Hoy voy a cambiar de tercio y me
propongo escribir sobre una de las espías más conocidas a nivel popular, aunque
no tanto como la gente cree.
Su
nombre verdadero fue Margaretha Geertruida Zelle y nació en agosto de 1876 en
la localidad holandesa de Leeuwarden.
Parece
ser que su padre era comerciante y algunos autores dicen que su madre era de
ascendencia de la colonia holandesa de Java.
A
los 14 años murió su madre y su padre la envió interna a un colegio de monjas
donde, más o menos, les daba a las chicas la educación suficiente para hicieran
en el futuro una buena boda.
Como
a ella no le gustaba este tipo de vida, a los 18 años se casó con Campbell
MacLeod, un oficial perteneciente al ejército holandés, pero originario de Escocia.
Tuvieron
2 hijos y, al poco tiempo, tuvieron que mudarse, pues su marido había sido
destinado como jefe de una unidad militar en Java.
No
tuvo mucha suerte con su marido, pues, según decía ella, era muy borrachín,
mujeriego y la maltrató en diversas ocasiones. Incluso, se comentaba en la
colonia que una vez la encañonó con su pistola.
Parece
ser que su hijo varón murió allí y se sospechó que había sido envenenado por
uno de sus sirvientes, como venganza por el trato recibido de su marido.
En
1902, la familia volvió a Holanda y, poco después, la pareja se separó, aunque
tardaron 4 años en conseguir el divorcio.
Como
ella ansiaba gozar de una completa libertad, dejó a su hija al cuidado de unos
parientes y marchó a buscarse la vida a París.
En
1905 se “fabricó” una nueva identidad, diciendo que era hija de una bailarina
hindú, la cual había muerto cuando ella nació. Por ello, había sido consagrada
al dios Siva e iniciada en los secretos de las artes eróticas de Oriente.
Como
era alta y esbelta y tenía el pelo muy negro podía simular cierto parecido con
las mujeres de la India. Incluso, se hizo llamar Mata Hari, que significa “ojo
del alba”.
Triunfó
como bailarina exótica en París y de ahí fue a otras ciudades, como Montecarlo,
Berlín, Viena, Milán, Madrid, etc. Triunfó en todas ellas, pues el público, en
su mayoría varones, iba a verla bailar prácticamente desnuda. De esta forma consiguió
una legión de admiradores.
Cuando
se declaró la I GM ella se hallaba en Alemania, donde contaba con muchos admiradores
entre los altos cargos del Gobierno. De hecho, un día se la vio paseando del
brazo del jefe de la policía de Berlín.
En
1915 volvió a París, aunque no se sabe a ciencia cierta a qué fue allí. Hay
diferentes versiones al respecto. Unos dicen que fue para rescatar las cosas
que había dejado en una de sus casas cercana a esta metrópoli.
Otros
dicen que fue a cuidar a un amante ruso, que estaba ingresado allí en un
hospital, por haber sido herido en el frente.
Por
último, otros dicen que pudiera ser un asunto de espionaje. Por ello, el
contraespionaje italiano advirtió al francés de su visita y de sus relaciones
con los alemanes, idioma que, últimamente, hablaba muy bien.
Fue
detenida por los franceses, pero ella negó rotundamente ser espía alemana. Sin
embargo, se ofreció para trabajar como espía para Francia. A consecuencia de
esto, la enviaron a Bélgica, que ya había sido ocupada por los alemanes, con
una lista de espías franceses. Posteriormente, uno de ellos fue capturado y
fusilado por los alemanes, según algunos, a causa de la delación de una mujer.
Posteriormente,
los franceses la enviaron a España, por barco, vía Holanda. Pero ese barco fue
detenido por los británicos y ella fue apresada, pensando éstos que se trataba
de otra espía que estaban buscando.
Consiguió
convencerles de que trabajaba para los franceses y la pusieron en libertad.
En
Madrid, se relacionó con varios militares de la embajada alemana, pero no
sabemos si trabajó para ellos.
A
finales de 1916, los ingleses interceptaron un mensaje de Berlín a la embajada
alemana en Madrid, donde decía que estaban pagando demasiado por los informes
de la agente H-21. Les ordenaron enviarla a París con un cheque de 5.000
francos franceses, pagadero en Francia.
En
febrero de 1917, Mata Hari llegó a París y se alojó en un hotel de lujo llamado
Plaza-Athénée. Al día siguiente fue arrestada allí mismo y acusada de ser una
doble agente alemana.
Se dice que se
mostró desnuda a sus captores y les ofreció bombones en un casco prusiano que
le había obsequiado uno de sus amantes alemanes.
La principal
prueba inculpatoria fue el citado cheque y un tubo con tinta invisible, ambos
objetos habían sido hallados en su habitación del hotel.
Para
defenderse, dijo que la tinta invisible era realmente un compuesto
desinfectante que ella solían utilizar como contraceptivo y que el cheque era
el pago de sus favores sexuales a los oficiales alemanes en Madrid. Su
declaración no fue muy convincente y fue encerrada en la celda 12 de la prisión
de Saint Lazare. Esa misma celda había sido ocupada anteriormente por otras
asesinas y acusadas de espionaje.
