Tal y como dije en mi anterior
artículo, voy a publicar unos cuantos más, relacionados con la muerte del
presidente Lincoln.
John Wilkes Booth, que así era
cómo se llamaba, nació en 1838, en un pueblo del Estado de Maryland, en USA.
Su padre fue Junius Brutus Booth,
un actor británico, que creó toda una dinastía teatral y su madre fue Mary Ann
Holmes, también británica, que antes había sido florista.
Por lo visto, Junius, ya gozaba
de bastante fama como actor en el Reino Unido. Sin embargo, parece ser que
rivalizó con otro actor muy famoso al que no le gustaba mucho la competencia.
Junius llegó a casarse en su país
y el matrimonio tuvo un hijo. Sin embargo, en 1821, tras haber conocido a Mary
Ann, dejó a su esposa y a su hijo y se fue con ella a USA.
La pareja se fue a vivir a una de
esas típicas cabañas de troncos, situada en Maryland y allí fue donde nació
nuestro personaje de hoy.
Parece ser que les fue muy bien,
porque la forma de actuar de Brutus fue muy elogiada en USA y representó
centenares de obras por todo el país. Incluso, unos años más tarde, encargó la
construcción de una bonita casa de estilo neogótico en otra localidad del mismo
Estado.
Desgraciadamente, Brutus era un
alcohólico, que, a veces, también se portaba de una manera muy violenta,
incluso, con otros actores, en el mismo escenario. Por ello, su carrera fue en
declive hasta su temprana muerte, en 1852. Aun así, siempre fue muy recordado y
su nombre aparece en el Salón de la Fama del Teatro Americano.
La pareja tuvo 10 hijos, siendo
John el penúltimo de ellos. Sus padres no se casaron hasta 1851, año en que la
primera esposa le concedió el divorcio a Brutus.
Por lo visto, John, nunca fue un
buen estudiante, aunque sus maestros lo calificaban como muy inteligente.
Estuvo en varios colegios, pero dejó los estudios, con sólo 14 años, a la
muerte de su padre.
Parece ser que quería seguir la
carrera de actor, pues sus dos hermanos, Edwin y Junius Brutus jr., ya gozaban
de merecida fama en los escenarios.
En 1855, tuvo su debut en
Baltimore. Desgraciadamente, no le fue muy bien, pero no se amilanó y perseveró
con su afición por el mundo del teatro. Tanto fue así que, en 1858, ya
consiguió su primer éxito, actuando junto a su hermano Edwin.
Sobre todo, las mujeres se
fijaron mucho en él. Era un tipo que medía 1,73 m, tenía el pelo negro y
ondulado y un cuerpo atlético. Algo que resaltaba en las escenas donde se
exigía un gran esfuerzo físico o, incluso, en las escenas de duelos, donde se
podía apreciar que era un gran especialista en esgrima.
De esa forma, consiguió ser un
actor muy famoso y muy bien pagado. Le llovieron los contratos y las giras por
todo el país. Además, todos los días le llegaban muchas cartas de sus
admiradoras.
A partir del comienzo de la
guerra civil se decantó por el bando de los Estados Confederados del Sur y
además se atrevió a decirlo en medio de un escenario de un Estado del norte. Lo
que hizo que los espectadores le insultaran y hasta presionaran para que le
cancelaran el contrato.
No obstante, a pesar de la
guerra, él siguió con su gira, tal y como estaba prevista, por varios teatros
de localidades del norte del país.
Curiosamente, nació en Maryland,
que es un Estado del norte, que limita con Washington DC. Sin embargo, en ese
Estado era legal tener esclavos, aunque no tengo noticias de que la familia
Booth los tuviera.
Por lo visto, muchos de los
habitantes de Maryland estaban a favor de la secesión, sin embargo, su
parlamento votó en contra. No obstante, se negaron a entrar en la guerra. Así
que Lincoln impuso la ley marcial en ese Estado y encarceló a los líderes
políticos que se habían mostrado a favor de los sudistas. Tras esta medida,
muchos le calificaron como tirano. Un dato a tener en cuenta.
