ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

miércoles, 5 de junio de 2019

UN CURIOSO NEGOCIANTE, BASIL ZAHAROFF


Como algunos de mis habituales lectores me han comentado que mis dos últimos artículos son un poco morbosos, hoy voy a dedicar éste a un tipo al que sólo le importaba ganar mucho dinero en sus negocios. Por supuesto, sin tener en cuenta todo lo relativo a la ética y ni a
la moral. De hecho, algunos le apodaron “El mensajero de la muerte”.
Basil Zaharoff es como se le conocía, aunque, según parece, su verdadero nombre era Basileios Zacharias.
Nació en 1849 en una pequeña localidad de la península de Anatolia, en pleno Imperio Turco, aunque su familia era de origen griego.
Dado que, más adelante, se produjeron una serie de motines contra los griegos, su familia decidió establecerse en Rusia. No obstante, años más tarde, volverían a Turquía. Concretamente, a Estambul.
Por lo visto, pertenecía a una familia de comerciantes muy modestos, dedicados al sector de la floristería, muy pronto, tuvo que buscarse la vida. Parece ser que su primer trabajo fue actuar como guía de los turistas extranjeros para llevarles por los barrios más peligrosos de la ciudad y allí ejercer de proxeneta.
Su siguiente trabajo fue el de bombero, también en Estambul, pero él y sus colegas, que pertenecían al Ejército turco, lo convirtieron en algo diferente. Se trataba de prender fuego a las casas de la gente rica, para así cobrarles por salvar sus objetos más valiosos.
Posteriormente, lo vemos en Londres, donde se unió a la ya abultada colonia griega residente en la capital británica.
Por lo visto, quiso hacer una de las suyas, pero otro griego lo demandó por un asunto de importación de productos en mal estado. Así que tuvo que pagarle una indemnización y marcharse de la ciudad.

