ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 8 de diciembre de 2018

MARCO LICINIO CRASO Y LA LEGIÓN PERDIDA


Seguro que más de uno habrá visto aquella magnífica película titulada “Espartaco”, estrenada en 1960. Dirigida por Stanley Kubrick y protagonizada por el, no menos genial, Kirk Douglas.
En ella, también podíamos contemplar al famoso actor británico Sir Lawrence Oliver, el cual encarnaba el papel de Craso. Podemos ver que representaba a un personaje muy ambicioso
y a veces cruel. Incluso, en una de las escenas, que fue censurada en España, mantiene un diálogo de claro contenido homosexual con el personaje interpretado por el célebre Tony Curtis.
Así que me parece que no estaría de más que nos tomáramos un rato para conocer a este curioso personaje.
Nuestro personaje de hoy se llamaba Marco Licinio Craso. Nació en Roma en el 115 a. de C. (ahora quieren que se diga antes de la Era Común, por aquello de no molestar a los que no son cristianos).
Pertenecía a una rancia familia patricia venida a menos. Su padre, Publio, había llegado a ser uno de los dos cónsules del año 97 a. de C.
Uno de sus hermanos murió en las llamadas Guerras Sociales, cuyos orígenes estuvieron en las revueltas de los otros pueblos aliados de Roma, que vivían también en la Península Itálica y a quien los romanos no les querían otorgar los mismos derechos que tenían ellos.
En cambio, su padre y otro de sus hermanos murieron en esas frecuentes guerras civiles, que solían originarse en la antigua Roma.
Curiosamente, a él no se le ocurrió otra cosa que huir hacia Hispania. Debía de ser que eso ya estaba, por entonces, de moda.
Esta vez sí que acertó. Consiguió reunir un ejército, que luchó al lado de Sila. Así luchó contra las tropas de Mario, tío de César. Incluso, participó en la victoria de Porta Colina, al frente del ala derecha del Ejército de Sila.
Lógicamente, eso de haber luchado en el bando triunfador, le aportó pingües beneficios. Las famosas “proscripciones” de Sila, consistentes en unas medidas por las que confiscaron todos los bienes a sus enemigos políticos, lograron que Sila y algunos de sus partidarios se hicieran muy ricos, al apropiárselos.
En el 73 a. de C., fue nombrado pretor y, entre otras cosas, tuvo que hacer frente a la mencionada sublevación de Espartaco, a la que ya dediqué, hace tiempo, otro de mis artículos. Para ello, utilizó un Ejército de unos 40.000 soldados.
Parece ser que, en un gran acto de crueldad, llegó a crucificar a 6.000 esclavos supervivientes, que no habían sido reclamados por sus dueños. Sus cruces se colocaron a lo largo de la Vía Apia. Una de las rutas más transitadas para llegar desde el sur a Roma.
No obstante, solía ser igual de cruel con sus propios soldados y ordenó ejecutarlos en muchas ocasiones. Ya sabemos que los más cobardes son los más crueles. No hay más que ver que ni Hitler, ni Himmler dispararon un solo tiro en la I Guerra Mundial.
Pompeyo, que, en el 71, regresaba de la Galia, también atrapó a otros miles de esclavos fugitivos. Sin embargo, el Senado concedió el triunfo a éste y no a Craso. Lo que le
disgustó mucho.
En cambio, le concedieron una ceremonia de rango menor, llamada la ovación, argumentando que había luchado contra un enemigo de inferior categoría, como eran los esclavos.
No obstante, en lugar de oponerse a que nombraran a Pompeyo, como nuevo cónsul, pues no podía ser elegido para ese puesto, apoyó su candidatura y ambos fueron los nuevos cónsules del año 70.
A partir de ahí, sus relaciones empiezan a estropearse, pues Pompeyo siempre intentaba acaparar todos los cargos y el poder que daba el tenerlos.
Como Craso no tenía fuerzas suficientes para enfrentarse a Pompeyo, se dedicaba a realizar actos contrarios a éste.
En un principio, compró a César a base de pagar todas sus deudas, pero fracasó en su proyecto a causa del enfrentamiento con Cicerón. Luego, apoyó a Catilina y lo defendió de las acusaciones, que se hicieron contra él, de intentar asesinar a los cónsules del año 65 a. de C.