Como John ya era un famoso actor
de teatro y la familia Lincoln
no solía perderse un estreno, pues hay que
suponer que ambos se conocían mutuamente, aunque nunca se saludaron.
Parece ser que la última vez que
actuaron juntos los tres hermanos fue en un teatro de Nueva York, a finales de
noviembre de 1864, representando la obra Julio César, cuyas ganancias iban a ser
destinadas a la construcción de un monumento en un parque de esa ciudad,
dedicado a Shakespeare.
La última representación de John
tuvo lugar en el Teatro Ford de Washington DC, el 18/03/1865. El mismo lugar
donde cometió el asesinato. Se llamaba así, porque su dueño era el empresario
teatral John Thompson Ford.
Parece ser que, tras el atentado,
los investigadores vieron como sospechoso a este empresario y fue detenido,
pues, a aparte de ser íntimo amigo de John, el día del atentado, Ford, se
encontraba en Richmond (Virginia), la capital de los Estados Confederados.
La verdad es que, tras el
magnicidio, las autoridades llegaron a detener alrededor de unas 2.000 personas.
Como se suele decir, no se salvó ni el apuntador.
Dado que John era una persona que
había acumulado muchos ingresos, invirtió una gran parte de ellos en el
incipiente mercado de los yacimientos petrolíferos, aunque parece que no le fue
demasiado bien.
La guerra se fue alargando más de
lo que, en un principio, se había pronosticado, como suele ocurrir con todas
las guerras.
Muchas familias quedaron
divididas, como suele ocurrir en todas las guerras civiles y más en un país,
donde la gente acostumbra a cambiar, muy a menudo, de lugar de residencia.
Incluso, parece ser que John dejó de hablar con su hermano Edwin, porque éste
apoyaba la causa del norte y, cuando se encontraban no hacían más que discutir
sobre los motivos de la guerra.
Es más, cuando John se hallaba en
Saint Louis (Missouri), fue detenido por hacer unas declaraciones muy fuertes
contra Lincoln y su gobierno. No obstante, pronto fue puesto en libertad, tras
haber pagado una buena multa.
Parece ser que, en 1862, John
conoció a una joven llamada Lucy Lambert Hale, hija de un famoso senador
federal por New Hampshire.
Por lo visto, esta chica tenía
muchos pretendientes y uno de ellos era, precisamente, el hijo mayor de
Lincoln. Al que ya le dediqué otro de mis artículos.
En 1864, John andaba metido en un
plan para secuestrar a Lincoln, a fin de canjearlo por muchos prisioneros
sudistas en poder del norte y de esa manera intentar darle la vuelta a la
esperada victoria del norte.
Se sabe que estuvo en contacto
con simpatizantes del sur y con el Servicio Secreto de los Confederados. Para
ello, viajó por varias ciudades e, incluso, llegó a visitar Canadá, donde
vivían muchos simpatizantes del sur.
Como ya dije en mi anterior
artículo, Lincoln ganó por goleada al resto de los candidatos a la presidencia
y, por tanto, fue reelegido. Evidentemente, esa noticia no le hizo ninguna
gracia a John, porque Lincoln ya prometía la abolición de la esclavitud en todo
el país.
La ceremonia de juramento de
Lincoln fue la primera que se realizó bajo la vigilancia del Ejército, pues se
habían recibido muchas amenazas de muerte contra el presidente.
Increíblemente, John sí que
estuvo en esa ceremonia. Según parece, Lucy Hale, había conseguido unas
invitaciones, por medio de su padre, y fueron juntos a la ceremonia. Incluso,
el resto de los miembros de la banda de John estuvieron entre el público
congregado para esa ocasión histórica.
