Nuestro personaje de hoy fue un
curioso intelectual marxista, que llegó a ser famoso, no por sus obras, sino
por una de sus curiosas ocurrencias. No obstante, no conviene adelantar
acontecimientos.
Su nombre completo fue Anatoli
Vasilievich Lunacharski. Nació en 1875, en la ciudad de Poltava, situada,
actualmente, en el centro de Ucrania.
Parece ser que nació del fruto de
las relaciones extra-matrimoniales del consejero de Estado Alexander Ivánovich
Antónov con Alexandra Yakovlevna Rostovtseva.
Posteriormente, su madre se casó
con Vasili Fyodorovich Lunacharski, el cual, al adoptarlo, le dio sus
apellidos. Supongo que sería de origen polaco, porque es un apellido con una
terminación propia de ese idioma.
Por lo visto, su infancia no fue
muy feliz a causa de las malas relaciones entre su madre y su padrastro, el
cual siempre se opuso a firmar el divorcio.
Parece ser que éste era un alto funcionario,
pues, a pesar de haber sido también un bastardo, su padre fue un noble, que se
ocupó de darle una buena posición social.
Anatoli estudió en el llamado
Primer Gimnasio, en Kiev. Lo que en España se llama un instituto de Enseñanza
Secundaria. Parece ser que fue un comunista muy precoz, pues, cuando se hallaba
en quinto curso, ya militaba en organizaciones revolucionarias.
A la salida de esa institución, seguramente,
debió de estar ya fichado por la Ojrana, o sea, la policía zarista. Así que no
fue aceptado por la mayoría de las universidades del Imperio Ruso.
Sin embargo, en 1895, convenció a
su madre para que le dejara ir a estudiar Filosofía en la Universidad de
Zurich.
En ese centro, estudió con el
profesor Richard Avenarius, donde conoció a fondo las obras de Marx y Engels.
También tuvo como condiscípulos a destacados marxistas, como Plejanov.
Curiosamente, Avenarius, estaba
emparentado con el célebre compositor Richard Wagner. El músico favorito de
Adolf Hitler.
En 1898, volvió a Rusia, donde
retomó su actividad revolucionaria. Por ello, fue detenido en varias ocasiones.
Sufriendo diversas penas de cárcel y destierro.
En 1903, se produjo el II
Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, cuyas sesiones tuvieron
lugar en Londres y en Bruselas. Allí, entre otras, se tomó la medida de dividir
ese partido en dos facciones. Una fue la de los mencheviques y la otra la de
los bolcheviques. Nuestro personaje tomó partido por estos últimos.
Parece ser que, al año siguiente,
se trasladó a Ginebra, donde tomó contacto con Lenin y otros líderes de su
partido, exiliados en Suiza. De esa manera, él también pasó a ser uno de los líderes
principales de su partido.
Por lo visto, a partir de 1910,
Lunacharski se fue radicalizando y tuvo varios enfrentamientos dialécticos con
el propio Lenin. A pesar de que siempre habían sido muy buenos amigos. Eso le costó
salir de la cúpula del partido.
Más adelante, sus ideas
evolucionaron hasta defender que el comunismo era una nueva religión para el
hombre y se basaba en la solidaridad mutua entre todos. Eso tampoco gustó nada
a Lenin, porque nuestro personaje proponía integrar algunos dogmas católicos
dentro del comunismo, para así atraerse a los creyentes. Sin embargo, Lenin
decía que “la religión es sólo una fantasía nociva con la que los hombres se autoengañan”
En esa época, Anatoli, trabajó
como periodista, escritor y crítico literario. Aparte de ejercer como orador en
las reuniones de su partido. Era una persona muy preparada. Hablaba 6 idiomas
modernos y dos lenguas clásicas.
Es más, propuso que el ruso
abandonara su escritura tradicional, en caracteres cirílicos, y empezara a
utilizar los caracteres latinos. Parece que no le hicieron mucho caso.
