ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 28 de febrero de 2016

CONSTANTINO I, EL PRIMER EMPERADOR ROMANO QUE APOYÓ AL CRISTIANISMO



Seguro que todos hemos oído hablar de las persecuciones romanas contra los cristianos, que, ciertamente, las hubo, pero que, según los especialistas en esta materia, no fueron tan espeluznantes como aparecen en el cine.
Por otra parte, cuando éramos pequeños, solían enseñarnos que los romanos eran malísimos y que estaban en contra de los cristianos. Lo cierto es que no se molestaron en enseñarnos que todos los cristianos también fueron romanos, porque desde el 212 d. de C. se generalizó la ciudadanía romana para todos los habitantes del Imperio.
Hoy voy a hablar de un emperador romano del que no se suele hablar mucho, pero que le hizo un gran favor a la Iglesia al legalizarla y quitarle a la religión romana el papel de religión del Estado y de sus ciudadanos.
Constantino, llamado por la Historia el Grande, nació en el 272 d. de C. en una zona que hoy pertenece a Serbia. No olvidemos que el Imperio Romano era como una multinacional y cada emperador podía nacer en cualquier parte de ambas orillas del Mediterráneo.
Fue un hijo nacido fuera del matrimonio, aunque eso no está muy claro.  Unos autores dicen que su madre, Helena, fue la primera esposa de su padre, mientras que otros dicen que sólo fue su concubina. De todas formas, yo creo que eso a nosotros nos da igual.
Su padre fue un hombre de origen griego,  el césar Constancio Cloro, apodado así por su piel muy clara. Una especie de emperador de reserva, cuando el Imperio Romano se dividió entre el de Oriente y el de Occidente y estaba bajo el mando de cuatro líderes, que se iban turnando. Luego, ascendió a Augusto, que es como se llamaba entonces al emperador principal.
Para comenzar su formación militar, sus padres enviaron a nuestro personaje a unirse a las fuerzas del otro césar, Galerio, para guerrear en Armenia contra los temidos partos.
En el 305, los dos césares, Galerio y Constancio Cloro, ascendieron a augustos. Sin embargo, como Constantino se hallaba con el primero, éste lo retuvo para obligar a su colega a
hacer su voluntad.
Más adelante, su padre intentó recuperar a Constantino, convenciendo a Galerio de que lo necesitaba para hacer la guerra en Britania y, por fin, lo consiguió.
Juntos combatieron, principalmente, contra los pictos, procedentes de Escocia, que habían invadido el terreno ocupado por los romanos en Britania. También habían combatido anteriormente, contra los germanos y los francos, en el continente europeo.
En el 306 murió su padre en York. Constantino no estaba muy contento, porque el Augusto anterior, Diocleciano, había nombrado a los candidatos de Galerio, como nuevos césares y no a él, que era hijo de Constancio, como, en un principio, habían pactado.
No obstante, su padre, recomendó a sus tropas que nombraran allí mismo a su hijo, Constantino, como nuevo emperador y así se hizo. El problema es que a raíz de la división en el Imperio Romano, llegó a haber tres candidatos a augustos. Majencio, Licinio y Constantino I.
La verdad es que todo esto es un poco confuso, porque, durante el período de los llamados tetrarcas, abundan los candidatos para ser césares y augustos. Hasta que nuestro personaje se quedó con el poder absoluto, como ya veremos.
No obstante, Constantino, escribió al Augusto Galerio, reconociendo que el candidato de éste, Severo, tenía más derecho a ser augusto que él. No obstante, también le dijo que dejaría el cargo, si le reconocían el de césar. Aunque fuera a regañadientes, a Galerio no le quedó más remedio que cederle este cargo.
Constantino, continuó guerreando en Britania, hasta que el anterior Augusto, Maximiano, lo visitó allí y le ofreció la mano de su hija, Fausta, con la que ya había tenido  cierto compromiso, aunque ahora estaba casado con Minervina, la cual repudió. Al mismo tiempo, quizás para meterle presión a Galerio, lo reconoció como el legítimo augusto del Imperio de Occidente.
Mientras tanto, Majencio, uno de los hijos de Maximiano, dio un golpe de Estado y se apoderó de Italia y de la provincia de África, sin poder detenerlo ni Severo, ni Galerio.
En el 308, tuvo lugar en una localidad de la actual Austria, una conferencia a la que asistieron Diocleciano, Galerio y Maximiano.
En ella nombraron a Licinio, como Augusto de Occidente, porque Severo ya había sido asesinado por Majencio.
Sin embargo, también decidieron degradar a Constantino a la condición de hijo de Augusto, cosa que no admitió éste.
