Hoy voy a hablar de la vida de
este famoso pintor. Realmente, las que son famosas son sus obras, porque de él
apenas sabemos nada. Tampoco voy a hablar de él desde el punto de vista de la
Historia del Arte, porque no es mi especialidad.
Sabemos que nació en 1632 en la
localidad holandesa de Delft, situada en el centro de ese país. Justamente,
cuando las Provincias Unidas, que es como entonces se llamaba su país, pugnaba
por lograr su independencia de España. Al mismo tiempo, a veces se aliaba con
Francia para luchar contra el Sacro Imperio o luchaba contra Inglaterra por la
posesión de una serie de mercados de ultramar.
Sus padres fueron Reynier Jansz
Vos, un tejedor, y su madre se llamaba Digna Baltens, ama de casa, ambos de
religión calvinista. Fue el segundo hijo y el único varón de los habidos en ese
matrimonio. Parece ser que, sus padres, nacieron en Amberes, pero se
trasladaron a Delft, donde regentaron una
hospedería llamada Vos, o sea, el
zorro. Reynier también se dedicó al comercio de piezas de arte. Por ello, fue
admitido en el prestigioso gremio de San Lucas, que funcionaba en esa ciudad.
No sé por qué, en un momento dado,
Reynier, cambió su apellido por el de Vermeer. Parece ser que, tanto los padres
como el hermano de Digna, fueron acusados de estar metidos en una red de
falsificación de moneda. Una acusación muy grave en esa época.
Sin embargo, otros autores dicen
que fue un tema de falsificación de permisos para organizar una subasta de
artículos de lujo.
El delito de falsificación de
moneda era castigado muy severamente, no solamente en España, sino también en
otros países. No sé qué sería peor, que en España los condenaran a la hoguera o
lo que les hacían en algunas zonas de Alemania, que era sumergir a los reos en
aceite hirviendo. Supongo que eso les saldría un poco caro a los alemanes, porque
allí nunca han estado muy sobrados de aceite.
Otros autores dicen que Reynier también
estuvo metido en una pelea, que terminó con un soldado muerto.
Por lo visto, en muchas ocasiones,
solía utilizar su posada para realizar subastas y ventas de objetos artísticos.
Eso era algo muy común en esa región. Así llegó a conocer a famosos pintores,
que le fueron muy útiles a su hijo para aprender a pintar.
Realmente, se desconocen quiénes fueron
sus maestros, aunque hay varios expertos que creen que, Johannes, empezó su
formación en Delft, para luego ampliarla en Amsterdam y Utrecht.
En 1641, la familia adquirió una
posada más elegante, situado en el centro de la ciudad, cuyo nombre era
Mechelen, que es el nombre de la ciudad de Malinas en holandés.
En 1653, cuando Johannes ya había
terminado su formación como pintor fue a la casa de una vecina de su misma
ciudad, llamada María Thins, para pedir la mano de su hija, Catharina Bolnes.
Su novia pertenecía a una rica
familia de la zona, cuyo padre había abandonado a su familia e, incluso, era un
año mayor que nuestro pintor. Sin embargo, había un detalle muy importante que podría
obstaculizar esa boda. Algo que, hoy en día, nos podría parecer una tontería, y
es que ella era católica y no quería dejar de serlo.
Una prueba de ello es que María
se negó a firmar el consentimiento para el matrimonio de su hija, sin embargo,
no puso ningún obstáculo para la boda.
También es posible que Vermeer
tuviera como maestro a Leonaert Bramer. Un pintor que, hoy en día, no es muy
conocido, pero que estaba especializado en obras, donde retrataba la vida en
las calles de Delft.
Menciono este dato, porque existe
un documento en el que se dice que este pintor, que era católico, fue uno de
los que convenció a María para que permitiera la boda de su hija con nuestro personaje
de hoy. Posteriormente, participó como testigo en esa ceremonia.
También otros creen que es
posible que se hubiera formado con el pintor Abraham Bloemaert, que era
pariente de Catharina y la hubiera conocido con motivo de alguna visita de ella
a su taller.
