ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

miércoles, 25 de mayo de 2022

EL CURIOSO CASO DE JUAN LATINO

 

Me he decidido a escribir este artículo, ahora que parece que, entre los políticos, ha vuelto a estar de moda hablar de lo que fue la esclavitud en España.

Alguien dijo que los políticos no están para resolver nuestros problemas, sino para crear otros nuevos en los que nadie había pensado antes.

Así que procuraré no desviarme del tema para no despistar a mis lectores, a fin de no hacer lo mismo que suelen hacer los políticos.

El personaje de hoy fue llamado Juan Latino, aunque también fue conocido como Juan de Sessa, por el motivo que diré más adelante.

Parece ser que, durante su infancia, fue comprado por el matrimonio formado por Luis Fernández de Córdoba, conde de Cabra, y su esposa, Elvira Fernández de Córdoba, duquesa de Sessa e hija del archifamoso Gran Capitán.

Se trataba de un niño de raza negra, el cual siempre afirmó ser un cristiano y haber nacido, alrededor de 1518, en la actual Etiopía. Por lo visto, en 1528, había sido vendido, por unos negreros portugueses, a los monjes del convento de San Francisco y de allí lo sacaron sus nuevos amos.

Sin embargo, un enemigo suyo afirmaba que Juan era el fruto de una relación del conde de Cabra con una esclava africana y que había nacido en Baena (Córdoba).

Durante esos años, fue una especie de paje de uno de los 3 hijos de ese matrimonio, que también se llamaba Gonzalo Fernández de Córdoba, como su heroico abuelo. Gonzalo era 3 años más joven que Juan.

Esta noble familia residió, durante varios años, en Italia, pues el conde de Cabra fue nombrado embajador del emperador Carlos V en los antiguos Estados Pontificios.

Desgraciadamente, Elvira, falleció en 1524, en el ducado de Sessa, a causa de una de esas terribles infecciones, que solían provocar la muerte de las parturientas, y su marido también murió tan sólo 2 años después, en la ciudad de Roma.

Por ello, Gonzalo, junto a sus dos hermanas y nuestro personaje, tuvieron que regresar a Granada, donde estuvieron al cuidado de su abuela materna, María Manrique de Lara Figueroa, duquesa de Terranova y viuda del Gran Capitán. Tras el fallecimiento de su abuela, pasaron a ser tutelados por un hermano de su padre, llamado Pedro.

Como cualquier miembro de la alta nobleza de la época, Gonzalo recibió una educación muy completa. Entre otras asignaturas, estudió latín, griego, humanidades, música, poesía y equitación.

Parece ser que Juan iba con él a todas partes. Sin embargo, como no le permitían entrar en las clases de la Universidad de Granada, solía escuchar las explicaciones desde el otro lado de una de las puertas. De esa manera, ambos obtuvieron la misma formación.

En 1538, cuando Juan ya había conseguido traducir varias obras famosas de autores romanos, fue liberado por Gonzalo, con el que siempre mantuvo una gran amistad.

En 1546, Juan ya consiguió el título de bachiller en Filosofía. Lo que hoy llamaríamos licenciado o graduado y eso le permitió empezar a dar clases.

Por lo visto, empezó dando clases de música y se enamoró de una de sus alumnas. Se trataba de Ana de Carleval, la bella hija del licenciado Bernardino Carleval, un hidalgo que administraba los bienes del ducado de Sessa.

Curiosamente, Ana ya había sido prometida por su familia a Fernando de Válor, descendiente de los reyes Omeyas y, posteriormente, conocido como Aben Humeya.

Parece ser que esta relación, de Juan y Ana, obtuvo el apoyo de su amigo Gonzalo y de Pedro Guerrero, arzobispo de Granada. Este último contrató a Juan para dar clases de latín en el Colegio Catedralicio, siendo, posteriormente, catedrático del mismo. También fue catedrático de Gramática en la Universidad de Granada. Curiosamente, fue muy amigo de la persona que, anteriormente, ocupó esa cátedra, Pedro de la Mota.

Así que se le considera el primer profesor y catedrático de raza negra de toda la Historia. Para que vean lo “racistas” que éramos en España.

No se tiene la certeza si ese matrimonio interracial tuvo lugar en 1547 o 1548. Lo único cierto es que tuvieron 4 hijos y la esposa de su amigo Gonzalo, María Sarmiento de Mendoza, hija de Francisco de los Cobos, secretario del rey,  fue madrina del primero de ellos, una niña nacida en 1549.

Juan y su familia residieron en una casa de la granadina calle Santa Ana, cercana a la iglesia de Santa Ana, hoy llamado Barrio de la Churra. Parece ser que llevaron una vida acomodada, al ser Juan catedrático de esa Universidad y haber heredado ella los bienes de su familia.

Por lo visto, eso de que lo nombraran para la cátedra de la Universidad de Granada no fue del agrado de algunos, que profirieron insultos racistas contra él.

Sin embargo, gozó de tanto prestigio que se sabe que, en 1565, fue el encargado de pronunciar el discurso de la apertura del curso en su Universidad.

Parece ser que llegó a relacionarse con algunas de las personas famosas de su tiempo, como Juan Boscán, Diego Hurtado de Mendoza o Garcilaso de la Vega.

También fue autor de varias poesías, todas escritas en latín, y dedicadas a personajes ilustres, como Felipe II, el Papa Pío V o don Juan de Austria.

Parece ser que conoció a este último, cuando acudió a Granada para tomar el mando de las tropas, que combatían en la rebelión de las Alpujarras.

Precisamente, el líder de esos moriscos rebeldes de las Alpujarras era Aben Humeya, el mismo que iba a casarse con la que ahora era la esposa de Juan Latino.

Parece ser que el poema en homenaje a don Juan de Austria, por haber vencido en Lepanto, le fue encargado, posteriormente, por Pedro de Deza, presidente de la Real Chancillería de Granada.

