escritor Aldous Huxley.
En 1910, esta organización se
fusionaría con la Liga de Hombres que se oponían al sufragio femenino. A partir
de ese momento, ambas organizaciones fueron presididas por un hombre, hasta que
se disolvieron en 1918, con motivo del reconocimiento oficial del derecho al
voto de la mujer.
TODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTÍCULO PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
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