Así que se casaron en 1653, pero
no en Delft, sino en un pueblo cercano, donde había una iglesia de los
jesuitas. Así que podemos entender que el pintor se plegó a los deseos de su
esposa y se convirtió al Catolicismo.
Lo cierto es que, como se
hallaban entre dos mundos, su decisión de convertirse al Catolicismo, le
acarreó no poder optar a ningún puesto político en la ciudad de Delft, dominada
por los calvinistas.
De hecho, aquella ciudad siempre
fue un nido de gentes opuestas a la dominación española, por lo que fue una de las
primeras que se rebeló contra ella. Incluso, allí estaban las tumbas de los
miembros de la Casa de Orange.
Por tanto, debió de estar muy
bien defendida y muy bien armada, por lo que se ve en algunos cuadros de la época.
Por lo visto, en 1654, la
explosión de un polvorín, situado en un antiguo convento, provocó muchas víctimas. Entre ellas, el pintor Carel
Fabritius, discípulo de Rembrandt y, según algunos, uno de los posibles maestros
de Vermeer. En una de mis obras preferidas retrató a un jilguero de una manera verdaderamente
magistral.
No obstante, se sabe que, nuestro
personaje, fue nombrado, en dos ocasiones, síndico del prestigioso gremio de
San Lucas. Lo cual, indica que ya tenía cierto prestigio entre sus colegas a
pesar de su conversión al Catolicismo.
Por lo visto, tuvieron apuros
económicos cuando empezaron a tener hijos, y se sabe que vivieron un tiempo en
la casa de su suegra.
Continuando con la profesión de
su padre, también se dedicó al negocio de compra-venta de obras de arte,
convirtiéndose en todo un experto en la materia.
Por ello, en 1672, fue llamado para
peritar una serie de cuadros, que un rico comerciante de obras de arte de Ámsterdam,
llamado Gerrit Uylenburgh, había ofrecido a
Federico Guillermo, margrave
elector de Brandemburgo y duque de Prusia. Un tipo muy poderoso, porque era uno
de los que elegían al nuevo emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.
Incluso, fue el que consiguió que Prusia pasara a ser un reino, cuyo primer
monarca fue uno de sus hijos.
No sé si os suena este cargo de
los famosos “Conciertos de Brandemburgo”, de J. S. Bach, pues bien, los
escribió para otro de sus hijos, que le sucedió en el cargo de margrave de Brandemburgo.
Parece ser que un consejero del
margrave le había dicho que esos cuadros eran falsos. Así que, por una parte, comparecieron
Vermeer y Jordaens, los cuales, tras revisar esas obras, afirmaron no ser obras
de Miguel Ángel, Tiziano o Tintoretto, como presumía el vendedor. Por el
contrario, éste llegó a presentar hasta 35 artistas para que testificaran a su
favor.
Al final, el margrave le devolvió
las obras al comerciante y esto le llevó a la ruina, porque perdió todo su
prestigio en esa operación.
Por otro lado, Vermeer, nunca
disfrutó de una posición muy holgada, a pesar de que, además de pintar, se
dedicaba a la compra-venta de obras de arte y, tras la muerte de su padre, alquiló
la posada, por la que cobraba una renta. También hay que decir que el
matrimonio tuvo 15 hijos, de los cuales murieron 4, al poco de nacer.
Asimismo, se ocupó de la administración
de las propiedades y rentas de su mujer y su suegra. Con lo cual, vemos que su
suegra ya lo veía de otra manera diferente a la opinión que tenía de él cuando
celebraron su boda.
Por lo visto, los ingresos de
suegra se basaban en las rentas que obtenía por el alquiler de varias
viviendas, los frutos de varias fincas de labor y los intereses de los
préstamos que otorgaba. De hecho, la casa, donde vivían con su suegra, tenía
nada menos que 11 habitaciones.
En un principio, parecía que no
vivían muy mal, aunque es muy posible que Vermeer se dedicase más al comercio
de objetos artísticos, que a la pintura, pues se cree que sólo pintó una media
de dos cuadros por año. Hoy en día, aunque se calcula que pintó unas 50, pero sólo
se conocen 35 obras suyas, aunque hay otras, cuya atribución es muy discutible.
