Todos sabemos que una cosa es
vencer en una guerra y otra muy diferente haber conquistado y pacificado un
país.
Podemos poner como ejemplo
nuestra Guerra de la Independencia, donde el mejor ejército del mundo, en ese
momento, que era el de la Francia de Napoleón, no tuvo ningún problema para
invadir España. Sin embargo, sus soldados nunca estuvieron seguros en ninguna
parte de
nuestra geografía.
Evidentemente, los guerrilleros
españoles no ganaron ellos solos la guerra, pero ayudaron mucho a los ejércitos
regulares del Reino Unido, Portugal y España para poder vencer al potente
ejército galo.
Se podrían dar muchos ejemplos.
Recientemente, se ha dado el caso de que las tropas aliadas tuvieron algunas
bajas al efectuar la invasión de Irak, en la llamada Segunda Guerra del Golfo.
Sin embargo, las tropas de
ocupación sufrieron casi el triple de bajas, cuando intentaron pacificar ese
país. Es normal, porque los guerrilleros no suelen vestir uniformes y, si a un
soldado, que patrulla por la calle, se le cruza un hombre o una mujer vestidos
de paisano, no puede saber las intenciones que tiene, hasta que se le acerquen.
Al final de la II Guerra Mundial,
cuando los líderes nazis ya estaban viendo que su “imperio de los 1.000 años”
se estaba “derritiendo” como la cera, intentaron movilizar a ciertos sectores
de la población, para que resistiesen el avance de los aliados.
El carácter de esta nueva unidad
se basaba en un discurso de Werner Naumann, secretario de Estado del Ministerio
de Propaganda, cuyo titular era Goebbels.
El citado texto, cuyo título era
“Capitular, ¡nunca!”, fue leído el
23/03/1945, en Múnich y, posteriormente, publicado por este ministerio. En el
texto se decía que todos y cada uno de los
alemanes debía luchar hasta la muerte.
En un principio, se creó una
unidad con unos 5.000 hombres, procedentes, en su mayoría, de las SS y de las
Juventudes Hitlerianas. Luego, se les unieron algunos más.
Se le dio el mando de este grupo
al teniente general de las Waffen-SS, Hans Adolf Prützmann, un veterano del
frente oriental. Precisamente, en ese frente estuvo estudiando la táctica de
las guerrillas soviéticas en Ucrania, que tanto daño hicieron al avance de las
tropas alemanas.
Durante la II Guerra Mundial,
esta unidad se ocupó de realizar sabotajes, que dificultaran la logística de las
unidades aliadas.
Se cree que su cuartel general
estaba situado en el castillo de Hülchrath, fortaleza del siglo XIV, que está
en la localidad de Erkelenz, en Baviera.
Ciertamente, no tuvieron mucho
éxito, pues, hasta su propio jefe fue capturado por los británicos, en mayo de
1945, y se suicidó tragándose una
cápsula de veneno.
No obstante, antes de acabar la
guerra, enterraron, según parece, bastantes explosivos y municiones para seguir
con las hostilidades en la posguerra. Muchos de estos arsenales fueron
encontrados por las tropas soviéticas.
Parece ser que el nombre de
Werwolf (hombre-lobo) lo tomaron del título de una novela de uno de los autores
favoritos de los nazis, Hermann Löns, “Der Wehrwolf”, publicada en 1910.
Esta novela estaba basada en la época
de la Guerra de los 30 años (1618-1648). En ella, se narraba la historia de
unos campesinos alemanes que, hartos de que los diferentes bandos de esa
contienda violentaran sus familias y arruinaran sus propiedades, se unieron
para
Éste era el llamado “Wolfsangel”,
una especie de anzuelo, que los campesinos solían colgar de los árboles, con un
cebo, para que, los lobos, al morderlo, no se pudieran soltar y murieran allí
colgados.
Ya en la posguerra, lo que
pretendía este grupo era aterrorizar al país y a los ocupantes aliados. Así
como no dejar que llegara la ayuda internacional a Alemania.
Las tácticas que utilizaron
fueron el empleo de francotiradores emboscados, los incendios y los sabotajes
generalizados.
No deberían de tener mucho apoyo
popular, pues intentaron obligar a la gente a colaborar con ellos. De ahí su
lema “quien no está con nosotros, está contra nosotros”.
Las víctimas más conocidas de
este grupo de terroristas fueron el Dr. Franz Oppenhoff, nuevo alcalde de
Aquisgrán, el cual fue asesinado en marzo de 1945, en la puerta de su casa.
También se pueden citar entre sus
víctimas al mayor John Poston, oficial de enlace del mariscal Montgomery y el
general soviético Nikolai Berzarin, comandante militar de Berlín. Otras versiones
dicen que este último murió, simplemente, en un accidente de tráfico.
Aunque los soviéticos nunca lo
reconocieron, este grupo informó de que había atacado varias veces a las tropas
soviéticas asentadas en Polonia. Dicen que el más grave, provocó la muerte de
44 personas.
También, una explosión atribuida a
este grupo, afectó al cuartel general de la Policía en Bremen, matando a
algunos soldados USA y varios policías alemanes. Otras fuentes afirman que la
explosión fue debida a una bomba de aviación que no estalló cuando fue lanzada.
Algo muy habitual, incluso hoy en día, en Alemania.
Es curioso, porque tanto Himmler
como Keitel, intentaron deshacer esta unidad en los últimos días de la guerra,
pero, por lo que se ve, algunos continuaron luchando.