Posteriormente, tras la
Revolución Rusa y el triunfo de los bolcheviques, fue nombrado comisario popular
de Educación en el primer gobierno de la URSS.
Según parece, Lenin buscaba
mostrar, en la persona de Lunacharski, la cara amable del comunismo, para así
poder atraerse a los intelectuales y académicos rusos. Precisamente, la mayoría
de los profesores eran de ideología liberal y opuestos al comunismo.
Seguramente, por eso mismo, en el Gobierno optaron por mantener esa cierta
autonomía que tenían los centros educativos.
En 1918, Anatoli, se plegó a las
exigencias de Lenin para llenar la URSS de propaganda política del nuevo
régimen. Así que se dedicó a animar a los artistas a realizar carteles para
ensalzar al nuevo régimen.
No obstante, nunca exigió que los
artistas utilizaran un único estilo oficial. Tal y como ocurrió,
posteriormente, tras la llegada al poder de Stalin, que prohibió el arte de
vanguardia, sustituyéndolo por el denominado “realismo socialista”.
Paradójicamente, ese nuevo estilo
era demasiado conservador para un Gobierno soviético que siempre presumió de
progresista.
Curiosamente, siempre fue un gran
defensor del legado arquitectónico heredado de la antigua Rusia. Consideraba
que era fundamental conservarlo, dada la importancia histórica del mismo.
Algo que era muy difícil, pues
las masas identificaban esos palacios con los nobles que los habían habitado y
que siempre les habían hecho la vida imposible.
No obstante, consiguió que las
masas obreras llegaran a respetar la cultura y, además, que muchos de esos antiguos
palacios no fueran demolidos, para así convertirlos en centros educativos,
hospitales, etc.
Por lo visto, a finales de 1917,
alguien le dijo que la catedral de San Basilio acababa de ser demolida a causa
de las revueltas populares. Así que montó un gran escándalo y hasta dimitió de
su cargo. Luego, volvió a retornar su puesto, tras enterarse de que esa
información era totalmente falsa. Esto le dio mucha popularidad en aquel
momento.
Sin embargo, por lo que más se
recuerda a este personaje fue por un hecho realizado en enero de 1918.
Fue uno de los más implicados en
la persecución a la Iglesia. Solía decir: “La religión es como un clavo. Cuanto
más se le golpea en la cabeza, más penetra”. Así que no se le ocurrió otra cosa
que dar un golpe de efecto.
El 16 de enero de ese año, dio
comienzo a un célebre proceso contra Dios, cuyo tribunal fue presidido por nuestro
personaje. Nada menos que le acusaron de crímenes contra la Humanidad y el
tribunal se declaró competente para procesarlo y enjuiciarlo.
Los fiscales presentes tardaron
casi 5 horas en realizar la lectura de los cargos de los que acusaban a Dios y,
además, decían hacerlo en representación de toda la Humanidad. Para
personificar, de alguna manera, en la sala, la figura de Dios, colocaron un
ejemplar de la Biblia en el banquillo de los acusados.
En esta mascarada de juicio, los
abogados, nombrados por el Estado soviético, basaron su estrategia de defensa
en que el acusado padecía “una grave demencia y trastornos psíquicos”. Por lo
tanto, no se le podría achacar una responsabilidad penal por sus actos.
Tras haber oído a los fiscales,
los abogados defensores y los testigos de las dos partes, el tribunal,
sentenció que el acusado era culpable de los delitos que se le imputaban.
Precisamente, fue el propio
Lunacharski, como presidente de ese tribunal, el encargado de leer la
sentencia. Condenó a muerte a Dios y fijó la ejecución de la sentencia para las
primeras horas del día siguiente. Sin opciones a recursos, ni aplazamientos de
ningún tipo. Algo muy normal en la “justicia” soviética.
Para concluir esta mascarada, al
día siguiente, se reunió a un pelotón de soldados, al mando de un oficial, el
cual, ante la orden de fuego, efectuaron cinco descargas con ametralladoras
hacia el cielo de Moscú.