También en 1672 comenzó una
guerra entre Francia y las Provincias Unidas (lo que ahora conocemos como Holanda
o los Países Bajos).
Siguiendo con su habitual sistema
de defensa, los holandeses, al ver que eran invadidos por los ejércitos de Luis
XIV, abrieron los diques y, con ello, inundaron los campos de labor. Lo cual
supuso la ruina de muchos campesinos.
Aparte de ello, este conflicto,
dio al traste con toda la actividad comercial y provocó la ruina del país. A
Vermeer también le afectó, pues su posada dejó de recibir viajeros y tampoco
tenía compradores para sus cuadros.
Por ello, en el verano de 1674,
viajó hasta Amsterdam con objeto de pedir un préstamo para poder sobrevivir. El
tema no está muy claro, pero parece ser que se lo negaron y supongo que esto le
llevaría a tener algún tipo de depresión, según declaró su mujer. Así que, de
repente, enfermó y murió en diciembre de 1675. Con sólo 43 años.
Parece ser que, a la muerte de
nuestro personaje, dejó muchas deudas y 10 hijos. El menor de ellos aún no había
cumplido los dos años.
Curiosamente, el otro día estuve
viendo un programa sobre el inventor del primer microscopio, Anton van
Leeuwenhoek, el cual nació en Delft y el mismo año que nuestro personaje. Así
que es muy probable que se conocieran y tuvieran cierta amistad. Realmente, era
un comerciante de telas, pero llegó a realizar varios descubrimientos, como el
de los espermatozoides.
Tras la muerte de Vermeer, su
esposa, acudió al juzgado para pedir que la declararan en quiebra, a fin de
aplazar el pago de sus múltiples deudas. Por lo visto, el juez designó a Anton
como administrador de los bienes de la viuda.
Realmente, en el inventario de
sus bienes, que fueron subastados en 1677, se puede observar que no es que no
tuviera patrimonio, pues, después de haber pagado a varios acreedores con obras
del artista, aún poseía unas 61 obras propias y de diversos autores, que no
habían podido vender. También se vendieron, en esa misma subasta, algunos de
los objetos que suelen aparecer en sus cuadros, como una mesa de roble, unas
sillas con asientos de cuero o un cuadro con un amorcillo armado con un arco.
Curiosamente, Catharina murió en
1688. Así que no pudo contemplar el gran valor que alcanzaron los cuadros de su
marido en una subasta que tuvo lugar en 1696. El importe obtenido por alguno de
ellos duplicó el valor del préstamo que a él le negaron en Amsterdam.
Por lo que respecta al estilo de
Vermeer. Comenzó pintando obras de carácter religioso o mitológico, quizás
influido por alguno de sus maestros.
De hecho, en esa zona, había dos
escuelas de pintura: los seguidores de Rembrandt y los de Caravaggio.
Sin embargo, a partir de la segunda
mitad del siglo XVII, se empezaron a pintar cuadros con interiores de casas, templos,
etc, iluminados con una luz, que procedía de las ventanas de esos edificios.
Se sabe que, por la ciudad de
Delft, pasaron varios maestros de este estilo, pero el que más tiempo estuvo
allí fue Pieter de Hooch, el cual se hizo amigo de Vermeer y parece que se influyeron
mutuamente.
El estilo de Vermeer, salvo en
algunas obras, se fue encasillando en los temas de interiores de las casas,
donde no se ve a ningún personaje conocido retratado, sino que aprovecha sus
figuras para dar cierta vida a las estancias que pinta. Se podría decir que no
se trata de pintar a la gente en las habitaciones, sino al contrario.
La perspectiva es muy importante
y la enfatiza con los dibujos de las baldosas. También se sabe que muchos de los
pintores de esa época ya utilizaban cámaras oscuras y otros instrumentos
ópticos para perfeccionar la perspectiva. Algunos de los cuadros de esa época
parecen hechos con un objetivo gran angular.
También le da mucha importancia a
la luz, que suele proceder de unos ventanales situados a la izquierda de sus
cuadros. Por ello, se vale de esa luz para no definir bien los contrastes de
las figuras, sino que juega con las tonalidades de los colores.
