Ya sé que me vais a decir que
cada día traigo más gente rara al blog, pero yo creo que esta historia no os va
a defraudar. Además, de los personajes más corrientes ya habla todo el mundo.
Así que no tiene mucho mérito.
El conde Ugolino della
Gherardesca fue un noble de Pisa. No sería
correcto decir de Italia, porque este país no existía, por entonces.
Nació hacia 1220 en esa ciudad,
en el seno de una familia noble y perteneciente
al partido de los gibelinos, también llamado el partido del emperador.
Como contrapartida, estaba el de los güelfos, también llamado partido de la
Iglesia.
Durante los siglos XII y XIII, en
lo que hoy llamamos Italia, hubo muchas luchas, pues el territorio se dividió
entre esos dos partidos. En esa época, hubo muchas luchas para poder dirimir
quién debería mandar sobre la Cristiandad.
En realidad, estos nombres
procedían de Alemania, donde unos apoyaban a los duques de Baviera, a los que
llamaban Welf, y otros a la familia Hohenstaufen, a los que llamaban
Waiblingen, que degeneró en gibelino, al llegar a Italia.
Se cree que estos partidos
nacieron en Italia, cuando el emperador Federico Barbarroja se anexionó varias
zonas de esa península.
La liga Lombarda defendió sus
derechos y los de las comunas, ante los intentos de apropiación de los mismos,
por parte del emperador. Estos fueron llamados güelfos y apoyaron el poder del
Papa para contrarrestar el del emperador.
Este partido solía estar formado
por las familias enriquecidas por el comercio. Mientras que los gibelinos, que
apoyaban el poder del emperador, solían ser propietarios agrícolas y ganaderos.
La cosa llegó a tal extremo que
el propio emperador, Federico Barbarroja, fue vencido en 1176, en la batalla de
Legnano y tuvo que reconocer la autonomía de las ciudades pertenecientes a la
Liga Lombarda.
Estas rivalidades llegaron a provocar
que una ciudad se proclamara, en su totalidad, partidaria de una causa u otra y
presentara batalla contra la rival. Esto ocurrió en varias ocasiones, como la batalla
de Montaperti, que tuvo lugar en 1260. Este enfrentamiento duró hasta el siglo
XV.
Hubo ciudades, como Florencia,
donde se alternó durante un tiempo el control por uno u otro partido. Incluso,
como anécdota, se puede decir que algunos vistieron de cierta manera, para
indicar a qué partido pertenecían. Otros llevaban una pluma en un lugar determinado
del
sombrero, etc.
Los gibelinos optaron por una
bandera con una cruz blanca sobre un fondo rojo, que era la bandera del Sacro
Imperio. Por el contrario, los güelfos, optaron por una bandera parecida, pero
con los colores a la inversa. O sea, una cruz roja sobre un fondo blanco.
Todavía, hoy en día, podemos
saber si una ciudad fue de un partido u otro observando su escudo. Esto ocurre
con las antiguas ciudades gibelinas de Pavía, Novara, Treviso, Módena, Pisa,
etc.
Lo mismo ocurre en los casos de
antiguas ciudades güelfas como
Milán, Padua, Bolonia, Cremona, Florencia, etc.
Una vez aclarado este tema, tengo
que decir que Pisa, la ciudad de nuestro personaje, se decantó por los gibelinos,
mientras que sus vecinas de alrededor se fueron al bando contrario.
Esto hizo que en Pisa se viviera
constantemente en una situación de emergencia y, por ello, se le dio a su
gobernante el título de podestá, para que tuviera unos poderes casi
dictatoriales.
Ugolini era uno de los jefes de
la facción gibelina. Su familia siempre tuvo muy buenas relaciones con los
emperadores de la dinastía Hohenstaufen, lo cual hizo que ésta destacara sobre
las demás.
En 1252 fue nombrado gobernador
de Cerdeña, por el emperador Federico II, permaneciendo en ese puesto hasta que
las tropas de Génova conquistaron esa isla, en 1259.
Precisamente, unos años antes, había
casado a su hijo, Güelfo, con una hija del rey Enzo de Cerdeña.
Después, fue nombrado Podestá de
Pisa, tomando una serie de medidas que no gustaron a muchos de sus
conciudadanos.
