A estas alturas, todos deberíamos
saber que la II Guerra Mundial empezó el 01/09/1939 con la invasión de Polonia,
por parte de los alemanes y, posteriormente, también de los soviéticos.
Por alguna inexplicable razón,
los aliados no movieron un dedo para defender a Polonia, a pesar de que habían
firmado varios tratados donde se comprometían a defender a ese país de
cualquier ataque enemigo.
Por otra parte, también es cierto
que, en 1934, Polonia había firmado un tratado de no agresión con Alemania.
Incluso, se puso de parte de los alemanes, durante la llamada Crisis de los
Sudetes y posterior invasión alemana de Checoslovaquia.
Está claro que los polacos muy
pronto se dieron cuenta de que ni los franceses ni los británicos les iban a
ayudar, en caso de que les invadieran los alemanes. Hitler también se dio cuenta
de las intenciones de los aliados y empezó a dejar de importarle su pacto con
Polonia. Sobre ese tema, ya escribí un artículo, dedicado a la vida del general
polaco Josef Beck.
Evidentemente, los aliados, se
encontraban muy molestos con la postura de Polonia, aunque la seguían considerando
como una nación aliada. Es posible que ahí estuviera la razón por la que los
aliados no movieron un solo dedo, cuando los alemanes decidieron invadir
Polonia. Tal y como ya habían hecho antes con Checoslovaquia y con Austria.
Como consecuencia del pacto de
mutua defensa entre Francia y el Reino Unido, éste último envió la llamada
Fuerza Expedicionaria Británica a territorio francés. Esta fuerza estaba
compuesta por 10 divisiones al mando del general Vereker, vizconde de Gort.
En su zona de despliegue,
coincidieron con la totalidad del Ejército belga y los cuerpos 1, 9 y 10 del
Ejército francés. Consideradas como las mejores unidades de Francia
No es un secreto que, en Francia,
la opinión pública no estaba por meterse en un conflicto de tanta envergadura,
como lo fue la I Guerra Mundial. Así que el Estado Mayor francés ideó la
llamada Línea Maginot. Se trataba de una línea fortificada a conciencia, que
ocupaba toda la frontera entre Francia y Alemania. Sin embargo, no se había
construido ni en la frontera con Suiza, ni en la de Bélgica.
Dicen que no lo hicieron para no
molestar a esos países, sin embargo, eso fue un fallo garrafal por su parte.
Otro fallo enorme, por parte de
los aliados, fue no abrir un segundo frente con Alemania, mientras estos atacaban
Polonia. Algo que hubiera contrariado mucho al Estado Mayor alemán, pues
siempre han sido reacios a luchar en dos frentes a la vez. Por no disponer ni
de tropas, ni de una logística suficiente para ello.
Francia movilizó a todo su
Ejército, pero se limitaron a vigilar la frontera. Es lo que en ese país se
llamó “la guerre drôle” o guerra tonta, porque nadie sabía qué hacían allí sin
pegar un solo tiro.
Sin embargo, el 10/05/1940, Alemania
se decidió por atacar a Bélgica con el fin de entrar en Francia a través de ese
país, flanqueando la Línea Maginot.
En una decisión muy lamentable,
el Gobierno belga, se había opuesto a que las tropas extranjeras de cualquier nación
se asentaran en su país.
No se sabe si por un estúpido
orgullo nacional o para no molestar a los alemanes. Lo cierto es que, cuando
les atacaron, estos hallaron el camino expedito, porque el Ejército belga no
podía compararse, ni de lejos con el alemán.
El general von Manstein, uno de
los mejores estrategas del Ejército alemán, había ideado un plan para colarse
en Francia a través del bosque de las Ardenas, del cual, los generales
franceses, habían creído como muy poco apropiado para una invasión militar y
mucho menos con vehículos blindados.
Así, cuando los alemanes
invadieron Bélgica y Holanda, las tropas británicas y francesas penetraron en
Bélgica, bordeando la costa y eludiendo el paso por las Ardenas.
Así que en poco más de una
semana, las divisiones acorazadas alemanas, habían recorrido más de 300 km,
consiguiendo atravesar el Mosa y llegar hasta la costa atlántica francesa, a la
altura de Calais. De esa forma, rodearon a las tropas aliadas, que combatían en
ese sector. Nada menos que medio millón de soldados, aparte de miles de vehículos
de todo tipo.
Supongo que todo el mundo
conocerá que los alemanes pudieron recorrer esa distancia en tan poco tiempo,
porque habían sido drogados por sus mandos a fin de que aguantaran más tiempo
despiertos y en buena forma, conduciendo sus blindados.
Lo cierto es que el mando aliado
no sabía qué hacer. Por una parte, Holanda y Bélgica, se rindieron el 20 de
mayo. No había ninguna posibilidad de romper ese cerco, donde seguían siendo
hostigados por la Artillería y la Aviación alemanas.
Ciertamente, el almirantazgo
británico, había previsto un plan de evacuación de tropas, pero reconocían que,
con los medios disponibles, no podrían sacar de allí a más de 50.000 soldados.
Algo ocurre el 23 de mayo, pues,
por una parte, el general Gort anuncia que ha dado la orden para evacuar a sus
tropas. Esto desconcierta a los generales franceses.
Por otra, el Alto Mando alemán, ordena
a sus blindados que no se ceben con esas tropas aliadas y se dirijan hacia el
sur de Francia, para tomar toda la costa atlántica. Algo que los generales
alemanes hacen a regañadientes.