En conjunto, las obras de Vermeer
se caracterizan por retratar ambientes íntimos en los interiores de unas casas.
Normalmente, de una burguesía bastante acomodada, en una zona donde consiguió desarrollarse
libremente.
No olvidemos que, tanto en España
como en Francia, triunfaba el Catolicismo, el cual no veía bien que la gente se
enriqueciera por medio de su trabajo. Mientras que el Protestantismo mimaba a
los que se habían hecho ricos con su esfuerzo. Igual que, al exigir que se
leyera, diariamente, la Biblia, fomentaron la alfabetización de toda la
población. Algo que no ocurría en la Europa católica.
Actualmente, existe una corriente
de opinión que cree que lo que se muestra en esas obras, podía tener un
significado en aquel momento. Como si se tratara de unos lemas morales, que se
pueden encontrar en algunos libros de esa época.
También hay quien cree que los famosos
cuadros “El Astrónomo” y “El Geógrafo” podrían haber sido encargados por el
mencionado Leeuwenhoek y hasta podría ser unos retratos de ese personaje o,
incluso, una especie de homenaje de Vermeer hacia su amigo.
Sabemos que Leeuwenhoek se
examinó de Topografía, cuando se realizaron ambas obras, o sea, en 1669. Como
nació en el mismo año que Vermeer, ya tendría 37 años. Sin embargo, en esas
obras, el retratado aparenta una edad mucho menor y más en una época en que la
gente envejecía más rápidamente que en la actualidad.
Tal y como ha ocurrido con muchos
otros genios del arte, la figura de Vermeer quedó durante varios siglos en el olvido, hasta que en el siglo XIX un crítico francés, llamado Théophile Thoré,descubrió a un gran artista en su obra “Vista
de Delft” y escribió varios ensayos elogiosos sobre la misma.
El colmo del asunto fue cuando se
descubrió el asunto de Han van Meegeren. Se trató de un pintor al que la
crítica había fustigado, diciendo que tenía poco talento. Así que, como
venganza, se puso a pintar cuadros falsos, copiando los estilos de varios
pintores y consiguió engañar a muchos coleccionistas.
Tuvo tanto éxito, que, durante la
dominación alemana de Holanda, llegó a vender un “Cristo con la adúltera”, que
dijo ser de Vermeer, a un coleccionista alemán. Éste, posteriormente, se lo
vendió al mariscal Göring. El cual se lo cambió nada menos que por 137 obras de su propiedad.
Así que, al final de la guerra,
cuando los aliados encontraron la colección de arte del mariscal, escondida en
una remota mina de sal, situada en Estiria (Austria), inv
estigaron y se
enteraron de que van Meegeren había realizado esa venta.
Por ello, en principio, las nuevas
autoridades de Holanda, le acusaron de haber colaborado con el enemigo y el
fiscal pidió para él una larga pena de cárcel. Así que no le quedó más remedio
que pintar en la prisión otro cuadro parecido para poder demostrar que el otro
también lo había pintado él.
Gracias a ello, sólo le
condenaron por fraude a 1 año de cárcel. Lamentablemente, murió en prisión,
antes de cumplir totalmente su pena, a causa de su mala salud.
También hay otra versión que dice
que los coleccionistas holandeses, al ver que, durante la ocupación, los nazis
les podrían confiscar sus obras, le encargaron a este pintor que realizase
copias de ellas, con el objeto de que se llevasen las falsas y no las
auténticas.
El mismo Hitler se interesó por
el cuadro “El astrónomo”, de Vermeer y exigió que lo almacenaran en el famoso
castillo de Neuschwanstein, construido por Luis II de Baviera. Posteriormente,
también fue trasladado a la mencionada mina de sal.
Para terminar, me gustaría citar
las obras más importantes de Vermeer. Lo cierto es que hay muchas, pero yo
destacaría algunas, que, además, son muy famosas. Me refiero a “La joven de la perla”,
“La lechera”, “El arte de la pintura”, “Vista de Delft”, “La encajera”, “La
lección de música” y, por supuesto, “El geógrafo” y “El astrónomo”.
Igual me ha quedado un poco
largo, pero espero no haberos aburrido mucho.
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