Normalmente, cuando alguien
piensa en un deportista no tiene la imagen de una persona muy intelectual. De
hecho, eso suele ser lo habitual, salvo honrosas excepciones.
En el caso que nos ocupa hoy, me
voy a referir a un deportista la mar de extraño, cuya inteligencia llamó la
atención de ciertas agencias del Gobierno USA.
Su verdadero nombre fue Morris
Berg y nació en 1902 en la ciudad de Nueva York, en el seno de una familia de
inmigrantes de origen judío, procedentes de Ucrania. Era el benjamín de 3
hermanos. Su padre era farmacéutico y su madre, ama de casa.
Empezaron viviendo en el famoso
barrio de Harlem. Posteriormente, se trasladaron a la ciudad de Newark, en
Nueva Jersey.
Por lo visto, el niño parecía un
superdotado, pues sus padres ya se plantearon llevarlo a la escuela, cuando
sólo tenía 3 años de edad.
Allí fue, donde, a los 7 años,
empezó a jugar al beisbol, en un equipo de la iglesia metodista de su barrio.
Sus estudios de secundaria los realizó en Newark. Posteriormente, con sólo 16
años, se fue a estudiar a la Universidad de Nueva York, donde jugó en los
equipos de beisbol y baloncesto de la misma.
Sin embargo, se marchó de ese
centro para estudiar Filología en la famosa Universidad de
Princeton, donde
aprendió varios idiomas antiguos y modernos. Por lo visto, uno de sus
preferidos fue el sánscrito.
Debía de ser un buen especialista
en Filología, pues, tras graduarse, se le ofreció un puesto en esa misma
Universidad, pero lo rechazó para seguir jugando al beisbol.
Por supuesto, allí también practicó
ese deporte. Nunca fue un buen bateador, ni tampoco un buen corredor. Sin
embargo, sí que destacó como lanzador.
Parece ser que dos grandes
equipos se interesaron por él. Eran los New York Giants y los Brooklyn Dodgers.
Por lo visto, su verdadero interés era fichar a un buen jugador de origen
judío, para así atraer a sus estadios a la gente de ese mismo origen.
En 1923, Moe se decidió por los
Dodgers, porque el primero era un equipo repleto de grandes figuras, donde, lo
más probable, es que estuviera siempre, esperando su oportunidad, sentado en el
banquillo.
Al terminar esa temporada, se
embarcó hacia París y allí se inscribió en varios cursos universitarios.
También adoptó la costumbre de leer, todos los días, varios periódicos. Algo
que, hoy en día, en España, nos podría parecer muy sorprendente, pues casi
todos suelen decir lo mismo y, conociendo la tendencia de cada uno, ya sabes
cómo van a dar cada noticia, antes de haberla leído.
De hecho, muchos dicen que los
periódicos españoles sólo tienen dos verdades: la fecha y el precio. Algunos ni
eso, porque se distribuyen gratuitamente.
Parece ser que el juego de Berg
no mejoró y, en 1926, su equipo lo cedió a otros más modestos. Algo que no le
hizo ninguna gracia.
Fue en esos años donde se
interesó por el mundo del Derecho y se matriculó nada menos que en su facultad
de la Universidad de Columbia. Una de las mejores de ese país. A pesar de
seguir dedicado al deporte de élite, consiguió licenciarse en 1930.
Supongo que los que han estudiado
una carrera universitaria, cuando ya estaban trabajando, como fue mi caso, no
hará falta que les explique por qué, nuestro personaje, no pudo acabarla antes.
Posteriormente, pasó por varios
equipos, donde tuvo desigual suerte. Parece ser que nunca fue una gran figura,
pero sí un jugador bastante efectivo.
En octubre de 1932, aceptó la
propuesta de un jugador retirado, llamado Herb Hunter, para ir, junto con otros
jugadores más, a Japón, a fin de enseñar a los habitantes de ese país a jugar al
beisbol.
Por lo visto, lo debieron de
hacer muy bien, porque los equipos de Japón han obtenido varias medallas,
cuando han permitido competiciones de este deporte en los diversos Juegos
Olímpicos.