En 1271 aprobó el matrimonio de
su hermana con Giovanni Visconti, aliándose con esta familia, que eran los líderes
del partido contrario. Esto levantó muchas sospechas entre sus compañeros de
partido.
En 1274, ambos fueron encerrados,
acusados de realizar un complot para destruir el gobierno de Pisa, para unirse
con otras ciudades.
Una vez puestos en libertad, tuvieron
que exiliarse. No perdió el tiempo, pues consiguió reunir muchos partidarios
güelfos en Florencia y Lucca y, junto con la ayuda prestada por el rey francés,
Carlos I, consiguió atacar Pisa y hacerse de nuevo con el poder.
Los partidarios de Ugolino,
capitaneados por sus hijos, Güelfo y Lotto, vencieron en 1275 a las tropas de
Pisa en la batalla de Bolgheri.
Así que, al año siguiente, los pisanos
tuvieron que aceptar que volvieran todos los exiliados y devolverles los bienes
que les habían confiscado.
En 1282 hubo una nueva guerra
entre Pisa y Génova. Esta vez, las fuerzas pisanas iban capitaneadas por
Ugolino.
No hay mucho acuerdo en lo que pasó
en la batalla de Meloria, en 1284, lo cierto es que las naves de Ugolino se retiraron
antes de tiempo y su hijo, Lotto, cayó prisionero del enemigo.
Ese mismo año, se reanudó el conflicto
contra Pisa. El problema es que esta vez se habían aliado contra ella nada
menos que Génova, Florencia y Lucca.
Los pisanos recurrieron a Ugolino
y le nombraron podestá. Éste, recurriendo a ese dominio de la diplomacia, que
les es tan querido a los italianos, consiguió firmar unos tratados, por
separado, con Florencia y Lucca. Así que Génova tuvo que seguir haciendo la
guerra por su cuenta contra Pisa.
En 1286, asoció a su puesto a su sobrino
Ugolino Visconti, también llamado Nino. Cuando el pueblo de Pisa pretendió que hiciera
un tratado con Génova, para que volvieran los prisioneros a la ciudad, se opuso
vivamente, aduciendo que eso iba en contra de los intereses de Pisa en Cerdeña.
Tal vez, eligió esa postura, porque
él aún tenía intereses personales en esa isla o también para que no volvieran,
al menos, de momento, gentes que le podían haber descabalgado del poder en
Pisa.
El 01/07/1288, el arzobispo
Ruggieri degli Ubaldini lanzó las masas populares contra los partidarios de Ugolino.
Hubo luchas por toda la ciudad, hasta que consiguieron vencer a nuestro personaje
y capturarle.Fue encerrado por orden del arzobispo en la torre Gualandi, también llamada Mida. No obstante, siguiendo las costumbres del lugar, sus familiares intentaron pagar su rescate. Algo que no fue aceptado por el clérigo.
Junto con él, fueron encerrados
en esa torre, sus hijos Gaddo y Uguccione y dos nietos, Nino y Anselmuccio. El arzobispo
les condenó a todos a morir de hambre, prohibiendo que se les socorriera, ni siquiera
les permitió la tradicional asistencia religiosa a los moribundos. Incluso, tiró
al río las llaves de la torre.
En marzo de 1289, cuando ya no se
escuchaba ningún ruido en la torre, se procedió a abrir la celda y se les
encontró a todos muertos. Sus restos fueron enterrados en la iglesia de San
Francesco.
Una leyenda decía que Ugolino
había muerto el último, por lo que la única explicación es que se hubiese ido
comiendo a los que iban muriendo.
Por eso, los muchos artistas que
han retratado a ese grupo, lo representan como un caníbal, mordiéndose sus
propios dedos.
No obstante, estudios más
recientes ponen en duda esa versión, pues no han encontrado ninguna evidencia de
antropofagia en los cadáveres.
Este suceso se hizo famoso por
aparecer en la obra “La Divina Comedia”, dentro
de “El Infierno”, de Dante, donde se le cita, devorando el cuerpo de su
enemigo el arzobispo. Incluso, sus hijos le invitan, en la obra, a que devore
sus propias carnes, "pues a él se las debían".
Que interesante relato. Una tragedia muy bien representado por la exquisita escultura! Gracias
ResponderEliminarPerdón soy Martha Romero de Argentina.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario. Le invito a leer otros artículos de mi blog. Tiene 587 artículos donde elegir.
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