ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 19 de febrero de 2022

HARRIET TUBMAN, UNA MUJER CON MUCHO CORAJE

 

Hoy voy a narrar la historia de una mujer de pequeña estatura, pero que, gracias a su gran coraje, eso no le impidió ayudar a mejorar la sociedad en la que vivió.

Nació alrededor de 1820 en una granja situada en el Estado de Maryland. Curiosamente, aunque este Estado se encuentra situado al NE de USA y al norte de Washington DC, durante la guerra civil, luchó en el bando de los federales, sin embargo, siempre fue esclavista. Igual que también hubo algunos Estados del sur que no fueron esclavistas.

Como ya sabrán mis lectores, casi todos los implicados en el asesinato del presidente Lincoln procedían de ese Estado.

Sus abuelos habían nacido en África, concretamente en una aldea de la actual Ghana y allí habían sido capturados y esclavizados. Por esa razón, Harriet nació esclava.

En un principio, a nuestro personaje la llamaron Arminta Ross, sin embargo, a los 11 años, eligió llamarse como su madre, Harriet.

A los 5 años ya fue alquilada por su dueño a los propietarios de otras granjas cercanas. Allí se dedicaba a cuidar niños y le daban una paliza cada vez que esos niños se ponían a llorar.

Parece ser que, en cierta ocasión, se le ocurrió probar un poco de azúcar. Algo que desconocía. La descubrieron y le dieron tal paliza que la mandaron con su madre. Ya no la volvieron a enviar a cuidar niños, sino a trabajar en el campo.

Parece ser que fue su padre el que la enseñó a orientarse en el campo, por medio de las estrellas. Algo que le sería muy útil en el futuro.

Según contaba, cuando tenía unos 15 años, se interpuso entre un chico negro y un capataz, que quería darle una paliza. Éste le iba a dar un golpe con una barra de hierro, pero el golpe se lo llevó ella en la frente. Casi la mata y eso le provocó insomnio y fuertes dolores de cabeza durante toda su vida. También le hizo tener algunas visiones, que decía que eran revelaciones de Dios.

Curiosamente, un negro libre se enamoró de ella y se casaron. No obstante, a pesar de ser libre, su marido resultó tan esclavista como sus dueños.

En 1849, murió el terrateniente que la tenía como esclava. Como su viuda decidió deshacerse de algunos bienes, entre ellos, varios esclavos, Harriet decidió escapar para que no la enviasen al sur, donde todos eran esclavistas y la iban a tratar mucho peor.

Parece ser que quiso convencer a sus hermanos varones para que huyeran con ella, pero no se decidieron. Así que se fue sola hacia el norte, hasta alcanzar la frontera con Pensilvania. Allí encontró trabajo como sirvienta en una casa de Filadelfia.

En 1850, el Gobierno USA, aprobó la Ley de esclavos fugitivos, que castigaba a los que huyeran y a los que les acogieran. Esa Ley se aplicaba en todo el país, incluso, en los Estados no esclavistas. Así que ella empezó a colaborar con el llamado “ferrocarril subterráneo” y, en muchos casos, condujo a los esclavos liberados a Canadá.

Realmente, no se trataba de un ferrocarril, sino del camino por donde escapaban los esclavos de las plantaciones del sur de USA. Le llamaban así, porque los organizadores utilizaban términos propios de los ferroviarios para comunicarse entre ellos.

Llamaban conductores a los que dirigían a esos esclavos hacia la libertad. Las estaciones eran los lugares donde podían esconderse de sus perseguidores y donde poder reposar con tranquilidad.

Parece ser que muchas mujeres colaboraron tendiendo colchas en sus ventanas, para indicarles por dónde tenían que marchar. Entre esos colaboradores había muchos cuáqueros.

Ciertamente, era una actividad muy arriesgada, no sólo porque los podrían alcanzar y capturar sus perseguidores, sino también porque los podrían detener y llevarlos ante la Justica, ya que era algo ilegal.

Desgraciadamente, los esclavistas, cada vez pusieron más empeño en encontrar a los fugitivos a los cuales seguían por medio de perros. A los que capturaban solían marcarles la letra R en la frente, con un hierro candente e, incluso, cosas peores, como amputaciones de extremidades.

