ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 7 de febrero de 2017

EL TRIBUTO DE LAS TRES VACAS, EL TRATADO DE PAZ MÁS ANTIGUO DE EUROPA



Hoy me apetecía cambiar de tercio y escribir sobre otro asunto. Así que me he encontrado éste por ahí y no me he resistido a contároslo.
Seguro que todos hemos visto esas películas del Oeste de USA, donde se suelen ver a los ganaderos peleando por un terreno con pasto o por un pozo, donde pueda alimentarse o beber su ganado. Algo de eso ocurrió aquí, hace varios siglos.
Lo cierto es que no está muy claro cómo surgieron esas desavenencias entre los ganaderos de lo que hoy son los territorios de Francia y de España.
Las fuentes más utilizadas informan que en 1373 hubo una pelea entre dos ganaderos. Uno de ellos se llamaba Pedro Karrika y pertenecía al valle del Roncal, en el antiguo Reino de Navarra. El otro se llamaba Pierre Sansoler y habitaba uno de los dominios del vizconde de Bearn.
Parece ser que los dos pastores llegaron al mismo lugar con sus ganados y se entabló una discusión entre ellos, por el agua, que cada vez fue a más.
Aquello se convirtió en una pelea en la que el navarro mató a Sansoler. Lógicamente, esta violencia no paró y se fue multiplicando, a medida que pasaba el tiempo.
Se dice que un primo de Pierre, llamado Anginar, acompañado por un grupo de amigos, atravesó la frontera, al objeto de buscar a Karrika. No le encontró, pero sí a su mujer, Antonia Guardia, que estaba embarazada, y fue asesinada por este grupo en Belagua.
Posteriormente, Karrika, le devolvió la “visita”, dirigiéndose, acompañado por unos amigos, a la casa de Anginar, donde éste se hallaba celebrando su anterior “hazaña” con unos cuantos más.
Los navarros no dejaron “títere con cabeza”. Allí mismo los mataron a todos y sólo dejaron con vida a la mujer de Anginar, que tenía un niño en sus brazos.
La violencia seguía “in crescendo”. Así que lo siguiente fue que los seguidores de Sansoler organizaron una emboscada en un desfiladero y allí asesinaron a unos 25 navarros.
Estaba muy claro que a los gobernantes, esta situación se les estaba yendo de las manos y, enseguida, se reunieron para intentar pacificar la zona.
En la localidad de Ansó se citaron las “fuerzas vivas” del momento. Es decir,  el rey de Navarra Carlos II el malo, el vizconde de Bearn, llamado Gastón III o Febus (cuñado del anterior) y los obispos de Jaca, Pamplona, Oloron y Bayona. Sin embargo, no consiguieron apaciguar a los habitantes de ambos lados de la frontera.
En adelante, me referiré a ellos como franceses, aunque, en aquella época, ese territorio no dependía todavía del rey de Francia.
A pesar de esos esfuerzos, la cosa fue a más. Hasta tal punto que, en 1375, llegó a darse una batalla entre ellos que ocasionó nada menos que 53 muertos, por el lado navarro, y unos 200, por el lado francés.
Entiendo que ambos bandos se asustaran y los franceses fueron los primeros que quisieron someterse a un arbitraje.
Las dos partes aceptaron como árbitro al alcalde de la localidad de Ansó, llamado Sancho García, el cual estaría asistido por 5 “buenos hombres” elegidos por él de entre los de su pueblo.
Lo primero que hicieron fue subir al puerto de Arlas, acompañados por 5 hombres de cada bando, para delimitar la frontera exacta entre los dos territorios. De esa manera, decidieron que estaría en la llamada “Piedra de San Martín”, que delimitaría el Valle del Roncal y el de Aramitz, en Baretoun. A partir de ahí, trazaron una línea para delimitar ambos territorios.
También decidieron una serie de días en los que los franceses y los roncaleses podrían llevar su ganado a abrevar en esa fuente. Concretamente, los primeros, desde el 10 de julio y sólo durante 28 días. Mientras que el ganado de los segundos podría abrevar desde el día que acabaran los franceses hasta el  de Navidad.

