Muchas veces, cuando se relata un
episodio histórico, casi siempre caemos en la mala costumbre de narrar sólo los
acontecimientos más visibles y obviar a los personajes que hicieron todo lo
posible para que se produjeran.
Precisamente, anteayer, estuve en
una conferencia, donde el orador intentaba explicar los acontecimientos
relativos a la famosa batalla de Las Navas de Tolosa, pero sólo habló de los
reyes que acudieron a ella. Sin embargo, no citó a un personaje muy importante
que logró que esos monarcas se pusieran de acuerdo y acudieran juntos a enfrentarse
a los almohades. Me refiero al Papa Inocencio III, al que, hace varios años, ya
dediqué otro de mis artículos.
Volviendo al tema de hoy, porque
no quiero dispersarme, como me ocurre habitualmente, y eso hace que se alarguen
demasiado mis artículos, voy a citar a un personaje del que casi nunca se habla,
cuando se narra la Guerra Civil española.
Se trata de Francisco Ponzán
Vidal. Nuestro personaje nació en 1911, en Oviedo. Hijo de un ferroviario
aragonés, que había sido destinado a esa ciudad.
Poco después, vuelven a Huesca,
de donde era originaria su familia. Allí comienza sus estudios en un colegio
religioso. Más tarde, los continuará en el Colegio Urzola. Un establecimiento
de prestigio en esa ciudad. No sé si, por entonces, seguiría organizando aquel
grupo de instrucción premilitar llamado el Batallón Infantil Oscense, tal y
como indican varios autores.
Más tarde, a la vez que trabajaba
en una librería, Ponzán, se matriculó en la Escuela de Magisterio de su ciudad.
Allí conoció a un catedrático de Dibujo, llamado Ramón Acín, afiliado al
sindicato anarquista CNT. Parece ser que fue quien más le influyó para que
adoptara esa ideología.
Por lo visto, Acín, fue un
personaje muy querido entre sus alumnos y varios de ellos siguieron su camino
dentro de la CNT.
Antes de terminar sus estudios,
Ponzán, ya había organizado y dirigía un Ateneo Cultural Libertario.
Incluso, en 1930, fue detenido,
durante unos pocos días, mientras investigaban si había tenido relación con la
sublevación de la guarnición militar de Jaca. Este acontecimiento tuvo lugar en
1930 y sirvió como precedente para la proclamación de la II República. La cual,
tuvo lugar al año siguiente.
Afortunadamente, pocos días
después, Ponzán, fue puesto en libertad. Mientras que Ancín, que sí había
tenido relación con esa sublevación, tuvo que huir y exiliarse en Francia,
hasta el año siguiente.
Durante unos años, Ponzán, ejerció como
maestro en el pueblo de Ipas, cercano a Jaca, adonde llegó con sólo 18 años.
Allí escribió en la prensa libertaria y apoyó las reivindicaciones de los
obreros, participando en la huelga general de 1933, por lo que fue detenido en
diversas ocasiones.
Por fin, en 1933, aprobó las
oposiciones a Magisterio y fue destinado a una localidad de la provincia de Orense,
pasando luego por otras, todas ellas en Galicia.
En 1936, con el triunfo electoral
del Frente Popular, se implicó aún más en sus actividades sindicales, uniéndose
a otros líderes anarquistas con el fin dar charlas para aumentar la afiliación
de los obreros en Galicia.
Con la llegada del golpe militar
del 18/07/1936, que le pilló de vacaciones en Huesca, no consiguieron convencer
al gobernador civil para que repartiera armas a la población. No obstante, los
sublevados, fueron más rápidos y consiguieron hacerse con el control de la
misma. Así que no les quedó otra que huir.
Sin embargo, Ramón Acín, no tuvo
esa suerte. Se escondió, pero al enterarse de que estaban torturando a su
mujer, se entregó y fue fusilado. Pocos días después, ella correría la misma
suerte, como se suele decir. Aunque yo la llamaría la misma desgracia.
