ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

jueves, 13 de diciembre de 2018

LA CONJURACIÓN DE CATILINA, DESDE UN PUNTO DE VISTA ACTUAL


Lucio Sergio Catilina nació en Roma en el año 109 a. de C., dentro de una familia patricia muy venida a menos.
Seguramente, debido a ello, tuvo siempre una ambición desmedida y una gran pasión por llegar hasta la cumbre del Estado, para lo que nunca le importó utilizar cualquier método a fin de ascender como fuera y lo más rápidamente posible.
Empezó su carrera luchando en las guerras civiles, primeramente, bajo el mando de Pompeyo Estrabón, en el 89 a. de C.,  y luego de Sila, hasta el 81 a. de C. Dos buenas piezas.
Colaboró fervientemente con este último en sus famosas y sangrientas proscripciones y no le importó tener que matar, entre otros, a su propio cuñado, Marco Mario.
Al principio, su carrera fue viento en popa. Cuestor en el 77 a. de C., pretor en el 68 y prefecto de África en el 67 y 66.
A pesar de que ya había tenido anteriormente algún roce con la Justicia, sus problemas empezaron cuando ya se disponía a ascender hasta el consulado, la más alta magistratura de la Roma republicana, y tenía muchas posibilidades de ser elegido para ese cargo.
Sin embargo, le acusaron de haber administrado mal los fondos públicos de su provincia y esto le impidió ser elegido, hasta que saliera el juicio y se resolviera ese asunto.

Con esto, ya podemos hacernos una idea de que los antiguos romanos eran mucho más serios que los españoles actuales.
Algunos le acusaron de estar metido en un complot para asesinar a los dos nuevos cónsules, pero no se le pudo probar nada. Además, ya gozaba de la protección del famoso Craso, el hombre más rico e influyente de Roma. Al que dediqué mi anterior artículo.
Para las elecciones del siguiente año, se presentó como una especie de portavoz de los descontentos y, sobre todo, de los veteranos de Sila. Estos últimos le apoyaron, porque le  veían como el sucesor de ese personaje. Prometió que, si llegaba al poder, cancelaría todas las deudas y perseguiría las fortunas de los ricos. Algo que, incluso, hoy en día, sería tremendamente popular.
Obtuvo algunos apoyos muy importantes, como los de César y Craso. El problema era que tenía enfrente a un competidor muy peligroso. Nada menos que el gran abogado y orador, Cicerón.
Como era de suponer, este último, salió elegido. Algo que no gustó absolutamente nada a nuestro personaje. Parece ser que pesó mucho, en su contra, el haber participado de manera activa en las horribles proscripciones de Sila.
Las proscripciones de Sila consistieron en perseguir y hasta matar a todos los adversarios políticos de ese personaje. Aparte de ello, les confiscaron todos sus bienes para repartirlos entre sus partidarios.
Lo intentó de nuevo en el 62 a. de C., pero volvió a ser derrotado. Lógicamente, esto ya era algo que su ambición no lo podía permitir y empezó a recurrir a ciertos métodos ilegales para llegar hasta ese puesto.
En su desesperación, no se le ocurrió otra cosa que preparar un complot contra el Estado. Se rodeó de nobles y veteranos descontentos, puesto que las grandes familias de Roma ya no le apoyaban. Incluso, hasta se apuntaron algunos esclavos a su bando. Con todos ellos, intentó hacer una sublevación en Capua.
Se hizo realmente popular, por el hecho de ser un patricio que apoyaba a la clase plebeya. Así que llegó a reunir una gran cantidad de dinero y armas.

Entre los planes de Catilina estaba asesinar a Cicerón la madrugada del 7 de noviembre del 63 a. de C., pero éste fue prevenido a tiempo por sus amigos y logró huir, antes de que llegaran los matones a su casa.
Al día siguiente, Cicerón, pronunció ante el Senado uno de sus célebres discursos, llamados Catilinarias,  dirigidos contra nuestro personaje. Una de sus frases, con el tiempo, se ha hecho muy famosa: “¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia, Catilina?”.
En ese discurso le advertía de que ya se conocían todos sus planes y que no debería de seguir por ese camino, porque sería inmediatamente detenido.
La intervención causó el efecto deseado. Así que Catilina quedó atemorizado y huyó en medio de la sesión, yéndose a reunir con su ejército, que estaba acantonado en Etruria, concretamente, donde ahora se halla la Toscana.