Curiosamente, Berg, no regresó
con la misma expedición deportiva que partió de USA, sino que se dedicó a hacer
una gira turística, que le llevó por varios países, como China, Tailandia,
India, Egipto y, por fin, Alemania.
Ya de por sí, parece un poco raro
que visitara estos países, pero aún es más raro que visitara, concretamente,
Manchuria, cuando es sabido que, desde el año anterior, esa zona sufría una
invasión y una terrible represión por parte de Japón.
También se hizo muy popular, por
participar en concursos de cultura general, de esos que se solían hacer en la
radio y ahora podemos ver todavía en la tv.
En 1934, fue invitado a otra gira
por Japón. Esta vez, acompañando a grandes estrellas del beisbol USA. Por aquella
época, ya hablaba japonés y hasta se atrevió a pronunciar un discurso en
público.
Parece ser que alguien le encargó
hacer unas fotos y unos videos de Tokyo. Así que se buscó, como excusa, que iba
a visitar a la hija del embajador USA, que estaba ingresada en un hospital, el cual era, precisamente, uno de los edificios más altos de esa ciudad.
Por supuesto, nunca visitó a la
enferma. Sin embargo, consiguió subir a la terraza de ese edificio, desde donde
hizo muchas fotos y videos sobre la capital. Luego entregó esas filmaciones a
la OSS. Antecesora de la CIA.
Algunos autores afirman que ese
video fue muy útil para el primer bombardeo de USA sobre Tokyo, realizado, tras
el ataque a Pearl Harbor, por el futuro general Doolittle, porque en él se
podían ver muy bien las instalaciones más estratégicas de la capital japonesa.
Esta vez, tampoco volvió con el
resto de la expedición, sino que se fue de “gira turística” a través de
Filipinas, Corea y la URSS. Parece ser que en Moscú le pillaron filmando y le
requisaron la cinta de vídeo.
Por lo visto, estos viajes tan
largos afectaron a su vida personal. Conoció a una mujer, llamada Estella Huni.
Ella se dedicaba a tocar el piano y a dar clases de música. Hasta llegaron a
vivir juntos.
Sin embargo, cuando él se decidió
a colaborar con la antecesora de la CIA, en plena II Guerra Mundial, estuvieron
mucho tiempo sin verse y ella no le esperó. Así que se casó con un oficial de
la Armada USA.
A partir de 1940, se retiró del
beisbol, aunque siguió como entrenador de varios equipos. Incluso, participó en
varios programas de radio, donde respondió a un aluvión de preguntas para
fomentar la afición hacia ese deporte. Hasta escribió un ensayo sobre la
técnica para jugar bien al beisbol.
Se sabe que, en octubre de 1943,
empezó a trabajar para la antigua OSS. Por lo visto, tenía una buena amistad con
el general Donovan, director de esa agencia, pues ambos habían coincidido,
cuando estudiaban Derecho en la Universidad de Columbia.
Parece ser que su primera misión
fue viajar a la antigua Yugoslavia, donde en plena guerra mundial, se estaba
dando una auténtica guerra civil entre los serbios, que apoyaban al rey
exiliado, y los croatas, capitaneados por el famoso líder comunista Tito.
Se entrevistó con los líderes de
ambos bandos y llegó a la conclusión de que los comunistas tenían las de ganar,
porque eran mucho más numerosos y también más populares. No obstante, el
gobierno USA, nunca tomó partido en esa contienda.
Posteriormente, le enviaron a
Noruega, para comprobar el estado de las instalaciones para la obtención del
agua pesada. Uno de los ingredientes fundamentales de las bombas atómicas. Se enteró
de que, a pesar de la anterior campaña de bombardeos contra esa fábrica, los
alemanes, estaban recuperando la producción de la misma. Así que, tras informar
de ello, a su regreso a USA, decidieron retomar los bombardeos sobre esa
estratégica planta industrial.
Por lo visto, otra de sus
misiones, fue entrevistarse con científicos italianos para conocer el alcance de
sus experimentos y, a la vez, obtener información sobre los que llevaban a cabo
sus colegas alemanes.
Realmente, en USA, estaban muy
preocupados con las investigaciones alemanas para construir una bomba atómica.