Curiosamente, Ramón Ancín, fue
uno de los que financiaron, mediante un sorteo de lotería, el rodaje de la
famosa película” Las Hurdes, tierra sin pan”, de su gran amigo, el director de
cine Luis Buñuel.
Ponzán, tras su exitosa huida de
Huesca, fue nombrado consejero de Transportes y Comunicaciones en el Consejo de
Defensa de Aragón, cuya sede estaba en Caspe.
En mayo de 1937, estalló el
conflicto entre los dos bandos, que llevaban mucho tiempo enfrentados. Por un
lado, estaban la CNT y el POUM. Por el otro, el PCE y el Gobierno de la
Generalitat. Como es lógico, Ponzán, tomó partido por la CNT y participó en las
luchas callejeras. Fue detenido y cuando ya lo llevaban a fusilar, afortunadamente,
apareció un grupo de anarquistas que consiguió liberarle. Los líderes de la CNT
aconsejaron dejar la revolución y centrarse en ganar la guerra. Tal y como defendía
el PCE. Con esto, terminaron las luchas entre ambos grupos.
Poco después, los comunistas, también
consiguieron disolver el Consejo de Aragón. Así que Ponzán se vio obligado de nuevo
a huir e ingresó en la 127 Brigada Mixta.
Allí formó parte de una unidad
llamada Grupo Libertador, dependiente de los servicios de Información del X
Cuerpo de Ejército y del SIEP (Servicio de Información Periférica). Su misión
era infiltrarse tras las líneas enemigas, realizar sabotajes y conseguir
información de todo tipo.
Cuando ya se veía venir la
derrota republicana, esas tropas cruzaron la frontera con Francia a mediados de
febrero. No entregaron su armamento, sino que lo escondieron en una zona
boscosa, cercana a Andorra, por si lo tuvieran que usar más adelante.
Como les ocurrió a muchos miles
de exiliados republicanos, tras su entrada en Francia, Ponzán, fue encerrado en
un campo de concentración, donde vivió en unas condiciones muy penosas.
Afortunadamente, en septiembre,
consiguió recuperar su libertad. Pasó a formar parte de una red que se dedicaba
a ayudar a los prisioneros republicanos a escapar de los campos de
concentración franquistas. También realizaron algunos atentados en Barcelona.
A partir de 1940, tomó contacto
con el Servicio de Inteligencia británico. Él les aportaba todo tipo de datos
acerca de los líderes franquistas y también sobre los nazis residentes en
España, mientras que los británicos le suministraban los fondos para realizar
ese trabajo.
Incluso, el grupo de Ponzán, se
dedicó a difundir, por encargo de los británicos, propaganda de todo tipo, por
toda la Península, a fin de que España no entrara en la II Guerra Mundial.
Tas la invasión de Francia, tomó
contacto con los servicios de Información belgas y franceses. Más tarde,
también con otra red británica, llamada Pat O’Leary. Esa red fue creada por el
capitán británico Ian Garrow, miembro del SOE (Special Operations Executive).
Esta vez, se dedicaron a pasar documentos,
material y todo tipo de personas. Como judíos, pilotos aliados derribados,
miembros de la Resistencia buscados por la Gestapo, franceses que querían
combatir dentro del Ejército de la Francia libre, etc.
Sus rutas habituales fueron,
viniendo desde la frontera francesa, atravesaban la Península, vía Logroño y
Salamanca, para entrar en Portugal. Otra ruta fue desde Francia ir hasta Madrid
y de allí, vía Córdoba y Sevilla, llegar hasta Gibraltar.
Parece ser que solían atravesar
por una zona fronteriza con España a través de Perpiñán, ya que en
la cercana Cataluña tenían muchos contactos, pues allí siempre habían abundado
los afiliados a la CNT.
