ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 14 de diciembre de 2019

MANUEL CASCÓN, CORONEL DE AVIACIÓN Y JEFE DE LA AVIACIÓN REPUBLICANA


Hoy voy a hablar en este artículo de un hombre íntegro al que le cupo, como a otros muchos, la desgracia de tener que luchar en una sangrienta guerra civil, donde tuvo que enfrentarse a muchos de sus antiguos compañeros.
Su nombre era Manuel Cascón Briega y nació en 1895 en Oviedo, ciudad en la que estaba destinado su padre, Avelino Cascón. Éste fue un militar español del Ejército de Tierra, mientras que su madre, Elvira Briega, se dedicaba a las labores de la casa.
Nuestro personaje de hoy, fue el tercero de los 6 hijos que tuvo este matrimonio. Tres hijos y tres hijas. El origen de ambos estaba en Ciudad Rodrigo (Salamanca). Precisamente, por eso mismo, en cuanto pudieron volvieron a su tierra y fue allí donde se crió Manuel.
Éste hizo sus primeros estudios en esa ciudad y, en 1912, ingresó en la antigua Academia de Intendencia de Ávila. Su estancia coincidió con la de su hermano Pedro y también conoció a otro militar que, posiblemente, fue muy importante en su carrera, Ignacio Hidalgo de Cisneros.
En 1916, obtuvo su despacho y fue destinado a Melilla en una unidad dedicada al aprovisionamiento de las tropas radicadas en el frente.
En 1919, consiguió ser admitido para los cursos de vuelo, realizando sus estudios en los aeródromos de Getafe y Cuatro Vientos. Allí coincidió, entre otros, con Ramón Franco, hermano de Francisco Franco, y con su antiguo compañero, Hidalgo de Cisneros.
En 1922, Cascón e Hidalgo, fueron destinados a una escuadrilla de bombardeo con base en Melilla. Desde donde realizaron varias acciones en la Guerra de África.
Al año siguiente, ascendió a capitán y fue destinado a la base de Getafe (Madrid). Posteriormente, fue enviado al Reino Unido para perfeccionar su conocimiento del inglés.
Hasta 1930 estuvo destinado en diversos lugares de la Península, donde fue ascendiendo en su carrera militar.
Desgraciadamente, como algunos de los pilotos, tales como Ramón Franco o Hidalgo se sumaron a la famosa sublevación militar de Jaca, el Gobierno del general Primo de Rivera, se cebó con la Aviación y, como siempre, “pagaron justos por pecadores”.
Así que nuestro personaje, que ya no estaba muy a gusto con su trabajo, pidió pasar a la reserva y se lo concedieron.
Sin embargo, tras la llegada de la II República, el 14/04/1931, pidió el reingreso y fue destinado a la base de Getafe.
El 18/07/1936 le pilló en esa base, como jefe del  grupo de caza nº 11. Como su unidad permaneció fiel al gobierno republicano, se dedicaron a hostigar a otras fuerzas que sí se habían sublevado en otros cuarteles de los alrededores de Madrid. Incluso, participó en los primeros combates aéreos.
En septiembre de ese año, su amigo Hidalgo de Cisneros, fue nombrado jefe de las FARE (Fuerzas Aéreas de la República Española). Seguramente, por ello, nuestro personaje fue nombrado jefe de las FARE en el norte de España, con base en Santander.
La verdad es que parece un regalo envenenado, porque siempre hubo muchas quejas, acusando al gobierno republicano de destinar muy pocos aviones a esa zona.
Lo cierto es que, desde el inicio de la guerra, la FARE se vio en inferioridad de condiciones para luchar contra los nuevos modelos de aeronaves cedidas  por Italia y Alemania al bando nacional.
Sin embargo, a finales de 1936, se empezaron a recibir las nuevas aeronaves compradas en la URSS, por el Gobierno republicano, que eran iguales o más rápidas que las del bando nacional.
Durante la guerra, hubo muchos altibajos, en cuanto al dominio aéreo. El problema es que los republicanos siempre tuvieron más obstáculos para reponer aviones y recambios que los nacionales.