Uno de los oficiales que acompañaban a don Juan de Austria era Gonzalo Fernández de Córdoba, el gran amigo y valedor de Juan Latino, el cual obtuvo varias victorias frente a los moriscos.

Parece ser que gozó de una merecida fama en su época y hasta fue elogiado por el propio Cervantes, el cual le menciona en el prólogo del Quijote. También Lope de Vega le dedicó uno de sus poemas.

Incluso, fue muy respetado por sus conciudadanos granadinos. Lo cual ya tiene mucho mérito en un país como España.

Parece ser que Felipe II pidió un retrato de Juan Latino para colocarlo en una galería dedicada a los sabios de su tiempo, en el Real Alcázar de Madrid. Desafortunadamente, parece ser que desapareció en el incendio que destruyó ese palacio en el siglo XVIII. Por ello, no se conserva ningún retrato de nuestro personaje.

Desgraciadamente, en 1578, murió en Madrid, su amigo y protector, Gonzalo Fernández de Córdoba, al que dedicó una elegía. Gonzalo murió sin hijos.

A Juan, los achaques de la edad le fueron llevando a la ceguera. No obstante, llegó a conocer a San Juan de la Cruz, cuando éste fue el prior del convento de las carmelitas de esa ciudad.

Finalmente, murió a los 80 años y fue enterrado bajo el altar mayor de la mencionada iglesia de Santa Ana y San Gil, en Granada. Parece ser que también fueron enterrados, en el mismo templo, su mujer y sus hijos. Tampoco está muy claro que muriera a esa edad, porque algunos autores afirman que llegó a los 90 años.

Por lo visto, cuando Felipe II logró que se terminaran las obras de El Escorial, se llevó al panteón real de ese monasterio el cadáver de su madre, Isabel de Portugal, que estaba enterrado en la catedral de Granada.

Sin embargo, cuando pretendió llevarse también los de los Reyes Católicos, su hija y su yerno, Juan Latino, habló con el rey, en representación de las autoridades granadinas, para pedirle que los dejase en su ciudad. Así que ellos siguen allí gracias a los buenos oficios de nuestro personaje con este famoso monarca.

 

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lunes, 23 de mayo de 2022

EL EXTRAÑO CASO DE MARTÍN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE

 

Ya se sabe que, cuando hay una guerra, ninguno de los dos bandos permite que haya gente indiferente a ella. Así que, primero intentan atraérselos u obligarles a alistarse en su bando y, si no lo consiguen, destruirlos.

Hoy traigo al blog la biografía de un hombre que, como buen militar, siempre quiso ser leal al poder constituido, pero no al monarca impuesto en España por Napoleón Bonaparte.

Martín Fernández de Navarrete y Ximénez de Tejada, que era así cómo se llamaba, nació en 1765 en Ábalos, un pequeño pueblo de la Rioja española.

Sus padres pertenecían a la pequeña nobleza, lo cual le permitió tener una muy buena educación. Incluso, llegó a estudiar varios años en el Seminario de Nobles de Vergara. Una institución perteneciente a la Real Sociedad Económica Vascongada de Amigos del País.

Parece ser que el nivel de estudios de ese centro era bastante alto. Sólo hay que ver que, entre su profesorado, se hallaban los químicos franceses Joseph Louis Proust y François Chavaneau, descubridor del platino o el ingeniero de minas español Fausto Elhuyar, descubridor del wolframio.

En 1780, Navarrete, aprueba el examen de ingreso para la Escuela N

aval Militar, que entonces se hallaba en la Isla de León, actualmente, San Fernando (Cádiz).

No debemos olvidar que, en aquella época, se estaban produciendo las reformas militares ordenadas por Carlos III, el cual apoyó, firmemente, la reconstrucción de la Armada española y el aumento de plantilla de la misma. Por eso, nos encontramos, en la batalla de Trafalgar, con grandes y buenos marinos. Todos ellos surgidos en esa misma época.

Así que, ya en 1782, tuvo su bautismo de fuego, en una de las muchas batallas en que tuvo que intervenir la Armada española, durante la guerra de la independencia USA.

Desgraciadamente, poco después, tuvo que retirarse, temporalmente, del servicio activo a causa de una enfermedad. En esa época se casó con Manuela de Paz y Galtero.

Sin embargo, no estuvo ocioso, porque el Almirantazgo le confirió la misión de investigar a todo tipo de archivos a fin de recopilar la Historia de la Armada española.

Obtuvo muchos éxitos, entre los que se pueden destacar el hallazgo de los diarios de 3 de los viajes de Cristóbal Colón a América. También algunos estudios filológicos y biográficos sobre varios textos y la vida de Cervantes. Incluso, llegó a demostrar la participación de varios españoles en las Cruzadas.

Es más, también demostró que algunos navegantes españoles llegaron a algunos territorios mucho antes de lo que lo hicieron los franceses o los ingleses. Aunque estos se apuntaran ese mérito.

Sin embargo, volvió al servicio activo durante la llamada Guerra del Rosellón (1793-1795), por la que España luchó contra los revolucionarios franceses, en cumplimiento de los Pactos de Familia, que unían a nuestros monarcas con los de los franceses.

Sus enormes méritos como investigador y persona ilustrada le sirvieron para ingresar, en 1791, en la Sociedad de Amigos del País y, posteriormente, para ser nombrado miembro de las academias de la Lengua, de la Historia y de Bellas Artes.

Cuando los franceses penetraron en España, él ocupaba un alto cargo dentro del Ministerio de Marina. Lo que entonces se llamaba Secretaría de Estado y del Despacho de Marina. Este Organismo se hallaba entonces en el llamado Palacio de Godoy, que está situado junto al Senado.

Concretamente, ocupaba un puesto denominado ministro contador
fiscal del Supremo Tribunal del Almirantazgo.