No obstante, cuando el suegro de Constantino, Maximiano, intentó recuperar su poder como Augusto, conquistando la actual Marsella, fue detenido por nuestro personaje, el cual le dio la oportunidad de suicidarse. Hay que recordar que a Maximiano le había obligado Diocleciano a abdicar, al mismo tiempo que lo hacía él.
En el 311, murió Galerio y Licinio intentó que se le uniera nuestro personaje para luchar contra los otros candidatos, como Majencio.
En el 312, Constantino, venció en varias ocasiones a las tropas de Majencio, obligándolas a retirarse hasta una zona cercana a Roma.
Posteriormente, consiguió una gran victoria sobre su rival en la famosa batalla del puente Milvio. Parece ser que el propio Majencio, se ahogó al intentar cruzar el Tíber, para huir de su contrincante.
Así, Constantino, fue recibido por el Senado romano como el nuevo Augusto de todo el Imperio de Occidente. Incluso, se erigió el famoso Arco de Constantino, para conmemorar esa victoria.
En el 313, Constantino se reunió en Milán con Licinio, que era el Augusto de Oriente y estrecharon lazos casando éste último con Constancia, hermanastra de nuestro personaje.
Según la tradición, fue en ese preciso lugar donde ambos redactaron y promulgaron el famoso Edicto de Milán, donde se reconocía la libertad de culto en todo el Imperio Romano y se daba libertad a los cristianos para practicar su religión.
Además, se les permitió recuperar los bienes que les habían sido confiscados por el Estado, aunque ahora estuvieran en poder de otros particulares, los cuales no tendrían derecho a ninguna indemnización. Con esta medida, comenzó la expansión del Cristianismo.
No hay que olvidar que se calcula que ya habría unos 5 millones de fieles cristianos de un total de 50.000.000 de habitantes del Imperio.
Poco a poco, las relaciones entre ambos fueron empeorando a pesar de que, para evitar ciertos roces,  pusieron a la misma persona como gobernador de las provincias limítrofes entre ambos imperios.
Tres años después, se les ve guerreando y a Constantino obteniendo la victoria de Cíbale, cerca de la actual Belgrado.
No obstante, ambos intentaron arreglar sus diferencias, reconociendo a los dos hijos varones de Constantino y al de Licinio, como nuevos césares, o sea, los sucesores en sus respectivos cargos.
A pesar de todo, en el 323, Constantino rompió la tregua e invadió los territorios de Licinio, con el pretexto de perseguir a los godos, que habían invadido, previamente, su zona de influencia.
No obstante, como Licinio no se fiaba de él, puso a sus tropas en pie de guerra, pero fue derrotado en el 324 en Adrianópolis.
De esa forma, Constantino, se quedó con todas las posesiones europeas de Licinio. No obstante, le persiguió, primero hasta Bizancio, de donde se le escapó por muy poco.
Más tarde, Constantino, logró vencerle en Crisopolis, ya en la actual Turquía y, Licinio,  abdicó en Nicomedia, siguiendo el consejo de su esposa, hermana de Constantino.
Efectivamente, de momento, éste le respetó su vida. Sin embargo, al año siguiente, ordenó su ejecución, acusándole de encabezar una conspiración contra él.
Constantino I, se quedó como único emperador, algo que no pasaba desde hacía muchos años en el Imperio Romano. Para asentar aún más su autoridad, nombró césares a sus cuatro hijos varones y reyes de ciertas provincias orientales del Imperio a sus sobrinos. Todo eso dio una gran estabilidad al Imperio Romano. Algo que necesitaba desde hacía mucho tiempo.
A pesar de haber sido bastante sanguinario, también tuvo fama de ser un buen gobernante. Siguió ampliando los planes reformistas iniciados por Diocleciano.
Fundó en Bizancio la futura Constantinopla. Ciudad que consagró en el 330 d. de C. a la vez con ritos cristianos y paganos. Incluso, más adelante, trasladó a esa ciudad la capital del Imperio.
Ya en esa ciudad, los únicos cultos que estuvieron permitidos fueron, exclusivamente, los cristianos. No obstante, se llevó un montón de objetos artísticos griegos, procedentes de varios templos, para decorar las vías de su nueva ciudad.
Entre sus medidas militares, disolvió la famosa guardia pretoriana,
por haber atentado contra varios emperadores.
Reformó el ejército y las tropas de las fronteras y aumentó sus pagas. Al mismo tiempo, admitió, entre sus tropas, a una gran cantidad de voluntarios germanos, e, incluso, a algunos les dio altos cargos.
Al comienzo de su reinado, se encontró con una economía en crisis y un Estado en bancarrota. Por ello, se decidió a subir los impuestos.
De esa manera se encontró con unos campesinos y artesanos que no podían pagarlos. Así que, como un adelanto al período medieval, tanto él como, anteriormente, Diocleciano, promulgaron una serie de leyes por las que los siervos de la tierra no podrían abandonar el territorio sin el permiso de su señor.