Este movimiento fue un error por parte del
conjurado, pues, aunque los patricios del Senado le hubieran acusado de ese complot, se cree que la mayoría de los plebeyos estarían de su parte y sería complicado tomar alguna medida en su contra. Al huir, se acusó a sí mismo y llegó a perder muchos de esos apoyos.
Incluso, algunos senadores aprovecharon la sesión para pedir que el conspirador y su amigo Manlio, fueran declarados enemigos públicos. Lo que consiguieron, al aprobar el Senado un senatus consultum ultimum contra ellos. Esto sólo se hacía cuando la República se veía en grave peligro y dotaba al Senado de ciertos poderes excepcionales.
Además, poco después, se presentaron en Roma unos delegados de la tribu de los alóbroges, a los que los conspiradores habían tentado para ver si se sumaban a su bando, y les llevaron a los senadores unos escritos muy comprometedores, donde se detallaba perfectamente el complot.
Estas pruebas le sirvieron a Cicerón para pedir el encarcelamiento de todos aquellos cabecillas de la conspiración, que no hubieran logrado salir aún de Roma. Cosa que consiguió.
Catón pidió al Senado la autorización para que los conspiradores que habían sido apresados recientemente, fueran condenados a muerte, sin juicio previo. Cosa que se aprobó y, por ello, un poco más tarde, fueron ejecutados mediante el método de la estrangulación, realizado en sus propias celdas.
Este comportamiento inusitado y absolutamente ilegal contra unos presos del Estado romano no sería olvidado por los enemigos de ambos y siempre les sería echado en cara, a lo largo de sus carreras políticas
Por otra parte, se ordenó al otro cónsul, Antonio, que movilizara las tropas para buscar y enfrentarse a las de los conspiradores.
Para el que no lo sepa, en la Roma republicana, el poder nunca lo ejercía una sola persona, sino que en cada magistratura siempre había, al menos, dos magistrados. Incluso, en la Roma imperial, siempre hubo dos cónsules.
Petreyo, que llevaba el mando de una parte del ejército senatorial, se enfrentó a las tropas de Catilina en un lugar cercano a Pistoia, localidad situada al noroeste de Florencia y a unos 300 km al norte de Roma.
Se dice que los rebeldes presentaron una dura batalla, pero, al final, fueron derrotados por las fuerzas de Roma. Catilina fue uno de los miles de hombres que murieron durante el combate.
De todas formas, es preciso decir que las fuentes de que disponemos en la actualidad, no son muy fiables en este caso, pues sólo contamos con las narraciones de Cicerón y de Salustio, que, como todos podéis sospechar, siempre fueron enemigos declarados suyos. Quizás, por ello, lo calificaron como un ser depravado, que realizó todo tipo de crímenes, sin arrepentirse lo más mínimo, y como un ejemplo de hasta qué extremos había llegado la decadencia de la República romana.
Lo cierto es que Catilina sólo fue un personaje más de esa profunda crisis que acabó la República en Roma. Ni siquiera disponemos de un retrato suyo.
Catilina se aprovechó de los miles de descontentos que había en Roma para formar un Ejército y luchar contra la República Romana. Aunque no lo decía claramente, su único fin siempre fue instaurar una dictadura, como la que
 había impuesto Sila unos años antes. Para ello,
 se basó en lo que ahora llamaríamos populismo.
Así que me parece que no estaría de más que reflexionáramos muy bien antes de meter nuestra papeleta en una urna.
No deberíamos de olvidar que Hitler alcanzó el poder de una forma democrática, para luego eliminarla tanto en su país como en los que invadió durante la II Guerra Mundial.
Tampoco que Lenin y sus bolcheviques perdieron las elecciones celebradas el 25/11/1917, según el actual calendario gregoriano. No es que perdieran por poca diferencia, sino que ellos quedaron como la segunda fuerza, mientras que la primera les sacó más de 7.000.000 de votos.
Ante este panorama, eliminaron la democracia en Rusia, fundaron la URSS y no hubo más elecciones democráticas en ese país hasta después de la caída del Muro de Berlín.
Como digo siempre, la Historia, siempre se comporta como un compuesto químico. Cuando se mezclan los mismos ingredientes y en la misma proporción, siempre se obtiene el mismo resultado.

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sábado, 8 de diciembre de 2018

MARCO LICINIO CRASO Y LA LEGIÓN PERDIDA


Seguro que más de uno habrá visto aquella magnífica película titulada “Espartaco”, estrenada en 1960. Dirigida por Stanley Kubrick y protagonizada por el, no menos genial, Kirk Douglas.
En ella, también podíamos contemplar al famoso actor británico Sir Lawrence Oliver, el cual encarnaba el papel de Craso. Podemos ver que representaba a un personaje muy ambicioso
y a veces cruel. Incluso, en una de las escenas, que fue censurada en España, mantiene un diálogo de claro contenido homosexual con el personaje interpretado por el célebre Tony Curtis.
Así que me parece que no estaría de más que nos tomáramos un rato para conocer a este curioso personaje.
Nuestro personaje de hoy se llamaba Marco Licinio Craso. Nació en Roma en el 115 a. de C. (ahora quieren que se diga antes de la Era Común, por aquello de no molestar a los que no son cristianos).
Pertenecía a una rancia familia patricia venida a menos. Su padre, Publio, había llegado a ser uno de los dos cónsules del año 97 a. de C.
Uno de sus hermanos murió en las llamadas Guerras Sociales, cuyos orígenes estuvieron en las revueltas de los otros pueblos aliados de Roma, que vivían también en la Península Itálica y a quien los romanos no les querían otorgar los mismos derechos que tenían ellos.
En cambio, su padre y otro de sus hermanos murieron en esas frecuentes guerras civiles, que solían originarse en la antigua Roma.
Curiosamente, a él no se le ocurrió otra cosa que huir hacia Hispania. Debía de ser que eso ya estaba, por entonces, de moda.
Esta vez sí que acertó. Consiguió reunir un ejército, que luchó al lado de Sila. Así luchó contra las tropas de Mario, tío de César. Incluso, participó en la victoria de Porta Colina, al frente del ala derecha del Ejército de Sila.
Lógicamente, eso de haber luchado en el bando triunfador, le aportó pingües beneficios. Las famosas “proscripciones” de Sila, consistentes en unas medidas por las que confiscaron todos los bienes a sus enemigos políticos, lograron que Sila y algunos de sus partidarios se hicieran muy ricos, al apropiárselos.
En el 73 a. de C., fue nombrado pretor y, entre otras cosas, tuvo que hacer frente a la mencionada sublevación de Espartaco, a la que ya dediqué, hace tiempo, otro de mis artículos. Para ello, utilizó un Ejército de unos 40.000 soldados.
Parece ser que, en un gran acto de crueldad, llegó a crucificar a 6.000 esclavos supervivientes, que no habían sido reclamados por sus dueños. Sus cruces se colocaron a lo largo de la Vía Apia. Una de las rutas más transitadas para llegar desde el sur a Roma.
No obstante, solía ser igual de cruel con sus propios soldados y ordenó ejecutarlos en muchas ocasiones. Ya sabemos que los más cobardes son los más crueles. No hay más que ver que ni Hitler, ni Himmler dispararon un solo tiro en la I Guerra Mundial.
Pompeyo, que, en el 71, regresaba de la Galia, también atrapó a otros miles de esclavos fugitivos. Sin embargo, el Senado concedió el triunfo a éste y no a Craso. Lo que le
disgustó mucho.
En cambio, le concedieron una ceremonia de rango menor, llamada la ovación, argumentando que había luchado contra un enemigo de inferior categoría, como eran los esclavos.
No obstante, en lugar de oponerse a que nombraran a Pompeyo, como nuevo cónsul, pues no podía ser elegido para ese puesto, apoyó su candidatura y ambos fueron los nuevos cónsules del año 70.
A partir de ahí, sus relaciones empiezan a estropearse, pues Pompeyo siempre intentaba acaparar todos los cargos y el poder que daba el tenerlos.
Como Craso no tenía fuerzas suficientes para enfrentarse a Pompeyo, se dedicaba a realizar actos contrarios a éste.
En un principio, compró a César a base de pagar todas sus deudas, pero fracasó en su proyecto a causa del enfrentamiento con Cicerón. Luego, apoyó a Catilina y lo defendió de las acusaciones, que se hicieron contra él, de intentar asesinar a los cónsules del año 65 a. de C.