Como se puede ver, se dedicaba a comprar voluntades, en su lucha contra Pompeyo, porque Craso disponía de mucho dinero, pero no encontraba a nadie capaz de enfrentarse a Pompeyo, el cual siempre tuvo fama de ser muy sanguinario.
Nuestro personaje casó con una mujer llamada Tértula, de la que apenas se conoce nada. Sin embargo, se sabe que tuvieron dos hijos, un varón y una hembra, a los que casó con

miembros del poderoso clan de los Metelos, uno de los más importantes de la República Romana, que luego emparentaron con los famosos Escipión. Lógicamente, se trataba de enlaces de conveniencia para aumentar el poder de los diversos clanes romanos.
También se adueñó de una forma muy curiosa de gran parte de Roma. Se puede decir que fue el creador del primer cuerpo de bomberos. Por supuesto, conociendo a este personaje, no vayamos a pensar que lo hacía de forma desinteresada.
Cuando veía que comenzaba a arder uno de los edificios de Roma, lo cual era muy corriente, mandaba a su gente para allá. Luego llegaba él y no daba la orden de apagarlo, hasta que el propietario del mismo no se lo vendiera al precio más barato posible.
Craso tampoco fue nunca muy fiel a su gente. Cuando vio que Catilina ya no le servía para sus intereses, le dejó caer en manos del Senado.

Incluso, movilizó al pueblo para apoyar una Ley que estaba en contra de regalar tierras a los veteranos de Pompeyo. Como siempre, Cicerón, le tumbó esa Ley.
En el 59 a. de C., apoyó la carrera de Julio César para su acceso al consulado. Incluso, éste consiguió que Craso se reconciliara con Pompeyo y ocupara el tercer lugar del Primer Triunvirato de Roma. Por cierto, algo que iba en contra de la constitución no escrita de la República de Roma.
Como todos sabemos, César, fue destinado a luchar en las Galias. En principio, sólo fue a ayudar a unas tribus aliadas de Roma. Luego, como todos sabemos, conquistó todas las Galias para Roma.
Durante su ausencia, se produjeron muchos cambios. Craso se desplazó a Egipto para reponer en el trono a Ptolomeo XII, el padre de la famosa Cleopatra VII. Por lo visto, no tuvo mucho éxito en esa empresa.
Parece ser que en el 56 a. de C. se reunieron los tres triunviros en la ciudad de Lucca. Allí solventaron sus diferencias y decidieron repartirse el territorio, para que no existieran más conflictos entre ellos.
Craso se quedó con la zona oriental, para lo cual obtuvo un mandato de 5 años. No se le ocurrió otra cosa que ir, en el 55 a. de C., hacia la provincia de Siria a luchar contra los partos, sin que hubiera ninguna provocación por parte de estos.
Lo cierto es que Craso nunca fue un militar relevante, pero también es verdad que, en una sociedad, como la romana, era casi imprescindible haber sido un militar de prestigio para optar a las más altas magistraturas.
Eso también lo podemos ver, en USA. Casi todos sus presidentes han sido héroes de guerra. Incluso, el mismo JFK o Nixon. El primero, en un principio, fue rechazado debido a una grave lesión de los tiempos en que jugaba en la Universidad al fútbol americano. Incluso, su padre, tuvo que recurrir a todas sus influencias para que pudiera participar en la II Guerra Mundial.
Por lo que respecta a Nixon, siempre fue cuáquero, o sea, pacifista, y no tenía obligación de participar en esa guerra. Sin embargo, hizo todo lo posible hasta que consiguió ingresar en la Armada, igual que JFK.
He puesto esos ejemplos, porque, aunque parezca mentira, muchas de las instituciones actuales de USA están copiadas del mundo romano. Incluso, hay una edad mínima para ser presidente en USA, igual que hubo otra para ser cónsul en Roma. No voy a extenderme más en este tema, para no alargar este artículo.
En un principio, Craso, llegó a obtener algunas importantes victorias. Incluso, entró en Jerusalén y saqueó el famoso Templo de Salomón.
Tuvo un exceso de confianza, al permitir que se dividiera su Ejército de unos 42.000 soldados. De esa manera, perdió a buena parte de su caballería, pues la mayoría la componían sus aliados armenios, que, tras la división, habían quedado separados del grueso del Ejército
También hay que decir que, por entonces, la Caballería no era tan efectiva, como lo fue después, pues los jinetes no podían hacer una carga con lanzas, ya que se caerían del caballo, ya que aún no se había inventado el estribo, para poder apoyarse en él.
En su avance hacia Mesopotamia, en el 53 a. de C., sufrió una derrota aplastante a causa de un ataque de los partos, al mando de Sureno. Los legionarios romanos fueron aniquilados a causa de las múltiples cargas realizadas por arqueros a caballo. Esta batalla tuvo lugar en Carras, la actual ciudad de Harrán, perteneciente a Turquía.
Es posible que los romanos se confiaran, porque sus generales habían colocado a sus tropas de forma que el enemigo tuviera el Sol enfrente. Lo cual, en aquella época, se consideraba toda una ventaja.
Sin embargo, no fue tal, porque los partos desplegaron unos enormes estandartes, confeccionados con una seda muy brillante, que sirvió para deslumbrar a los legionarios romanos.
Al final, los mismos generales romanos presionaron a Craso para pedir la rendición. Parece ser que fue asesinado, cuando éste se hallaba parlamentando con Sureno o Surena, que lo podréis encontrar escrito de las dos formas.
Por lo visto, los partos ya sabían que era un hombre muy amante del dinero. Así que, haciendo un alarde de un discutible sentido del humor, lo ataron y le metieron oro derretido por la boca, hasta que murió.
Una vez decapitado, su cabeza fue utilizada durante una representación de la famosa obra teatral Las Bacantes de Eurípides. Ya veis que estos no eran tan analfabetos, como decían los romanos.
Sólo pudieron escapar alrededor de unos 6.000 hombres, al mando de Casio Longino, que luego fue uno de los asesinos de Julio César. Unos 10.000 supervivientes quedaron como esclavos de los partos. También murió el único hijo varón de Craso.

