Cuando se habla de lo mal que
trató el régimen franquista a los republicanos, hay que decir que hubo de todo.
Es cierto que hubo gente que lo pasó muy mal (yo conocí a algunos de ellos) y
otros a los que no les fue tan mal.
Hoy traigo al blog el caso de una
persona llamada Albino Lasso Conde. Nuestro personaje nació en 1906 en Madrid.
Parece ser que perteneció a una
familia muy acomodada y con muchas propiedades agrarias en la provincia de
Cuenca.
Incluso, fue sobrino del teniente
general José Lasso Pérez, que llegó a ser el titular de varias capitanías
generales, en la época de la guerra de Cuba.
Albino estudió en la Escuela
oficial de Ingenieros de caminos, canales y puertos de Madrid, licenciándose en
1932.
Parece ser que empezó trabajando en una compañía eléctrica de Cuenca para luego aprobar la oposición e ingresar en el cuerpo de ingenieros de caminos, canales y puertos del Estado.
Como trabajaba en Madrid, se hizo
socio del Ateneo y allí conoció e hizo amistad con Manuel Azaña. Eso hizo que
fichase por el partido Izquierda Republicana, cuyo presidente era Azaña.
En 1936, Albino se presentó a las
elecciones generales como candidato de su partido por la provincia de Cuenca. Un
partido adscrito al Frente Popular.
Es de sobra conocido que, en esas
elecciones, se produjeron muchas incidencias y en algunas provincias, como
Cuenca, hubo que repetirlas, pero Albino salió elegido también la segunda vez.
Hay que decir que en Cuenca se
presentaron dos personajes muy conocidos. Uno de ellos era José Antonio Primo
de Rivera. El otro fue el propio Francisco Franco. Sin embargo, este último
quiso presentarse a la repetición de las elecciones, pero no le dejaron por no
haberse presentado la primera vez a las mismas.
Sabemos que la guerra civil empezó a mediados de julio. Ese fue un hecho muy importante, ya que a mucha gente le pilló lejos de su residencia habitual por hallarse de vacaciones.
Concretamente, Albino se hallaba
en San Sebastián, una ciudad que quedó en la zona republicana. Así que se puso
a las órdenes de las autoridades militares republicanas.
De momento, se le asignó el grado
de capitán de Aviación. Supongo que sería para construir o reparar las pistas,
porque no era piloto.
Posteriormente, se le ascendió a
mayor de milicias y se le puso al cargo de un batallón encargado de las vías
ferroviarias. Incluso, llegó a ser secretario de Aviación. Lo que entonces se
llamaban las FARE (Fuerzas Aéreas de la República Española).
En 1938, su nombre alcanzó cierta
notoriedad por un suceso ocurrido en los tribunales de Justicia.
Parece ser que en la Audiencia
Territorial de Madrid existía una gran rivalidad y casi enemistad entre el
presidente de la misma, Luis Zubillaga, del PSOE, y el fiscal jefe, Feliciano
López y López de Uribe, del PCE.
A finales de junio de ese año, el fiscal de la audiencia, siguiendo las órdenes de López de Uribe, ordenó la detención del matrimonio formado por Rogelio Periquet y María Teresa Giralt, ambos muy amigos de Zubillaga.
Periquet era un abogado, que
había defendido a algunas personas acusadas de ser miembros de la Quinta
Columna y, por tanto, también le acusaron a él de lo mismo.
En cuanto se enteró Zubillaga de
la detención de sus amigos, ordenó la detención de Sara Giralt, hermana de María
Teresa, acusándola de espionaje.
Sara tenía la nacionalidad cubana
y estaba casada con un oficial español de Artillería, el cual se hallaba
refugiado en una embajada. Por lo visto, Sara era amiga del fiscal jefe.
Parece ser que Albino tenía mucha
amistad con Sara y eso dio lugar a que firmase varios avales para que la
dejasen en libertad. Aunque luego se demostró que aquello era algo más que una
simple amistad.
Se supone que el propósito de estas detenciones cruzadas eran conseguir una especie de pacto o canje para que los tres quedasen en libertad. A pesar de ello, ese rifirrafe duró todo el verano de 1938. Cuando el gobierno cesó a Zubillaga y a López de sus respectivos puestos.