Harriet siempre quiso liberar a su familia. En 1851, consiguió salvar a su hermana y a los hijos de ésta.

Por lo visto, durante 8 años, participó en 19 expediciones y consiguió rescatar a unas 200 personas. Entre ellas, a todos los miembros de su familia. Sin importarle que los esclavistas pusieran un alto precio a su cabeza.

Como los esclavos llamaban “río Jordán” al río Ohio, que era el que tenían que atravesar para conseguir su libertad, a ella la apodaron Moisés.

Posteriormente, entra en escena un senador, llamado William H. Seward.  Seguro que a algunos les sonará, pues ya me referí a él en los artículos dedicados a Lincoln, dado que también intentaron matarle, por ocupar el cargo de secretario de Estado.

Así que Seward, que era un convencido abolicionista, le consiguió una vivienda para que residiera su familia en Auburn, en el Estado de Nueva York.

Aunque parece que todos confiaban en ella, siempre hubo alguno que quiso darse la vuelta, lo cual era un grave problema, porque le podrían hacer confesar por dónde discurría el camino del famoso “tren subterráneo”.

Por ello, ella siempre llevaba unos ayudantes armados con la orden de que dispararan a los que quisieran dar la vuelta. Nunca hubo necesidad de disparar a nadie y todos llegaron a su destino.

No obstante, tampoco solían encontrar los esclavos liberados un paraíso, al llegar a un Estado abolicionista. Por ejemplo, en Filadelfia hubo bastantes peleas entre esos esclavos liberados y los inmigrantes irlandeses pobres, ya que, estos últimos, les acusaban de dejarles sin trabajo.

Harriet recibió muchos elogios de Frederick Douglas, un antiguo esclavo, que ahora era un líder abolicionista y que, por lo visto, albergó a algunas de sus expediciones en su propia casa.

También colaboró con el famoso líder abolicionista John Brown. Éste pretendía sublevar a los esclavos para intentar crear una especie de nuevo Estado, donde se podrían asentar los que hubieran sido liberados.

Sin embargo, quiso empezar su rebelión con un asalto a un arsenal y fábrica de armas, situado en Harpers Ferry (Virginia Occidental). Lo cierto es que fracasó y, tras atrincherarse en esas instalaciones, fue detenido por unas fuerzas al mando del entonces teniente coronel Lee. Posteriormente, fue juzgado, condenado y ejecutado.

Lógicamente, desde el comienzo de la guerra civil, Harriet, apoyó al bando nordista, porque esperaba que abolieran pronto la esclavitud. De hecho, no le gustó nada que Lincoln se demorase tanto en hacerlo.

En un principio, ofreció sus servicios como cocinera y enfermera. Más tarde, acompañó a algunas expediciones militares. Como la que transcurrió a través del río Combahee. Parece ser que guió a una unidad militar federal a través de Carolina del Sur.

El recorrido lo realizaron a bordo de varios barcos de vapor desde los cuales incendiaron algunas plantaciones y varios arsenales y almacenes de suministros.

Posteriormente, como ella ya se había puesto, previamente, en contacto con los esclavos de la zona, cuando los barcos hicieron sonar sus silbatos, todos ellos se fueron corriendo a abordarlos para escapar de las plantaciones. Ante la mirada de sus dueños, que no pudieron hacer nada para impedirlo. 


De esa manera, consiguieron liberar a más de 700 esclavos en una sola jornada.

También hizo labores de espionaje, que sirvieron al Ejército federal para conseguir vencer con mayor facilidad al confederado.

En 1869, fue víctima de un altercado racista. Cuando se dirigía, en tren, a Nueva York para visitar a su familia, el conductor quiso obligarla a que viajara en el vagón de equipajes, a lo que ella se negó. Al forcejeo se unieron varios pasajeros. Al final, le rompieron un brazo y la lanzaron al vagón de equipajes. Incluso, hubo algunos pasajeros que pidieron al conductor
que la expulsara del tren.

Este hecho fue recordado, cuando ocurrió el incidente de Rosa Parks, del que hablé en otro de mis artículos.

Desgraciadamente, el Gobierno USA, siempre se mostró muy reticente para reconocer sus servicios y tardó mucho en reconocerle una pensión. Por ello, Harriet siempre tuvo que vivir en la pobreza.