Tras
varios meses de interrogatorios, el 24/07/1917 comenzó su juicio. Parece ser
que el presidente y varios miembros del tribunal nunca fueron imparciales y
dieron por supuesto, desde antes del juicio, que ella era culpable. Sin
embargo, en la calle se opinaba mayoritariamente que era inocente y casi todo
el mundo esperaba que fuera absuelta.
Dijo
que conocía las tropas de varios países, porque, frecuentemente, la habían
invitado sus amantes a presenciar maniobras militares.
Ella
confiaba en que sus amigos de las altas esferas del poder la pondrían muy
pronto en libertad. No se había dando cuenta de que las relaciones habían
cambiado a causa de la guerra, pues en París apenas se podían percibir sus
consecuencias.
También
comentó: “No soy francesa y tengo derecho a tener amigos en otros países,
incluso en aquellos que están en guerra con Francia. Yo soy neutral. Confío en
la bondad de ustedes, los oficiales franceses”.
Cuando
se le preguntó sobre unos 30.000 marcos que le había pagado el canciller
alemán, argumentó que era su precio habitual por sus favores sexuales.
También
la acusaron de utilizar el correo diplomático de la embajada holandesa en París
y ella contestó que era para mandar cartas a su hija. No olvidemos que Holanda
fue neutral en la I GM y ella era de nacionalidad holandesa.
La
sentencia era previsible, pues el Alto Mando francés necesitaba a alguien para
echarle la culpa de sus fracasos, que habían llevado a miles de jóvenes a la
muerte, en los 3 años que llevaban de guerra.
Fue
condenada a la pena de muerte, pero la sentencia no se llevó a cabo
inmediatamente, sino que dejaron transcurrir varios meses.
Parece
ser que las únicas noches que dormía bien eran las de los sábados, pues, por
costumbre y creencias religiosas, los domingos nunca se ejecuta una pena de
muerte.
Su
abogado intentó ganar tiempo alegando que estaba embarazada, pero ella prefirió
pedir clemencia al presidente de la República francesa.
Como
su petición fue denegada, fue despertada antes del amanecer del lunes 15 de
octubre y su abogado le comunicó, casi sin voz, que esa mañana se ejecutaría la
sentencia.
Ella
se vistió de la manera más elegante posible y fue llevada al Chatêau Vincennes,
por entonces, un campamento militar y un lugar donde se realizaban
habitualmente estas ejecuciones.
Allí
les esperaban 12 hombres armados. Aceptó el vaso de ron que le solían ofrecer a
todos los condenados, pero no quiso que le taparan los ojos ni la ataran a un
árbol.
Antes
de morir, la atendieron un cura y unas monjas y, al retirarse éstos, se dio la
orden de disparar. Su cuerpo cayó al suelo abatido por las balas.
Hay
una leyenda que dice que un admirador llamado Pierre de Morrisac había sobornado
al pelotón de fusilamiento para que cargaran sus armas con balas de fogueo. Sin
embargo, lo cierto es que estaban cargadas con balas de verdad y ella murió en
el acto.
También
circuló la leyenda de que, ante el pelotón de fusilamiento, abrió su traje para
mostrarles su desnudez.
Hoy
en día se piensa que sólo fue una cortesana y que nunca se tomó muy en serio lo
que hacía. No se dio cuenta de que estaba en medio de una guerra y su mundo
había cambiado sustancialmente.
Una
teoría muy conocida indica que los alemanes quisieron quitársela de encima,
porque podía contar algunos de sus secretos militares a los franceses. Así, le
tendieron una trampa en la que cayó también el contraespionaje francés,
enviando un mensaje cifrado, sabiendo que los franceses lo podrían descifrar
sin problemas
Parece
ser que su cuerpo nunca fue enterrado, pues era costumbre ceder los cuerpos de
los ajusticiados a las facultades de Medicina, para que los alumnos realizaran
sus prácticas. Su cabeza fue embalsamada y conservada en un museo hasta que fue
robada.
En
fin, sobre esta hermosa mujer siempre circularon muchas leyendas, pues gozó de
una gran popularidad en su época.
Se mostró desnuda ante sus captores como hizo cierta modelo en la Antigüedad, pero la tensión que se vivió durante la Gran Guerra no creo que permitiera a nadie detenerse a pensar si se podía valorar la belleza como motivo para el perdón. Muy buen post.
ResponderEliminarMe parece que los secretos que ella llegó a conocer de los dirigentes europeos con los que se relacionó, si se divulgaban, podrían ser mucho más peligrosos que los secretos de guerra. Puede ser que, por eso, no la ayudaran y consintieran su ejecución. Saludos.
ResponderEliminarDecía una leyenda que uno de los oficiales que la capturó, luego se suicidó por tener que llevarla hasta el lugar de la ejecución. Saludos.
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