En 1877, llegó a Atenas y consiguió que le recomendaran para entrar a trabajar como agente de ventas de la empresa Nordenfelt, que se dedicaba a fabricar armas de fuego. Un puesto que le venía que ni pintado para un pillo como él.
Como estaba previsto, triunfó nada más empezar. En aquel momento, había un clima prebélico entre Grecia, Turquía y Rusia. Así que, ni corto, ni perezoso, primero fue a Grecia, donde consiguió venderles dos submarinos Nordenfelt I, que ni siquiera habían sido adecuadamente probados.
Luego fue a Turquía para avisarles que Grecia se estaba armando y le había comprado dos submarinos. Así que les encasquetó otros dos a los turcos.
No hará falta decir que luego fue a Rusia y le hizo lo mismo al zar. Todo un vendedor de raza, de esos que te venden hasta la corbata que llevas puesta. Alguien por el que se pelearían muchas empresas, aunque nunca lo quisieran reconocer.
No sé cómo salió indemne de este asunto, porque, poco después, la Armada turca, hizo unas pruebas con una de esas naves y, al disparar el primer torpedo, el submarino se desestabilizó, se puso en posición vertical y se hundió por la popa.
A partir de 1883, se dedicó al negocio de reclutar y trasladar emigrantes de Irlanda a las fábricas de Inglaterra.
También trabajó en USA, donde se dedicó al lucrativo negocio de vender vagones de tren para la línea ferroviaria que estaban construyendo desde la costa atlántica hasta el Pacífico. Parece ser que, para ello, se valió de su amistad con la famosa cantante de ópera, Adelina Patti y de los muchos y buenos contactos de ésta.
Incluso, llegó a casarse, en ese país, con una rica heredera, aunque, un poco más tarde, fue acusado de bigamia, por haberse casado, unos 10 años antes, con otra chica británica.
Posteriormente, en 1886, se presentó en una exhibición para demostrar la eficacia de una ametralladora fabricada por la empresa que representaba. Sin embargo, allí se encontró con Hiram Maxim, que había inventado otra ametralladora muy superior a la suya.
Así que a Zaharoff no le quedó otra que hacerle una demostración de sus habilidades. Saboteó varias veces el arma de Maxim y de esa manera consiguió que triunfara la de Nordenfelt. No obstante, le hicieron a Maxim una oferta para que se asociara con ellos y así vender su ametralladora, que era mucho mejor.
Posteriormente, la famosa familia Rothschild y la empresa británica Vickers, máxima competidora de la alemana Krupp, compraron las acciones de su empresa y expulsaron a Nordenfelt de la misma.
Como nuestro personaje tenía un fino olfato para los negocios y para los productos de buena calidad, esta vez se encaminó, por vez primera, a España.
Aquí vivía un marino militar llamado Isaac Peral. Había construido el mejor submarino hasta la fecha. Así que le propusieron asociarse con ellos o venderle la patente. El marino se negó y empezó a probar el método Zaharoff.
Aunque el submarino pasó una serie de pruebas, Zaharoff, aparte de sabotear la nave, consiguió desacreditarle. Parece ser que no dejó ningún cabo suelto y se dice que sobornó a un montón de autoridades españolas.
No sé si también tendría importancia que tuvo una relación amorosa con una aristócrata española, hija de un banquero y casada con un primo de Alfonso XII, lo cual le daba acceso directo al rey. Por lo visto, se conocieron en pleno viaje de bodas. Lo cierto es que la Armada española no aprobó el submarino de Peral y éste murió casi arruinado.
Así que se quedó en España, porque se dio cuenta enseguida que esto era un nido de corruptos. Se sentía como un pez en el agua.
Por ello, primero se hizo con una fábrica de armas en el País Vasco y le vendió muchas armas de escasa calidad al Ejército español, que llevaba tiempo luchando en Cuba.
Según parece, aprovechó su conocimiento directo del Ejército español para informar a USA sobre el estado del mismo.
Luego, se hizo con la Constructora Naval, de Sestao. No contento con ello, consiguió hacerse con el monopolio para la construcción de barcos para la Armada española. No olvidemos que la Armada se estaba recuperando, tras los desastres de Cuba y Filipinas.
Incluso, consiguió que fueran expedientados o expulsados todos los oficiales de la Armada que se quejaron de la mala calidad de los barcos y el armamento suministrado por nuestro personaje.
Por lo visto, en Rusia, hizo lo mismo. “Convenció” al Almirantazgo zarista de la conveniencia de no construir ellos sus propios barcos, sino que era mejor comprárselos a él. Aunque le salieran mucho más caros a su país, claro está.
Hay quien dice que pudo acercarse a la corte imperial después de haber trabado una buena amistad con la bailarina Mathilde Kschessinska, entonces amante del futuro zar, Nicolás II, que después casaría con uno de sus primos.
Antes de la I Guerra Mundial, se dedicó a azuzar a los dos bandos. Encargó a ciertos periodistas la publicación de sendos artículos, donde se decía que el otro bando se estaba armando seriamente para la próxima guerra. De esa manera, nunca le faltaron encargos por ambos bandos.

De momento, creo que os habréis dado cuenta de que este hombre era un elemento de cuidado. Para colmo, se hizo con un Banco francés a fin de tener asegurada su financiación en todo momento.
Consiguió la Legión de Honor francesa, pero no se conformó con ser un simple miembro, sino que ascendió hasta llegar a ser comandante de la misma.
No voy a detallar la gran cantidad de material que vendió durante la I Guerra Mundial. Desde luego, le sacó mucho partido a ese conflicto.

Por lo visto, no fue el único. Algunos autores afirman que buena parte de los políticos de ese momento habían invertido fuertes cantidades de dinero en industrias de armamento, en previsión de la guerra que ya se veía venir.
Igual, por eso mismo y porque no pensaban a luchar en el frente, nunca tuvieron intención de pararla. Hay quien dice que las guerras las organizan la gente que se conoce para que se maten en ellas los que no se conocen. Si se hubieran conocido antes, seguro que no se hubieran matado.

Parece ser que, en el período de entreguerras mundiales, los traficantes de armas, fueron muy odiados por la opinión pública internacional, ya que se habían beneficiado de este conflicto a costa de millones de muertos. No obstante, los distintos gobiernos, siguieron encargándoles armamento, aunque, como es lógico, en menor cantidad que durante el período bélico.
Durante la posguerra, tras una serie de donaciones al Gobierno del Reino Unido, fue ennoblecido con el título de Sir, aunque entonces tuviera nacionalidad francesa.
No sé si sería por eso o porque, antes de la guerra, informó, puntualmente, al Gobierno británico, a través de Vickers, sobre el armamento que poseían sus futuros enemigos.
Por lo visto, la propia Vickers, tenía participación en diversas fábricas de armamento en Alemania y así pudo informar, puntualmente, al Gobierno británico, sobre lo que estaban fabricando los alemanes.
Incluso, se dice que actuó como intermediario entre el rey Jorge V y los primeros ministros Lloyd George, por el Reino Unido, y Georges Clemenceau, por Francia.

