Seguramente, que casi todos habréis visto alguna vez aquella foto, en la que se veía al hijo del presidente John F. Kennedy, asomando por debajo de su mesa de trabajo, situada en el despacho oval de la Casa Blanca. Pues esa mesa tiene una historia muy curiosa y aquí os la voy a contar.
Tenemos que remontarnos al año
1845. En esa fecha, un brillante oficial de la Armada británica, llamado John
Franklin, consiguió convencer tanto a la famosa reina Victoria como al
Almirantazgo para que patrocinasen una expedición a fin de buscar el Paso del
Noroeste en una zona cercana al Polo Norte. No era la primera vez que este
marino navegaba por el Ártico, pues ya había surcado esas aguas en tres
expediciones anteriores.
Para ello, le pusieron al mando de dos de los más modernos buques de su flota: el HMS Erebus y el HMS Terror. En cuanto a la tripulación, unas fuentes hablan de 128, mientras que otras elevan la cifra a 135 hombres.
Su singladura comenzó en Londres,
a mediados de mayo de 1845. Desgraciadamente, nunca regresaron.
Posteriormente, Jane Griffin,
esposa de Franklin, consiguió persuadir al Almirantazgo británico para que
organizara varias expediciones en su busca. Por otra parte, tanto ella como
este Organismo ofrecieron buenas recompensas para quien diera con el paradero
de esas tripulaciones.
Por esa razón, varios barcos,
tanto británicos como de USA, que entonces era una potencia emergente,
estuvieron buscando a los desaparecidos.
No fue hasta 1850 cuando
encontraron tres tumbas, excavadas en el hielo, correspondientes a unos tripulantes
de esos barcos.
La esposa de Franklin hizo un
último intento, organizando otra nueva expedición. Ésta tuvo más suerte. En
1859, encontraron, bajo un gran montón de piedras, unos documentos escritos por
algunos de los oficiales de esos barcos, donde se describía su odisea.
Incluso, que había tomado la
decisión de ir hacia el sur, hasta la desembocadura de un río, que fue,
precisamente, donde los encontraron muertos los esquimales.
Realmente, no se conocen las causas de los fallecimientos de estos tripulantes. Algunos expertos mencionan como posibles el envenenamiento por el plomo, con el que se sellaban entonces las latas de conservas. También el frío, el botulismo o hasta el escorbuto.
No fue hasta 2015 cuando una expedición, organizada por el Gobierno de Canadá, encontró los restos del HMS Erebus. El objetivo de esta expedición no era sólo encontrar ese barco, sino afianzar las reclamaciones de ese país sobre amplias zonas del Ártico.
Así que, puestos en contacto con
el Gobierno británico, éste les informó que les cederían el barco a Canadá y
sólo se quedarían con algunos objetos para entregárselos a los descendientes de
sus tripulantes.
En 1850, el Almirantazgo británico, fletó una de esas expediciones. La formaban dos barcos movidos por velas, el HMS Resolute y el HMS Asistance, junto con otros dos barcos con motores a vapor, el HMS Pioneer y el HMS Intrepid. Al mando de esta expedición pusieron a Horatio Thomas Austin, un marino militar con gran experiencia en el Ártico. Ninguna de esas naves había sido construida para la Armada, sino que habían sido mercantes, que luego fueron comprados por el Gobierno británico.
Aunque, al principio, sufrieron
algún contratiempo, debido a los bloqueos por las masas de hielo, consiguieron
avanzar y unirse a los barcos de otras dos expediciones. Incluso, se pusieron
de acuerdo para explorar diversas zonas con trineos, a los que colocaron velas
para ir más rápidos sobre el suelo helado.
Afortunadamente, Austin, consiguió liberar a todos sus barcos del hielo y regresar sanos y salvos a su puerto de salida, aunque no encontraron ningún resto del mencionado naufragio. Lo cierto es que, a su vuelta, los mandos de esa expedición, tuvieron que comparecer ante un comité de investigación,
el cual comprobó que había habido muchas discusiones entre los oficiales y que habían regresado sin encontrar nada, porque Austin se había opuesto a seguir buscando a una mayor distancia de las naves. Así que esto puso en entredicho la buena reputación de Austin y, a partir de entonces, ya sólo le ofrecieron mandos secundarios en la Armada.En 1852, se formó una nueva
expedición, al mando de sir Edward Belcher, para buscar los barcos y los
tripulantes perdidos y, de paso, intentar hallar el paso del noroeste. Eso sí,
a los cuatro barcos que formaban la flotilla anterior unieron un quinto, el
North Star, un barco dedicado a dar apoyo logístico a esta expedición.