Como se puede ver, se dedicaba a comprar voluntades, en su lucha contra Pompeyo, porque Craso disponía de mucho dinero, pero no encontraba a nadie capaz de enfrentarse a Pompeyo, el cual siempre tuvo fama de ser muy sanguinario.
Nuestro personaje casó con una mujer llamada Tértula, de la que apenas se conoce nada. Sin embargo, se sabe que tuvieron dos hijos, un varón y una hembra, a los que casó con

miembros del poderoso clan de los Metelos, uno de los más importantes de la República Romana, que luego emparentaron con los famosos Escipión. Lógicamente, se trataba de enlaces de conveniencia para aumentar el poder de los diversos clanes romanos.
También se adueñó de una forma muy curiosa de gran parte de Roma. Se puede decir que fue el creador del primer cuerpo de bomberos. Por supuesto, conociendo a este personaje, no vayamos a pensar que lo hacía de forma desinteresada.
Cuando veía que comenzaba a arder uno de los edificios de Roma, lo cual era muy corriente, mandaba a su gente para allá. Luego llegaba él y no daba la orden de apagarlo, hasta que el propietario del mismo no se lo vendiera al precio más barato posible.
Craso tampoco fue nunca muy fiel a su gente. Cuando vio que Catilina ya no le servía para sus intereses, le dejó caer en manos del Senado.