Más tarde, cuando Napoleón nombró a su hermano José rey de España, nuestro personaje se negó a prestar juramento de fidelidad al nuevo rey, por lo que perdió su puesto de trabajo.

Como es sabido, tras la derrota francesa en Bailén ocurrida en julio de 1808, el rey José I y su corte huyeron de Madrid en dirección a Francia. Sin embargo, Napoleón reunió un potente ejército con el que consiguió derrotar la resistencia española y entrar en Madrid, en diciembre de 1808.

Así que esta vez los que intentaron huir fueron Navarrete y todos los opositores al monarca intruso.

Desgraciadamente, fue detenido y estuvo a punto de ser deportado a Francia. Sin embargo, el almirante Mazarredo, ministro de Marina del rey José I y también muy amigo de Navarrete, logró convencer al monarca para que no lo deportaran. Incluso, le buscó un buen puesto en el Ministerio. Sin embargo, Navarrete dimitió muy pronto, porque no quería estar a las órdenes del rey intruso.

Posteriormente, varios miembros del Gobierno, como O’Farril, Arribas
o Cabarrús, intentaron atraérselo con el señuelo de nombrarle para algún importante puesto gubernamental, mientras que otros ministros se dedicaron a amenazarle con deportarle a Francia. Sin embargo, la actitud de Navarrete fue siempre la de rechazar todos esos importantes cargos.

Eso le llevó a sufrir estrecheces económicas, agravadas por tener una familia numerosa. Por ello, tuvo que vender su coche y sus caballos. También su biblioteca y hasta la vajilla de plata.

Incluso, el Gobierno le incautó su gran colección de manuscritos, que había ido reuniendo durante muchos años.

Parece ser que intentó mudarse con su familia a la provincia de Murcia, donde vivían unos parientes de su mujer. Tampoco pudieron hacerlo, porque, en 1811, se declaró allí una epidemia de peste. Aunque algunos autores dicen que fue de fiebre amarilla.

Navarrete se hallaba entre dos fuegos. Tanto los afrancesados como los patriotas querían que se uniera a su bando.

El almirante Mazarredo tiró por la calle del medio y decretó el ingreso de Navarrete en la Real   Orden de España, instituida por José I. Hecho que se publica en la Gaceta de Madrid, lo que hoy es el BOE, y que da a entender a todos que Navarrete es un seguidor del rey intruso.

Desgraciadamente, las estrecheces económicas por las que estaba pasando Navarrete, al igual que su familia, le hicieron aceptar ese honor y también el puesto de director de los Reales Estudios de San Isidro. Un Organismo situado en el lugar que hoy ocupa el Instituto de Enseñanza Secundaria San Isidro, en Madrid.

Parece ser que estaban tan interesados en atraerse a Navarrete que tuvieron que cesar a un conocido afrancesado, como Estanislao de Lugo y Molina, que era el que ocupaba aquel puesto.

Poco después, Madrid sería tomada, durante un breve período de tiempo, por las tropas españolas. Eso dio lugar a que fuera encarcelado durante casi dos meses, aunque no se le había acusado de nada.

Como ya he dicho, los franceses lograron ocupar, nuevamente, la ciudad de Madrid. Esta vez, Navarrete, se trasladó, voluntariamente, hasta Cádiz a fin de aclarar su situación ante las autoridades españolas.

Tal y como se suele decir “las cosas de Palacio van despacio”. Así que tuvo que soportar un largo proceso, que luego siguió tras haber vuelto a caer, ya definitivamente, Madrid, en manos españolas.

Parece ser que tuvo que soportar una sanción provisional por haber aceptado su nombramiento como miembro de la Real Orden de España, aunque lo nombraron sin su consentimiento.

Sin embargo, al final, consiguió ser absuelto de todos los cargos, que había contra él en la primavera de 1814. No sé si en ello tendría algo que ver su compañero, en Vergara y en la Escuela Naval Militar, y también amigo, Luis Salazar, que llegó a ser ministro de Marina.

Incluso, en 1815, los miembros de la Academia de Bellas Artes de San Fernando le eligieron como secretario de la misma y el rey, Fernando VII, refrendó ese nombramiento.

Precisamente, Navarrete fue el encargado de redactar el discurso de bienvenida de esa Real Academia al nuevo soberano, Fernando VII.

Más tarde, le fue bastante mejor, pues fue nombrado senador y consejero del Consejo de España y de las Indias.

Posteriormente, en 1824, llegó a ser nombrado director de la Real Academia de la Historia. Incluso, también fue nombrado miembro de diversas academias españolas y extranjeras.

Sus obras fueron traducidas a varios idiomas y fueron muy elogiadas, tanto en España como en el extranjero.

En 1833, tras la muerte de Fernando VII, fue nombrado consejero de Estado, especializado en temas de la Armada.

Una de las cosas de las que estuvo más orgulloso fue la publicación de la Colección de documentos inéditos, con los que pretendía escribir una verdadera Historia de España.

En la Real Academia de la Lengua, colaboró activamente para la publicación de una Gramática, donde ya se perfilaba la Ortografía que utilizamos en la actualidad. Al igual que se dedicó a compilar antiguos poemas castellanos y obras de autores clásicos.

Murió en 1844, en Madrid, cuando le faltaba poco para cumplir los 80 años. Una edad muy avanzada para aquella época.

Siguiendo sus instrucciones, fue enterrado en el pueblo riojano de Ábalos, que fue donde nació y donde estaba la mansión familiar.

En 1851, uno de sus ayudantes, Agustín Pérez de Lerma, logró terminar una obra que nuestro personaje había dejado inacabada. Se trata de la Biblioteca Marítima Española. Una obra, que fue muy elogiada en su momento y que, hoy en día, se sigue consultando para comprender esa parte de la Historia de España.