Curiosamente, en aquel momento,
los bolcheviques, sólo controlaban Moscú, San Petersburgo y la zona central de
Rusia. Estaban en plena guerra civil, la cual no acabaría hasta 1922.
Sólo llevaban 3 meses gobernando
y ni siquiera habían empezado a asesinar clérigos, como hicieron poco después.
Se calcula que, mientras gobernó Lenin, fueron encarcelados unos 25.000
clérigos. De ellos, unos 16.000 fueron ejecutados. Desgraciadamente, con la
llegada de Stalin, esas cifras crecieron exponencialmente.
Posteriormente, se hicieron
muchos actos anticlericales. Como representaciones teatrales para mofarse de
todas las religiones, las cuales se realizaban delante de las iglesias.
También, en las Navidades de
1923, se realizaron unos carnavales, donde, al final de los mismos, se quemaron
figuras religiosas.
En 1924, tras la muerte de Lenin,
parece que el nuevo Gobierno soviético se paró a pensar cómo podría solucionar
el tema religioso. Ese año se detuvieron a unos 7.000 clérigos, pero no se ejecutó
a ninguno.
Por lo visto, buscaban contrarrestar
la influencia de la Iglesia utilizando una serie de argumentos
pseudocientíficos con los que pretendían dejar en evidencia a los clérigos. A fin
de no tener a las masas populares en contra.
No obstante, pronto se dieron
cuenta de que habían fracasado, porque los funcionarios del Gobierno no sabían
contrarrestar los sermones de los clérigos, ya que estos últimos apelaban a los
sentimientos de la gente, mientras que los primeros no supieron hacerlo.
Así que el Gobierno soviético no
se lo pensó más y volvió la persecución contra los religiosos. Durante el
período 1929-31, fueron arrestadas casi 60.000 personas vinculadas a la Iglesia
ortodoxa. Siendo asesinadas 5.000 de ellas. Parece ser que no hay datos sobre
las detenciones y asesinatos de miembros de otras religiones.
Hasta llegaron a eliminar la
semana de 7 días para que no existiera el domingo. Así, colocaron en cada
semana un día festivo, que no siempre era el mismo. Eso duró 11 años.
Dado que, en el censo de 1937, descubrieron,
que todavía existían muchos m illones de creyentes en el territorio de la
URSS, decidieron aumentar la sangría. Entre ese año y el siguiente, se produjeron nada menos que 100.000 asesinatos y 200.000 deportaciones a los campos de concentración. El llamado “Archipiélago Gulag”. Esto sólo acabó cuando Hitler invadió ese país y Stalin necesitó de todos para defenderse de los alemanes.
URSS, decidieron aumentar la sangría. Entre ese año y el siguiente, se produjeron nada menos que 100.000 asesinatos y 200.000 deportaciones a los campos de concentración. El llamado “Archipiélago Gulag”. Esto sólo acabó cuando Hitler invadió ese país y Stalin necesitó de todos para defenderse de los alemanes.
Seguramente, por eso mismo, los
soviéticos que enviaron a España, durante la Guerra Civil, animaron a los comunistas
locales para que perpetraran varios miles de asesinatos y se cebaran con los
clérigos.
En España, hasta se atrevieron a
fusilar la estatua del Corazón de Jesús, que está situada en el Cerro de los
Ángeles, situado en el término municipal de Getafe y considerado el centro
geográfico de la Península Ibérica.
No obstante, nuestro personaje, luchó,
junto a la esposa de Lenin, por dotar a los niños de una formación integral, donde
se conjugaran los intereses del mundo laboral, que pedía el Estado soviético,
con una buena educación humanística. Aunque también hay que decir que utilizó
las escuelas para lo que él llamó “la lucha sin cuartel contra toda oscuridad,
como herencia del pasado”. O sea, contra todas las religiones.
Por ese motivo, también declaró
que “tener maestros creyentes en la escuela soviética es una burda
contradicción” y animaba a los directores de las delegaciones provinciales a
sustituir a esos maestros.