Incluso, movilizó al pueblo para apoyar una Ley que estaba en contra de regalar tierras a los veteranos de Pompeyo. Como siempre, Cicerón, le tumbó esa Ley.
En el 59 a. de C., apoyó la carrera de Julio César para su acceso al consulado. Incluso, éste consiguió que Craso se reconciliara con Pompeyo y ocupara el tercer lugar del Primer Triunvirato de Roma. Por cierto, algo que iba en contra de la constitución no escrita de la República de Roma.
Como todos sabemos, César, fue destinado a luchar en las Galias. En principio, sólo fue a ayudar a unas tribus aliadas de Roma. Luego, como todos sabemos, conquistó todas las Galias para Roma.
Durante su ausencia, se produjeron muchos cambios. Craso se desplazó a Egipto para reponer en el trono a Ptolomeo XII, el padre de la famosa Cleopatra VII. Por lo visto, no tuvo mucho éxito en esa empresa.
Parece ser que en el 56 a. de C. se reunieron los tres triunviros en la ciudad de Lucca. Allí solventaron sus diferencias y decidieron repartirse el territorio, para que no existieran más conflictos entre ellos.
Craso se quedó con la zona oriental, para lo cual obtuvo un mandato de 5 años. No se le ocurrió otra cosa que ir, en el 55 a. de C., hacia la provincia de Siria a luchar contra los partos, sin que hubiera ninguna provocación por parte de estos.
Lo cierto es que Craso nunca fue un militar relevante, pero también es verdad que, en una sociedad, como la romana, era casi imprescindible haber sido un militar de prestigio para optar a las más altas magistraturas.
Eso también lo podemos ver, en USA. Casi todos sus presidentes han sido héroes de guerra. Incluso, el mismo JFK o Nixon. El primero, en un principio, fue rechazado debido a una grave lesión de los tiempos en que jugaba en la Universidad al fútbol americano. Incluso, su padre, tuvo que recurrir a todas sus influencias para que pudiera participar en la II Guerra Mundial.
Por lo que respecta a Nixon, siempre fue cuáquero, o sea, pacifista, y no tenía obligación de participar en esa guerra. Sin embargo, hizo todo lo posible hasta que consiguió ingresar en la Armada, igual que JFK.
He puesto esos ejemplos, porque, aunque parezca mentira, muchas de las instituciones actuales de USA están copiadas del mundo romano. Incluso, hay una edad mínima para ser presidente en USA, igual que hubo otra para ser cónsul en Roma. No voy a extenderme más en este tema, para no alargar este artículo.
En un principio, Craso, llegó a obtener algunas importantes victorias. Incluso, entró en Jerusalén y saqueó el famoso Templo de Salomón.
Tuvo un exceso de confianza, al permitir que se dividiera su Ejército de unos 42.000 soldados. De esa manera, perdió a buena parte de su caballería, pues la mayoría la componían sus aliados armenios, que, tras la división, habían quedado separados del grueso del Ejército
También hay que decir que, por entonces, la Caballería no era tan efectiva, como lo fue después, pues los jinetes no podían hacer una carga con lanzas, ya que se caerían del caballo, ya que aún no se había inventado el estribo, para poder apoyarse en él.
En su avance hacia Mesopotamia, en el 53 a. de C., sufrió una derrota aplastante a causa de un ataque de los partos, al mando de Sureno. Los legionarios romanos fueron aniquilados a causa de las múltiples cargas realizadas por arqueros a caballo. Esta batalla tuvo lugar en Carras, la actual ciudad de Harrán, perteneciente a Turquía.
Es posible que los romanos se confiaran, porque sus generales habían colocado a sus tropas de forma que el enemigo tuviera el Sol enfrente. Lo cual, en aquella época, se consideraba toda una ventaja.
Sin embargo, no fue tal, porque los partos desplegaron unos enormes estandartes, confeccionados con una seda muy brillante, que sirvió para deslumbrar a los legionarios romanos.
Al final, los mismos generales romanos presionaron a Craso para pedir la rendición. Parece ser que fue asesinado, cuando éste se hallaba parlamentando con Sureno o Surena, que lo podréis encontrar escrito de las dos formas.
Por lo visto, los partos ya sabían que era un hombre muy amante del dinero. Así que, haciendo un alarde de un discutible sentido del humor, lo ataron y le metieron oro derretido por la boca, hasta que murió.
Una vez decapitado, su cabeza fue utilizada durante una representación de la famosa obra teatral Las Bacantes de Eurípides. Ya veis que estos no eran tan analfabetos, como decían los romanos.
Sólo pudieron escapar alrededor de unos 6.000 hombres, al mando de Casio Longino, que luego fue uno de los asesinos de Julio César. Unos 10.000 supervivientes quedaron como esclavos de los partos. También murió el único hijo varón de Craso.

Algunos historiadores romanos la calificaron como “la Legión perdida”. Se sabe que los condujeron a una zona alejada de la frontera con el territorio romano. Concretamente, a un lugar situado en el actual Afganistán.
Luego, muchos de ellos, que aún podían combatir, fueron llevados a una zona, que se encontraba en el actual Turkmenistán, donde tuvieron que luchar contra los hunos. Concretamente, en la frontera delimitada por el río Amu Daria.
Parece ser que, en el 20 a. de C., cuando Augusto firmó el tratado de paz con los partos, exigió la vuelta de estos legionarios. Sin embargo, ya se desconocía el paradero de la mayoría de ellos.
Curiosamente, en los escritos de la dinastía china Han se narran sus luchas contra unos guerreros muy disciplinados, que combatían en formación, se protegían con sus escudos de una forma que nos recuerda a las testudos romanas y construían campamentos cuadrados con casas hechas de madera y calles rectilíneas, que se cruzaban en ángulo recto. Todo ello, rodeado por una empalizada, también realizada con troncos de madera.
Parece ser que aquellos supuestos legionarios romanos defendían una ciudad llamada Zhizhi, la cual, con el tiempo, cayó en manos de los chinos.
Por lo visto, sólo quedaron unos 1.000 supervivientes y fueron llevados por los chinos a una ciudad, que llamaron Li-Jien, o sea, como los chinos llamaron al Imperio Romano.
Parece ser que tampoco podían regresar a Roma, pues ésta les había retirado su ciudadanía, por haber estado sirviendo, militarmente, al enemigo.

Curiosamente, los actuales ciudadanos de ésta presentan unos rasgos diferentes a los tradicionales de los chinos. Hay muchos con pelo castaño, barba, nariz aguileña y ojos azules y verdes.
A partir de 2001, una universidad china realizó una serie de investigaciones, donde se demostró que el ADN de un 46% de sus habitantes es típicamente europeo. Además, se encontraron enterramientos con esqueletos de personas, cuya altura media era de 1,80m.
No hará falta decir que en el mundo de la Literatura también ha habido escritores, como Santiago Posteguillo o Valerio Massimo Manfredi, que han dedicado alguna de sus obras a este interesante tema.
Parece ser que, como ahora el Gobierno Chino pretende atraer el turismo, pues les ha hecho gracia este tema y fomentan que, en ese lugar, se realicen desfiles con gente vestida de romanos o erijan monumentos donde se vea la imagen de un romano.

