Siguiendo con aquel ciclo que
comencé hace tiempo, sobre grupos anti-nazis, esta vez os traigo al blog un
grupo de esos que no habla casi nadie.
Tras la llegada de Hitler al
poder en Alemania, se crearon una serie de grupos para que su partido único
controlara, desde dentro, la sociedad alemana de la época.
No obstante, hay que aclarar que
esta organización ya existía antes de 1933, año de la llegada de Hitler al
Gobierno alemán. Puede parecer extraño, pero no lo es. Los nazis pretendían
crear un estado de opinión a su favor y lo intentaron a todos los niveles. En
este caso, se valieron de la mentalidad inmadura de los niños para meterles sus
ideales en la cabeza.
Se cree que se fundó en 1926, con
muy pocos integrantes. Sin embargo, en 1932, ya llegaban casi a los 108.000. En
1934, ya eran 2.300.000 y en 1940 la formaban unos 8 millones de chicos.
Hay que aclarar que, antes de la
guerra, no era obligatorio pertenecer a esta organización juvenil. Después, se
declararon ilegales todos estos grupos y era obligatorio militar en las
Juventudes Hitlerianas.
En cambio, el grupo a que voy a
dedicar este artículo, era mucho más modesto. Destacaban por su ausencia de jerarquías.
Por supuesto, no les daban instrucción militar a sus afiliados, como hacían en
las Juventudes Hitlerianas, para crear futuros soldados. Ni tampoco estaban
separados por sexos.
Por lo general, eran grupos de
unos 15 miembros y solían residir en las grandes ciudades, como Hamburgo,
Leipzig, Francfort y Colonia. Solían hacer eso para no ser detectados por la
Policía, pues ya era obligatorio ser de las Juventudes Hitlerianas.
En total, serían unos 5.000,
estando la mayoría de ellos en Colonia.
A pesar de ser grupos muy reducidos, siempre se consideraron todos como
miembros de los Piratas de Edelweiss.
Aunque parezca poca gente, no
estaría de más comentar que se considera que, por esa época, la famosa y
cacareada Resistencia Francesa la componía mucha menos gente.
Los Piratas solían vestir camisas
de diferentes colores, para no parecer que fueran uniformados, pero con una
chapa para reconocerse entre ellos. Pantalón oscuro y el pelo algo más largo de
lo que se llevaba en aquella época.
También solían cantar canciones
escritas por compositores judíos u otras de oposición al régimen nazi. Por
supuesto, no en público.
Simplemente, solían ser hijos de
familias de la clase trabajadora y muchos de ellos ya trabajaban en fábricas,
para ayudar en casa, ya que todavía no habían sido llamados al servicio
militar.
Como les ocurría entonces a muchas familias, varios de ellos
habían perdido al padre, luchando en la guerra o, por el contrario, había sido
encerrado o ejecutado por ser de la oposición al régimen.
Sus reuniones se realizaban en
los cafés, en los parques o en sitios apartados. También realizaban
campamentos, viajaban en bicicleta a otros sitios o visitaban a sus colegas en
otras ciudades. Todo ello había que hacerlo a escondidas, pues estaba
absolutamente prohibido por el régimen, ya que
los jóvenes sólo podían realizar lo que les ordenaban las Juventudes.
Solían esconderse, para no ser
atrapados por las patrullas de las Juventudes Hitlerianas. Aun así, a veces pelearon con ellos.
No obstante, los Piratas de
Edelweiss, estuvieron siempre muy influidos por el antiguo movimiento juvenil
alemán, fundado en 1896, que englobaba organizaciones como el Wandervogel,
siendo todos ellos suprimidos por el Gobierno nazi.
La forma de organizarse era
prácticamente la misma que sus predecesores e, incluso, utilizaban las mismas
tiendas de campaña de color negro y muy parecidas a las de los indios, que han
venido utilizando después los scouts alemanes.
La mayoría de los miembros de los
Piratas eran chicos entre 14 y 17 años, que habían terminado la escuela y aún
no habían sido llamados para ir al Ejército.
Dentro de los Piratas, había unos
subgrupos diferentes en cada ciudad, pero todos tenían una ideología común de
oposición al régimen y se sentían miembros del mismo grupo.
Durante la guerra, parece ser que
se dedicaron a actividades de propaganda, como recoger folletos lanzados por
los aviones aliados y meterlos en los buzones de las viviendas.
Llegó un punto en que la Gestapo
los arrestó y, tras tenerlos varios días encerrados, los pusieron en libertad, después de
haberles afeitado la cabeza. Lo cual es vergonzoso para un adolescente. En cambio,
parece que ahora está más de moda.
Eso sólo les ocurría a los más
afortunados. Otros fueron a parar a reformatorios, hospitales psiquiátricos y
hasta a campos de trabajos forzados.
