Hoy tenía ganas de escribir sobre
los políticos sinvergüenzas. Como siempre ha habido tantos, he tardado un poco,
porque no me decidía por ninguno en particular. No obstante, me he acordado de
este personaje y me ha parecido que representaría perfectamente a ese gremio.
Tampoco tenía muy claro el título
que habría de ponerle. Así que le he puesto éste, porque me ha parecido el más
acertado.
Lerroux nació en un pueblo de
Córdoba, llamado La Rambla, en 1864, en el seno de una familia de clase media
baja, a pesar de que su padre era veterinario militar. Allí fue donde comenzó
sus estudios.
En un principio, se dedicó a la
milicia, pero lo dejó, al ver que no era lo suyo. Luego fue a Barcelona, donde realizó
sus estudios de Derecho, aunque acabó la carrera en la Universidad de la Laguna, y empezó a ejercer como abogado.
Desde joven fue muy republicano, comenzó
siendo partidario de Ruiz Zorrilla, y luego
consiguió ser diputado por Barcelona en 1901, por el partido Unión Republicana,
que fundaron él y Nicolás Salmerón, para unir todos esos grupos que luchaban
por hacer retornar la República.
Siempre fue un gran orador. Los
periodistas le llamaron “el emperador del Paralelo”, porque solía esperar allí
a los obreros que salían de los teatros, para darles una arenga política.
Siempre fue rotundamente
anticlerical y eso le trajo muchos problemas, por parte de la Iglesia o la
burguesía catalanas. Incluso, le tocó pasar varias veces por la cárcel y por
exilio.
Una de sus frases favoritas era:
“¡Levantemos los velos de las novicias y hagámoslas madres!”. Junto con otras frases
por el estilo, todo ello hizo que le acusaran de incitar al odio anticlerical,
que ocasionó durante la famosa Semana Trágica, en 1909, la quema de varios
conventos y hasta la exposición de las momias de monjas en las calles de
Barcelona.
En 1908 fundó en Barcelona la primera
Casa del Pueblo, para orientar y prestar asesoría jurídica, educativa y
económica a los obreros.
También en 1908 se fue de la
Unión Radical, porque se estaba convirtiendo en un partido catalanista y fundó en
Santander el Partido Radical, al que muy
rápidamente se afiliaron muchos de sus seguidores, atraídos por sus discursos y
sus demagógicas promesas.
La Unión Republicana llegó a ser
la Solidaridad Catalana, con Nicolás Salmerón como jefe. Así que, de esa
manera, su antiguo amigo pasó a ser su adversario político, pues Lerroux
siempre combatió los nacionalismos regionales, ya que era muy españolista.
También se dedicó al periodismo,
dirigiendo varios periódicos, como El País, El Progreso, La Publicidad, El
Intransigente y El Radical. Sus artículos eran tan radicales como sus
discursos.
Alguno de sus artículos le costó
un disgusto y otros le llevaron, frecuentemente, a retarse en duelo, donde pudo mostrar lo bien
que sabía manejar las armas.
En 1886, durante su primer viaje
a Madrid, fue cuando se cree que se afilió a la Masonería. Posiblemente a la
logia Betónica y con el apodo de Giordano Bruno. No obstante, en sus memorias,
indica que fue en la logia Antorcha y que lo hizo porque “era un ideal seductor
para los que se lanzaban a la vida impulsados por un espíritu aventurero”.
Siendo concejal del Ayuntamiento de
Barcelona, intentó promover una política radical y favorable a los obreros,
pero ya por entonces, comienzan a verse algunos escándalos de corrupción que le
salpican a él y a su partido.
Durante la Semana Trágica, abandonó
la ciudad, por si las moscas, y dejó que sus partidarios, llamados “los jóvenes
bárbaros”, hicieran destrozos de todo
tipo y se enfrentaran a tiros contra los pistoleros de los patronos.
Esto ocasionará una gran
represión y la condena a muerte de 5 personas. Entre ellas, uno de sus partidarios
y también el famoso pedagogo Ferrer i Guardia.
Para el que no lo sepa, la Semana
Trágica, fue el colofón de una serie de revueltas habidas en Barcelona desde
1907.
Esta vez ocurrió que unas tribus
de moros habían asaltado unas instalaciones mineras de unos empresarios
españoles en el Protectorado de Marruecos. Como el Gobierno necesitaba dar una
respuesta rápida y contundente, pues movilizó a todo el que pudo, incluyendo
hombres de más de 30 años, ya casados y con hijos.
La revuelta, que en un principio
era sólo de carácter antibélico, se transformó en anticlerical, pues la Iglesia
apoyó al Gobierno y los lerrouxistas aplicaron las contundentes ideas de su líder
al pie de la letra.
En el siguiente decenio siguió
siendo diputado. Esta vez, por la circunscripción de su Córdoba natal. Parece
ser que, debido a su conducta escandalosa, no pudo presentarse por Barcelona.
