A veces, surgen algunas personas
con una mentalidad muy abierta y una capacidad para cambiar muchas cosas. No
voy a decir que siempre lo consigan, pero sí que lo pueden conseguir a pesar de
las frecuentes críticas de los que las rodean.
Después de esta pequeña introducción, voy a presentar a nuestro personaje de hoy.
Se llamaba Elizabeth Jane Cochran y nació en 1864 en una pequeña localidad del Estado de Pensilvania (USA).
Su padre era un modesto
trabajador de un molino, que fue progresando hasta llegar a ser propietario de
ese molino, de las tierras que lo rodeaban y hasta fue elegido juez de ese
condado.
Tenía 10 hijos de su primer
matrimonio y luego tuvo otros 5 del segundo. Precisamente, Nellie fue la
decimotercera de esos 15 hijos.
Desgraciadamente, su padre se
murió cuando ella sólo tenía 6 años. Eso dio lugar a que la familia tuviera que
trasladarse, frecuentemente, a otras ciudades.
En 1885, parece ser que se
indignó al leer un artículo en el periódico Pittsburgh Dispatch, titulado “Para
qué sirven las niñas”. En él se decía que sólo servían para tener hijos y
cuidar la casa. Así que escribió una carta a ese periódico, contestando a ese
artículo y firmándolo como “Una niña huérfana solitaria”.
Por lo visto, consiguió llamar la
atención de George Madden, editor de ese periódico, el cual la llamó a su
despacho y le ofreció trabajar en su empresa.
Su primer artículo, que firmó
bajo el mismo seudónimo, se tituló algo así como El puzzle de las chicas. En
él, defendía que se deberían de crear más puestos de trabajo para las mujeres, porque
muchas de ellas suelen quedarse solteras.
En este segundo artículo mostraba
los efectos de los divorcios en la vida de las mujeres y pedía que se
modificara esa ley para que las mujeres no resultasen tan perjudicadas.
Parece ser que sus artículos,
donde describía la mala vida de las mujeres, que trabajaban en las fábricas,
levantó muchas ampollas entre los empresarios. Por ello, se quejaron a su
director y éste la destinó a la sección de modas, sociedad, etc.
Con sólo 21 años, pidió ser
enviada como corresponsal a México y, desde allí, fue relatando las míseras
condiciones de vida de ese país.
Tras haber publicado su informe
en su periódico, tuvo que salir huyendo, antes de la capturasen las autoridades
mexicanas.
A su regreso, su director se
empeñó en que volviera a las páginas de sociedad a lo que ella se negó. Así
que, en 1887, abandonó su periódico.
Por lo visto, se trasladó para
probar fortuna en Nueva York, pero allí lo pasó muy mal, porque no le daban
trabajo en ningún periódico.
Parece ser que se fue a una
pensión, donde no durmió en toda la noche y se dedicó a asustar a los demás
huéspedes. Así que llamaron a la Policía y el juez ordenó su ingreso en un
manicomio.
Allí estuvo durante 10 días, durante
los cuales pudo comprobar lo mal que trataban a los enfermos y escribió un
largo informe, que luego se convirtió en un libro.
Incluso, la sometieron a malos
tratos y a duchas frías en mitad del invierno. Es más, contó que había varios internos
que no tenían ninguna enfermedad. Su único problema es que eran unos
inmigrantes, que no sabían hablar en inglés.
Al término de ese plazo, el director de su periódico consiguió
sacarla del manicomio. Mientras que su informe sirvió a las autoridades para exigir amplias reformas en esos centros sanitarios.Parece ser que le llamó mucho la
atención el famoso libro “La vuelta al mundo en 80 días”, publicado en 1873 y
cuyo autor es Julio Verne.
Así que, desde 1888, le estuvo
dando la lata a su director para que le dejase hacer algo parecido e, incluso,
en menos tiempo.
Por fin, consiguió convencerle y
el 14/11/1889 embarcó en el puerto de Hoboken, en Nueva Jersey. A pesar de que muchos
de sus colegas creían que todas las mujeres viajaban con mucho equipaje, ella
sólo llevó el vestido que llevaba puesto, un abrigo, varias mudas de ropa
interior, artículos de cosmética y algo de dinero.
Su barco la dejó en el Reino
Unido. Desde allí viajó a Francia. Estaba tan segura de batir el récord de la
famosa novela, que se desvió hacia Amiens para entrevistarse con Julio Verne.
Desde allí, fue a Italia. Luego cruzó el canal de Suez, hasta su siguiente etapa en Colombo (actual Sri Lanka). Recalando posteriormente en Singapur, Hong Kong y Japón. Menos el último, todos esos territorios pertenecían al Imperio Británico.
Mientras tanto, el Cosmopolitan de Nueva York, un diario rival del suyo, les copió la idea y le encargó hacer ese viaje a su reportera, Elizabeth Bisland. Con la diferencia de que lo hizo en sentido contrario, o sea, hacia el oeste.
Por el contrario, Nellie, embarcó
en Yokohama con destino a San Francisco. Su editor, el famoso Pulitzer, también
colaboró. Alquiló un tren privado con el único objetivo de llevarla cuanto antes
a Nueva York. De esa forma, completó su
viaje de unos 40.000 km alrededor del mundo en 72 días, 6 horas y 11 minutos.
Sin embargo, su rival, Bisland, llegó 4 días más tarde.
Posteriormente, se dedicó a
escribir novelas por entregas, que fueron publicadas en otro periódico.
En 1895, se casó con un multimillonario y empresario USA llamado Robert Seaman, que era mucho mayor que ella. Parece ser que él no tenía muy buena salud y falleció en 1904. Así que Bly no tuvo más remedio que hacerse cargo de su empresa, cuyo objeto era la fabricación de recipientes metálicos, como los bidones para el combustible.
Parece ser que obró con muy buena
voluntad, haciendo grandes reformas para que el trabajo fuera más llevadero. Sin
embargo, las cosas no salieron como suponía y tuvo que cerrar la empresa.
Por lo visto, quedó arruinada.
Así que se volvió a dedicar al periodismo, trabajando para varios periódicos.
Fue una convencida sufragista y,
al comenzar la I Guerra Mundial, trabajó como reportera de guerra en el frente
oriental. Incluso, fue arrestada en Austria, al confundirla con una espía
británica. Afortunadamente, todo se aclaró pronto y enseguida la dejaron en
libertad.
Sus reportajes se caracterizaban
por el énfasis que ponía en el sufrimiento de las viudas y de los huérfanos,
provocados por ese conflicto bélico.
Parece ser que les gustó este
tema, porque, unos años después, la ficharon para otro periódico, donde escribía
una columna dedicada a buscar un hogar para los niños huérfanos.
Incluso, muchos directores de
periódicos, como Pulitzer, decidieron contratar a más mujeres periodistas, porque
comprobaron que así vendían más periódicos.
Desgraciadamente, Nellie Bly, falleció
el 27/01/1922, a causa de una neumonía, a la temprana edad de 58 años. Curiosamente, fue enterrada en el mismo cementerio que su competidora,
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