Como de costumbre, he elegido
para este artículo a un personaje que, en la actualidad, es alguien casi
desconocido para nosotros. Sin embargo, ya veréis que, en su época, fue alguien
muy influyente a nivel mundial.
Su padre fue un funcionario del
Ministerio de Finanzas de Francia. El problema fue que murió cuando Edmund sólo
tenía 4 años. Eso hizo que la familia tuviera graves problemas económicos, porque
su familia paterna no les quiso ayudar. Así que su madre, que era cuáquera,
optó por regresar al Reino Unido con su hijo.
Parece que allí tampoco les fue
muy bien, porque su madre enfermó y él tuvo que dejar sus estudios a los 15
años para ponerse a trabajar.
Comenzó trabajando en la naviera
Elder Dempster, de Liverpool, cuyo propietario era Alfred Jones. Aparte de
ello, se sacaba un dinero extra dando clases de francés.
En aquella época, empezó a
escribir artículos para los periódicos. Sus fuentes eran las conversaciones que
mantenía con los marinos, que acudían a su oficina.
En 1896, solicitó la nacionalidad británica y ese mismo año se casó con Mary Richardson. El matrimonio tuvo 5 hijos.
En 1898, como su compañía tenía en
exclusiva el transporte marítimo entre Bélgica y su colonia del Congo, le
enviaron a Amberes para que controlase la carga y descarga de las naves de su
empresa.
Allí pudo comprobar que, mientras
esas naves solían venir cargadas con inmensas cantidades de caucho y marfil,
siempre volvían al Congo repletas de armas, cadenas y municiones. O sea, que
estaban sometiendo a los nativos a la esclavitud.
Así que tuvo la ocurrencia de ir
a contárselo al presidente de su compañía, el cual le aconsejó que no hiciera
caso y siguiera haciendo su trabajo. Estaba claro que se estaba forrando con
ese negocio.
A pesar de que en su empresa le
ofrecieron un puesto muy bien remunerado para que permaneciera en silencio, eso
fue lo que le animó a dejar su trabajo y denunciar lo que estaba ocurriendo a
base de escribir artículos en periódicos franceses y británicos.
Fundó su propio periódico, The
West African Mail, donde denunció que se estaba sometiendo a la población
congoleña a realizar trabajos forzados, les torturaban, les mutilaban y hasta
les asesinaban.
A los hombres les ponían una
serie de objetivos diarios. Si no los cumplían, les cortaban la mano derecha o
secuestraban a sus mujeres. A veces, ambas cosas.
Creo que, antes de seguir, es
preciso explicar qué ocurría en el Congo.
En 1885 se celebró la famosa
Conferencia de Berlín, por la que los países europeos se repartieron el
territorio de África, donde sólo había dos países independientes. Uno era
Liberia, fundada por los abolicionistas de USA para enviar allí a los esclavos,
que vivían en América y que desearan regresar a África. El otro era lo que se
llamaba Abisinia y hoy conocemos como Etiopía.
El rey Leopoldo II de Bélgica
creó la denominada Asociación Internacional del Congo y convenció al resto de
las potencias allí reunidas para que le cedieran ese territorio para fines
humanitarios y filantrópicos.
Curiosamente, tal y como indicaba
la Constitución de Bélgica, su parlamento aprobó que su monarca fuera, a la
vez, rey de Bélgica y del Congo.
Sin embargo, sólo se trataba de
una unión de países en una persona y no una colonia de Bélgica, sino de
Leopoldo II.
Las atrocidades cometidas por los
representantes de ese monarca dieron lugar a muchas denuncias. Entre ellas, la
famosa novela “El corazón de las tinieblas”, cuyo autor fue Joseph Conrad.
Sin embargo, lo que hizo más efecto fue el informe del diplomático británico Roger Casement, al cual dediqué otro de mis artículos y que provocó un gran escándalo a nivel internacional.
En 1904, el Gobierno británico encargó a Casement que viajara por el Congo para conocer in situ lo que estaba ocurriendo allí.Incluso, el célebre autor Arthur
Conan Doyle también relató en su novela “El crimen del Congo”, las atrocidades
cometidas por los esbirros de Leopoldo II. Un Ejército privado autodenominado
Fuerza Pública.
En 1904, Casement junto a E. D.
Morel fundaron la Asociación para la reforma del Congo. Ciertamente,
movilizaron a la opinión pública a base de difundir fotos sobre las
atrocidades, que se estaban cometiendo en el Congo. También impartieron
conferencias y charlas para dar a conocer la realidad de lo que estaba
ocurriendo. Organizaron manifestaciones masivas y buscaron el apoyo de
celebridades para intentar presionar a las grandes potencias a fin de que
cesara el maltrato a los congoleños.
Realmente, Morel, que era un gran
orador, fue el que llevó la voz cantante. Ciertamente, Casement también podría
haber realizado esa labor, sin embargo, no podía, ya que era un representante
del Gobierno británico.
Hasta el célebre escritor Mark
Twain publicó un panfleto titulado “El soliloquio del rey Leopoldo”, donde se
burla de este monarca y “las cosas buenas” que hizo en el Congo.
Parece ser que el que más apoyo
financiero les dio fue el millonario y empresario cuáquero William Cadbury,
fundador de la famosa marca de chocolates que lleva su nombre.
