Es posible que mucha gente haya
leído la novela Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, padre y allí se haya
encontrado con este personaje.
George Villiers, que era como se
llamaba este personaje, nació en agosto de 1592 en una localidad de
Leicestershire (Inglaterra). Su padre era una especie de hidalgo local,
mientras que su madre procedía de una familia que, por lo que se ve, tenía muchas
influencias.
Así que, como su padre murió
cuando George sólo tenía 14 años, su madre se empeñó en convertirlo en todo un
cortesano.
No sé si tendría amistad con el político
John Eliot. Lo cierto es que George le acompañó para realizar una gestión
diplomática en Francia.
No obstante, siguió preparándose
para su futura vida cortesana. Tomó clases de baile y de esgrima y así su cuerpo
adquirió una complexión atlética.
Por ello, George fue ascendiendo,
ocupando diversos cargos de importancia en la Corte. Incluso, en 1616, ya fue
ennoblecido como vizconde y nombrado caballero de la importante Orden de la Jarretera.
La más prestigiosa de Inglaterra.
Posteriormente, siguió su ascenso
meteórico, siendo nombrado conde y, en 1618, duque de Buckingham. El título por
el que fue más conocido.
A partir de entonces, se hizo muy
amigo del príncipe de Gales. El futuro Carlos I de Inglaterra. Aquel que perdió
la cabeza, pero no voy a adelantar acontecimientos.
En 1619, ya fue nombrado primer
lord del Almirantazgo. Incluso, se convirtió en el primer duque, que no
pertenecía a la familia real británica.
Parece ser que, en principio, el
rey no aprobó esa boda, ya que la novia era católica. Sin embargo, se hizo
anglicana y ya no puso ningún reparo a ese enlace.
No sé si esa oposición del rey
vendría también, porque se decía que George y el monarca eran amantes. No obstante,
George, aprovechó esa cercanía al rey para enchufar en la Corte a todos sus
parientes y amigos.
Evidentemente, eso le granjeó
muchas enemistades. Sobre todo, entre el resto de los nobles.
Parece ser que, para obtener esos cargos tuvo la complicidad del famoso político Francis Bacon. Sin embargo, cuando el Parlamento británico investigó la actuación de Bacon, ni él, ni el monarca quisieron ayudarle y tuvo que jubilarse.
No obstante, George, se
enriqueció ejerciendo la corrupción de manera compulsiva en Irlanda y, con el
apoyo real, impidió que el Parlamento británico investigase lo que estaba ocurriendo
en esa isla.
En 1623, acompañó al príncipe
Carlos en su viaje a España para negociar su boda con la infanta María Ana,
hija de Felipe III.
Sobre este tema ya hablé en otro
de mis artículos. Por lo visto, el príncipe era muy aficionado a la pintura y
supo comprar aquí buenas obras e, incluso, logró convencer a Felipe III para
que le regalase algunas de las que tenía en su colección. Sin embargo, esas
negociaciones para la boda no llegaron a buen término.
Parece ser que, a partir de 1624,
su suerte empezó a decaer. Por lo visto, le echaron la culpa de que el príncipe
hubiera elegido para casarse a una hija del rey de Francia, que, por supuesto,
era católica. Algo impensable en un país tan enemigo de la Iglesia católica de
Roma.
En 1625, muere el rey Jacobo I. La
mayoría de los cortesanos son expulsados de la Corte por su hijo, Carlos I. Sin
embargo, la amistad de éste con George, hace que sea de los pocos que sigan en
su puesto.
Parece ser que tampoco tuvo
suerte, cuando se puso al mando de una flota para intentar atrapar un convoy
español repleto de riquezas, procedente de América.
Creció su impopularidad, tras
haber acordado con el cardenal Richelieu apoyarle en su lucha contra los hugonotes,
que así llamaban a los protestantes en Francia.
Lógicamente, eso de que los protestantes británicos ayudaran al rey de Francia en su lucha contra los protestantes franceses, no hizo ninguna gracia en el Parlamento británico. Aunque luego intentó arreglar el asunto, aliándose con los mencionados hugonotes.
Por lo visto, como el Parlamento
le negó los fondos, George había financiado estas operaciones militares y eso
provocó que casi se arruinara. Así que tuvo que preparar otras nuevas para recuperarse.
Mientras tanto, se amotinó la flota por no haber recibido sus salarios.
Mientras tanto, Eliot seguía pronunciando
discursos en el Parlamento contra la gestión de Buckingham y el apoyo real. Eso
motivó que, en 1627, fuera detenido y encarcelado en la Torre de Londres. Aparte
de que el monarca disolvió el Parlamento.
Nunca quiso reconocer el poder del
rey para saltarse las competencias del Parlamento. Así que, desgraciadamente,
murió en 1632, en su celda de la Torre de Londres.
En 1627, Lambe fue acusado de
haber violado a una niña de 11 años. Ese delito estaba castigado con la pena de
muerte. Sin embargo, su cercanía al rey hizo que se demorase el juicio y se le
pusiera en libertad.
Así que, como la gente estaba
harta de este tipo y de su influencia en la corte, en junio de 1628, un grupo
lo esperó a la salida de un teatro y allí le lanzaron piedras hasta que lo
mataron. Curiosamente, nadie fue detenido por ese hecho.
A partir de entonces, alguien
publicó unos panfletos, donde se amenazaba al duque con morir de la misma forma
que su médico.
El teniente logró clavarle su
daga en el pecho y eso produjo la muerte del duque de una manera casi instantánea.
El asesino ni siquiera huyó y, al ser detenido, no opuso ninguna resistencia.
Curiosamente, la gente estaba tan
harta del duque que, inmediatamente, se publicaron muchos panfletos elogiando la
actuación de Felton.
Por lo visto, se sabe que muchos
brindaron por la salud de Felton, aunque luego fueron multados.
En varios de esos panfletos se decía
que el duque era un criminal y agradecían que Felton lo hubiera matado.
Éste fue interrogado a fondo en
Londres, pues las autoridades sospechaban que no había actuado solo. Así que querían
saber los nombres de sus cómplices. Sin embargo, no consiguieron que confesara
nada.
Posteriormente, fue juzgado y
condenado a muerte. Su ejecución, mediante ahorcamiento, se llevó a cabo en
noviembre de 1628. Su cadáver fue devuelto a Portsmouth, el lugar donde tuvo lugar
el asesinato, para que sirviera de escarmiento a otros. Sin embargo, la gente
lo veneró como si se tratase de un santo.
Por lo que respecta a nuestro personaje,
fue enterrado en una lujosa tumba de la famosa Abadía de Westminster.
Nacieron 4 hijos de su matrimonio
con Katherine Manners, pero sólo de 3 de ellos llegaron a la edad adulta.
Ella se volvió a casar, pues se
había quedado viuda con sólo 25 años. Esta vez lo hizo con el conde de Antrim,
un noble católico irlandés, y se trasladaron a vivir a esa isla, donde ella
murió en 1649.
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