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domingo, 2 de diciembre de 2018

EL CRIMEN DE LAS HERMANAS AGUIAR-MELLA


A estas alturas, todos tenemos muy claro que en la Guerra Civil se cometieron muchos asesinatos. Evidentemente, no me refiero a las muertes en el frente, sino a las producidas en la retaguardia. De hecho, se sabe que, durante ese conflicto, hubo varios meses en que se produjeron muchas más bajas en la retaguardia que en el propio frente. Lo cual nos da una idea de que ésta fue una auténtica guerra de exterminio.
Como se suele decir: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Yo pienso que eso fue lo que ocurrió ese conflicto. Varios grupos políticos, que, antes de la guerra, solían pelearse por la calle, ahora utilizaron, para hacer lo mismo, los grandes medios que posee un Estado. Por eso, las proporciones de las bajas fueron mucho mayores.
En este caso, me voy a referir a la muerte de unas súbditas uruguayas, que pertenecían a un país con el que siempre había tenido buenas relaciones la II República Española. Además, 
parece ser que las relaciones eran inmejorables, porque ambos países tenían regímenes republicanos. Por eso mismo, no se le quiso dar tanto bombo a este asunto.
Esta vez voy a narrar la vida de dos mujeres que fueron afectadas por ese verdadero “infierno”, que fue nuestra guerra civil.
Sus nombres eran Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz. La primera había nacido en Montevideo en 1897 y la segunda, en la misma ciudad, al año siguiente. Curiosamente, las dos habían nacido en la misma fecha, un 29 de marzo.
Eran hijas de Santiago Aguiar-Mella, un abogado e industrial español, que emigró a Uruguay, y allí se casó con María Consolación Díaz-Zavalla, ciudadana uruguaya y perteneciente a una familia de potentados de esa nación.
Desgraciadamente, a finales del siglo XIX, Uruguay, entró en una crisis económica y política, que provocó el cierre de muchas Empresas, Bancos, revueltas permanentes y hasta la caída del Gobierno.
Así que los padres decidieron venirse a España. En 1899, la familia, compuesta por el padre, la madre y sus 6 hijos embarcaron hacia nuestro país.

Residieron en Madrid, ciudad de nacimiento del padre, el cual montó un despacho para ejercer la abogacía.
En 1905, ingresó a sus hijas como internas en un Colegio de Escolapias, situado en el barrio de Carabanchel, también en Madrid, para que no se contagiaran de la tuberculosis, que sufría su madre. Desgraciadamente, esa enfermedad la llevó a la tumba, en 1907.

Parece ser que Dolores siempre quiso ser monja, pero no pudo cumplir sus deseos a causa de una enfermedad renal, que le impidió entrar en un convento. No obstante, realizó unos votos de castidad.
En 1929, tras la muerte de su padre, sacó el número 1 en las oposiciones para ingresar en Hacienda. Así que por la mañana trabajaba en el Ministerio de Hacienda y por las tardes, vivía con las monjas Escolapias.
Sin embargo, Consuelo, era una chica más normal. Había terminado Magisterio. Le gustaba vestirse a la moda y tenía un novio con el que pensaba casarse pronto. Encontró trabajo en las oficinas del Catastro, en Toledo, donde residió durante unos años.
Parece ser que fue en esa ciudad, donde conoció a su novio. Un joven que había terminado la carrera de Derecho y ahora estaba preparando las oposiciones para juez.
Supongo que ese año convocaron esas oposiciones en Valencia, porque allí es donde había sido evacuado el Gobierno republicano, tras el inicio del conflicto. Lo cierto es que este chico fue allí para examinarse y, por algún motivo que desconozco, fue fusilado nada más llegar a esa ciudad.
No obstante, desde el comienzo de la guerra, Consuelo, se mudó a Madrid, donde residía con sus hermanos. Salía poco, pero, cuando lo hacía, siempre llevaba su pasaporte en regla y su brazalete, indicando la bandera de su país.
Por lo que respecta a su hermano Teófilo, había sido nombrado vicecónsul honorario de Uruguay en Madrid.
Los tres hermanos siempre tuvieron nacionalidad uruguaya y acostumbraban a llevar consigo su pasaporte perfectamente en regla.
No hay que olvidar que, desde 1931, año en que se proclamó la II República, habían surgido múltiples actos de enemistad hacia el clero, que solían consumarse con el incendio de templos católicos en las principales ciudades.

Parece ser que el 29/07/1936 los milicianos anarquistas, asaltaron el Colegio de las Escolapias, en Carabanchel, donde ellas habían estudiado.
Por lo visto, los milicianos, se habían llevado detenidas a las monjas, pero no a las novicias. Así que a las hermanas Aguiar-Mella no se les ocurrió otra cosa que esconderlas en casas de amigos suyos de confianza.
Incluso, el 12 de septiembre, hicieron unas gestiones para poner a las monjas en libertad y consiguieron que liberaran a 3 de ellas.
No sé si los milicianos desconocerían que estas hermanas eran súbditas extranjeras. Lo cierto es que, en un primer momento, acudieron el 12 de septiembre de 1936 a su casa, para detener a Dolores, pero no la encontraron allí.
Sin embargo, una semana después, la detuvieron a las 9 de la mañana del 19 de septiembre, cuando ella les llevaba leche a las monjas Escolapias.
Parece ser que el suceso tuvo lugar en la calle Ferraz, cuando la obligaron a entrar a la fuerza en un coche, pese a que llevaba puesto su brazalete diplomático de Uruguay.
Por lo visto, su hermano Teófilo, ya se temió lo peor, dado el caos que había en ese momento en Madrid, e hizo múltiples gestiones para encontrarla.
Por lo visto, a mediodía, se presentó en casa de la familia Aguiar, un miliciano con un papel, supuestamente escrito por Dolores, donde pedía que la superiora de las Escolapias, María de la Yglesia, fuera a declarar para que la dejaran en libertad.
Estaba claro que fue una argucia tramada por los milicianos, ya que desconocían dónde se habían refugiado esas monjas.
Por ese motivo, Consuelo, se desplazó hasta la calle Evaristo San Miguel, cerca de la calle Princesa, donde sabía que se hallaban escondidas, para pedir a la superiora que la acompañara a fin de declarar ante un tribunal, a fin de poder liberar a su hermana. Según parece, la tranquilizó al decirle que no la podrían hacer nada, pues iba acompañada de una persona con pasaporte diplomático extranjero.
Desgraciadamente, ambas fueron también detenidas y, según algunos autores, llevadas a la conocida como Checa de San Miguel, ubicada en la iglesia de San Miguel y situada en la calle General Ricardos, 15, de Madrid.
Sin embargo, este detalle es un poco extraño, pues algunos testigos mencionan que fueron detenidas por milicianos de la CNT-FAI, cuando se sabe que esa Checa pertenecía al PCE. De hecho, era conocida por ellos como “Cuartel Pasionaria” o Radio del Puente de Toledo. No es que hubiera allí ninguna emisora
de radio, sino que las sucursales comunistas se
denominaban así.