 


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viernes, 22 de abril de 2022

MERCEDES FORMICA, LA EPOPEYA DE UNA GRAN LUCHADORA

 

Hoy en día, cuando se habla de la gente que más ha aportado en la consecución de los derechos de las mujeres, a muchas personas se les viene, inmediatamente, a la cabeza la figura de Clara Campoamor.

Evidentemente, no tengo nada en contra de Clara Campoamor. De hecho, hace tiempo, le dediqué otro de mis artículos. Sin embargo, echo en falta que casi nadie reivindique la figura de Mercedes Formica. Así que lo voy a hacer yo.

Mi personaje de hoy se llamaba Mercedes Formica-Corsi Hezode. Por si a alguno se le ha ocurrido, he de aclarar que su apellido no tenía nada que ver con aquellos famosos muebles de formica, que había en todas las casas de España.

Realmente, todavía no tengo claro si su apellido era Formica o Fórmica, porque lo he visto escrito de ambas formas en diferentes sitios.

Nació en Cádiz, un día de agosto de 1913. Fue la segunda de los seis hijos del matrimonio formado por José Formica-Corsi y Cuevas de Artá y Amalia Hezode Vidiella.

Parece ser que se trataba de una familia muy acomodada. El padre era un ingeniero industrial, nacido en Barcelona, que dirigía la sucursal de Cádiz de la Compañía Catalana de Gas y Electricidad. Curiosamente, he visto en un artículo, que participó en los Juegos Olímpicos de París, celebrados en 1900, en la categoría de remo 4 con timonel. Por lo visto, sus apellidos son de origen italiano.

En cuanto a su madre, Amalia Hezode, nacida en 1888 en una familia originaria de Medina Sidonia, fue una mujer con una buena formación, que recibió en un internado en Gibraltar. Por ello, dominaba varios idiomas. El apellido Hezode es de origen francés.

Parece ser que el problema de este matrimonio es que nunca estuvo muy bien avenido y eso lo tuvieron que ver sus hijos muy de cerca. Desgraciadamente, dos de ellos, murieron sin haber llegado a la edad adulta.

Al cumplir los 11 años, al padre de Mercedes lo trasladaron a Sevilla y allí se fue con toda su familia.

Su madre siempre fue una persona que se preocupó mucho porque sus hijos tuvieran la mejor formación posible. Así que fue a hablar con unas monjas, que tenían un centro de enseñanza, para que matriculasen a Mercedes y a la hermana que le seguía, a fin de que cursaran el Bachillerato.

Parece ser que la religiosa se echó las manos a la cabeza, porque eso no era costumbre en aquella ciudad y le auguró que sus hijas no se casarían. Así y todo, las ingresó en un internado de Córdoba, donde lograron obtener el título de Bachiller.

Como su madre decía que sus hijas un día se casarían “por amor y no por conveniencia” las animó a seguir sus estudios. Así que, en 1931, Mercedes, se matriculó en Derecho y en Filosofía y Letras, aunque luego dejó la segunda carrera.

Evidentemente, ahora lo vemos como algo normal, sin embargo, esto era un hecho casi insólito, porque Mercedes era la única alumna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla.

No debemos olvidar que la primera mujer española que intentó estudiar en la Universidad fue Concepción Arenal, la cual se matriculó, en 1841, supongo que, con un nombre falso, en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, en Madrid.

Para ello, se cortó el pelo y se vestía como un varón hasta que alguien la descubrió. Parece ser que el rector decidió que continuara sus estudios, pero en un lugar apartada del resto de sus compañeros de curso. También el profesor tendría que escoltarla, tanto a la entrada como a la salida.

Curiosamente, fue el tan denostado conde de Romanones, que era el ministro de Instrucción Pública, en 1910, firmó una Real Orden, por la que se autorizaba a todas las mujeres que lo desearan, a matricularse en todos los centros docentes.

Esa fue la razón por la que Mercedes pudo estudiar en la Universidad, aunque tenía que ir acompañada por una señora mayor que ella, tanto a la ida como a la vuelta de las clases.

En sus memorias recordaba a algunos de sus profesores, como Jorge Guillén, de la Facultad de Filosofía y Letras, o el menos conocido José Antonio Rubio Sacristán, catedrático de Historia del Derecho.

Parece ser que este último influyó mucho en la sed de conocimientos de su alumna y además le presentó a algunos grandes intelectuales de la época, como Federico García Lorca, al que había conocido en su etapa de estudiante.

Llegamos a 1933. Es un año donde cambia bruscamente su modo de vivir. Como ya he dicho, los padres de nuestro personaje nunca se llevaron muy bien. Así que aprovecharon que las Cortes republicanas habían aprobado la Ley del Divorcio para utilizar ese instrumento legal.

Desgraciadamente, no pudo ser por mutuo acuerdo. Así que el juez dio la custodia de las 4 hijas a la madre y el hijo al padre. A ella le asignaron una mensualidad de 1.000 Ptas., que no estaba mal en aquella época, pero que era claramente insuficiente para cuidar a 4 hijas. He de aclarar que la hija mayor había muerto en 1927.

Incluso, como la Ley no cambió el llamado “depósito de la mujer”, el juez autorizó que se fueran a vivir en Madrid, donde residían unos familiares. Si no hubieran tenido familiares, hasta era posible que la hubieran enviado a vivir en un convento. Así que tuvieron que alquilar una modesta vivienda interior en la calle Castelló.

Siguiendo las leyes de aquella época, el marido se quedó con la vivienda conyugal y todos los bienes que había en ella. Incluso, el marido no permitía que su esposa pudiera ver al único hijo varón que tenía y que se quedó al cuidado del padre. Lo cual nos puede parecer ahora muy injusto, pero entonces era así.

Un cambio enorme para unas personas acostumbradas a codearse con la alta sociedad, primero de Cádiz y luego de Sevilla. Ni siquiera le otorgaron a Mercedes una beca para estudiar, por ser hija de un directivo de una importante empresa.

