Es posible que muchos se hayan preguntado por qué no la he llamado la gripe española, que es como se la conoce popularmente. La razón es que siempre me ha parecido muy injusto llamarla de esa forma, porque el origen de esa pandemia no estuvo en España, sino en otros países.
Hay que empezar por decir que esa
pandemia tuvo lugar durante la I Guerra Mundial. Así que, en todos los países,
que participaban en ese conflicto, existía la censura de guerra. Por ello, los
periodistas no podían publicar lo que quisieran.
Sin embargo, como España era un
país neutral, la prensa podía informar sobre todo lo que ocurriera. Por ello,
empezaron a informar sobre unos peligrosos brotes de gripe, que estaban
diezmando a la población.
Lo que se ha ido sabiendo es que, muy probablemente, el primer foco de esa enfermedad estuvo en el campamento militar de Fort Riley, situado en una localidad de
Kansas (USA). Parece ser que ese campamento estaba rodeado de granjas avícolas.En cierto momento, esas aves empezaron
a padecer la gripe aviar y contagiaron a los miles de soldados, que había en
ese campamento.
Ya sabemos que en los campamentos
militares suele haber miles de soldados y las condiciones higiénicas y
sanitarias no suelen ser las mejores.
Posteriormente, esos soldados
fueron embarcados, hacinados en buques, hacia Europa, para combatir en la I
Guerra Mundial. Sus destinos solían ser los puertos de Brest o de Liverpool.
Evidentemente, a los Estados
Mayores de los diferentes países no les interesaba que se difundiera que tenían
a una buena parte de sus soldados de baja por esta gripe.
También hay otras teorías más minoritarias,
que sitúan el primer foco en Francia o en China.
Parece ser que, en marzo de 1918,
se dieron los primeros casos en ese campamento USA.
Sin embargo, esta gripe se cebó
en personas entre 20 y 40 años, que se suponía que tenían un sistema
inmunitario más potente.
Hoy en día, se cree que ese sistema inmunitario provocó en los jóvenes la llamada “tormenta de citoquinas”. Consistente en una respuesta exagerada del sistema inmunitario, que se lleva todo por delante y destroza el cuerpo del paciente. De hecho, eso daba lugar a que muchos pacientes murieran al quinto día.
Por eso mismo, los pacientes
solían morir desangrados a causa de hemorragias capilares y edema pulmonar
agudo. Por eso mismo, los médicos informaron que a muchos de sus pacientes se
les ponía la piel de un color azul oscuro.
Seguro que eso de la “tormenta de
citoquinas” les sonará a muchos, porque también se dijo con respecto al COVID
19.
Esta pandemia fue muy seria. No
olvidemos que durante la I Guerra Mundial murieron alrededor de 10.000.000 de
personas. Sin embargo, esta gripe mató a unos 40.000.000 en todo el mundo.
Concretamente, en España, esta
gripe aviar del tipo H1N1, afectó nada menos que a unos 8.000.000 de personas,
de los cuales murieron unos 300.000. Uno de los pacientes fue el propio
monarca, Alfonso XIII, que entonces tenía 32 años, pero se salvó. Por entonces,
España tenía una población de 20.000.000 de habitantes.
Precisamente, a partir de
entonces, se empezaron a utilizar las famosas mascarillas. Aunque entonces eran
de tela y gasa.
Esta gripe también afectó a
muchos niños menores de 5 años y también a los mayores de 65. No obstante, como
ya he dicho, su objetivo preferido fueron los veinteañeros. Muchos de ellos en
edad militar.
Parece ser que no mató a tantos niños y ancianos, porque su sistema inmunitario no es tan potente y no pudo reaccionar de esa manera tan enérgica. Eso les salvó la vida.
También dicen que es posible que
muchos ancianos hubieran padecido la fuerte epidemia de gripe de 1889,
denominada gripe rusa, que mató a 1.000.000 de personas y eso hizo que tuvieran
anticuerpos efectivos contra la de 1918.
Volviendo a los síntomas, varios
médicos informaron que muchos de los pacientes afectados por esta gripe, al toser,
expulsaban sangre roja brillante o una especie de espuma de color rosa. Un síntoma
de un edema pulmonar grave. Eso les impedía respirar y, por ello, se les ponía
la piel de color azul oscuro.
A finales de los años 90, el Dr. Jeffery
Taubenberger y su equipo empezaron a estudiar esta gripe a base de investigar
en las muestras de piel de algunos de los fallecidos, que había almacenadas en
el centro donde trabajaba. Así fueron secuenciando este tipo de virus.
A principios de este siglo, este
doctor se asoció con el Dr Johan Hultin, el cual ya había excavado en Alaska,
con el mismo fin, a mediados de los años 50.
En 2005, consiguieron secuenciar
y presentar el genoma completo de este virus. Una investigación que fue elogiada
por las famosas revistas científicas Science y Lancet.
Francamente, me parece peligroso eso
de hurgar entre cadáveres, que aún deben tener en su interior ese y otros virus,
porque podrían salir y contagiar de nuevo. Además, algunos especialistas han
dicho que no están muy seguros si, con los medios actuales, se podría combatir
eficazmente este virus de 1918. Entre otras cosas, porque la mayoría de sus víctimas
murieron sólo 5 días después de haber contraído esa enfermedad.
Además, el cuerpo humano no tendría defensas contra estas bacterias desconocidas.
Para terminar, otro detalle a tener
en cuenta es que esa gripe se presentó en 3 oleadas. Los especialistas suelen
decir que las primeras oleadas de las gripes son las peores y luego, las
siguientes, son menos preocupantes.
Sin embargo, en este caso, la
primera oleada, que se produjo entre marzo y mayo de 1918, no fue demasiado
importante. Se parecía mucho al comportamiento de la gripe común. Así que no le
dieron mucha importancia.
Sin embargo, entre septiembre y noviembre de 1918, tuvo lugar la segunda oleada, que fue la más peligrosa. El virus había mutado para ser más letal. Coincidió con el final de la guerra, que terminó el 11/11/1918 y eso hizo que se propagara aún más.
La tercera oleada tuvo lugar
entre finales de 1918 y la primavera de 1919. Esta vez, el virus no fue tan
letal. Sin embargo, también mató a mucha gente, que ya estaba debilitada por la
guerra, el hambre y las oleadas anteriores.
No hay que menospreciar esta
gripe. Si la comparamos con el COVID-19, se calcula que éste mató a unos
15.000.000 de personas, mientras que la gripe de 1918 mató a unos 40.000.000,
en un planeta menos poblado que ahora. En 1918, se calcula que sólo vivían
1.800.000.000 de personas en el planeta.
Curiosamente, el virus fue
siempre cada vez menos peligroso y, a partir del verano de 1920, se transformó
en lo que conocemos como las gripes estacionales, que solemos padecer cada
invierno.








