Al estudiar la Guerra Civil
española, una de las cosas que hay que tener muy claras es que ninguno de los
bandos permitió que, dentro de su correspondiente zona, hubiera alguien neutral
o indiferente.
Aunque fue una guerra entre
ciudadanos del mismo país, siempre existió la idea, en los dos bandos, de
machacar y hasta de exterminar a los del otro bando.
Realmente, parecía una típica
pelea entre miembros de dos partidos radicales enfrentados, sólo que, esta vez,
utilizaban los grandes medios que posee un Estado.
Seguro que muchos de vosotros
estaréis pensando que a mucha gente, esto de la guerra, le importaría un
rábano. Eso es evidente. Incluso, yo creo que existió ese tercer bando, al
menos, en el aspecto ideológico. Lo que pasa es que a nadie se le permitió que
se expresara de ese modo e, incluso, que se callara y no apoyara al bando que
mandaba en la zona donde residía.
Hechas estas oportunas
aclaraciones, paso a presentar a nuestro personaje de hoy. Se trata de Julián
Zugazagoitia. Un hombre nacido en 1899 en Bilbao.
Su padre era un obrero metalúrgico.
Miembro desde su fundación, en 1880, del PSOE. Partido creado por Pablo
Iglesias. Curiosamente, un socialista nacido en el Ferrol, el mismo pueblo en
el que nació Franco.
A pesar de pertenecer al País
Vasco, Bilbao, siempre ha sido una de las cunas del socialismo español. Los
otros vértices de ese triángulo, donde se implantó más pronto en España, el
PSOE, fueron Madrid y Asturias.
No hay que olvidar que, ya en
1885, el líder socialista, Facundo Pérezagua, un metalúrgico nacido en Toledo,
fundó las primeras agrupaciones de su partido en Vizcaya.
En 1886, dio el gran paso de
fundar la Agrupación Socialista de Bilbao, junto a Toribio Pascual y Felipe
Carretero.
No hará falta recordar que el
PSOE había sido fundado en 1879 y que el sindicato UGT no se fundaría hasta 1888.
Para el que no lo sepa, el
PSOE, es el segundo partido socialista
más antiguo de toda Europa. Sólo por detrás del SPD alemán, que se fundó en
1875.
En 1890, Pérezagua, creó la Federación
Socialista de Vizcaya, uniendo las tres agrupaciones que había en la provincia.
Ese mismo año consiguieron llevar
a la huelga a 30.000 trabajadores y triunfaron. Consiguiendo, de esa manera,
que se multiplicaran las agrupaciones socialistas en esa provincia.
No sé si sería debido a la
victoria del partido en la huelga o a la multiplicación de afiliados, como
consecuencia de ella, lo cierto es que, en ese mismo año, el PSOE realizó su
segundo congreso nacional en Bilbao.
Es más, en las elecciones
municipales de 1891, que fueron las primeras realizadas mediante sufragio
universal, aunque sólo fuera masculino, también obtuvo otra victoria el PSOE vizcaíno.
Pérezagua y tres afiliados más fueron los primeros socialistas, que
obtuvieron una plaza como concejales en toda España.
Hay que precisar que el PSOE, en
la persona de Pablo Iglesias, no obtuvo un escaño en las Cortes españolas hasta
1910.
Otro personaje muy conocido del
socialismo vasco, aunque naciera en Asturias, fue Indalecio Prieto, gran rival
de Pérezagua durante muchos años.
Volviendo a nuestro personaje de
hoy, es posible que, influenciado por su padre, ingresara muy joven, con sólo
15 años, en el PSOE, concretamente, en las Juventudes Socialistas, que las
acababa de fundar Tomás Meabe, otra referencia del socialismo vasco.
Parece ser que, en esta primera
época, sus modelos a seguir fueron el propio Meabe y Emilio Beni, que dirigía
el periódico socialista “La lucha de clases”.
Su padre, Fermín Zugazagoitia,
llegó a ser presidente de la Agrupación Socialista de Bilbao y concejal de ese
Ayuntamiento entre 1905 y 1909.
Julián comenzó trabajando en la
Cooperativa que gestionaba la Casa del Pueblo, donde aprendió Contabilidad. Para
trabajar, tras el fallecimiento de su padre, también como contable, en una
empresa privada.