Con la llegada de la dictadura
del general primo de Rivera, se mostró un ferviente opositor a la misma y tuvo
que exiliarse. La verdad es que siempre fue un maestro en largarse en cuanto olía
algún peligro.
En 1929 su partido republicano
radical sufrió la escisión de su ala más
izquierdista, que se convirtió en el partido radical socialista. Hasta el mismo
LLuis Companys, que entonces formaba parte del partido republicano catalán,
firmó el manifiesto de su fundación, junto con Marcelino Domingo, que fue el
líder del nuevo partido.
En 1930, Lerroux, participó en la
reunión para el famoso Pacto de San Sebastián, donde se reunieron
representantes de varios partidos para intentar derrocar la monarquía.
En 1931 consiguió, por fin, su
objetivo, derrocar a Alfonso XIII. Como su partido estaba dentro de la llamada
Conjunción republicano-socialista, fue miembro del nuevo gobierno provisional.
Concretamente, ocupó la cartera de Estado. Lo que hoy se llama Asuntos
Exteriores.
Poco le duró el cargo, pues
dimitió en diciembre del mismo año. Parece ser que fue por desavenencias con
Azaña, por realizar una política de izquierdas, más acorde con los socialistas.
No olvidemos que Lerroux ya se había hecho muy moderado.Lerroux, como cualquier político, lo que quería era gobernar, así que se fue acercando a los partidos de derechas.
Así, como en las elecciones de
1933, los partidos de derechas llegaron a las mismas mucho más unidos y organizados
que los de izquierdas, pues esta vez se llevaron la victoria.
En el bienio 1933-1935, fue
nombrado 3 veces presidente del Gobierno. Entonces se llamaba presidente del Consejo
de Ministros. También ocupó los ministerios de Guerra y Estado.
A pesar de que su Gobierno estaba
apoyado por la CEDA, los partidos y sindicatos de izquierdas nunca consintieron
que nombrara ministros de ese partido.
Cuando se decidió a nombrarlos, fue
la excusa principal de la huelga revolucionaria de octubre de 1934, conocida popularmente
como Revolución de Asturias, porque en esa comunidad fue donde tuvo un mayor
éxito.
Fue todo un preludio de la guerra
civil. Los mineros se hicieron fuertes en esa zona y al Jefe del Estado Mayor Central,
que no era otro que Franco, no se le ocurrió otra cosa que mandarles el
Ejército de África.
Los combates fueron muy duros y
hubo 1.100 muertos y 2.000 heridos entre los rebeldes y 300 muertos entre las
fuerzas militares.
La violenta represión ejercida
sobre esa zona y el haber acusado a Azaña de haber incitado a la rebelión lo
hicieron muy impopular.
Durante su bienio en el Gobierno se
pararon muchas de las reformas agrarias iniciadas por Azaña y se promocionaron
a los militares con tendencias derechistas, incluso anti-republicanos.
Aparte de eso, el escándalo del “estraperlo”
le arrebató el apoyo de la
CEDA e hizo caer su Gobierno.
El escándalo saltó cuando se
conoció que unos empresarios del juego, que además fabricaban un dispositivo
que hacía trampas, habían sobornado a medio Gobierno, para que les dieran las
licencias oportunas. Incluso, tuvieron
que dimitir el alcalde de Madrid y el Gobernador de Barcelona.
Daniel Strauss, su esposa, la
Sra. Lowmann, y Jules Perel habían patentado, unos años antes, un modelo de
ruleta, llamada straperlo. En este modelo, se suponía que el resultado dependía
de la habilidad de los jugadores y no del factor suerte.
El invento había tenido cierto
éxito, pero Strauss, como era judío, tuvo que salir corriendo de su Alemania
natal, para no caer en manos de los nazis.
Como también tenía pasaporte
mexicano y hablaba español sus pasos se
dirigieron hacia Barcelona. Allí se hizo amigo y socio de un empresario llamado
Joaquim Gasa, el cual le presentó a las autoridades del momento.
Hicieron alguna exhibición de su
máquina en un hotel y hasta organizaron un combate amistoso de boxeo entre los
púgiles más famosos del momento: Paulino Uzcudun y Max Schmelling, para
aumentar la popularidad de su invento.
El problema es que en España
estaba prohibido el juego desde los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera
y, en Cataluña, la ERC, también estaba en contra. Así que Companys se la
denegó.
Sin embargo, en Madrid, los
empresarios y políticos fueron más receptivos al nuevo invento. Varios miembros
del Gobierno movieron sus hilos para que se pudiera explotar en el famoso
Casino de San Sebastián, a cambio de un generoso porcentaje, claro está. Concretamente,
nuestro personaje recibiría nada menos que un 25%.