Desafortunadamente, las gestiones de su hermano, Teófilo, no sirvieron para nada, pues los cadáveres de ambas hermanas, junto con el de la superiora, fueron encontrados, al día siguiente, en un descampado cercano al Cementerio de San Isidro, de Madrid. Lo único que pudo hacer su familia fue ir al depósito para hacer el reconocimiento de sus cadáveres. Lo cual fue bastante complicado, porque sus rostros habían quedado bastante desfigurados.
Por lo visto, se pudo comprobar que, antes de morir, ambas mujeres fueron violadas y torturadas.
Realmente, este fue un hecho muy grave, cometido contra unas ciudadanas de un país amigo del Gobierno republicano. De hecho, el propio Gobierno español se comprometió a investigar lo que había ocurrido y el Ministro de Estado, lo que hoy conocemos como Ministro de Asuntos Exteriores, se dirigió, mediante una nota oficial, pidiendo disculpas ante el Gobierno de Uruguay.
No obstante, dada la gravedad de los hechos, la noticia saltó a las primeras páginas de la prensa nacional e internacional a pesar de la censura de guerra.
Por ello, el Gobierno de Uruguay, tomó cartas en el asunto. Rompió las relaciones diplomáticas con el Gobierno de la II República, ayudó a todos sus ciudadanos que quisieran abandonar España y denunció el caso ante la Sociedad de Naciones. Incluso, dio lugar a que otros países de Sudamérica también suspendieran sus relaciones con el Gobierno republicano. Estos gobiernos volverían a retomar sus relaciones con España, tras el final de la guerra, pero ya con el Gobierno de Franco.
La historia no termina aquí, porque, ambas hermanas, fueron beatificadas, como mártires, en Roma, por el Papa Juan Pablo II, el 11/03/2001.
Así que no estaría de más que también se recordaran a estas víctimas, que ni siquiera eran españolas, tampoco participaron en la guerra y, sin embargo, fueron asesinadas impunemente en ella.

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domingo, 25 de noviembre de 2018

MARY RICHARDSON, UNA SUFRAGISTA MUY PELIGROSA


Es posible que todos hayáis visto la famosa película “Mary Poppins”, estrenada en 1964 y protagonizada por Julie Andrews y Dick van Dyke.
Entre los varios temas que aparecen en esa obra está el Movimiento Sufragista británico. Se puede ver al personaje de la Sra. Banks, interpretado por la actriz Glynis Johns, vestida para un acto de esa asociación, que, entre otras cosas, reivindicaba el voto para la mujer.
Lo cierto es que me parece que tenían todo el derecho a hacerlo, lo que no me gustaban eran los medios que utilizaban para ello, que podrían ser, cuando menos, bastante discutibles. Ahora comentaré algunos de ellos.
Por otro lado, la autora de esta obra, en la que se basa esa película, fue Pamela Lyndon Travers, que solía firmar como P.L. Travers, porque, según decía, así no se enteraban de que se trataba de una mujer y podía vender más libros. No obstante, su verdadero nombre era Helen Lyndon Goff. Nació en Australia en 1899, pero luego fue a vivir al Reino Unido, donde consiguió que se publicara esta obra en 1934, a la que después siguieron varios libros más sobre el mismo personaje.
Confieso que no he leído esa obra, pero, según parece, ocurrió lo de siempre. La productora, Walt Disney, que había comprado los derechos sobre ese primer libro, hizo lo que le dio la gana y, según la autora, en la película, tergiversó por completo la idea del personaje de Mary Poppins.
Así que, a pesar del éxito obtenido, siempre se negó a cederles los derechos del resto de sus obras. Incluso, a mediados de 2012, se estrenó en España una película titulada “Al encuentro de Mr. Banks”, donde esa productora contaba los problemas que había tenido con la mencionada escritora.
Así que no me alejaré más del tema, porque a veces me enrollo demasiado. Nuestro personaje de hoy se llamaba Mary Raleigh Richardson y nació en 1882 en la ciudad de Ontario (Canadá).
A principios del siglo XX, se trasladó a Londres, donde residió en el barrio de Bloomsbury y estudió Arte, dedicándose, posteriormente, al periodismo.
Por lo visto, se afilió al movimiento de las sufragistas, tras haber presenciado el infame Viernes Negro (otro Black Friday), que tuvo lugar el 18/11/1910.