Curiosamente, unos años antes, Lloyd George, se había opuesto a comprar armas a estos traficantes, cuando se enteró que, en la Guerra de los Boers, éstos también luchaban con armas británicas. Concretamente, uno de sus proveedores era Vickers.

Es más, según algunos autores, Zaharoff, fue enviado por el Gobierno británico a Atenas, para que Grecia se sumara al bando aliado, y luego también a Turquía para que abandonara el bando alemán.
Luego, se dedicó a azuzar el eterno conflicto entre Grecia y Turquía. Por supuesto, aprovechando para suministrar armas a los dos bandos. En Vickers llegó a tener el cargo de Representante general en el extranjero, antes de que se convirtiera en uno de los miembros de su Consejo de Administración.
Como invirtió fuertemente en la British Petroleum, hay quien dice que metió cizaña para que comenzara la guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia. La cual comenzó como una disputa por unos yacimientos petrolíferos, que nunca existieron.
Incluso, en los comics de Tintín aparece un personaje muy similar, que se dedica a vender armas a esos países. Concretamente, en el titulado “La oreja rota”.

Por supuesto, siguió teniendo como amante a aquella aristócrata española, esposa de un primo de Alfonso XII. Como el marido parecía tener problemas mentales, aprovecharon para recluirlo en un sanatorio en Francia. Parece ser que su madre también tuvo un padecimiento similar.
En 1924, tras la muerte del marido, los amantes aprovecharon para casarse, tras el plácet de Alfonso XIII. Se habían conocido hacía ya más de 30 años y Zaharoff también había enviudado desde hacía varios años. Ahora, vivían ambos en un castillo francés, propiedad de Zaharoff, donde parece ser que comían en platos de oro.
Según algunos autores, la pareja se conoció en el famoso Orient Express, cuando ella iba en viaje de bodas. Por lo visto, ella se puso a correr por los pasillos, cuando se vio perseguida por su marido, en uno de sus raptos de locura, y se topó de frente con Zaharoff.
Desgraciadamente, la aristócrata murió sólo 2 años después a causa de una infección generalizada. Curiosamente, se habían casado en la misma capilla donde había sido enterrado su marido.
Casualmente, dos de las tres hijas, habidas entre la aristócrata y el primo del rey, casaron con socios de las empresas de Zaharoff. La tercera no lo hizo, porque murió muy joven.
Parece ser que, nuestro personaje, solía hacer regalos caros para sobornar a los altos funcionarios. Se cuenta que una vez regaló a una hija de estos gobernantes, una muñeca ataviada con ropajes y joyas muy caras. Cuando estalló la guerra civil en Rusia, quedó arruinado y vendió esa muñeca para obtener ropa y comida para su familia.
Hacia 1927, ya en el final de su vida, se dedicó a escribir sus memorias. Sin embargo, pronto cambió de opinión y las quemó junto con sus diarios, donde, por lo que se ve, había reflejado todas sus jugarretas y sus turbios negocios. De hecho, la prensa de la época lo denominó como “El hombre más misterioso de Europa”, porque hizo desaparecer de los registros todos los documentos relativos a él.
Dicen que un periódico francés ofreció 5.000 dólares USA por una sola página de esos diarios. Así que debían de haber sido muy jugosos.
Para algunos fue el conde Zacharoff. Para otros, el príncipe Zacharias Basileus Zacharoff a los que contó que era nada menos que sobrino del canciller ruso y había sido exiliado por orden directa del zar. Sin embargo, para sus íntimos, era sólo Zedzed.
Algunos decían de él que podía competir con aquel personaje llamado Aleister Crowley por ser llamado “el hombre más malvado del mundo”.
En noviembre de 1936, murió en soledad en un palacio que tenía en Montecarlo. Dicen que, en sus últimos meses de vida, tampoco perdió la oportunidad para suministrar armamento a los dos bandos en conflicto durante la Guerra Civil española.

1 comentario:

  1. Muy interesante. He encontrado esta publicación porque he empezado a leer la novela de Gervasio Posadas titulada “El mercader de la
    Muerte” que tiene como protagonista a este personaje.

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