Sin embargo, en el lado positivo, tenemos que Mercedes se matriculó en la Universidad Central, en Madrid. La Facultad de Derecho estaba en aquel viejo edificio de la calle de San Bernardo. Parece ser que ya estaba hecho un desastre, al contrario de las facultades que habían ido trasladando a la nueva Ciudad Universitaria, que estaba inacabada y que resultó destrozada por la guerra civil.

Lo positivo de todo esto es que allí daban clase las mejores figuras del Derecho español. Por citar algunos nombres Clemente de Diego, Sánchez Román, Joaquín Garrigues, Jiménez de Asúa, etc. Este último estaba considerado como uno de los mejores especialistas de Derecho Penal a nivel internacional.

También tuvo como condiscípulos a algunos nombres que nos podrán sonar, como Jiménez Quílez, Gómez Acebo, Jesús Galíndez y la famosa actriz Conchita Montes.

También nos cuenta que, ese mismo año, un domingo por la mañana, cuando llegó a casa de unas amigas, se las encontró oyendo la radio. Ella también se sentó para ver qué decían. Esa emisora estaba transmitiendo en directo el discurso de fundación de la Falange, que tenía lugar en el Teatro de la Comedia, en Madrid.

Parece ser que quedó fascinada por el discurso de José Antonio y, unos días después, fue a afiliarse a ese partido y a su sindicato, el SEU.

En la primera reunión del SEU fue elegida delegada de la Facultad de Derecho. Allí aportó varias ideas, como las de crear una bolsa de libros, procedentes de los que ya hubieran terminado la carrera, a fin de que los pudieran utilizar los nuevos alumnos y la concesión de becas y creación de comedores universitarios.

Parece ser que la escasez de libros no era sólo propia de alumnos con pocos recursos, sino que la misma biblioteca de la Facultad de Derecho sólo poseía un ejemplar de cada libro. Así que era una labor casi imposible conseguir que te prestasen uno de ellos.

En 1936, José Antonio, nombró a nuestro personaje jefa nacional del SEU femenino, desde su encierro en la cárcel de Alicante.

Como veo que este artículo me va a quedar un poco largo, a partir de aquí abreviaré, pasando por alto muchos detalles de su biografía y mostrando solamente los más interesantes.

Seguimos en 1936. En ese año, Mercedes cayó muy enferma, por culpa de una gripe que se le había agravado. Así que su madre se movió mucho y consiguió que su padre y el juez les permitieran mudarse a otra ciudad con un clima más benigno. Por fin, lo consiguió y se fueron a vivir a Málaga.

Allí hicieron muy buenas amistades entre la gente de la alta sociedad de esa capital. No obstante, iban viendo que el ambiente cada vez se mostraba más enrarecido y más hostil hacia la clase alta.

Cuando llegó el 18 de julio, el general Patxot, gobernador militar de esa provincia no se decidió a sublevarse en el primer momento. Eso les vino muy bien a las milicias para organizarse y plantar cara a sus tropas, cuando pretendieron llegar al Gobierno Civil. Posteriormente, este general, junto con muchos de sus oficiales, fueron detenidos y fusilados.

Los milicianos no se contentaron con detener a la gente que consideraba afín al bando nacional, sino que también les incendiaban sus casas.

La gente ya no se fiaba de nadie y a Mercedes y a su familia les llegaron a invitar a largarse de una de las casas, donde estaban refugiadas, argumentando que ella les podría comprometer por ser de Falange.

Por fin, gracias a sus contactos con algunos consulados extranjeros, consiguieron unos visados para poder escapar de Málaga. Su barco les dejó en Tánger, desde donde continuaron su viaje hasta Sevilla.

Nos cuenta que llegó a una ciudad llena de uniformes militares y también que se encontró con algunos conocidos que, a pesar de haber hablado antes mal de José Antonio, se habían hecho de Falange e iban por la calle con ese uniforme.

Tras la toma de Málaga por las tropas nacionales, fue con un grupo de la Sección Femenina, que se dedicaba a repartir comidas para toda la población. Desgraciadamente, antes pudo contemplar la represión de un bando y ahora la del otro.

A finales de 1937 se casó, en la catedral de Sevilla, con el poeta y crítico de arte, Eduardo Llosent y Marañón.

Tras la guerra, el matrimonio se trasladó a Madrid, donde su amigo Eugenio D’Ors, nombró a Llosent director del Museo de Arte Moderno. Un centro que ya no existe, pero que estaba situado dentro de la sede de la Biblioteca Nacional, en Madrid. La mayoría de sus importantes fondos fueron a parar al Museo del Prado.

La pareja residió en un lugar muy cercano. Su vivienda estaba en el Paseo de Recoletos, muy cerca del famoso Café Gijón. Allí solían acudir para reunirse con algunos intelectuales del momento.

Parece ser que su marido estuvo en el grupo de intelectuales que intentaron ayudar a Miguel Hernández. En principio, le quisieron ayudar a escapar, pero se negó a ello. No obstante, consiguieron que no fuera condenado a muerte.

Mercedes siempre fue muy crítica con la decisión de Franco de unir a la Falange con los tradicionalistas o carlistas, porque se trataba de dos partidos con ideologías totalmente diferentes. Incluso, llegó a pedir la disolución de la Falange, porque ahora se había llenado de gente, que sólo buscaba ascender socialmente y le importaba muy poco la ideología de José Antonio.

La Sección Femenina le nombró directora de algunas revistas, en las que intentó elevar el nivel cultural de las mismas y rebajar la propaganda del régimen. También le encargaron un discurso, pero se lo censuraron por completo, al ver que tenía un carácter feminista. Esa fue una de las razones por las que nunca se llevó bien con Pilar Primo de Rivera.

A mediados de los años 40, acompañó a su marido a una gira por Argentina, al objeto de mostrar en ese país la cultura española del momento.