Incluso, le enviaron a Europa para convencer a ciertos científicos a fin de que
trabajaran para USA.
A eso se denominó la Operación
Alsos. Al mando de la misma se hallaba el general Leslie Groves, también al
frente del Proyecto Manhattan. Los responsables técnicos fueron el científico holandés
Samuel Goudsmit y el teniente coronel Boris Pash, también integrado en el mismo
proyecto.
Parece ser que, a finales de 1944,
fue a una conferencia, que daba el reputado científico alemán, Werner
Heisenberg, en Zurich. Por lo visto, el mismo Berg, que se había hecho amigo de
varios científicos suizos, les pidió que invitaran a su colega alemán para que
la impartiera en Suiza.
Sus instrucciones eran conocer si
los alemanes habían adelantado mucho en sus investigaciones sobre la bomba atómica.
En el caso de que su impresión fuera positiva, llevaba una pistola para matar
al científico y una cápsula de cianuro, para suicidarse, después de haber
cometido ese atentado. Sin embargo, no hizo ninguna de las dos cosas.
Algunos autores dicen que los
científicos alemanes, entre los que se encontraba el mencionado Heisenberg,
sólo estuvieron interesados en crear un reactor nuclear, para generar
electricidad a un bajo coste y nunca quisieron ofrecer la bomba atómica a
Hitler.
Incluso, al final de la guerra,
los miembros de Alsos, detuvieron a varios científicos alemanes y los
recluyeron en una casa de campo, cerca de Cambridge, llamada Farm Hall. Allí lograron
grabar sus conversaciones y poder conocer con exactitud cuál era el punto en
que se hallaban las investigaciones alemanas, con respecto a la bomba atómica. Los
más conocidos fueron Otto Hahn, Werner Heisenberg y Karl Friedrich von
Weizsäcker.
Parece ser que nunca estuvieron
muy cerca de conseguir fabricar una bomba atómica. Uno de los motivos es que siempre
les faltaron medios y otro, que muchos de los científicos alemanes nunca
estuvieron interesados en servir a Hitler.
Por el contrario, el Proyecto Manhattan,
se dotó con los mejores científicos. Una gran plantilla, alrededor de unos
100.000 trabajadores, y un presupuesto cercano a lo que hoy serían unos
20.000.000.000 de dólares.
Por lo visto, Berg, tuvo
conocimiento de la existencia de los campos de concentración nazis y los crímenes
realizados allí y, cuando estuvo en Roma, se entrevistó con el Papa, Pío XII,
rogándole que se pronunciara en contra de esos actos. Cosa que ese prelado nunca
hizo.
Trabajó para los servicios
secretos hasta enero de 1946. Por lo visto, allí realizó una gran labor, pues
le fue otorgada la Medalla de la Libertad, aunque nunca quiso ir a recogerla.
Parece ser que, en los años 50,
recibió un encargo de la CIA para espiar los avances nucleares en la antigua
URSS, pero no tuvo mucho éxito.
Por lo visto, disfrutó mucho,
mientras trabajó como espía, pero parece que quedó muy afectado, cuando vio la cantidad
de muertes causadas en Japón, tras el lanzamiento de las dos bombas atómicas,
por parte de la Fuerza Aérea de USA.
Los que le conocieron, afirmaban
que, tras la guerra, su estado mental empezó a ser inestable. Por lo que nunca
se preocupó de buscar un trabajo. Así que ya siempre vivió con sus parientes.
A pesar de recibir tentadoras
ofertas, también se negó siempre a escribir sus memorias. Algo que,
presumiblemente, le hubiera reportado buenos ingresos.
En 1972, con sólo 70 años, tuvo
la mala fortuna de caerse en su casa y herirse gravemente. Desgraciadamente, la
cosa fue a peor y esto le llevó a la tumba.
Siguiendo sus deseos, sus restos
mortales fueron incinerados en Newark y luego, su hermana, los llevó hasta Israel,
para esparcirlos por una colina de Jerusalén.
Curiosamente, su nombre aparece
en tres lugares muy dispares. El Salón de la fama de los deportistas judíos, el
de las reliquias del beisbol en USA y también en el de los antiguos agentes destacados
de la CIA. Precisamente, en la sede central de la misma.
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