Como todos sabemos, la II Guerra
Mundial, se desarrolló en varios niveles. Quizás, los más importantes fueron el
militar, el económico y el industrial. Hoy me voy a referir a este último.
Así que la mejor manera de llevar
esos suministros es por medio de barcos, ya que pueden transportar muchas más
toneladas que los camiones o los aviones.
Yo tengo muy claro que los
Aliados y, concretamente, los USA, ganaron la II Guerra Mundial, no por tener
un Ejército muy potente, sino porque su industria reponía, inmediatamente, todo
el material que iban perdiendo en los frentes de batalla.
Por eso mismo, cuando los pilotos
eran capturados por el enemigo, solían encerrarlos en campos de concentración
muy alejados del frente. Así, en caso de huida, les sería muy complicado llegar
hasta sus propias líneas.
Los británicos tomaron buena nota
de la pérdida de barcos mercantes propios en la I Guerra Mundial y no querían
tener el mismo problema en el que se hallaban en ese momento. Así que
decidieron encargar unos 60 barcos más baratos a unos astilleros ubicados en
USA.
Para poder satisfacer la demanda
británica y la propia, la Comisión Marítima de USA encargó el diseño de estos
barcos al ingeniero naval William Francis Gibbs, el cual también supervisó el
desarrollo de este inmenso programa de construcción naval.
En un principio, el Gobierno USA,
sólo le otorgó a este programa un presupuesto de 350.000.000 de dólares.
Evidentemente, luego se multiplicó.
Curiosamente, en aquella época, la industria naval no estaba muy desarrollada en USA, pues no se hacían muchos pedidos, ya que sobraron muchos barcos, después de la I Guerra Mundial y además le afectó mucho la Crisis de 1929.
De esa manera, construyeron un
tipo de barcos para la clase Liberty, que medían 135 m de eslora y 17 m de
manga, desplazaban más de 14.000 Tm, con una carga útil de unas 10.000 Tm y el
casco iba soldado y no remachado, como suele ser lo habitual. Incluso, podría
ser cargado o descargado por sus propios medios.
También le dotaron con un tipo de
motor ya existente, que movía una única hélice. Así que su velocidad no era muy
alta y su precio tampoco, pues no llegaba a los 2.000.000 de dólares.
Cada barco llevaba una
tripulación de unos 60 marineros civiles y, cuando fueron armados, también unos
40 marineros de la Armada USA.
Aunque Kaiser es un apellido que
suena muy alemán, en cambio, este empresario nació en una localidad del Estado
de Nueva York, aunque es cierto que sus padres eran inmigrantes alemanes.
Parece ser que se decidió por
utilizar la soldadura, porque la mayoría de sus obreros no eran especialistas,
ya que a estos los habían movilizado. Incluso, gran parte del personal de sus
astilleros estaba formado por mujeres. Así que fue más sencillo enseñarles a
soldar que a remachar.
Sin embargo, otra ingeniera
británica, llamada Constance Tipper, demostró que ese no era el problema, sino
que el acero utilizado no aguantaba una temperatura tan baja del agua.
Curiosamente, cuando esos aceros
navegaban por aguas demasiado frías, solían comportarse como si estuvieran
derretidos en los hornos de fundición. Por ello, se les aplicó a esas chapas de
acero un proceso de laminado en frío.
Así que inventó el Test de Tipper
con el que se puede observar el comportamiento de los aceros empleados en la
construcción de los barcos, según las condiciones del agua.
Los primeros 14 barcos de esta
nueva clase fueron botados a finales de septiembre de 1941. Unos meses antes de
que los japoneses atacaran Pearl Harbor.
De esa forma, al final de la
guerra, se habían construido 2.750 barcos de esta clase en los 18 astilleros,
de ambas costas, dedicados a ello.
Evidentemente, eran presas
fáciles para los submarinos alemanes y japoneses. No obstante, sólo lograron
hundir a unos 200 de ellos.
Posteriormente, los fueron
artillando con piezas de todo tipo y algunos llegaron a entrar en combate con
otros barcos mercantes artillados del enemigo y hasta hundirlos a causa de los
incendios provocados por sus disparos.
Sin embargo, la mayoría de estos
barcos mercantes fueron utilizados para abastecer a la URSS, después de que se
produjera la invasión alemana. De hecho, fueron llamados los buques de la
victoria.
Incluso, muchos de ellos también
fueron utilizados para el transporte de tropas. Tanto en el Desembarco de
Normandía, como en las operaciones navales en el Pacífico.
En aquella época se popularizó un
cartel, donde aparecía una mujer a la que llamaron “Rosie, la remachadora” y
donde se podían leer en inglés “nosotras podemos hacerlo”.
De hecho, como la mayoría de los
hombres estaban movilizados, hubo unos 20 millones de mujeres trabajando en
fábricas de aviones, barcos, municiones y suministros de todo tipo. Las que
fabricaban estos mercantes fueron llamadas “damas Liberty”.
Posteriormente, cuando se demostró la versatilidad de este tipo de
mercantes, se optó por construir otros un poco más grandes y con unos motores más potentes. Eran los de la clase Victory.Volviendo a los Liberty, muchos
de ellos llegaron al final de la guerra, incluso algunos fueron utilizados en
la guerra de Corea. Así que después fueron vendidos a varios armadores, sobre
todo, griegos e italianos y llegaron a navegar hasta los años 70. Sólo dos de
ellos han quedado en exhibición en un museo naval.
Curiosamente, al principio,
tuvieron muchos detractores. Hasta el propio presidente Roosevelt los veía como
feos y les llamaron “patitos feos”. Incluso, los oficiales de la Armada les
apodaron “vacas marinas”. Pero luego comprobaron su gran versatilidad a lo
largo de la guerra.
Como se construyeron tantas
unidades de esta clase, tuvieron nombres de todo tipo. Parece ser que un
centenar de ellos recibieron los nombres de algunos marinos mercantes USA
muertos en esta guerra. Por lo visto, murieron unos 9.000 marinos mercantes USA
en barcos de todo tipo.
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