Es más, a John lo colocaron en la
grada superior, en el centro de la barandilla y cerca de la bandera, que se ve
en la foto, en un lugar, donde se suponía que todos eran gente de confianza y
el único sitio que no estuvo vigilado por el Ejército. O sea, que hubiera
tenido un blanco perfecto.
Como en todos esos meses no
tuvieron ocasión de secuestrarle, tras la rendición del general Lee, ya no
tenía sentido el secuestro. Así que optaron por intentar asesinar a los
principales cargos de la nación. O sea, el presidente y el vicepresidente de la
República y el secretario de Estado. Aunque, según el orden sucesorio en USA,
tras el vicepresidente, va el presidente de la Cámara de Representantes y luego
el presidente pro tempore del Senado.
Como John había dado la dirección
del teatro para que le enviaran su correo, la mañana del 14/04/1865, fue a
recogerlo y allí se enteró de que el presidente Lincoln y su esposa, asistirían
esa misma noche a la representación de una obra muy popular en ese momento.
Curiosamente, esa misma obra se
estaba representando en otra ciudad, bajo la dirección de John Sleeper Clarke,
que estaba casado con Asia Booth, hermana de nuestro personaje y también autora
teatral.
En cuanto pudo, reunió a su banda
y les dio la noticia. Luego, distribuyó los 3 objetivos, reservándose para él
el atentado contra Lincoln. Era una forma de crear un caos total en el Gobierno
USA.
Esa noche, Booth, no tuvo ningún
problema para entrar en el teatro. Un edificio que conocía muy bien, porque
había actuado allí muchas veces.
También conocía muy bien esa
obra, “Nuestro primo americano”, así que esperó en el salón hasta el descanso
y, sobre las 22.15, subió hacia el palco. Curiosamente, no se encontró con el
guardia, que debería de estar vigilando en la puerta, porque se había ido a
tomar un refresco. Miró por el orificio taladrado en la puerta y pudo ver al
presidente, su esposa y sus dos acompañantes.
Así que entró, se aproximó por
detrás al presidente y, cuando sabía que el público iba a soltar una carcajada,
provocada por un diálogo de esa obra, disparó su pistola contra la oreja
izquierda de Lincoln. Parece ser que el proyectil atravesó el cerebro y quedó
alojado tras su ojo derecho.
El general Grant y su esposa, que
habían sido invitados al teatro por los Lincoln, se disculparon alegando que
tenían que visitar a unos parientes en otro Estado. Así que, en su lugar, fueron una pareja compuesta por el mayor Henry Rathbone y su prometida, Clara Harris.
Curiosamente, esta pareja ya
estaba emparentada, ya que el padre de ella se había casado con la madre de él,
tras haber quedado ambos viudos de sus respectivos matrimonios. En esta
historia ya veréis que hay mucha gente que está interrelacionada.
John sólo pudo efectuar un
disparo. Después, se enfrentó con el mayor Rathbone, el cual apenas pudo
desenvainar su sable, porque John le clavó la daga, que llevaba en la mano
izquierda y le hizo una herida bastante profunda, desde el codo izquierdo hasta
el hombro, que le hizo perder mucha sangre.
Por lo visto, el no haber podido defender
adecuadamente al presidente, fue algo que, al mayor, le causó graves secuelas
psicológicas y que dio lugar a que, mucho tiempo después, muriera, tras llevar varios
años ingresado en un manicomio.
John aprovechó para saltar desde
el palco al escenario, no obstante, parece ser que las espuelas que llevaba se
engancharon en una de las banderas, que había en el palco. Así que cayó mal y
parece que se fracturó una pierna, aunque hay muchas versiones sobre la
gravedad de esa lesión.
A continuación, los presentes
dijeron que pronunció, en latín, las palabras: “sic semper tyrannis”, que,
según algunos autores, fue lo que dijo Bruto, tras haber asesinado a Julio
César.