A su regreso a Madrid, ella decidió acabar la carrera de Derecho, que había dejado a medio terminar a causa de la guerra. Por lo visto, se encontró una Universidad totalmente diferente. Los mejores profesores estaban muertos o exiliados y los alumnos eran ahora unos seres muy acomodaticios.

En 1948, consiguió la licenciatura y pensó en hacer unas oposiciones a la carrera diplomática (algo que le habían recomendado algunos de sus profesores de antes de la guerra), notarías, abogacía del Estado o algo similar. Sin embargo, en todas tropezó con el obstáculo de que era requisito imprescindible ser varón.

Ni siquiera podía optar a ser fiscal o juez, ya que sólo permitieron que las mujeres ingresaran en esos cuerpos a partir de mediados de los años 70.

Incluso, se colegió para ejercer la abogacía. Sin embargo, 
ningún despacho de abogados quiso contratarla.

Así que no le quedó otra que montar un despacho en su propia casa y apuntarse al turno de oficio. En aquella época, sólo había 2 mujeres más que ejercían la abogacía en Madrid. No obstante, también la ficharon para el Instituto de Estudios Políticos, donde se dedicó a defender los derechos de la mujer.

Parece ser que a su despacho le llegaron muchos casos de mujeres maltratadas por sus propios maridos o amantes y tuvo que defender sus derechos ante los tribunales.

A fuerza de insistir, tras varios meses parado por la censura, consiguió que, el 07/11/1953, se le publicara un artículo suyo en el diario ABC, titulado “El domicilio conyugal”.

En él narraba los problemas de las mujeres españolas, cuando su pareja les trataba mal y no podían romper de ninguna manera el matrimonio.

Aparte de que, en caso de separación, el marido se quedaría con todos los bienes de ambos y a la esposa la “depositarían” en un lugar convenido entre el juez y el marido. Incluso, le retirarían la patria potestad sobre sus hijos.

Ponía como ejemplo el caso de Antonia Pernia Obrador a la que su marido había intentado asesinar de 12 puñaladas y que se salvó de milagro. Aunque afirmaba que ya le había pegado muchas veces, anteriormente.

En ese artículo, Mercedes explicaba claramente que esa mujer no podía pedir la separación judicial, porque no tendría dónde ir a pesar de ser una víctima frecuente de malos tratos.

El mencionado artículo fue como una bomba, que estalló en las narices del propio régimen franquista, porque el citado diario se permitió realizar una encuesta entre sus lectores sobre el contenido de ese artículo. Posteriormente, varios prestigiosos diarios internacionales se hicieron eco del mismo y ello obligó al Gobierno a dar algún tipo de respuesta.

Por lo visto, un periodista de la revista Time escribió un artículo, cuyo último párrafo decía: “Creo que empieza un gran torbellino. Gracias a Dios, mi mujer no lee los periódicos”.

Hasta los periódicos de la CNT se hicieron eco de este artículo y esperaron a ver qué respondía el régimen.

Así que un día recibió una invitación para ir a hablar, personalmente, con Franco. Esta entrevista tuvo lugar en el Palacio del Pardo, el 10/03/1954.

Me llama la atención que, en una época en que las mujeres iban a todas partes acompañadas por sus maridos, ella fue sola, aunque en el oficio, donde se la citaba, decía que la acompañaría un sacerdote.

Parece ser que Franco se había interesado mucho por este tema y la comprendió, porque él mismo había visto esos malos tratos también en su propia familia.

Así que eso fue lo que le dijo Mercedes, cuando regresó a su casa y su marido le preguntó cómo le había ido.

Por ello, Franco puso a trabajar a las Cortes y eso dio lugar a la modificación de nada menos que 66 artículos del Código Civil, promulgado en 1889, y que hasta esa fecha sólo había sufrido pequeñas reformas.

La Ley de 24/04/1958 dio lugar a la modificación de esos 66 artículos, más otros relacionados con ellos y que se hallaban en la Ley de Enjuiciamiento Civil y el Código de Comercio. Una de sus mayores innovaciones fue considerar la casa no como del marido, sino del matrimonio. Por tanto, el marido maltratador, podría ser expulsado de su vivienda por el juez.

Incluso, se aprobó que las mujeres viudas, que se casaran de nuevo, pudiesen seguir teniendo la patria potestad sobre sus hijos.

Desgraciadamente, no pudo conseguir la igualdad de trato, entre ambos cónyuges, por el adulterio cometido por alguno de ellos. Ya que la Ley penalizaba más duramente a la mujer.

A partir de entonces se dedicó a dar conferencias sobre el tema que trataba ese artículo y a escribir novelas. He de decir que escribía muy bien y que recomiendo la lectura de sus obras. Sobre todo, los tres volúmenes de sus memorias.

En 1960, consiguió que un tribunal eclesiástico anulara su matrimonio con Eduardo Llosent y en 1962 contrajo un nuevo matrimonio con José María González de Careaga y Urquijo. Un ingeniero industrial, que también fue alcalde de Bilbao. Ese matrimonio duró hasta la muerte de su esposo, ocurrida en 1971.

Desgraciadamente, esta mujer, que, por lo que se trasluce en sus obras, fue
una persona con una cultura envidiable y una memoria privilegiada, murió tal día como hoy, 22 de abril, pero de 2002, a causa de esa despiadada enfermedad que es el Alzheimer.

En 2014 se inauguró un busto suyo en su ciudad natal de Cádiz, justo frente a un centro de la mujer. Curiosamente, al año siguiente, el Ayuntamiento de esa ciudad, gobernado por Podemos, ordenó retirar su busto de la plaza del Palillero, donde podía verlo todo el mundo, e instalarlo dentro de la biblioteca de la Fundación de la mujer. Lo cual ocasionó fuertes críticas.

Incluso, un grupo de intelectuales de Málaga, pidió al Ayuntamiento de
Cádiz, que, si no iban a reinstalar su busto en el lugar de donde lo habían retirado, se lo cedieran para instalarlo en un lugar de honor de la ciudad de Málaga.