Por otra parte, el rey Leopoldo
II, contrató al abogado USA Henry Kowalsky para intentar que el Gobierno USA se
pusiera de su parte y no hiciera caso a la Asociación de Morel.
Parece ser que el rey le retiró su confianza, después de que ese abogado se hubiera liado a puñetazos con otras personas en medio de un juicio. Sin embargo, éste le exigió una renovación del contrato y la correspondencia entre ambos llegó a los periódicos del infame William Randolph Hearst, los cuales publicaron todos los sobornos que había realizado a diversos senadores.
Así que esta vez, los gobiernos
del Reino Unido y USA, este último presidido por Theodore Roosevelt, se dieron
mucha prisa para aplacar ese escándalo y propusieron la llamada Solución belga.
Ésta consistió en obligar al rey Leopoldo II a renunciar al Congo para que
pasara a ser una colonia de Bélgica.
Así, tras una dura votación en el
Parlamento de Bélgica, en noviembre de 1908, el Congo pasó a ser el Congo
belga.
Realmente, se siguió forzando a
los congoleños a trabajar, pero de una manera menos dura y sin utilizar la
violencia.
No obstante, permanecieron en sus
cargos tanto el gobernador, que había sido nombrado por el monarca belga como
todos sus ayudantes.
Como es de suponer, el Estado
belga apenas se preocupó ni de la Sanidad, ni de la educación de los
congoleños.
Sin embargo, muchas empresas
mineras belgas y de otros países se instalaron allí, atraídas por la gran
riqueza mineral, que había en ese inmenso territorio.
En 1912, se presentó a las
elecciones generales del Reino Unido, como candidato del Partido Liberal, pero
no ganó un escaño.
En la época anterior a la I
Guerra Mundial demostró que era un pacifista y se opuso a que su país
interviniera en esa guerra, que ya se veía venir muy pronto. Incluso, llegó a
ser, brevemente, encarcelado por enviar folletos pacifistas a otros países.
Algo que era ilegal. No obstante, ese período en la prisión le trajo graves
problemas de salud.
Incluso, en la posguerra, publicó
varios artículos, donde denunció las violaciones y robos cometidos por los
soldados senegaleses, que Francia había enviado para ocupar la zona del Ruhr.
Durante la I Guerra Mundial lo
pasó muy mal, porque muchos le acusaron de ser simpatizante de los alemanes y
hasta un posible espía alemán. Incluso, la cosa se agravó cuando detuvieron a
su amigo, el irlandés Casement, con un cargamento de armas, enviado por los
alemanes para apoyar la insurrección en Irlanda. Por ello, fue juzgado,
condenado a muerte y ahorcado.
No obstante, en 1922, consiguió
un escaño en la Cámara de los comunes por el Partido Laborista, quitándole su
escaño nada menos que a Winston Churchill. Siendo reelegido en 1924. Parece ser
que celebró su victoria sobre Churchill, porque lo consideraba un tipo muy
belicista.
Por el contrario, en Bélgica tenía
muy mala prensa, pues muchos alegaban que lo que intentaba era que el Reino
Unido se anexionara el Congo belga, favoreciendo los intereses comerciales de
las empresas británicas.
Argumentaban que Morel trabajó en
una gran empresa de Liverpool y que muchos empresarios de esa ciudad le
ayudaron para que publicase todos esos folletos y panfletos a fin de romper el
monopolio comercial de Leopoldo II sobre el Congo.
También le acusaron de ser tan
colonialista como los demás y de pensar que los africanos eran inferiores a los
europeos.
Durante la I Guerra Mundial
fundó, junto con otras personalidades, como Ramsay MacDonald la Unión de
Control Democrático. Esta organización pedía que se suprimiera la diplomacia
secreta, para que fuera controlada por el Parlamento. Después de la guerra,
debería crearse una organización internacional para prevenir conflictos en el
futuro. Lo que luego sería la Sociedad de Naciones.
También pedían que, al final de
la guerra, no se humillase a los vencidos, porque esto podría dar lugar a
futuras guerras. Como ocurrió tras el Tratado de Versalles.
Escribió muchos artículos en la revista de su organización. Incluso, culpó del inicio de la guerra a Francia y a la Rusia zarista y no a los imperios centrales, como se había hecho en Versalles. Como ya mencioné en mi artículo sobre el coronel Redl.
También fue muy crítico con el
Tratado de Versalles y acertó plenamente, cuando dijo que daría paso a otra
guerra.
Desgraciadamente, en 1924, sufrió
un ataque cardiaco del que no pudo recuperarse y falleció.
El famoso escritor George Orwell,
lo definió como “un hombre heroico, pero ya olvidado”.
Para terminar, hay que decir que
su hija Stella se casó con un activista político polaco, llamado Joseph
Retinger. Seguro que, dicho así, a casi nadie le sonará de nada. Sin embargo,
si empiezo diciendo que, durante la II Guerra Mundial, fue el principal asesor
del Gobierno polaco en el exilio.
Durante la posguerra fue uno de
los miembros fundadores del Movimiento Europeo, en el que se basaron para crear
la actual UE.
Incluso, fue uno de los
fundadores del famoso Club Bilderberg y hasta fue nominado para el Premio Nobel
de la Paz, aunque tampoco se lo concedieron.
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