Más adelante, tras enterarse la
Gestapo de que estaban ayudando a escapar a algunos desertores alemanes y
protegiendo a presos escapados de los campos de concentración, el propio Himmler,
ordenó realizar una redada contra esos grupos.
Con el tiempo, algunos de esos
piratas, se habían pasado, con sus antiguos camaradas, a un grupo llamado Ehrenfeld,
por estar radicado en el barrio de ese nombre en la ciudad de Colonia.
Este grupo se dedicó a realizar
ciertos sabotajes, como echar azúcar en los depósitos de gasolina de los vehículos
militares, hacer pintadas contra Hitler, descarrilar trenes con municiones,
etc.
También robaron comida y material
de los trenes de mercancías y fueron almacenando lo conseguido, como armas,
comida, etc, en un sótano de ese barrio. Necesitaban esa comida para los presos
escapados a los que habían dado refugio.
La Policía, tras interrogar a
unos sospechosos, descubrió el escondite y allí detuvo a varios de ellos, pero
no a los jefes.
En su huida, los jefes,
Steinbrück y Lorent, mataron a un par de agentes y ambos fueron detenidos unas
semanas más tarde.
Dos semanas después, a mediados
de octubre de 1944, ya eran 63 los
detenidos por estos hechos. Entre ellos había, incluso, 19 adolescentes.
A primeros de noviembre, la
Gestapo, tomó cartas en el asunto y ahorcó públicamente, sin juicio previo, a
13 varones, entre ellos, seis
adolescentes, junto a la estación
ferroviaria de Ehrenfeld. Este bochornoso espectáculo se realizó entre la gente
que iba a coger el tren.
El mayor de ellos tenía 57 años y
el menor, sólo 16. En la actualidad, una placa honra la memoria de estos
jóvenes resistentes al nazismo.
El más famoso de ellos era un
chico de 16 años llamado Barthel Schink, que fue ahorcado con los demás.
Su familia, ya en los años 50,
intentó recurrir esa “sentencia”, pues no había sido juzgado. Sin embargo, en
1958, se estimó correcto que se le calificara de criminal en la época de
Hitler.
En 1978, se volvió a reabrir el
caso y, contra todo pronóstico, se le volvió a calificar como criminal,
indicando que había sido correcta la investigación realizada en los años 50.
En la posguerra, las diferentes
potencias aliadas quisieron influir sobre ellos.
Supongo que sería porque los
jóvenes son más fácilmente influenciables y serían los hombres del mañana.
Sin embargo, a pesar de que
algunos de estos subgrupos se dejaron “cortejar” por alguna de las potencias vencedoras,
la mayoría se disolvió, al ver que la política volvía a mandar sobre estas
organizaciones.
Realmente, ellos nunca quisieron
traicionar a su Patria, sino, simplemente, querían derrocar al régimen de
Hitler, que se dice muy pronto.
Algunos miembros de estas
organizaciones que intentaron realizar sabotajes contra las fuerzas aliadas,
tuvieron distinta suerte. Los capturados por los USA fueron condenados a leves
penas de prisión.
Sin embargo, los capturados por
las autoridades soviéticas, fueron condenados a unas penas muy importantes, concretamente
a 25 años de prisión.
Evidentemente, esta gente no tuvo
nada que ver con la llamada Operación Edelweiss, puesta en práctica por el
Ejército alemán, en 1942, con el objetivo de capturar las zonas petrolíferas
del sur de la antigua URSS.
Los Piratas de Edelweiss fueron
reconocidos, en 1988, por Israel, como “Justos entre las Naciones”. Ese fue uno
de los motivos por los que las autoridades alemanas se avinieron a reabrir este
caso en varias ocasiones, pues dio lugar a un escándalo internacional.
En 2005, gracias a las presiones
de varios de sus antiguos integrantes, fue eliminada su calificación como “grupo
criminal” de los archivos de la Justicia y la Policía alemanas.Además, el Gobierno de Alemania, les reconoció públicamente como “luchadores de la resistencia” y héroes.
Hasta aquí, la historia de uno de
los muchos grupos de alemanes que lucharon contra el régimen nazi. En este
caso, se trataba de un grupo de jóvenes que tuvieron la mala suerte de venir al
mundo en un tiempo de guerras. Sin embargo, no quisieron tomar el camino más
sencillo, que fue el que eligieron la mayoría de los alemanes, hacerse nazis.
Lo que no entiendo es por qué
eligieron el nombre de Edelweiss, pues, según parece, era la flor preferida de
Hitler.
Para terminar, en una de las
canciones de este grupo decían lo siguiente: “Nuestra canción está llena de libertad,
amor y vida. Somos los Piratas de Edelweiss”.
Espero que este artículo os haya
gustado.