La verdad es que esta decisión ha
dado lugar a muchas conjeturas. Como la de que Hitler sólo querían enfrentarse
con Francia y firmar una paz, por separado, con el Reino Unido. No olvidemos
que la misma Casa Real británica tenía mucha relación familiar con Alemania. También es preciso decir que Hitler siempre admiró al Imperio Británico.
Lo cierto es que las tropas
alemanas consiguieron vencer a los aliados asediados en Boulogne y en Calais,
tomando unos 5.000 prisioneros en cada una. Sin embargo, la mayoría de las
tropas aliadas fueron conducidas, por sus mandos, hasta Dunkerque, donde existía un buen puerto y la mayor playa
de la zona, donde se podía realizar una evacuación más eficiente en el menor
tiempo posible.
A partir de aquí, el día 26,
comenzó la llamada Operación Dinamo, por la que se pretendía evacuar al mayor
número posible de soldados aliados. Ese nombre corresponde al de la sala de operaciones de la Armada, desde dónde se coordinó esta operación, en el castillo de Dover, al mando del vicealmirante Ramsay.
Como esta operación había sido
diseñada por el Almirantazgo británico, en un principio, sólo habían pensado evacuar
a sus soldados y no a los pertenecientes a los otros aliados.
Evidentemente, esto no les hizo ninguna gracia a los franceses que, además, eran los únicos que se estaban enfrentando con los alemanes.
Evidentemente, esto no les hizo ninguna gracia a los franceses que, además, eran los únicos que se estaban enfrentando con los alemanes.
Ante la imposibilidad de lograrlo
con los medios de la Armada, el Gobierno británico, incautó todas las naves
cuya eslora superara los 9 metros y se les dio la orden de atravesar el Canal
de la Mancha, ir hasta Dunkerque, recoger al mayor número posible de soldados y
regresar a los puertos británicos.
Como medida de seguridad, se
habilitaron tres rutas diferentes para realizar ese trayecto marítimo. Aparte de
que se movilizaron varios destructores y cruceros para proteger con su
artillería el reembarque de las tropas.
Esa misma noche, volvieron las
primeras naves con soldados a Gran Bretaña. Los siguientes días, consiguieron
reembarcar a miles de soldados, sin embargo, ya empezaron a ser atacados por la
aviación alemana.
La Armada británica sufre en sus
propias carnes la acción de esos bombardeos, pues los alemanes logran hundir
varios de sus barcos. Por ello, se da la orden de que los destructores más
modernos vuelvan a sus puertos y sólo queden allí los más antiguos, en previsión
de que puedan ser hundidos.
El día 29, cuando se ha
conseguido salvar a muchos miles de soldados, aparece un barco de guerra
francés, que evacúa también a los suyos.
Los vehículos de esas divisiones quedan
abandonados en la playa y con los mismos se hacen pasarelas y espigones para facilitar
el reembarque de las tropas.
También colaboró la RAF en la
defensa de las unidades navales, combatiendo contra los cazas y bombarderos alemanes.
Por fin, el día 30, las autoridades
británicas se deciden a permitir el embarque de las tropas francesas. Todos los
días se embarcan unos 50.000 soldados.
El día 31 se bate el record con
unos 68.000 embarcados. Es también cuando se decide a reembarcar el general Gort.
La operación acaba la madrugada del
4 de junio, cuando se reembarca a los últimos soldados. Lógicamente, han dado
prioridad a los británicos, con lo que casi todos ellos han conseguido
salvarse. No así los franceses, que muchos, al ver que no los iban a rescatar,
se han rendido o han huido del frente.
Así y todo, esa misma mañana, las
tropas alemanas, consiguieron conquistar la playa y el puerto de Dunkerque, capturando
allí a unos 40.000 soldados franceses.
Como suele ocurrir con los políticos,
tras unas elecciones, todos se apuntaron la victoria. Por una parte, Hitler
ordenó que sonaran todas las campanas de las iglesias de Alemania.
Por otra, Churchill, llamó a esto
“El milagro de Dunkerque”, pues gracias a las miles de naves incautadas, consiguieron
evacuar a unos 338.000 soldados. De ellos, 224.000 británicos, el resto se componía
de tropas francesas, belgas y holandesas. Unos 98.000 en la playa y otros 240.000 en el puerto. Así y todo, los británicos tuvieron 70.000
bajas en Francia.
También es verdad que el premier británico dijo: "una guerra no se gana con una evacuación".
También es verdad que el premier británico dijo: "una guerra no se gana con una evacuación".
No obstante, a la Armada
británica no le fue tan bien. Sólo en esta operación, perdió 9 destructores,
más 89 mercantes y otros 200 barcos civiles.
Sin embargo, entre esta operación
y la de Noruega, habían perdido más de la mitad de sus 175 destructores que
poseían al inicio de la guerra.
Aparte de ello, las tropas
evacuadas, abandonaron todo su material en la playa. El botín fue considerable:
unos 1.200 cañones y otros tantos antiaéreos, 100 tanques y hasta unos 63.000 vehículos
de todo tipo, más 77 Tm de municiones que quedaron en poder del enemigo.
A esto, que le podríamos
calificar de una derrota para el bando aliado, Churchill, llegó a calificarla
de “milagro” y le sirvió para reforzar la moral de combate entre sus propios
ciudadanos.
Como ya dije, anteriormente,
nunca sabremos exactamente por qué Hitler dio la orden de no aniquilar a las
tropas embolsadas en Dunkerque. Eso hubiera sido muy fácil para sus tropas,
actuando conjuntamente con la Aviación. Sin embargo, no se hizo y esa fue una
de las decisiones que le costó perder la guerra a Alemania.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
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