Parece ser que organizaron una
serie de grupos, que se dedicaron, durante la posguerra, a recaudar fondos para
la organización. Estos grupos fueron cayendo en pocos meses.
Cuando se creó este movimiento,
en otoño de 1944, Goebbels, también le proporcionó un periódico y una emisora
de radio propia, para difundir los mensajes de los nazis más radicales.
No eran lo mismo que las famosas
“Volksturm”, que fueron unas unidades creadas al final de la II Guerra Mundial,
para intentar parar a los invasores soviéticos y que estaban compuestas,
mayormente, por jubilados y adolescentes. Estas unidades dejaron de existir
después de la guerra.
Lo que parece que está claro es
que la gente, en la posguerra, no quería ya más guerra y no quiso colaborar con
ellos. Posiblemente, esa fue la auténtica causa de su fracaso.
Realmente, la gente no puso ninguna
traba al avance de los ejércitos USA y británico, porque preferían ser ocupados
por ellos, más que por los soviéticos.
Precisamente, en algunos casos
intentaron incendiar o volar algunas fábricas, sin embargo, los propios
trabajadores de las mismas se opusieron a ello, para no quedarse sin trabajo.
Parece ser que también realizaron
un ataque a un museo de Berlín, donde, desgraciadamente, destruyeron una serie
de obras de arte y mataron a los guardianes.
Los aliados lucharon contra ellos
a base de establecer continuos controles policiales y prohibiendo ciertas
reuniones.
Algunos autores dicen que los
soviéticos, en su zona de ocupación, emplearon unas medidas muy duras, para
luchar contra estos terroristas, que molestaron mucho al resto de la gente.
Incluso, mataron a algunos inocentes, al haberlos confundido con terroristas.
Por ello, a los aliados, les
costó mucho más trabajo convencer a la población alemana para que confiaran en
ellos y en las reformas sociales que querían implantar.
Hay disparidad de criterios entre
algunos autores. La mayoría dice que nunca fueron un grave problema para las
fuerzas aliadas de ocupación.
Sin embargo, otros afirman que
algunas de estas unidades se retiraron a la Selva Negra y a las montañas Harz, una
zona llena de minas, donde pudieron esconderse y resistir casi hasta 1950.
También se dice que estas fuerzas
actuaron en algunas zonas del exterior, donde se estaba expulsando a sus
tradicionales pobladores alemanes, asesinando a algunos de los nuevos colonos.
No obstante, también se sabe que
los aliados ejecutaron acciones de represalia contra la población civil.
En Alsacia, los franceses,
expulsaron a miles de civiles de sus casas y los obligaron a desenterrar los
explosivos de los campos de minas.
También, en otras ciudades,
algunos soldados aliados dispararon a la población civil y violaron a muchas
mujeres.
Todavía, en 1948, aún se
impusieron en algunas ciudades toques de queda y fuertes multas por resistirse
a las autoridades aliadas.
Muy interesante como siempre. Yo me decanto por creer que nunca representaron más que una molestia bastante marginal para las fuerzas de ocupación aliadas, el hartazgo de la violencia y el aplastante sentido de derrota y culpa de la sociedad alemana de posguerra creo que animó a la mayor parte de los supervivientes a mirar hacia adelante, adaptarse a la nueva situación y sobrevivir. También sobre este tema tengo un recuerdo cinéfilo. La primera película que vi de Lars von Trier fue "Europa", a principios de los noventa, que trataba este tema y me pareció muy interesante en sus aspectos formales pero un tostón en lo narrativo.
ResponderEliminarSiento no haber visto tampoco esa película. La verdad es que voy poco al cine, porque no me gustan casi ninguno de los estrenos actuales.
EliminarMe da la impresión de que la mayoría de la población alemana estaba muy harta de la guerra y no quería continuarla de ningún modo. Eso le restaría casi todos los apoyos a este movimiento. Aparte de que, según parece, en algunos casos, los aliados pagaron las culpas de estos terroristas con la población inocente.
Además, aunque hoy en día mucha gente piense que la mayoría de los alemanes eran nazis, eso no es cierto. Cuando Hitler llegó al poder también había muchos millones de alemanes que votaron a la izquierda y hasta a los comunistas.
Hitler ni siquiera fue alemán, mientras que Marx, Engels o Liebknecht sí lo fueron.
Saludos.
Enseguida pensé en los maquis que lucharon contra Franco. A pesar de su actuación en la guerra, las SS no son consideradas terroristas a pesar de haber sembrado el terror, pero sus actos de sabotaje y asesinatos, así como impedir que llegue a Alemania la ayuda internacional, hace que terminen siendo considerados terroristas aunque ahora tengan otro nombre. ¿También se hubieran considerados terroristas si hubieran tenido como base otra gente que no viniera de la SS?
ResponderEliminarA mi modo de ver, terrorista es todo el que practica el terrorismo. También meto dentro de este apartado a los clasificados como criminales de guerra, tanto a los condenados como tales, como a los que no lo fueron, por haber ganado la II GM.
EliminarNo me vale eso que se dice de que en la guerra se hace de todo, porque también tiene unas reglas y, por ello, condenaron a unos cuantos en Nuremberg.
Sin embargo, no hubiera estado de más que también hubieran juzgado, por el mismo motivo, a algunos generales aliados.
Los SS nunca fueron muy queridos por el pueblo alemán, ni siquiera por el Ejército, porque era una milicia nazi muy radical.
El Gobierno de Hitler siempre les cuidó mucho, incluso, los militares decían que las mejores armas y los uniformes de mejor calidad siempre iban a las unidades SS.
Saludos.