Incluso, dio las órdenes oportunas
para que las escuelas permanecieran abiertas durante la Pascua, para que los
niños no acudieran a los ritos en las iglesias. Ofreciendo actividades que
fueran atractivas para ellos.
En 1929, dimitió definitivamente
de su puesto en el Gobierno soviético, ya que no le permitieron realizar sus
proyectos, pues los intereses del Estado, en lugar de formar intelectuales, más
bien, preferían formar nuevos obreros para las fábricas.
Es preciso decir que tampoco
dotaron de muchos fondos a su ministerio, porque, en esos momentos, su país se
hallaba en plena guerra civil y la mayoría de los recursos eran destinados a fines
militares.
No obstante, también hay que mencionar
que muchos de los maestros tenían una ideología totalmente opuesta al
comunismo. Por otra parte, los mismos bolcheviques, nunca fueron amantes de la
cultura.
También experimentaron con nuevas
colonias infantiles. En ellas, se abolieron los castigos, se fomentaban las
actividades teatrales y el acercamiento entre los profesores y los alumnos. Aparte
de que aportaban comida y ropa a los alumnos.
Esto gustó más a Lenin, pues ayudaría
a crear generaciones enteras con una nueva mentalidad comunista. Así que les
fue dotando de una mayor cantidad de fondos. No obstante, también les envió
varios ayudantes que, desgraciadamente, no tenían esa forma de actuar tan
tolerante hacia los alumnos.
En 1929, tras su salida del
ministerio, fue enviado a París, como embajador de la URSS en Francia.
Supongo que también lo aceptaría para estar fuera del alcance de Stalin, el cual solía hacer, periódicamente, purgas entre sus colaboradores.
Aunque se demostró en más de una ocasión, que nadie estaba lejos de sus garras, tal y como he mencionado en algunos de mis anteriores artículos.
Aparte de ello, también fue nombrado director de un comité en la Academia de Ciencias de la URSS.
Supongo que también lo aceptaría para estar fuera del alcance de Stalin, el cual solía hacer, periódicamente, purgas entre sus colaboradores.
Aunque se demostró en más de una ocasión, que nadie estaba lejos de sus garras, tal y como he mencionado en algunos de mis anteriores artículos.
Aparte de ello, también fue nombrado director de un comité en la Academia de Ciencias de la URSS.
También estuvo en Suiza, como
jefe-adjunto de la Delegación Soviética, durante la conferencia de desarme,
desarrollada en la sede de la Sociedad de Naciones, en Ginebra.
En 1933, fue nombrado nuevo
embajador de la URSS ante la II República Española. Hay que recordar que
España, como muchos otros países del mundo, había roto sus relaciones
diplomáticas con Rusia, tras el asesinato de los zares. Así que éste era el primer
embajador soviético, que llegaba a Madrid, desde la creación de la URSS.
Desgraciadamente, nunca pudo
llegar a su destino. Cuando viajaba hacia España, el 26/12/1933, sufrió una
angina de pecho, que le llevó a la muerte, con sólo 58 años.
El suceso tuvo lugar en la localidad francesa de Menton. Una ciudad ubicada en plena Costa Azul.
El suceso tuvo lugar en la localidad francesa de Menton. Una ciudad ubicada en plena Costa Azul.
Es posible que ese nombramiento estuviera
motivado por el interés que siempre demostró Lunacharski por la cultura
española. Concretamente, escribió una obra de teatro titulada “El Quijote
libertado”, que fue publicada en España después de su muerte.
Fue enterrado en el cementerio
reservado a las grandes personalidades soviéticas y situado en el muro del
Kremlin. Sus cenizas reposan en una tumba colocada en el lado derecho del
mismo.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
Bueno, ya desde Napoleón se consideraba "modernizar España" y entre ello reformar la Iglesia Católica. Hay un documento muy interesante sobre este punto: PLAN DE REFORMA DE LA IGLESIA ESPAÑOLA IMPULSADO POR NAPOLEÓN BONAPARTE por LUIS ARBASTRO GIL.
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