Por el contrario, en 2017, el Ayuntamiento de Madrid, presidido por la juez retirada Manuela Carmena, le dedicó una de las calles de la capital. Concretamente, muy cerca del parque de la Fuente del Berro. Parece ser que a esta antigua magistrada no le importó que Mercedes Formica hubiera sido una de las personas fundadoras de la Falange.

 

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jueves, 31 de marzo de 2022

LA LLAMADA “FINLANDIZACIÓN” DE FINLANDIA

 

Como veo que la gente sigue teniendo interés por esos pocos países que aún siguen siendo neutrales en el continente europeo, hoy me dedicaré a escribir sobre Finlandia.

No voy a remontarme mucho en la Historia. Sólo diré que, durante varios siglos, Finlandia estuvo unida al reino de Suecia, aunque siempre fue ambicionada por su vecina Rusia.

Su territorio fue denominado Gran Ducado de Finlandia y, cuando estuvo bajo el dominio sueco, el título de gran duque siempre lo ostentó el rey de Suecia.

Como todos sabemos, el gran enemigo de Napoleón era el Reino Unido. Así que éste decretó un bloqueo naval y económico contra ese país.

Parece ser que Suecia no estaba por la labor de obedecer al emperador francés, ya que buena parte de su comercio siempre lo había realizado con los británicos y no quería perderlos como clientes.

Sin embargo, Napoleón, firmó un acuerdo con el Imperio Ruso para que obligaran a Suecia a respetar ese bloqueo contra los británicos.

Así que los rusos tuvieron la excusa perfecta para invadir el territorio sueco. Obviamente, para llegar a Suecia, tenían que atravesar Finlandia.

Curiosamente, unos años después, Napoleón invadió Portugal y Rusia, también por no querer respetar el bloqueo que decretó contra el Reino Unido.

La guerra empezó en 1808 y pronto se vio que el Ejército sueco no era un gran rival para el ruso. Así que, un año después, firmaron un tratado de paz por el que Rusia se quedó con Finlandia.

El zar ruso Alejandro I reunió en 1809 al Parlamento finlandés en la llamada Dieta de Porvoo, donde se comprometió a respetar sus costumbres, su religión y a darles una autonomía, para seguir siendo el Gran Ducado de Finlandia, pero dentro del Imperio Ruso. Correspondiendo el cargo de gran duque al zar que hubiera en cada momento.  La reunión se celebró en la catedral de esa ciudad.

Aunque los finlandeses conservaron la Constitución que habían disfrutado, cuando habían pertenecido a Suecia, no hará falta decir que, al vivir dentro de un Estado con una monarquía absoluta, las libertades que podían disfrutar dependieron del talante de cada uno de los zares que los gobernaron.

No obstante, desde la segunda mitad el siglo XIX se llevó a cabo la llamada “rusificación” de Finlandia, la cual consistía en homologar a los finlandeses con el resto de los pobladores de Rusia.

Evidentemente, se impuso el estudio del ruso en los colegios y también fue la lengua oficial de la Administración Pública. Algo que no gustó nada a los finlandeses.

En 1898, el zar designó como gobernador de Finlandia a uno de sus generales más fanáticos, Nikolai Bóbrikov, el cual aumentó la presión sobre los finlandeses, con el objetivo de arrinconar su cultura y sus libertades.

Evidente, lo único que consiguió con esa política represiva fue hacer resurgir el nacionalismo finlandés. A ello contribuyeron, como en otros países, el estudio de su Historia y la publicación de algunas sagas, como el Kalevala, que, en aquel momento, llegó a ser tan popular como el Cantar del Mío Cid, la Canción del Roldán, el Beowulf o el Cantar de los Nibelungos.

Como ese general siguió utilizando su política hostil y violenta hacia el pueblo finlandés, se crearon algunas organizaciones opositoras en la clandestinidad.

En una de ellas militaba un joven finlandés, llamado Eugen Schauman. Curiosamente, era hijo de un militar de alta graduación que, aunque era finlandés, pertenecía al Ejército ruso.

En 1904, algunas de esas organizaciones tenían previsto atentar contra los intereses de Rusia en Finlandia, sin embargo, Schauman, les convenció de que era mejor atentar, directamente, contra el gobernador Bóbrikov.

Así que se puso manos a la obra. Schauman esperó la llegada del gobernador al Palacio del Senado. Al verle, Eugen, le disparó 3 veces y luego se disparó él dos veces en el pecho. Conclusión: murieron los dos.

Lógicamente, durante el resto de la dominación rusa o la posterior llegada de la URSS, no se pudo homenajear a este héroe de la resistencia finlandesa. Tras la caída de la URSS, se erigió un monumento sobre su tumba y se instaló una placa en el Senado para recordar este hecho.

Así que Finlandia continuó bajo el dominio zarista, hasta que llegó la Revolución Rusa y aprovechó para proclamar su independencia.

De todas formas, no todo fue un camino de rosas, pues, inmediatamente, estalló la guerra civil en Finlandia.

En el denominado Ejército blanco lucharon los conservadores, socialdemócratas, liberales, algunas unidades alemanas y voluntarios llegados de otros países cercanos.

Mientras que en el llamado Ejército Rojo estuvieron los comunistas, los socialistas más radicales y algunas tropas llegadas desde la Rusia bolchevique.

Ciertamente, no fue una guerra civil tan larga como la española, porque sólo duró entre los meses de enero y mayo de 1918. Sin embargo, también fue muy cruenta, como suelen ser las guerras civiles, porque los combatientes se odian más que en las guerras entre países. Eso dio lugar a miles de ejecuciones en ambos bandos.

Al final de la guerra civil, se pensó fundar una monarquía, cuyo soberano sería un primo del káiser, pero no se llevó a cabo a causa de la derrota alemana en la I Guerra Mundial y el fin del Imperio alemán. Por ello, los finlandeses, optaron por fundar una república independiente.

