Había una vez un hombre justo que
se tomó su trabajo muy en serio y llegó a ser Secretario General de la ONU,
cuando esta organización aún gozaba de cierta credibilidad. Esto, según parece,
no gustó nada a las grandes potencias y su fin estaba cantado.
El
nombre de este personaje fue Hjalmar Hammarskjold. No me pidan que lo
pronuncie, porque no sabré hacerlo.
Nació
en 1905 en un pueblo de Suecia y su padre fue muy conocido en su país, pues
llegó a ser primer ministro durante la I GM. Aparte de ello, también fue
miembro del Tribunal de la Haya, gobernador de Upland y participó en la Fundación
Nobel.
Nuestro
personaje siempre decía que se sentía muy influido por pertenecer a una familia de gente que siempre habían
sido políticos o militares.
En
1925 se graduó en la Universidad de Upsala en la rama de Humanidades. Allí
aprendió a manejarse bien en inglés, francés y alemán.
Aparte
de ello, también se le dieron bien los deportes, como el esquí o el alpinismo,
de cuya federación sueca fue, durante varios años, su presidente.
Algunos
autores lo llaman “hombre del Renacimiento”, porque tenía una cultura muy
amplia y lo mismo podía hablar sobre Arte antiguo o moderno, música de
Beethoven o actual.
Posteriormente,
se interesó por la Economía, cuyo grado obtuvo en 1928 y por el Derecho, que lo
obtuvo en 1930. Su tesis doctoral en Economía política fue aprobada en 1934.
Más
tarde, se dedicó a las relaciones exteriores y los negocios de Suecia, labor a
la que dedicó 31 años.
Tuvo
mucho éxito en este trabajo, pues llegó a ser secretario del Banco de Suecia,
en 1935.
Entre
1936 y 1945 ocupó el puesto de subsecretario del Ministerio de Finanzas de
Suecia.
Más
adelante, hasta 1948, fue el gobernador del Banco de Suecia, uno de los puestos
más influyentes de su país.
Fue
partidario de la Economía planificada, junto con su hermano Bo, que era el
subsecretario del Ministerio de Bienestar Social. Fue el que abrió el camino
para dictar las normativas necesarias para crear el actual estado de bienestar
de su país.
Durante
este tiempo mantuvo frecuentes conversaciones con los líderes de USA, Reino
Unido, etc. para realizar acuerdos comerciales ventajosos. Incluso, trabajó en
el Comité ejecutivo de la OECE, la actual OCDE, organismo que se dedicaba a administrar
los fondos del Plan Marshall.
En
1949 consiguió un puesto en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en 1951
obtuvo uno de los puestos más altos de esa Institución, sin pertenecer a ningún
partido político.
Ese
mismo año fue ministro sin cartera, dedicándose a los proyectos suecos de
cooperación con los países en vías de desarrollo.
En
1949 representó a Suecia ante la ONU y más tarde, entre 1951 y 1953. En ese año
fue elegido Secretario general de ese organismo por 57 votos de un total de 60
países.
Lo
primero que hizo fue reafirmar los poderes de la ONU, a base de dejar muy
claras sus competencias y no tener que depender de ningún país en concreto.
Uno
de sus mayores éxitos fue la negociación con China para devolver a los
prisioneros de guerra de los USA, capturados durante la guerra de Corea, donde
habían combatido bajo la bandera de la ONU. Esa labor la realizó él
personalmente.
En 1954 fue elegido miembro de la Real
Academia Sueca en el mismo puesto que había ocupado antes su padre.
En
1955 y 1958 organizó conferencias en la ONU para que la energía nuclear sólo
fuera usada con propósitos pacíficos.
También
pidió que los adelantos de la Ciencia y la Tecnología se usaran para
desarrollar prioritariamente las zonas más atrasadas del mundo.
Intentó
por todos los medios arreglar el eterno problema de Palestina e Israel, que
aumentó con la Crisis del Canal de Suez, de 1956.
En
esa crisis fueron movilizados por vez primera los famosos cascos azules de la
ONU. Siempre fue seguidor de lo que llamaba la “diplomacia preventiva”.
En 1957 fue
reelegido por unanimidad para continuar en el mismo cargo durante otros 5 años.
En
1959 viajó hasta el Lejano Oriente, para poner un poco de paz, cuando Camboya y
Tailandia rompieron sus relaciones diplomáticas.
También,
durante su mandato, tuvo que organizar la descolonización de varios
territorios, sobre todo en África. Eso le obligó a viajar continuamente por
todos los continentes.
En
1960, durante la descolonización del Congo, estalló un conflicto, porque su
antigua metrópoli, Bélgica, animó a la secesión de un territorio muy rico
llamado Katanga. Cuando pidieron el envío de los cascos azules, se presentó en
el Congo al frente de los mismos.
Cuando
la situación se hizo casi imposible, aumentaron sus esfuerzos por conseguir la
paz.
Así,
en 1961, en la noche del 17 al 18 de septiembre, tras haber estado ultimando
los detalles de paz con el presidente congoleño, se desplazó en avión a
Katanga, para dar a conocer los mismos al presidente Tsombé.
Esa
noche viajaron en ese avión él y 15 personas más. Por circunstancias
desconocidas, el avión se estrelló muriendo todos.
Con
carácter excepcional, se le dio en 1961 el Premio Nobel de la Paz a título
póstumo.
Siempre
fue muy querido en la ONU y le dieron su nombre a la Biblioteca Central de este
Organismo.
En
1964, el conocido pintor Marc Chagall le dedicó una de sus obras, la cual se
expone en el lado este del vestíbulo público del edificio central de la ONU.
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