Por ello, tuvieron que ir dejando el combate aéreo, donde sufrieron muchas pérdidas, como en la Batalla del Ebro, y centrarse en ataques a aeródromos muy estratégicos, donde les llegaron a hacer mucho daño a los nacionales.
A veces, estos ataques se vieron respondidos por otros a las bases republicanas. Ejemplos de ello fueron el famoso ataque a la base tarraconense de Cenia, en poder de los nacionales, realizado el 16/12/1938, por bombarderos al mando del teniente coronel Mendiola, los cuales destrozaron esa base y los aviones de la Legión Cóndor que se hallaban en ella.
Así que el 05/02/1939, la Aviación nacional, atacó la base aérea republicana, situada en el pueblo gerundense de Vilajuïga, destrozando todas las aeronaves que allí se encontraban. Desde luego, fue una pérdida muy importante para el bando republicano, porque cada día tenían menos aviones.
Afortunadamente, en esos ataques, no solían destrozarse demasiados aparatos, pues la estrategia de ambos bandos siempre fue la de crear muchas bases y repartir sus aeronaves en cada una. De forma que nunca hubiera muchos aviones en ninguna base.
Volviendo a nuestro personaje, posteriormente, fue enviado, junto con dos centenares de pilotos a la URSS, para aprender a manejar unos nuevos aparatos, que había comprado el Gobierno republicano en ese país. Parece ser que en ese país se formaron unos 800 pilotos españoles. Muchos de ellos lucharon para la URSS, durante la II Guerra Mundial.
A su vuelta, es ascendido a teniente coronel y, casi enseguida, a coronel. Se ve que el gobierno republicano nunca tuvo demasiada confianza en sus militares y fomentaba el ascenso de los pocos que consideraba leales a su causa.
A finales de 1938, fue nombrado jefe de las FARE, con sede en la base aérea de Los Llanos (Albacete).
Cuando la guerra estaba dando sus últimos estertores, se fundó el Consejo Nacional de Defensa, presidido por el coronel de Caballería, Segismundo Casado. No confundirlo con el general Fernando Casado, padre del actor Fernando Rey. Aunque ambos eran ayudantes del Presidente de la República. El primero por el arma de Caballería y el segundo por el de Artillería.
A finales de marzo de 1939, el Consejo dio la orden de rendición a las tropas republicanas ante las nacionales. Antes de eso, tuvieron que vencer una rebelión de las tropas comunistas en el propio bando republicano, pues éstas se negaban a rendirse.
El 27/03/1939, Cascón, se reunió en la base de Los Llanos (Albacete) con los principales
mandos de las FARE, como los tenientes coroneles Mendiola y Alonso Vega, etc. Se negó en todo momento a marcharse y dejar solos a sus hombres. A pesar de los reiterados ruegos de algunos, como el teniente coronel Leocadio Mendiola o de Ananías San Juan. Este último, fue el protagonista de un famoso intento de secuestro de Franco, antes de pasarse a las filas republicanas.
A Cascón le dijeron claramente que los nacionales le iban a fusilar, pero él les despidió sin querer acompañarles a su destino en Orán (Argelia).
El caso es que muchos de estos mandos de la FARE aprovecharon sus aeronaves para largarse de España, como fue el caso del coronel Antonio Camacho, jefe de la zona aérea centro-sur, que se fue al Reino Unido. Al igual que el propio coronel Casado, aunque éste lo hizo en barco desde Valencia.
Las condiciones de la rendición impuestas a las FARE, durante la reunión de ambos bandos en la base de Gamonal (Burgos), incluían llevar todas sus unidades al aeropuerto de Barajas, para que fueran incautadas por los nacionales.
Incluso, les impusieron una cita, el 29/03 entre las 8 y las 11 de la mañana. De los 20 bombarderos katiuskas que se hallaban disponibles, sólo entregaron 17, porque los otros 3 fueron utilizados para huir a diferentes destinos.
Curiosamente, Mendiola, consiguió regresar a España en los años 60 y ya no tuvo ningún problema para poder trabajar. Incluso, en los años 90, fue homenajeado por el Ejército del Aire.