Algunos historiadores romanos la calificaron como “la Legión perdida”. Se sabe que los condujeron a una zona alejada de la frontera con el territorio romano. Concretamente, a un lugar situado en el actual Afganistán.
Luego, muchos de ellos, que aún podían combatir, fueron llevados a una zona, que se encontraba en el actual Turkmenistán, donde tuvieron que luchar contra los hunos. Concretamente, en la frontera delimitada por el río Amu Daria.
Parece ser que, en el 20 a. de C., cuando Augusto firmó el tratado de paz con los partos, exigió la vuelta de estos legionarios. Sin embargo, ya se desconocía el paradero de la mayoría de ellos.
Curiosamente, en los escritos de la dinastía china Han se narran sus luchas contra unos guerreros muy disciplinados, que combatían en formación, se protegían con sus escudos de una forma que nos recuerda a las testudos romanas y construían campamentos cuadrados con casas hechas de madera y calles rectilíneas, que se cruzaban en ángulo recto. Todo ello, rodeado por una empalizada, también realizada con troncos de madera.
Parece ser que aquellos supuestos legionarios romanos defendían una ciudad llamada Zhizhi, la cual, con el tiempo, cayó en manos de los chinos.
Por lo visto, sólo quedaron unos 1.000 supervivientes y fueron llevados por los chinos a una ciudad, que llamaron Li-Jien, o sea, como los chinos llamaron al Imperio Romano.
Parece ser que tampoco podían regresar a Roma, pues ésta les había retirado su ciudadanía, por haber estado sirviendo, militarmente, al enemigo.

Curiosamente, los actuales ciudadanos de ésta presentan unos rasgos diferentes a los tradicionales de los chinos. Hay muchos con pelo castaño, barba, nariz aguileña y ojos azules y verdes.
A partir de 2001, una universidad china realizó una serie de investigaciones, donde se demostró que el ADN de un 46% de sus habitantes es típicamente europeo. Además, se encontraron enterramientos con esqueletos de personas, cuya altura media era de 1,80m.
No hará falta decir que en el mundo de la Literatura también ha habido escritores, como Santiago Posteguillo o Valerio Massimo Manfredi, que han dedicado alguna de sus obras a este interesante tema.
Parece ser que, como ahora el Gobierno Chino pretende atraer el turismo, pues les ha hecho gracia este tema y fomentan que, en ese lugar, se realicen desfiles con gente vestida de romanos o erijan monumentos donde se vea la imagen de un romano.

TODAS ESTAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Lo cierto es que craso error viene de la palabra latina "crassus", que viene a significar gordo o grande. Así que vendría a decir "grueso error".
      Por lo que se refiere a nuestro personaje, los romanos tenían el llamado prenomen, en este caso Marco; el nomen, que indicaba a la familia a la que pertenecía, aquí sería Licinio; por último, tenemos el cognomen, que indicaba la rama familiar dentro de esa familia o también una especie de apodo, que podría heredarse. En este caso, sería Craso.
      También podemos encontrar otros cognomen como Rufo (pelirrojo), Torcuato (por haber conseguido un torque de los galos), etc.
      En el caso de César, se dice que significaría velludo. Sin embargo, yo también he encontrado que un antepasado de Julio César capturó uno de esos elefantes, que llevaban los cartagineses y a los que llamaban algo parecido a César o Zar.
      Las mujeres romanas no utilizaban el cognomen.

      Saludos.

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