También existió otra ruta. Por
vía marítima, navegando desde Francia hasta los puertos de Barcelona o Valencia
y desde allí llegar hasta Portugal. En el caso de los llegados a Barcelona, lo
hacían vía Madrid y, para los llegados desde Valencia, su ruta era a través de
Puertollano y Badajoz.
Ciertamente, la red fue muy
eficaz, pues, desde 1940 hasta el final de la guerra, consiguió sacar de
Francia a unas 2.500 personas.
A primera vista, podría parecer
una labor muy sencilla. Sin embargo, siempre estuvieron en el punto de mira de
la Gestapo, la OVRA italiana y la policía del régimen de Vichy.
De hecho, los invasores alemanes
advirtieron que todo el que colaborara con esas redes sería castigado con la
pena de muerte. Se cree que esta red fue la más importante de toda la
guerra.
Evidentemente, disponían de un
buen número de “pasadores”, que se dedicaban a trabajar como guías para que esta
gente pudiera pasar la frontera con seguridad. No voy a detallar sus nombres, para
no alargar demasiado este artículo.
Aparte de ello, disponían de una
buena logística. Es de destacar que tenían una imprenta en Lyon desde donde
falsificaban cualquier documento. Un laboratorio fotográfico propio y hasta un
sastre que, en muy poco tiempo, podía confeccionar cualquier tipo de uniforme o
ropa de civil.
Desgraciadamente, muchos de los
integrantes de este grupo fueron detenidos. Algunos, incluso, fueron fusilados. Se cree
que la Gestapo consiguió infiltrar en el grupo a algunos colaboracionistas
franceses, que, posiblemente, fueron los que los delataron.
Normalmente, cuando eran
detenidos por los franceses, como tenían muchos contactos con la Inteligencia
francesa, solían ser liberados en poco tiempo.
Ponzán fue detenido varias veces,
pero solía ser liberado muy pronto. Desgraciadamente, en abril de 1943, fue detenido
por los franceses. Así que todo el mundo esperaba su pronta liberación. Sin embargo,
esta vez fue localizado por la Gestapo.
Parece ser que la orden de
entrega a la Gestapo la firmó el intendente general de la Policía francesa, el
cual sería también fusilado en la posguerra.
En agosto de 1944, pocos días
antes de la liberación de Toulouse, fue sacado de la prisión en un grupo de
unos 50 presos. Custodiado por soldados alemanes, fueron subidos a unos
camiones y, a pocos kilómetros de esa ciudad, junto a un bosque, fueron
obligados a apearse de los vehículos, siendo asesinados vilmente.
Posteriormente, sus cuerpos fueron rociados de gasolina y quemados. Tras su
muerte, fue condecorado no sólo por Francia, sino también por el Reino Unido y
USA.
Desgraciadamente. También fueron
capturados otros miembros de su grupo, como el sastre Ullmann o el matrimonio
Mongelard. Ambos desparecieron a manos de la Gestapo.
Incluso, el mismo André Guerisse,
sucesor de Ian Garrow, en la jefatura de la red británica Pat O´Leary, fue
detenido en
Toulouse. Algunos autores afirman que ocurrió a causa de una
delación de Roger Le Neveu.
Hasta llegaron a arrestar a una
hermana de nuestro personaje, llamada Pilar, que también pertenecía a su red.
Parece ser que Pilar se empeñó en
fotografiar a todos a los que habían ayudado a cruzar la frontera para estar a
salvo. Incluso, una vez llegaron a salvar a un general británico.
Según decía, pretendía usarlo
como una prueba para obligar a los aliados a combatir contra Franco. Los
alemanes nunca pudieron obtener ese archivo. Sin embargo, como todos sabemos,
los aliados, nunca lucharon contra Franco. Afortunadamente, Pilar, consiguió
sobrevivir a las dos guerras.
En su tumba, hay instalada una
placa, donde se puede leer:
“A
nuestro hermano Francisco Ponzán Vidal, exiliado político español, Gran resistente
muerto por Francia EL 17/08/1944 a la edad de 33 años”.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
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