Antes de esa fecha, lord Asquith, llegó al Gobierno, con el apoyo del movimiento
sufragista, tras haberles prometido que presentaría un proyecto de Ley por el que se autorizaría el voto de las mujeres. Sin embargo, no lo cumplió a causa de las presiones de los conservadores e, incluso, de los miembros de su propio partido, el Liberal.
Parece ser que no se pretendía dar el voto a todas las mujeres, sino sólo a las que tuvieran un cierto patrimonio. Así que unos dijeron que no les parecía suficiente y otros que estas mujeres, supuestamente, siempre votarían al Partido Conservador. Curiosamente, ese partido estaba en contra de que las mujeres pudieran votar y sólo decían estar a favor algunos miembros del Partido Laborista.
Esto me recuerda mucho al argumento que utilizaron, en 1931, en España, los partidos de izquierda, para negar el voto a la mujer.
Así que las sufragistas, que también reivindicaban igualdad de trato en divorcios y herencias, se sintieron traicionadas por el Gobierno y no se les ocurrió otra cosa que manifestarse por medio de una marcha hasta el Parlamento.
Parece ser que, durante varias horas, estas mujeres fueron atacadas por transeúntes y policías, requiriendo muchas de ellas el ingreso hospitalario. Por lo visto, dos de esas mujeres, que fueron detenidas por este acto, murieron pocos días después, pero nunca se llegó a demostrar que fuera a causa del maltrato policial, como ellas habían denunciado.
Una de estas víctimas fue la hermana menor de la líder de este movimiento, Emmeline Pankhurst.
Curiosamente, el ministro del Interior, se negó a realizar una investigación sobre estos hechos. Su nombre era Winston Churchill. Igual, por ello, no fue reelegido, tras la II Guerra Mundial.
Como ya he mencionado, a la vista de esos sucesos, muchas mujeres, como nuestro personaje, se afiliaron a ese movimiento.
El problema es que se creó un ala radical, dentro de ese movimiento, que empezó a actuar por su cuenta, provocando frecuentes altercados.

A primeros de junio de 1913, acudieron al hipódromo de Epsom, en Surrey. Allí, a una de ellas, no se le ocurrió otra cosa que manifestarse, atravesando el circuito, mientras tenía lugar esa carrera. De esa forma, una compañera suya, llamada Emily Davison, murió atropellada por uno de los caballos, llamado Anmer, el cual pertenecía al propio rey. Otras versiones dicen que no murió en ese mismo momento, sino 4 días más tarde.
Por lo visto, Davidson, era muy conocida por la Policía, ya que la habían detenido en multitud de ocasiones y, cuando se negó a comer, pues hacía, continuamente, huelgas de hambre, la ataban a una silla y le daban de comer a la fuerza. Lo cual provocó daños graves en su organismo.
Parece ser que, cuando la multitud comprobó que Richardson era otra sufragista, la persiguieron con ánimo de lincharla y tuvo que ser protegida por empleados del ferrocarril.

Posteriormente, Richardson, se dedicó a lo que muchas de sus compañeras. O sea, tirar piedras y romper los cristales de las ventanas del Ministerio del Interior y de la prisión del Castillo de Holloway, donde solían encerrarlas. Aparte de intentar incendiar algún edificio oficial. Según parece, a causa de ello, la detuvieron varias veces y también tuvieron que darle de comer a la fuerza.
Eso de hacer huelgas de hambre fue una táctica que empezaron a usar en 1909, cuando una de las sufragistas, llamada Marion Wallace Dunlop, se negó a comer y, en vista de su estado de salud, el juez la puso en libertad, sólo 3 días después de haberla encarcelado.
Así que el Gobierno se dio cuenta de lo que estaban haciendo y adoptó unas nuevas medidas contra ellas. Utilizando unas sondas, que unas veces eran introducidas por la boca y otras por la nariz. En este último caso, se corría el riesgo de que murieran, si la comida llegaba a los pulmones.
Por lo visto, también, en otra ocasión, nuestro personaje, saltó al estribo del carruaje, donde viajaba el rey Jorge V, para llamar la atención sobre las demandas de su movimiento. Parece ser que la líder de ese movimiento decía que “es nuestro deber violar la Ley con el fin de llamar la atención”. Incluso, llegó a convencer al obispo de Londres, para que apoyara esas demandas.
Realmente, el acto más conocido de Richardson fue el atentado que realizó contra la famosa obra “La Venus del espejo”, de Velázquez.
El 10/03/1914, entró en la National Gallery, de Londres, que es donde, desde 1906, se exhibe esta obra de arte. No debía de haber casi nadie en esa sala, porque a ella le dio tiempo de sacar un cuchillo de grandes dimensiones y asestarle siete cuchilladas al lienzo que contiene esa obra.
Parece ser que un vigilante fue hacia allá, al oír el golpe de los cristales rotos contra el suelo. Lo que ocurrió es que el pavimento estaba muy pulido y, al correr, resbaló y cayó antes de poder alcanzarla. Luego, consiguieron detenerla.
Según ella, había ejecutado esta reprochable acción como una protesta por la detención de la jefa de este movimiento, Emmeline Pankhurst, cuyo lema era “hechos y no palabras”. Un suceso ocurrido unos días antes.