También aparecen estas palabras en el himno de su Estado de Maryland, “Maryland, my Maryland”, compuesto en 1861 por James Ryder Randall y que sigue siendo el himno de ese Estado. En ese
texto, se hace mención a un tirano, que puede ser Lincoln, y a unos vándalos,
que serían las tropas de la Unión, que atravesaron ese Estado durante la guerra
civil.
Algunos de los espectadores dicen
que Booth, a continuación, pronunció estas palabras: “Yo lo he hecho, el Sur
está vengado”.
Por lo que respecta a los otros
dos matones. Lewis Powell, consiguió entrar en la casa del secretario de
Estado, Seward, el cual estaba convaleciente, tras haber sufrido un grave
accidente de carruaje, unos días antes. Le asestó varias puñaladas, pero no
consiguió matarle, porque tenía puesto un corsé para curar sus heridas. Eso sí,
perdió mucha sangre y eso hizo que el atacante huyera de allí, pensando que lo
habría matado. Se recuperó, pero siempre le quedó la cara torcida.
Atzerodt, que siempre había sido
un alcohólico, bebió ese día más de la cuenta y no se atrevió a cumplir su
objetivo, que era matar al vicepresidente Andrew Johnson.
Booth había encargado un caballo
para su huida. Así que salió por una puerta trasera y allí lo estaban esperando.
Por lo visto, al huir, se encontró en un pasillo al director de la orquesta a
quien también le produjo varias heridas con su daga.
A la salida, se encuentra con
Joseph Burroughs y Edmund Spangler, que trabajaba de tramoyista en el teatro, los cuales le tienen preparado el caballo y le ayudan a escapar.
Booth se encontró con otro de sus
compinches, David Herold, y juntos galoparon hacia Maryland y luego hacia
Virginia. Descansaron en la pensión y taberna de la familia Surrat.
Unas horas después, retomaron su
camino, pero hicieron otra parada en la casa del Dr Samuel Mudd, para que le
curara la pierna.
Mientras tanto, el Gobierno USA,
publicó que daría una recompensa de 100.000 dólares, una cantidad inmensa para
esa época, a quien aportara algún tipo de información para la captura de Booth
y sus compinches.
Lógicamente, las autoridades
conocieron enseguida la identidad del asesino del presidente, pues era una
persona muy famosa en todo el país. A mí me parece muy extraño que a la gente
que organizó este magnicidio se le ocurriera contar con alguien tan famoso,
porque el Gobierno tardó muy poco en imprimir miles de fotos de Booth y
repartirlas por todo el país. De hecho, muchos aficionados al teatro poseían
fotos de este actor, considerado como uno de sus ídolos por muchos de ellos.
El caso es que este magnicidio
tampoco fue bien recibido por las autoridades del sur, pues consideraban que
Booth les había hecho un flaco favor, ahora que la guerra estaba casi terminada
y sólo quedaban algunas unidades por rendirse, que lo hicieron en junio de ese
mismo año. De esa forma, pensaba que el norte se cebaría más con el sur, tal y
como ocurrió después.
El tema de la rebelión contra los
tiranos o el tiranicidio, que es el asesinato de los mismos, no era algo
extraño en la mentalidad de los ciudadanos de USA. Dos de los padres fundadores
de ese país se pronunciaron al respecto. Benjamín Franklin propuso un sello
para USA, con una leyenda a su alrededor que decía “La rebelión contra los
tiranos es la obediencia a Dios”.
Por su parte, Thomas Jefferson,
tercer presidente de USA, escribió en cierta ocasión que “el árbol de la
libertad debe ser regado con la sangre de los patriotas y los tiranos”.
Precisamente, uno de los
principales teóricos del tiranicidio fue el padre Mariana, jesuita español, que
vivió entre los siglos XVI y XVII.
Volviendo a nuestro personaje de
hoy, los fugitivos, consiguieron que alguien les prestara una barca para cruzar
el río Potomac y poder llegar a Virginia.