En 1917, tras haber participado
en la gran huelga obrera de ese año, fue condenado a una pena de prisión, la
cual pasó en la cárcel de Larrinaga. Esta huelga fue un fenómeno muy
interesante. En otra ocasión hablaré de ese tema.
En 1920, fue elegido presidente
de las Juventudes Socialistas de Bilbao y empezó a escribir artículos en diversos
periódicos.
Al año siguiente, fue nombrado
director del periódico socialista “La lucha de clases”. Cosa que le costó un
disgusto, como ahora veremos.
En 1923, consiguió mediante
oposición, un empleo como funcionario en el Ayuntamiento de Bilbao. Desgraciadamente,
ese mismo año fue condenado a una pena superior a los tres años de destierro,
por la publicación de un artículo en su periódico.
Pasó su primer año de destierro
en Madrid, colaborando en el periódico
“El Socialista”, dirigido por Andrés Saborit.
“El Socialista”, dirigido por Andrés Saborit.
En 1925, se trasladó a Santoña
(Cantabria), donde trabajó en una empresa exportadora de conservas de pescado.
Allí fue donde comenzó a escribir sus célebres biografías de dirigentes socialistas,
como Pablo Iglesias o Tomás Meabe.
En 1929, regresó a Bilbao, donde
escribió una serie de obras relativas a la vida de los obreros y las huelgas
que realizaban para reivindicar sus derechos.
Fue elegido concejal para el
Ayuntamiento de Bilbao, en las famosas elecciones municipales del 12/04/1931,
que dieron lugar a la caída de la Monarquía y la llegada de la II República.
También, ese mismo año, fue elegido diputado por
Badajoz, en las Cortes españolas. En ellas, formó parte de la comisión dedicada
a la Marina.
Al año siguiente, fue nombrado en
el XIII Congreso del PSOE, director del periódico “El Socialista”.
En 1933, fue uno de los
fundadores de la Asociación de Amigos de la URSS. Algo que no pasaría
desapercibido a sus enemigos de la derecha.
Tampoco pudo revalidar su escaño como diputado, esta
vez por Vizcaya. Su partido decidió que los afiliados votaran a Manuel Azaña,
para que se asegurara su escaño.
La victoria de los partidos de la
derecha en esas elecciones, trajo consigo que el PSOE se fuera radicalizando.
Eso se puede ver en los editoriales de su periódico. Cada vez más revolucionarios.
Por este motivo es detenido, tras
la famosa revolución de 1934, que sólo triunfó en Asturias, por el delito de
auxilio a la rebelión. El consejo de guerra le condenó a dos años de prisión,
que pasó en la famosa Cárcel Modelo de Madrid.
Algunos autores dicen que el juez
que le condenó en ese consejo de guerra, fue el mismo que, en la posguerra, le
condenó a la pena máxima.
Por fin, en 1936, consiguió su
ansiado escaño por Vizcaya y también, ese mismo año, es nombrado,
vicepresidente de la
Asociación de la Prensa.
Asociación de la Prensa.
Aunque pudiera parecer un buen
cargo, realmente, era lo más parecido a un regalo envenenado. El presidente de
esa Asociación, Javier Bueno, había tenido que huir de Asturias, donde sus
familiares fueron tomados como rehenes. En la posguerra, fue detenido y asesinado
a golpes en una cárcel madrileña.
El anterior presidente, Alfonso Rodriguez
Santamaría, redactor jefe de ABC, había sido asesinado, durante los primeros
días de la guerra, por milicianos anarquistas.
A pesar de que el ambiente estaba
cada día más revuelto, él no dudará en denunciar conspiraciones y militares que
estuvieran preparando golpes contra la II República. Incluso, con nombres y
apellidos. Otro detalle que tendrían muy en cuenta sus enemigos.
Una vez comenzada la guerra,
redacta unas octavillas, que se lanzan sobre los encerrados en el Cuartel de la
Montaña, donde dice que a los que se rindan los trataran bien y les harán un
juicio justo. Algo que no gusta nada a sus compañeros.
Intenta poner un poco de cordura
y denuncia el clima de represión que se vive en la zona republicana. Aboga por
respetar el derecho a las vidas humanas de los prisioneros.
En 1937, al llegar Negrín al
poder, se entera por la prensa de que él ha sido nombrado nuevo ministro de
Gobernación. Algo que le deja muy sorprendido.