Tampoco se olvidaron del ministro
de Gobernación y alcalde de Madrid, Salazar Alonso, a quien Strauss afirmó haberle
dado 100.000 Ptas. de las de entonces, que era un dineral.
Como si fuera un sorteo de la
Lotería Nacional, todos tuvieron su
premio. El subsecretario se llevó 50.000 Ptas. Otro tanto el director general, para
agilizar los permisos. El mismo hijo de Blasco-Ibáñez parce ser que se llevó
400.000 Ptas., por su colaboración.
Como estos alemanes son muy perfeccionistas,
además, le regalaron a Salazar Alonso y a Lerroux, un reloj de oro a cada uno.
Así que el permiso llegó en pleno
mes de agosto de 1934, algo extraño en
la Administración española y el 12 de septiembre volvieron a girar las ruletas
en San Sebastián, como lo hacían 10 años antes.
De todas formas, al ministro de Gobernación
igual le pareció poco el soborno y decidió anular al poco tiempo el permiso
concedido.
No obstante, como nuestro
personaje era el presidente del Gobierno, volvió a concederles el permiso, pero
esta vez para un hotel de Mallorca. Allí ganaron mucha pasta con su artefacto
trucado. Lógicamente, cuando se enteraron en la CEDA, exigieron su cierre.
Así que, como Strauss vio que no
iba a sacar mucho en España, no se le ocurrió otra cosa que pedirles la
devolución de sus sobornos a los políticos. Concretamente,
a Lerroux le pidió
425.000 Ptas. En concepto de pérdidas y le amenazó con publicar sus sobornos. No
sé quién de los dos sería más sinvergüenza.
Como no le hizo caso, Strauss,
mandó un detallado informe al presidente de la II República, Alcalá-Zamora. Eso
le vino muy bien para destituirle, porque no le caía nada bien, aunque no se
publicaron estos datos.
Strauss se trasladó a Bélgica y
allí se reunió con Azaña, al que le dio una amplia información de este asunto.
El Gobierno de derechas temía que
este escándalo lo pudiera utilizar la izquierda, así que lo puso en manos
del Supremo y también creó una comisión de estudio en el Congreso.
Lo curioso es que, durante esas investigaciones
se supo que
Strauss era una persona que ya había tenido que salir zumbando de
México, por haber robado un diamante muy valioso.
Gracias a su poder de
convencimiento, Lerroux, se presentó como una víctima de un complot orquestado
por Azaña para derrocarle y, contra todo pronóstico, salió declarado inocente.
En cambio, los demás inculpados fueron declarados culpables. Visto lo visto, siempre
caía de pie, como los gatos.
No obstante, tuvo que dejar de ser
ministro en el gabinete de Joaquín Chapaprieta. Aun así, como tenía líos por todos
lados, a continuación surgió el escándalo Nombela.
En 1935 estalló este asunto, que
consistió en que el Gobierno había indemnizado a la Compañía de África Occidental,
que había tenido el contrato de buques entre Fernando Poo y la Guinea Ecuatorial
y que lo había perdido durante la dictadura.
Cuando el Gobierno aprobó el pago
de esa indemnización, un alto funcionario español, llamado Antonio Nombela, se
negó a pagarla, alegando que había existido fraude. Cuando este funcionario denunció
el caso ante los ministros procedentes de la CEDA, el Gobierno, le destituyó de
su cargo.
Así que, posteriormente, Nombela
llevó este asunto a las Cortes, donde se creó una comisión de investigación, ya
que, cuando ocurrió el caso, Lerroux, sí que era el presidente del Gobierno. Como
en los casos anteriores, aunque no pudo dar unas explicaciones satisfactorias a
los diputados, éstos le declararon inocente. Genio y figura.
Tras este escándalo, las izquierdas
obligaron al presidente de la República a disolver las Cortes y convocar
elecciones generales. Las cuales tuvieron lugar en febrero de 1936 y esta vez
fueron ganadas por el Frente Popular. Ahí, su partido ya sólo obtuvo 5
diputados.
En julio de 1936, cuando ya casi
no pintaba nada en la política española, se hallaba pasando las vacaciones en
San Rafael (Segovia), para huir del calor madrileño. Seguramente, como siempre,
alguien le avisó con antelación y sin pérdida de tiempo se fue a Portugal. Por si
las moscas.
Tras la guerra, tanto las izquierdas como las
derechas lo consideran un ejemplo de un político corrupto y oportunista y ya no
quisieron saber más de él.
En los archivos nacionales, parece
ser que figuran escritos en donde Lerroux felicitaba a Franco por sus victorias
militares y otros donde el secretario militar de éste le contesta dándole las
gracias por sus felicitaciones y elogios.
En 1947, una vez que aceptó al
régimen de Franco, se le permitió volver a España y vivir en su domicilio
madrileño. Como ya era octogenario y estaba enfermo, sólo duró dos años más y
murió olvidado por la mayoría de la gente.
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