Sin embargo, en el caso del coronel Manuel Cascón, que había confiado en la palabra de los nacionales, en cuanto a que no habría represalias para los militares republicanos, fue encarcelado con los presos comunes en la Prisión Provincial de Albacete. Incluso, le dijeron que, si se entregaban, salvarían muchas vidas, porque las tropas nacionales ocuparían muy lentamente las zonas republicanas y así, a los refugiados, les daría más tiempo para llegar a Francia. Otra burda patraña.
También confió en los nacionales, cuando dijo a sus pilotos que podrían optar entre entregarse o ir a Alicante para embarcarse hacia el exilio. Ya sabemos todos que lo de Alicante fue una ratonera, porque los barcos de la Armada nacional bloquearon ese puerto y Allí pillaron a unas 15.000 personas esperando un barco que los sacara de este país. Cosa que nunca sucedió.
Según algunos testigos, el coronel Cascón, reunió a un grupo de pilotos en la base de los Alcázares (Murcia). Allí les dijo que convendría que entregaran los aviones en el aeropuerto de Barajas (Madrid), pero que daba libertad para ir hacia allí o huir a donde quisieran, con o sin los aviones. Pero que él se quedaba.
De hecho, parece ser que el, por entonces, comandante del bando nacional, Gerardo Fernández Pérez, ya les recibió con muy malos modos y les auguró que los condenarían a muerte y luego los fusilarían. Eso les ocurrió a varios de esos pilotos republicanos. Algo absolutamente contrario a las leyes de guerra vigentes en ese momento.
Lo cierto es que esos pilotos republicanos tenían muy claro que sólo habían sido unos combatientes y no unos asesinos y que, en todo momento, sólo habían cumplido con 
su deber y no debían de ser castigados por ello. Incluso, muchos de ellos no huyeron, porque se corrió la voz de que los dejarían seguir en Aviación, con la misma graduación conseguida durante la guerra. En cambio, otros no se fueron, porque tenían dudas o porque los mecánicos les presionaron para no dejarlos solos a merced del enemigo.
Curiosamente, estos pilotos republicanos, coincidieron en Barajas con el coronel von Richthoffen, jefe de la legión Cóndor y sobrino del célebre Barón Rojo, el cual les trató muy caballerosamente. Incluso, pidió permiso para entrar en los aviones que acababan de aparcar los republicanos.
Luego llegó el Infante y coronel Alfonso de Orleans, el cual les hizo formar y les dijo que se fueran a casa y que luego les irían llamando. Sin embargo, al poco rato, cuando ya se había ido el infante, llegó un oficial nacional y les ordenó que montaran en unos camiones, que los llevaron hasta la Prisión de Porlier.

En pocas palabras, los nacionales, al verse victoriosos, hicieron lo que les dio la gana con los vencidos. Aparte de que les robaron todas sus pertenencias. Como decían los romanos: “Vae victis”. Algo así como pobres de los vencidos.
Por lo que respecta a nuestro personaje de hoy, tal y como ya he mencionado anteriormente, fue detenido y encarcelado. Por lo que se ve, hizo caso de aquella conocida promesa franquista: “Aquellos que no se hayan manchado de sangre, tienen la absoluta garantía de que sus vidas serán respetadas”.
Su consejo de guerra se celebró el 20/07/1939. Parece ser que el tribunal estaba compuesto por antiguos compañeros suyos, que se habían sumado al bando nacional.
Cuando, durante su alegato, el fiscal se refirió a él como “coronel de la Aviación roja”. Él se indignó y respondió: “soy coronel de la Aviación republicana”.
Ante las acusaciones de rebelión y traición, respondió: “Yo no me rebelé nunca. Quienes os habéis rebelado habéis sido vosotros”. Y tenía toda la razón.
Debe ser que no les hizo ninguna gracia que les dijera la verdad delante de todo el mundo. Así que no se compadecieron de él y le condenaron a muerte.
En otro de sus gestos que le honran, pidió clemencia para todos sus subordinados, pero se abstuvo en pedirla para él mismo. 
Así que fue fusilado en el campo militar de tiro, en Paterna (Valencia), el 03/08/1939.

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