Hoy traigo al blog un nombre que,
seguro, dejará indiferente a más de uno. Su nombre fue Tadea Mirslac.
Nació
en 1860 hija de una gitana de gran belleza, llamada Lucinda, ya famosa como
bailarina. No se supo nunca quién fue su padre.
De
pequeña nunca gozó de buena salud. Nació con siete meses y tardó mucho en
salirle el pelo. Con el estado de la Medicina en ese momento, no pensaron que
fuera a durar mucho.
Fue
muy mimada por su madre, lo cual le valió para que ganara en salud. También le
vino muy bien que, cuando tenía apenas 4 años, su madre se casó con un conde
húngaro.
Su
padrastro le proporcionó una esmerada educación para que en el futuro se
convirtiera en una dama de la alta sociedad.
No
tuvo mucha suerte, pues le duró muy poco el matrimonio que le habían preparado
con un oficial de caballería. En ese momento empezó su carrera como bailarina.
A
su padrastro no le hizo mucha gracia, pero pronto se le pasó al ver que ella triunfaba
y obtenía buenas ganancias.
Ni
siquiera se preocupó de divorciarse de su marido y se dedicó a coleccionar
amantes de todo tipo, los cuales se peleaban por obtener sus favores. Quizás,
porque se decía que nunca llevaba ropa interior.
Se
dice que adquirió una finca en Budapest, donde se bañaba desnuda frente a
varios criados eunucos.
Hasta
el mismísimo emperador Francisco José I, el marido de la archifamosa Sissi, se
hizo su amante y se cuenta que, cuando ésta se enteró, no dejó de darle la lata
para que se la presentara, pues era una de sus artistas favoritas.
Así
que Tadea fue a visitarla al palacio y allí parece ser que se lo pasaron muy
bien las dos juntas, pues Tadea le contó a la emperatriz las múltiples
anécdotas que le habían ocurrido durante su carrera artística.
Se
dice que, en otra ocasión, también sedujo al príncipe Rodolfo, heredero a la
corona austriaca e hijo de Francisco José I y Sissi.
También
se dice que Tadea lloró mucho la muerte de Rodolfo, porque, a pesar de ser mayor
que ella, le había tomado mucho cariño, como si fuera un niño.
Dicen
que entre sus amantes estaban nada menos que Napoleón III, Víctor Hugo y Rubén
Darío.
Se
cuenta que tuvieron una buena trifulca ella y la hoy día casi olvidada Victoria Woodhull, en el
conocido restaurante Delmónico, de Nueva York, por un motivo no totalmente
esclarecido, pero seguramente relacionado con un amante de ambas.
En
1890 se casó con Damián Celibidache, pariente del famoso director de orquesta
y, según dicen algunos, también emparentado con el famoso Drácula. De ese
matrimonio nacieron dos mellizos.
Durante
la I GM quedó viuda y ya nunca quiso volver a casarse. Su situación económica
era francamente buena y se dedicó a escribir unas memorias que escandalizaron
en el París de la posguerra.
La
verdad es que vendió montones de ejemplares de esa obra. En ella contaba todo
tipo de detalles de personajes muy conocidos.
Algunos,
como los herederos de Bismarck, la demandaron por lo que afirmaba allí sobre el
“Canciller de hierro”. La demanda no prosperó, porque muchos intelectuales se
solidarizaron con ella y unos 40 juristas franceses le ofrecieron sus servicios
gratuitamente.
Dedicó
parte de su fortuna al mantenimiento de
2 orfelinatos, en el período de entreguerras.
Era
muy aficionada a los valses de Strauss y decía que su gata persa Mota, cuando
los oía, se ponía a dar vueltas y vueltas, como si estuviera bailando.
Durante
la II GM rebrotó su inquietud y se solidarizó con la Resistencia. Se dedicó a
hacer de correo, pero pronto fue capturada por los nazis y enviada a un campo
de concentración.
Allí,
en 1941, fue maltratada por su condición de gitana y, sin ningún miramiento, asesinada
y enviada a los hornos crematorios.
Una vida tanto o más interesante que la de Mata-Hari. Es curioso, que en el caso de ambas ocurriera lo mismo: el fracaso en el matrimonio como paso a la libertad. En cuanto a Sissi, siempre dando la nota.
ResponderEliminarCreo que eso es normal que ocurriera porque los matrimonios estaban organizados por los padres. También a veces se hacían para tapar un escándalo.
ResponderEliminarMata Hari no se dio cuenta de que ese tiempo había pasado. Ya era algo mayor para ejercer esa actividad y los que podían haberle echado una mano seguro que no podían ir aireando que eran sus amantes, porque posiblemente les pondrían en evidencia ante la sociedad y perderían ese respeto que había entonces hacia la clase dirigente.
Saludos.
Aquí menciono que los nazis no sólo mataron a los judíos, sino a otra mucha gente que no se menciona nunca. Saludos.
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