Otra de las frases de esta líder era: “Sólo existe una salida, a menos que estéis dispuestos a retrasar el avance de la civilización dos o tres generaciones. Debéis de otorgar el derecho de voto a esas mujeres. Ese es el resultado de nuestra guerra civil”.
Richardson decía que le había molestado mucho esa detención y también que los hombres se quedaran mirando fijamente el cuerpo de la mujer retratada en ese cuadro. Este acto sólo le costó 6 meses de prisión, que era la máxima pena por romper una obra de arte.
Por lo visto, este movimiento se empleó a fondo en los seis meses anteriores a la I Guerra Mundial. Como ejemplo de ello, podemos destacar la quema de tres castillos en Escocia, el incendio de la Biblioteca Carnegie, en Birminghan, etc. Aparte del ataque a otras obras pictóricas, mansiones vacías, centros deportivos, estaciones ferroviarias, etc.
Incluso, se atrevieron a colocar un artefacto explosivo dentro de la famosa Abadía de Westmisnter, que explotó, pero, afortunadamente, no dejó ninguna víctima.
Incluso, llegaron a quemar las orquídeas del Real Jardín Botánico y además derramaron ácido en el césped de un campo de golf, frecuentado por políticos. Esas quemaduras tenían forma de letras y en ellas podía leerse: “Voto para las mujeres”.
Realizaron un total de 141 atentados en los 6 primeros meses de 1914 y luego ya no hicieron más a causa de las leyes de guerra.
Lo cierto es que, hasta 1918, no empezaron a conseguir lo que buscaban. En ese año, ya pudieron votar las mujeres mayores de 30 años, siendo Nancy Astor la primera mujer que ingresó en la famosa Cámara de los Comunes.
No fueron las primeras, pues en 1893 ya les había sido reconocido ese derecho a todas las mujeres en Nueva Zelanda. En 1906, Finlandia fue el primer país europeo en reconocer también el derecho al sufragio femenino. En la democrática Suiza no las dejaron votar hasta 1971.
Hasta 1928, las mujeres británicas, no pudieron gozar de los mismos derechos, a la hora de votar, que los hombres.
Desgraciadamente, Pankhurst, no llegó a verlo, porque murió ese mismo año, pero un mes antes de que se aprobara esa Ley.
Volviendo a nuestro personaje de hoy, en 1919, se afilió al famoso Partido Laborista y se presentó a varias elecciones, hasta 1934, pero nunca obtuvo un escaño en el Parlamento.
Ese último año, hizo lo mismo que otras compañeras suyas, afiliarse al BUF (Unión de Fascistas Británicos), movimiento liderado por Oswald Mosley. Ascendió en ese partido, llegando a ser la Secretaria de Organización para la Sección de la Mujer. Otros autores afirman que se afilió en 1932 a ese partido.
En 1935, dejó definitivamente este movimiento y también la política, desilusionada porque, según ella, nunca encontró un partido que quisiera proteger a las mujeres.
Seguramente, más de uno podrá pensar que estos comportamientos serían ahora impensables. Sin embargo, acabo de ver varios comentarios a una noticia sobre el
atentado contra el cuadro de Velázquez, donde unas lectoras dicen que entienden y apoyan el atentado que realizó esta mujer contra esa famosa obra de arte.
Al llegar la II Guerra Mundial, varias de estas sufragistas, que habían ingresado en el partido fascista BUF, fueron encarceladas en la mencionada prisión de Holloway, en aplicación del Reglamento de Defensa 18B, tal y como les ocurrió a otros muchos fascistas británicos.
Esta prisión, dedicada a las mujeres, fue inaugurada en 1852 y cerrada en 2015. Parece ser que está situada en una zona próxima al Emirates Stadium. Lugar donde juega el Arsenal FC.
En 1955, tuvo lugar en esa prisión la última ejecución de una mujer. La ejecutada se llamaba Ruth Ellis y había sido condenada a esa pena por haber asesinado a sangre fría a su amante, David Blakely.
Volviendo a nuestro personaje, ya sólo queda decir que publicó en 1953 su autobiografía, titulada “Laugh a Defiance” y murió en 1961, en su casa de la ciudad de Hastings.
Curiosamente, la esposa de Robert F. Kennedy Jr. también se llamaba Mary Richardson y, según parece, se suicidó en 2012.

Increíblemente, también existió otra organización femenina, que se oponía a otorgar el voto a las mujeres en las elecciones generales, aunque estaba a favor de que pudieran votar en las municipales. La Liga Nacional de Mujeres contra el Sufragio se creó en 1908. En su directiva se podían ver algunos nombres muy conocidos, como la de la famosa escritora y exploradora, Gertrude Bell.
Parece ser que no se trataba de un grupo minoritario, como podríamos creer, a primera vista. Sólo, durante el primer año, se afiliaron 9.000 mujeres a este movimiento, creando 104 sucursales por toda Gran Bretaña. Todo un éxito.
Parece ser que argumentaban que, como el Estado moderno era muy complejo y que se basaba en las finanzas, el Ejército, la industria, etc. Pues ellas decían que no podían opinar sobre eso, porque, en esa época, las mujeres no tenían acceso a esos sectores. Es curioso que dijeran eso en un país donde había gobernado durante tantos años la reina Victoria.
Por lo visto, también mencionaban que, si les daban ese derecho a las mujeres, introducirían diferencias políticas en las familias y contribuirían a enturbiar la vida doméstica.
Una de las presidentas de este grupo fue la australiana y también muy victoriana Mary Augusta Humphry Ward, la cual solía escribir cuentos para niños. Curiosamente, también fue tía del famoso escritor Aldous Huxley.
En 1910, esta organización se fusionaría con la Liga de Hombres que se oponían al sufragio femenino. A partir de ese momento, ambas organizaciones fueron presididas por un hombre, hasta que se disolvieron en 1918, con motivo del reconocimiento oficial del derecho al voto de la mujer.

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