Los marinos del Resolute no
encontraron restos del naufragio de Franklin. En cambio, sí que encontraron el
barco HMS Investigator, que había quedado atrapado en el hielo dos años antes,
junto con los supervivientes, que se hallaban en su interior y que fueron
trasladados a su nave.
Sin embargo, a partir del verano
de 1853, cambiaron las condiciones climáticas y una intensa ola de frío se
abatió sobre la nave. Allí estuvieron aguantando como pudieron hasta que, en
abril de 1854, Belcher, le dio a Kellett la orden de que abandonasen el barco.
Muy a su pesar, Kellet, evacuó a toda
su tripulación más los rescatados en el otro barco, llevándolos, a través del
hielo, hasta el lugar donde les esperaba el North Star a donde llegaron en el
verano de 1854.
Esta vez tuvieron suerte, porque,
aparentemente, no iban a caber todos en el North Star. Afortunadamente,
aparecieron dos nuevos barcos, donde pudieron alojar a todos sin problemas.
Todos abandonaron esa isla a finales de agosto de 1854 y llegaron al Reino
Unido sanos y salvos.
Casualmente, en septiembre de
1855, un ballenero USA, encontró flotando a la deriva al HMS Resolute, a casi
2.000 km de donde lo habían abandonado.
Por lo visto, les llamó la
atención no ver a nadie en su interior y lo abordaron. Se extrañaron mucho más
al ver que aquello parecía un barco fantasma, en el que había muchos objetos,
pero ningún tripulante. Así que, siguiendo las leyes del mar, remolcaron la
nave hasta su puerto de origen, en Connecticut y se quedaron con el barco.
Más tarde, cuando se conoció la
noticia, un senador de Virginia, propuso que, para mejorar las relaciones con
el Reino Unido, el Gobierno USA, debería de regalar el barco a los británicos.
Posteriormente, fue llevado a un
astillero para repararlo. Ya en diciembre de 1856, el HMS Resolute, fue enviado
al Reino Unido con una tripulación de la Armada USA, donde fue recibido por la
propia reina Victoria.
Una de las mesas fue regalada al
Gobierno USA, la otra a Henry Grinnell, un rico comerciante de Nueva York, que había
aportado muchos fondos para las expediciones de rescate. Por fin, la tercera se
la quedó la reina Victoria y ahora está en un Museo de la Armada.
se consiguió encontrar el famoso Paso del Noroeste. Lo cierto es que el primero que lo consiguió, haciendo todo el recorrido por vía marítima fue el famoso explorador noruego Roald Amundsen, en 1906.
Ciertamente, Robert McClure y su tripulación
del HMS Investigator consiguieron algo parecido en 1854. Partiendo de Gran
Bretaña bordearon América por el cabo de Hornos y llegaron hasta Alaska.
Consiguieron hacer el recorrido del Paso del Noroeste, pero unas veces en barco
y otras en trineo. Al final, como ya he mencionado anteriormente, los supervivientes
de ese viaje fueron rescatados y llevados al North Star.
Volviendo a nuestro tema de hoy, la
mesa escritorio destinada al Gobierno USA, fue recibida por el presidente Hayes,
en 1880. Un mueble que pesaba nada menos que 600 kg.
Desde entonces, siempre ha estado en la Casa Blanca. Sin embargo, no todos los presidentes la han colocado en el Despacho Oval, sino que también ha estado en un despacho privado que tienen en la Casa Blanca. Clinton fue el último presidente que ordenó que la trasladaran al Despacho Oval y, desde entonces, no la han cambiado
de sitio. Curiosamente, fue Jacqueline Kennedy la que convenció a su marido para que se colocase en el Despacho Oval.Seguro que a más de uno le suena
haberla visto en la película La Búsqueda (National Treasure, 2004), protagonizada
por Nicolas Cage y Diane Kruger.
Algunos presidentes no han
querido utilizarla, como Johnson, Nixon o Ford. En el caso de Franklin Delano
Roosevelt, ordenó que se le colocara una puerta en el centro para que no se
pudiera apreciar en las fotos que estaba en silla de ruedas.
e los marinos que dieron su vida buscando el Paso del Noroeste.
Los tiradores de los cajones
tienen forma de dos manos, que están estrechándose. Como símbolo de la amistad
entre ambos países.
En la parte trasera existe una
placa de bronce, donde se cuenta la aventura del barco, cuya madera sirvió para
construir ese mueble.
La tradición dice que los
presidentes salientes dejan una nota en el cajón principal dirigida al presidente
entrante. Eso mismo ha hecho Trump y Biden la ha calificado como “muy generosa”,
pero no ha difundido su contenido.
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