Para que no se produjeran más represalias, los franceses, se comprometieron a pagar cada año tres vacas a los navarros, las cuales tenían que haber  cumplido  dos años y fueran aceptadas por éstos.
En cuanto a los responsables de las muertes, se les imponía una fuerte multa. En el caso de que no la pudieran pagar, lo tendrían que hacer los vecinos del pueblo donde vivieran.
La verdad es que, para haber sido hecho en la época medieval, me parece un arreglo bastante civilizado.
De todas formas, creo que es muy posible que esta gente estuviera harta de tener que ver morir a la gente de su familia. No olvidemos que la primera epidemia fuerte de peste tuvo lugar en 1348 y mató a una tercera parte del país.
Aparte de ello, estamos en la época de la famosa Guerra de los Cien años, que duró nada menos que 115 y que se llevó por delante a mucha gente, aunque no tuvieran un armamento tan mortífero como el que tenemos ahora.
Tampoco deberíamos olvidar que, durante esta misma época, tuvo lugar la guerra entre Pedro I de Castilla y su hermano, el futuro Enrique II, que también hizo derramar mucha sangre por ambos bandos. Así que no debería de extrañarnos que esta gente estuviera muy interesada en conseguir la paz a cualquier precio.
Como ejemplo de lo contrario, os puedo contar por qué le apodaron el malo a Carlos II de Navarra. Como todo el mundo sabe, los españoles, somos la gente más individualista del mundo. De hecho, lo más normal, cuando alguien compra una casa es aumentar la altura del muro que te separa de la parcela del vecino.
Esto era mucho más radical, en el caso de la Pamplona medieval. Los habitantes de los tres barrios o núcleos de población, que la formaban, se odiaban a muerte. Tanto es así que estos barrios estaban amurallados y con fosos, como si se tratase de ciudades enemigas, y al  más mínimo conflicto, utilizaban nada menos que las catapultas, para arrojarse grandes pedruscos. Aparte de dispararse entre ellos flechas, lanzas  y otros artilugios bélicos.
Por lo visto, era una tradición que, cuando se coronaba a un nuevo rey o en las fiestas de la coronación, se indultaran a todos los que estuvieran presos por este motivo.
En el caso de Carlos II, que llegó al trono con sólo 17 años,  se le informó de esa tradición y se le pidió que cumpliera con ella, ordenando la liberación de todos los que habían sido encarcelados por esa causa.
Sin embargo, este rey adolescente, en lugar de ordenar su liberación, sin cortarse un pelo, mandó que todos esos que debían ser puestos en libertad, fueran ejecutados inmediatamente. Lógicamente, sus soldados cumplieron sus órdenes a rajatabla.
Como habéis comprobado, hubo razones más que suficientes para que le apodaran de esa manera y pasara a la posteridad con ese triste apodo. También hay quien dice que ese apodo se lo pusieron los franceses.
Volviendo a nuestro tema, tras la sentencia arbitral del alcalde de Ansó, que fue firmada, por ambas partes,  el 16 de octubre de 1375, en la iglesia parroquial de esa localidad, se creó un protocolo, que se ha repetido, desde entonces, año tras año. Este tratado de paz es el más antiguo de los que continúan vigentes en Europa.
Así que, desde ese momento, el 13 de julio de cada año, se reúnen los alcaldes de Baretous y los de 4 municipios del Valle del Roncal.
Lo hacen en el mismo sitio en que tuvo lugar la primera de esas reuniones. Se trata del collado de Ernaz en el puerto de Arlás, junto a la mesa de los Tres Reyes, donde, anteriormente, estaba la llamada Piedra de San Martin.
Desde 1858, año en que se efectuó la delimitación exacta de fronteras entre Francia y España, su lugar lo ocupa el mojón 262, de un total de 1.300 que se colocaron para señalizar el límite fronterizo entre los dos países.
El alcalde de Isaba siempre preside el acto. Todas las autoridades, allí reunidas, visten sus mejores galas.
El presidente les pregunta tres veces a los representantes de Baretous si quieren continuar con la paz. Los franceses también le responden afirmativamente tres veces.
Dicho esto, uno de los representantes franceses pone su mano sobre la piedra y lo mismo hacen los demás de los dos países, poniendo unas manos sobre otras.
El presidente es el último que pone su mano derecha sobre las de los demás y pronuncia la frase ritual: “Pax avant, pax avant, pax avant”. Los franceses le responden con las mismas palabras.