Curiosamente, en octubre de 1939, un mes después de haber comenzado la II Guerra Mundial, la URSS, presionó a Finlandia para que le cediera parte de su territorio, alegando que su frontera estaba demasiado cerca de San Petersburgo. Seguro que eso os suena de algo.

Evidentemente, los finlandeses se negaron a ello y los soviéticos invadieron el país. Para su sorpresa, los finlandeses se defendieron como leones y consiguieron hacer retroceder a los soviéticos. Estos tuvieron muchas bajas a causa del fuego enemigo y de las frías temperaturas, que llegaron a los -43ºC ¡Esto produce tiritona sólo de pensarlo!

El Ejército soviético se replegó, igual que está haciendo ahora, para volver a atacar en febrero. Esta vez, las tropas soviéticas tuvieron más suerte y lograron vencer la resistencia finlandesa.

Eso de replegarse ya lo hicieron dos veces, los rusos, en la actual guerra de Siria. Así que nunca hay que fiarse de ellos.

Precisamente, me acaba de llegar la noticia de que, a pesar de que Putin había dicho que iba a hacer una especie de alto el fuego en Ucrania, ha firmado un decreto por el que pretende alistar a unos 134.500 jóvenes para llevarlos a esa guerra.

Después de este inciso, en marzo de 1940 se firmó un tratado de paz, por el que Finlandia le cedía el 11% de su territorio, que también era de donde obtenía el 30% de su PIB.

Lo que sí se vio claro era que el Ejército soviético había hecho el ridículo, igual que ahora lo está haciendo en Ucrania, y que los finlandeses podrían haber ganado la guerra. Igual que los polacos y los ucranianos les vencieron en 1921, como ya dije en otro artículo. Hitler tomó buena nota de ello.

En junio de 1941, cuando Alemania invadió la URSS, Finlandia aprovechó para retomar los territorios, que había tenido que ceder a la URSS. Consiguió sus objetivos, pero no quiso ir más allá.

Posteriormente, en junio de 1944, cuando se produjo el gran contraataque de las tropas soviéticas contra las tropas alemanas y sus aliados, los finlandeses tuvieron que retroceder.

Así que, en septiembre de 1944, se firmó un nuevo tratado de paz, por el que la URSS le exigía que dejase de ser aliada de Alemania y que expulsara a todos los alemanes de su país.

Mas tarde, en 1947, se firmó un nuevo tratado por el que Finlandia tuvo que volver a ceder esos territorios y otros más. Aparte de tener que pagar una fuerte cantidad como indemnización de guerra a la URSS.

En 1948, Finlandia fue obligada a firmar un tratado de asistencia y cooperación con la URSS. En ese texto, se le prohibía ingresar en cualquier alianza militar, ni tampoco podía solicitar los fondos del Plan Marshall. También, los finlandeses, se obligaron a detener un ataque de cualquier país a la URSS a través del territorio de Finlandia.

Al menos, el Gobierno de Finlandia consiguió que su país siguiera siendo independiente. No obstante, siempre se cuidó de que no se hicieran críticas a la URSS a cambio de continuar siendo un país democrático y capitalista. Siempre temieron que podrían ser anexionados por la URSS.

No hay que olvidar que Finlandia tiene una frontera de unos 700 km con la actual Rusia y, en aquella época, sólo tenía unos 4 millones de habitantes, frente a los 170 millones de la URSS.

Por ello, muchos organismos de Finlandia se autocensuraron para no enfadar a los soviéticos. Incluso, la Junta de Clasificación de películas llegó a prohibir algunas tan famosas como “Uno, dos, tres”, de Billy Wilder o “El candidato de Manchuria”, de John Frankenheimer.

Hasta 1955 la URSS no permitió que Finlandia se uniera al Consejo Nórdico (formado por todos los países nórdicos). También ese fue el año en el que ingresó en la ONU. Al igual que España.

Desde 1961, ya había tenido fuertes relaciones comerciales con la EFTA, pero sólo fue en 1986, cuando le dejaron ser miembro de esa Organización.

En 1975, fue el país anfitrión de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa. De allí salieron los importantes Acuerdos de Helsinki, que dieron lugar a la creación de la OSCE.

En pocos años, Finlandia pasó de ser un país netamente agrícola y ganadero a convertirse en una de las economías más avanzadas del mundo. Creando su propio Estado de bienestar.

Lógicamente, en 1992, tras la caída de la URSS, Finlandia aprovechó para denunciar ese tratado con el fin de anularlo. Cosa que logró.

Incluso, en 1995, se produjo el ingreso de Finlandia, junto con Austria y Suecia en la Unión Europea.

Aunque también hay que decir que sólo un 57% de los finlandeses votaron a favor, en el referéndum para su ingreso en la UE.

Curiosamente, Gorbachov, invitó a los países de la Europa Oriental, que habían tenido regímenes comunistas, a firmar tratados como los que firmó Finlandia con la antigua URSS. Evidentemente, se negaron a ello.

Actualmente, como Finlandia es miembro de la UE, también ha impuesto sanciones a Rusia, con motivo de la invasión y guerra en Ucrania. En la imagen, vemos a su primera ministra en una reciente visita a España.

Por ello, Rusia la ha añadido a la lista de naciones hostiles. Así que ya veremos qué ocurre con sus importaciones de gas procedente de Rusia.

Como ya hemos visto, Rusia, ha amenazado, tanto a Finlandia como a Suecia, por si se les ocurriera ingresar en la OTAN. Lógicamente, hay una gran preocupación entre los finlandeses y, según las encuestas, ha aumentado el número de partidarios de ingresar en la OTAN.

Algo que preocuparía mucho a Rusia y mucho más a Putin, porque su ciudad natal, San Petersburgo, está muy cerca de la frontera con Finlandia.

 

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