Del mismo modo, se prohibió a los artesanos que abandonaran sus talleres, pues se estaba viendo que muchos de ellos lo hacían para incorporarse en el Ejército a fin de aumentar sus ingresos.
También, quizás influido por la Iglesia, promulgó una serie de medidas en materia social. Como las que protegían a los niños, las mujeres y los esclavos.
No obstante, nunca se cortó un pelo para castigar a los acusados de traición.
De hecho, en el 326, mandó ejecutar a su propia esposa, Fausta, y a uno de sus hijos con otra pareja, acusados ambos de ese delito.
Incluso, promulgó una ley por la que se podría condenar a muerte a todo el recaudador de impuestos que, por su cuenta, recaudara más de lo autorizado.
También debemos a él la primera prohibición de trabajar en domingo. Día dedicado al Sol, como aún aparece  denominado en inglés o en alemán.
El tema de su conversión al Cristianismo es algo que siempre se ha discutido mucho. De hecho, sólo se convirtió en su lecho de muerte.
Sin embargo, siempre trató mejor a la religión cristiana que a las demás. De hecho, decía haber vencido en la Batalla del Puente Milvio, porque, entre sus enseñas, enarboló una cruz cristiana.
Además, dijo que la noche anterior había tenido un sueño, donde Dios le había asegurado que vencería si portaba un emblema con su cruz. Así que también mandó pintar ese símbolo, llamado lábaro,  en los escudos de sus hombres.
También debió de ser un buen conductor de masas, porque en su última campaña contra Licinio, les dijo a sus soldados que entre ellos se hallaba un grupo de ángeles bajados del Cielo, disfrazados de legionarios romanos y que harían posible su victoria.
Esa es una estratagema que se ha utilizado siempre. No hay que olvidar que en las hebillas de los soldados alemanes, durante la I y la II Guerra Mundial, figuraba una frase que decía “Dios está con nosotros”.
Es posible que defendiera tanto al Cristianismo, porque era un hombre muy supersticioso y siempre dijo que el Dios cristiano era el que mejor le había tratado.  
Algunos autores dicen que siempre fue un hombre atormentado por haber ordenado la ejecución de su propio hijo, Crispo, y luego se enteró que todo se debió a una trama dirigida por su primera esposa. Parece ser que los sacerdotes paganos se negaron a perdonarle, mientras que los cristianos lo acogieron y le dieron su absolución, como a cualquier pecador arrepentido de sus actos.
También dicen algunos autores que su madre podría haberle influido, al ser ya cristiana. De esa forma, siempre apoyó al culto cristiano, fundando muchos de sus templos.
Precisamente, ordenó la construcción de la Basílica Constantiniana, donde hoy en día se ubica la catedral de San Pedro, en el Vaticano.
Incluso, como en la colina Vaticana ya existía un cementerio romano y no se podía trasladar, ordenó que su basílica se construyera encima del mismo. Algo que se puede comprobar y visitar hoy en día.
Precisamente, creo recordar que en la famosa película “Ángeles y Demonios”
hay alguna escena, correspondiente a una persecución, donde se ve ese cementerio o una reproducción del mismo.
En la llamada Tierra Santa llegó a fundar también muchos templos. El más importante fue la enorme Basílica del Santo Sepulcro, la cual resistió hasta que uno de esos califas radicales, que invadieron la zona con sus tropas, en 1009, ordenó su completa destrucción. Hoy en día, sólo queda una parte de ella.
Es posible que, por ello, fuera reconocido como santo por las Iglesias ortodoxas y luterana, no así por las otras cristianas. Incluso, es considerado como otro Apóstol, por alguna de las iglesias ortodoxas. A pesar de ello, retuvo durante toda su vida el título de Pontifex Maximus, o sea, que era el jefe de la iglesia romana tradicional.
Sin embargo, su madre, santa Helena, fue reconocida como santa por las iglesias católica, luterana y ortodoxa. Ella es famosa por su búsqueda de la Vera Cruz y el sepulcro de los Reyes magos. Precisamente, es la patrona de la Arqueología.
Otra de sus obras fue intentar mantener unido el Imperio a través de su alianza con la Iglesia y conseguir que ésta permaneciera unida. No obstante, también permitió durante su reinado la edificación de algunos templos paganos.
Así, en el 325, presidió el Concilio de Nicea, donde se condenó, por vez primera,  la herejía arriana, que se estaba expandiendo, sobre todo, por las zonas al norte del Imperio. En ese concilio fue donde se reguló, entre otras cosas, el comienzo de la Semana Santa.