Anteriormente, no se ponían las manos sobre una piedra, sino sobre dos lanzas atravesadas en forma de cruz.
Posteriormente, son entregadas las vacas y, una vez reconocidas por el veterinario de Isaba, se procede al reparto de las mismas.
Tras ello, se nombran cuatro guardas para vigilar que se cumpla lo pactado por ambas partes. Se redacta un acta, que es firmada por todos los representantes. Como colofón, se celebra una comida de hermandad para conmemorar el acto.
Como es de suponer, este tratado no fue una especie de fórmula magistral, que acabara con toda la violencia, pero sí le dio una gran estabilidad a la zona.
Deberían de tomar nota muchos gobernantes de lo que hicieron estas gentes para que nunca hubiera más guerras entre ellos.
A lo largo de la Historia, se sabe que ha habido algunos conflictos, como durante la Guerra de los Treinta años, en la que se produjeron varios robos de ganado y captura de pastores de uno y otro lado de la frontera.
Sin embargo, en 1793, durante la llamada Guerra de la Convención,  que fue declarada por España contra Francia, tras la ejecución de Luis XVI, el protocolo se repitió con toda normalidad.
Igual ocurrió durante la Guerra de la Independencia, aunque España fuera invadida y estuviera en guerra contra Francia.
No obstante, en 1895, tras la publicación de un artículo en el diario francés Le Figaro, donde
calificaba a este acto como un humillante y “extravagante ceremonial anti francés”, varios cientos de franceses subieron a ese lugar para boicotearlo.
No me extraña que los franceses estén molestos, pues, si se suma la cantidad de vacas que han entregado a lo largo de la Historia, la cifra se acerca a las 2.000.
En 1944, durante la II Guerra Mundial, Francia, fue ocupada por los alemanes y éstos prohibieron realizar ese intercambio. Así que en la posguerra, los franceses, añadieron una vaca más para compensar las que les debían a los navarros.
También, según lo pactado, de las tres vacas, dos de ellas siempre son para el pueblo de Isaba, que es el municipio más grande del valle,  y la otra le toca cada año, por riguroso turno, a Uztarroz, Urzainki y Garde.
En el mismo documento se dice que las tres vacas han de tener dos años y estar en buen estado de salud. Concretamente, en 1755, una de las vacas fue devuelta, pues los del Roncal vieron que no estaba en muy buenascondiciones. Consecuentemente, los franceses se la cambiaron por otra.
Algunos autores dicen que este tratado les recuerda un tributo impuesto por Carlomagno, tras vencer en la guerra a los sajones. Por ello, estos debían entregarle cada año 12 vacas, en señal de sumisión. En este caso no es así, pues se trata de un pacto entre iguales.
Hasta en el mismo tratado de delimitación de fronteras entre Francia y España, que entró en vigor el 1 de abril de 1859, dedica, por entero, el Anexo III del mismo a este pacto firmado en el siglo XIV.
Desgraciadamente, como ha ocurrido en muchos casos, los documentos originales, donde figuraba este acuerdo, con las firmas de todas las partes, que se custodiaba en la iglesia de Isaba, se destruyeron en el incendio de la misma, que tuvo lugar en 1427. Afortunadamente, seis años más tarde, se hicieron varias copias de los mismos de una que ya existía en otro de los pueblos.
En 2011, el Gobierno Foral de Navarra, declaró a este acto como Bien de Interés Cultural Inmaterial y ahora se realiza una fiesta, donde se procura que se conozcan mejor las gentes que viven a ambos lados de los Pirineos.
Espero que os haya gustado esta curiosa historia y me gustaría veros a todos como seguidores de mi blog. Como sé que lo vais a hacer, ya os doy las gracias por anticipado.

       





3 comentarios:

  1. Estimado Juan: Que grato es leer historias como estas, si bien puede ser conocida por varios, estoy seguro para muchos mortales como yo es inédito. Te agradezco por compartirlas.
    Un abrazo.

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    1. Me alegro que te haya gustado.

      Muchas gracias por tu amable comentario.

      Saludos.

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  2. Eso es lo que pretendo, que la gente conozca la Historia de una forma amena.

    Muchas gracias por tu comentario y saludos.

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