De todas formas, me parece un
juego muy peligroso acusar, falsamente, a una persona, para conseguir la
libertad de otras y más en ese momento, donde se fusilaba a diestro y
siniestro.
En febrero de 1939, Albino
participó, como diputado, en la última sesión de las Cortes republicanas,
celebrada en los sótanos del castillo de Figueras.
Posteriormente, se exilió, junto
a Sara y la hija de ésta, Lydia, en Francia.
Mientras tanto, la suerte de
Zubillaga y de López de Uribe fue dispar. El primero fue condenado a varios
años de cárcel. Sin embargo, el segundo fue condenado a muerte y fusilado.
Lógicamente, Albino fue depurado e inhabilitado durante 4 años,
pero no expulsado de la función pública. Un detalle muy importante.La pareja con la niña emigró a
Brasil, donde él se dedicó al cálculo de estructuras para los modernos
edificios, que se estaban construyendo en ese país.
Desconozco si, en aquella época,
Sara se había quedado viuda. Lo cierto es que allí fue donde lograron casarse, en
1945, aunque no tuvieron hijos.
Sin embargo, su trabajo le llevó
a recorrer otros países de ese continente, como Uruguay, Argentina, México,
etc.
Nunca formó parte del Gobierno
republicano en el exilio, pero sí estuvo muy atento a las noticias que se
publicaban sobre ese organismo.
Incluso, llegó a publicar algunos
artículos en los que denunciaba la violencia ejercida por el régimen
franquista.
Sin embargo, en 1955, se decidió a viajar a España con el fin de tramitar su regreso definitivo a nuestro país. Incluso, solicitó, al ministro de Obras Públicas, el reingreso en
el cuerpo de ingenieros de caminos, canales y puertos.A pesar de que le llegaron al ministro
unos informes muy desfavorables sobre nuestro personaje, increíblemente, es
readmitido en el servicio en 1956, aunque no le dejan reincorporarse hasta
1962.
Es posible que hubiera una razón
de peso, que influyera en la decisión del ministro. Parece ser que, durante su
estancia en Argentina, Lasso estuvo trabajando con algunas empresas españolas
de obras públicas, en la construcción de varias presas en ese país y les gustó
mucho su forma de trabajar.
Fue destinado a Barcelona y allí,
en ese mismo año, tuvo una gran actuación para luchar contra las inundaciones
de los ríos Ripoll y Tordera.
Estas nuevas pasarelas iban
sujetas por tirantes. Tal y cómo se estaban construyendo en USA, sin embargo,
eran toda una novedad en España.
De hecho, fueron declaradas
bienes protegidos por el Ayuntamiento de Sabadell, que es la localidad donde se
encuentran esas pasarelas.
Por esta actuación es condecorado
por el propio Franco, con la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.
Por supuesto, Franco sabía de sobra que se trataba de un antiguo diputado de Izquierda Republicana, un partido que estaba dentro del Frente Popular.
No obstante, nunca consiguió su
traslado a Madrid, a pesar de haberlo solicitado en infinidad de ocasiones. Se
ve que todavía lo considerarían como alguien sumamente peligroso.
También fue un hombre muy
avanzado a su tiempo, ya que criticó algunas cosas como los vertidos, que se
solían realizar en el mar, dando lugar a playas cada vez más contaminadas.
Llegó a ser ingeniero jefe de la Confederación
Hidrográfica del Pirineo Oriental, hasta 1975. Año en el que pidió la
excedencia voluntaria y fue cuando pudo regresar a Madrid.
Parece ser que, durante mucho
tiempo, mantuvo correspondencia con su gran amigo Carlos Esplá, otro exiliado,
que ocupó algunos cargos secundarios en el Gobierno republicano. Éste publicó
sus informaciones en uno de sus libros.
Parece ser que le decía que en
España se cobraba poco y se trabajaba mucho. Por eso, muchos tenían
pluriempleos y eso iba en detrimento de la vida nocturna.
Por el contrario, los campos de
fútbol y los cines estaban casi siempre a rebosar de espectadores.
Desgraciadamente, nuestro
personaje murió en 1978 en Madrid. Su esposa falleció 9 años después.
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