Al fin, a pesar de las fuertes
corrientes, el 23 de abril, consiguieron cruzar el río y llegar a Virginia,
donde contactaron con varios sudistas.
Uno de ellos, les llevó a la casa
de la familia Garrett. Parece ser que esa familia no conocía la noticia del
magnicidio y además les presentó a Booth con una identidad falsa, diciendo que
se trataba de un soldado confederado que había sido herido en una batalla.
El Gobierno USA había movilizado
a unos 10.000 soldados para capturar a Booth y sus compinches. No sé si los
tendrían ya fichados, pero lo cierto es que lograron detener a casi todos en
muy poco tiempo.
Parece ser que los sometieron a
duros interrogatorios y supongo que, gracias a ello, fue por lo que enviaron un
destacamento con 26 soldados al mando de un teniente y con un oficial de
Inteligencia, llamado Everton Conger, con unas instrucciones muy concretas.
Parece ser que localizaron a la
persona que había escondido a los fugitivos y les llevó hasta la casa de los
Garrett. Supongo que obtendrían su nombre y su domicilio en los interrogatorios
mencionados, porque me parece casi imposible que este grupo de militares
acertase a dar con este hombre a la primera. También es posible que los
servicios de Inteligencia, que ya existían en ambos bandos, tuvieran vigilados
a estos conspiradores.
Curiosamente, Booth, mientras
permaneció escondido, estuvo escribiendo sus pensamientos en su diario. En él,
decía que no podía creer que, tras haber matado a un “tirano”, la gente, en
lugar de darle las gracias, le llamase asesino.
Lo cierto es que el oficial de
Inteligencia Conger interrogó a Jett, el soldado sudista que había llevado a
los fugitivos a la casa de los Garrett, así que llevó también a estos soldados.
Al amanecer del 26 de abril, los
soldados rodearon el lugar donde les había dicho Jett que se encontraban los
fugitivos, que era una especie de secadero de tabaco, construido en madera.
Desde fuera les gritaron que se
rindieran y salieran con las manos en alto. Parece ser que Herold se rindió y
salió, sin embargo, Booth dijo: “prefiero salir y pelear”.
Así que Conger ordenó que le
prendieran fuego al secadero. En medio de este jaleo, un sargento llamado Boston Corbett, dijo ver que
Booth estaba apuntando para disparar y le disparó primero. La bala penetró en
el cuello y los soldados sacaron a Booth a rastras hasta el porche de la casa.
Parece ser que la herida era
mortal, porque le había afectado 3 vértebras y roto la médula espinal. Allí
murió después de 3 horas de agonía.
Por lo visto a Conger no le gustó
nada que aquel sargento le disparara, porque sus órdenes eran llevarle vivo
hasta la capital, para interrogarle y conocer quién había organizado esa conspiración.
En los bolsillos de Booth encontraron
varias cosas, que ahora se hallan expuestas en un museo de Washington DC. Entre
ellas, una brújula, fotografías de 5 mujeres, entre la que estaba la de Lucy
Hale y su diario. Aparte de esto, también llevaba un fusil y dos revólveres.
Por lo visto, tampoco lo dejaron
tranquilo después de muerto. En un principio, llevaron su cadáver en una
carreta hasta una especie de arsenal de la Armada, situado en la capital, donde
le hicieron la autopsia. También llevaron a varios familiares y personas que lo
conocían para efectuar el reconocimiento del cadáver. Pasó por varias
peripecias hasta que, en 1869, entregaron el cadáver a su familia.
Posteriormente, enterraron su cuerpo en el panteón familiar, situado en un
cementerio de Baltimore (Maryland).
No voy a hablar sobre el destino
de los demás cómplices en el asesinato de Lincoln. Próximamente, escribiré otro
artículo sobre el tema.
También escribiré algún artículo
sobre otras personas relacionadas, de manera indirecta, con este lamentable
suceso.
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