Desde su nuevo puesto, ordena
realizar centenares de intercambios, para evitar que los prisioneros sean asesinados
en ambas zonas.
Aparte de ello, es de la misma
opinión que Negrín. O sea, que un gobierno legítimo no debe de rendirse nunca.
Así que reorganizó los servicios de información del Estado. El gran problema de
todos los gobiernos republicanos es que nunca pudieron fiarse de nadie.
Como ejemplo, debido a la gran
cantidad de espías, tuvieron que obligar a la gente a que declarara la tenencia
de cámaras y películas para hacer fotos. Como si fuera una licencia de armas.
Para poder usar estos aparatos,
les daban una especie de carnet, donde figuraba su correspondiente licencia. En
caso de que no la pudieran mostrar, serían inmediatamente detenidos. Esta medida
se tomó durante el Gobierno de Largo Caballero, antecesor de Negrín en el cargo
de presidente del Consejo de Ministros.
No hará falta recordar que Negrín
pretendía alargar la guerra para que coincidiera con el inicio de la II Guerra
Mundial, que ya se veía en el horizonte. Luego, pediría que los aliados
ayudaran al Gobierno de la II República para luchar contra el bando franquista.
También, Zugazagoitia, se pone de parte de Indalecio Prieto y se
dedica a reducir la influencia del sector más izquierdista, que apoya a Largo Caballero, en toda España. Incluso,
ordena que se vigile a ese líder socialista. Algo que no gusta nada a los
afiliados del PSOE ni a los del PCE. Incluso, hasta hace poco, no han querido
saber nada de él en su partido.
En 1938, Prieto, ministro de
Defensa, sale del Gobierno y nuestro personaje
también dimite. Sin embargo, Negrín, lo nombra subsecretario de Defensa. Algo
que no le gusta nada, porque no quiere mandar sobre militares, pero lo acepta.
Posteriormente, es nombrado
miembro de la Diputación Permanente de las Cortes y, al final de la guerra, se
traslada, junto al Gobierno, al castillo de Figueras, donde se realiza la
última sesión de las Cortes republicanas.
Desde allí, cruza a Francia.
Allí, se muestra muy crítico con los exiliados, pues les acusa de ser demasiado
egoístas y no ver los problemas que tienen los demás, que
comparten su situación.
El 23/02/1939 tuvo lugar el
entierro en Colliure (Francia) del famoso poeta Antonio Machado. Las personalidades
más importantes que asistieron a ese acto fueron el General Rojo y nuestro
personaje. Precisamente, fueron suyas las últimas palabras para despedir al
ilustre fallecido.
En 1940, se traslada a París,
donde escribe su obra, “Historia de la Guerra de España”, en la que narra los acontecimientos
de la Guerra Civil, que se publica ese mismo año en Buenos Aires.
Posteriormente, modificaron el título
por el de “Guerra y vicisitudes de los españoles”, publicada en España en la
tardía fecha de 1977.
Tras la ocupación alemana, es
detenido en París el 27/07/1940, tras una delación de los miembros de Falange
Exterior Española.
Parece ser que el régimen franquista
había entregado a sus amigos nazis, que se hallaban ocupando Francia, una lista con los nombres de unos 1.600
exiliados españoles, para que los capturasen y los devolvieran a España.
Ante la Gestapo, se identificó
como ministro de la II República, pero no le hicieron el menor caso. Fue
encarcelado y, más tarde, entregado a las autoridades franquistas, en España.
Permaneció encerrado durante unos
meses en la prisión madrileña de Porlier. El 21/10/1940 es llevado ante un Consejo
de Guerra, que se celebra en las Salesas Reales, el cual le condena a muerte. Desgraciadamente,
algo demasiado habitual en esa época. Curiosamente, el fiscal reconoció que
ninguno de esos cinco imputados, que estaban siendo juzgados, había
cometido
ningún delito. Sin embargo, estaba seguro de que habían “inducido a la rebelión”.
Algún autor dice que el JARE de
Prieto intentó sobornar a los jueces, pero no tuvo éxito. El 05/11/1940, es
fusilado en la tapia del Cementerio del Este, junto a otros catorce presos más.
Alguien ordenó construir una
tumba con forma de libro, donde están sepultados nuestro personaje y su amigo,
Francisco Cruz Salido, que fue fusilado junto a él, en el Cementerio de la
Almudena, en Madrid.
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