El emperador tenía muy claro que una de sus principales labores consistía en apaciguar los sentimientos religiosos. Allí también se establecieron las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
Tras sus enfrentamientos con sus rivales, su reinado se podría calificar como pacífico, salvo por sus luchas contra los godos, que intentaban penetrar en el Imperio, cruzando el río Danubio. Así y todo, se atrajo a otras tribus bárbaras, como los sármatas, para que le ayudaran en la lucha contra los invasores.
A mediados del 337, cuando se hallaba en Nicomedia preparando una campaña contra Persia, para defender a las provincias de Oriente, contrajo una enfermedad fatal que le llevó a la muerte. Poco antes de expirar, pidió que se le bautizara como cristiano.
Tras su muerte, se produjo una gran matanza entre los miembros varones de su familia. Es posible que se realizara ordenada por su hijo y sucesor, Constancio II. El cual fue, a su vez, sucedido por el famoso Juliano el Apóstata, pero esa ya es otra historia.
Aunque este artículo me ha quedado un poco largo, espero no haberos aburrido mucho con él.

7 comentarios:

  1. Constantino pasado a la historia como el primer emperador romano cristiano e idealizado con tantas leyendas, sobre todo la del sueño. Me quedo la opinión de Ferdinand Lot, los romanos en vísperas de cada batalla invocaban o hacían sacrificios en busca de algun buen augurio, por lo que Constantino tal como dice Ferdinand Lot .... "En Roma, Majencio, que tenía un ejército más numeroso, había pedido el socorro de todos los poderes del mundo pagano, y sus prácticas mágicas trastornaban las imaginaciones. Quedaba para Constantino tentar su suerte haciendo un llamado al nuevo Dios, al Dios de los cristianos. Su conversión es el acto de un supersticioso”.

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    1. Constantino hizo lo que muchos caudillos militares, o sea, decir que había tenido una aparición divina, que le anunciaba que iba a vencer en el combate. Era una simple estratagema para enardecer a sus tropas.
      De todas formas, este emperador, siempre fue un gran político y, como se dio cuenta de que el Cristianismo iba cada vez a más dentro del Imperio, lo que hizo fue pactar con la Iglesia, para una protección mutua.
      Creo recordar que Constantino sólo se hizo cristiano cuando estaba a punto de morirse. No como su madre, Santa Elena.
      Muchas gracias por tu comentario y saludos.

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  2. Y después de esto, los perseguidos pasaron a ser perseguidores. Por eso en un estado de derecho, no puede existir una "RELIGIÓN OFICIAL".

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    1. No en todos los casos, pero sí es cierto que en algunas partes fue así. Lo que pasa es que no hay que confundir la religión oficial de un Estado con la teocracia.
      Al Estado siempre le ha interesado que la Iglesia controle las masas, porque le sale mucho más barato que poner un guardia en cada esquina.
      Un ejemplo claro es la Inquisición, que era una especie de policía religiosa que al Estado le salía casi gratis. En España, incluso llegaron a utilizarla para que no entraran en España ni las ideas, ni las publicaciones sobre la Revolución Francesa.
      Por otra parte, en varios países, como España, Francia y algunos más, el Estado se apoderó de la Iglesia y designaba obispos para que los refrendara el Papa con su nombramiento. Es lo que en Francia se llamó el galicanismo.

      Saludos y muchas gracias por tu comentario.

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    2. Por cierto, aunque mucha gente crea lo contrario, las mayores persecuciones contra los judíos, durante la Edad Media, en España, no vinieron por parte de los cristianos, sino por el Califato de Córdoba.
      Saludos.

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  3. Me gusta el espíritu de tus replicas !.
    Eso es lo que se busca, ampliar cordialmente los temas.
    Un abrazo.

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    1. Realmente, Constantino, nunca quiso que la Iglesia cristiana tuviera el predominio sobre las demás. A la vez que mandaba construir templos cristianos, también dio orden para construir otros paganos.
      Aparte de ello, la mayoría de los templos paganos no eran aptos para el culto cristiano. Los templos de los dioses romanos solían ser muy pequeños, porque no se les rendía culto dentro de ellos, sino en la puerta, al igual que lo hacían los griegos. Así que, aunque se los hubieran incautado, no les hubieran servido para el culto.
      Por eso, el cristianismo, se fijó en otro modelo de edificio romano, que era la basílica. Mucho más amplia y luminosa que los templos.
      Tampoco se quiso enfrentar nunca con el tradicional culto romano. Sólo hay que ver que no destruyó el cementerio romano, que había en el Vaticano. Se limitó a dar la orden de construir encima de él y ahí sigue.
      Como verás, la Iglesia nunca ha considerado un santo al emperador Constantino. Por algo será.
      Saludos y muchas gracias por tu comentario.

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