Para poder sobrevivir, tuvo que acoger huéspedes en su casa. En cierta ocasión, tuvo un huésped, que también había sido esclavo, pero que luego luchó en un regimiento del norte. Aunque él era mucho más joven que ella, se enamoraron y se casaron.

Desgraciadamente, el matrimonio duró menos de 20 años, porque su marido murió a causa de la tuberculosis.

Sin embargo, dado que se había quedado viuda de un antiguo combatiente federal, sus amigos consiguieron que la reconocieran como tal y también que había realizado algunos servicios para el Ejército nordista. Eso le hizo beneficiaria de una modesta pensión para poder sobrevivir.

Sus últimos años los dedicó a apoyar el movimiento sufragista femenino. Eso le volvió a dar notoriedad, pues varios periódicos elogiaron su conducta.

Según dicen, a finales de la década de 1890, fue operada de la cabeza para intentar disminuir esos dolores, que cada vez eran más fuertes. Incluso, dicen que lo hicieron sin anestesia, tan sólo mordiendo una bala, como hacen en las películas. Así que eso no me parece muy creíble.

En 1911, ya se sentía muy débil y enferma y fue admitida en una residencia de ancianos. Parece ser que era muy pobre, así que, cuando se enteraron sus seguidores, hicieron una campaña en la que consiguieron muchas donaciones.

Desgraciadamente, murió de neumonía a mediados de marzo de 1913.
Fue enterrada en el cementerio de Auburn con honores militares.

Hoy en día, es una de las mujeres más famosas de USA. Todavía se conservan muchos lugares por donde transcurrió su vida y están catalogados como lugares históricos protegidos.

En 2016, se aprobó una iniciativa para insertar su efigie en los billetes de 20 dólares USA. Sin embargo, luego no se decidieron a ponerla en marcha.

También se han escrito libros, obras de teatro, series de televisión, etc, donde se narra la vida tan aventurera que tuvo.

Su imagen también ha aparecido en murales y esculturas por todo el país. Incluso, fue la primera mujer afroamericana, cuya imagen apareció en un sello de Correos de USA.

La Iglesia Episcopal la ha nombrado santa y celebra su día el 20 de julio. Incluso, el Estado de Nueva York la recuerda cada 10 de marzo.

Su nombre aparece en el Salón de la Fama de la mujer, en el de Maryland y hasta en el de la Inteligencia militar USA.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

martes, 1 de febrero de 2022

OLEG PENKOVSKI, EL AGENTE QUE NOS LIBRÓ DE LA TERCERA GUERRA MUNDIAL

 

Hoy voy a narrar la vida de un personaje al que todos le debemos mucho. Tal y como he indicado en el título de este artículo.

Oleg Penkovski, nació en 1919 en Vladikavkaz, capital de Osetia del norte. Una región de la antigua URSS y que ahora pertenece a Rusia.

Desgraciadamente, Vladimir, el padre de nuestro personaje murió luchando, como oficial del Ejército Blanco, durante la guerra civil rusa, que tuvo lugar entre 1917 y 1923.

Evidentemente, éste fue un dato que siempre escondió Oleg, para que no fuera utilizado en su contra por los líderes del PCUS.

De esa forma, consiguió estudiar en la prestigiosa Academia de Artillería, de Kiev. Graduándose y afiliándose al PCUS en 1939.

Eso le dio la oportunidad de participar en la llamada Guerra de invierno, contra Finlandia y, posteriormente, en la guerra contra los invasores alemanes. 

Todo ello, dentro de la II Guerra Mundial.

Parece ser que sus superiores vieron en él a un joven con mucho valor y un gran talento. Esto le sirvió para acabar la guerra con el empleo de teniente coronel.

Aunque fue herido al final de ese conflicto, eso no le impidió continuar con su carrera militar.

Supongo que la visión de su talento, que habían observado sus superiores, fue lo que le llevó a ser admitido en la Escuela de Estado Mayor y, posteriormente, en la de los servicios de Inteligencia.

Parece ser que era un tipo simpático, que solía caerle bien a todo el mundo. Así que hizo muchos amigos en aquel centro.

Su primer destino fue en la agregaduría militar de la Embajada de la URSS en Turquía. Parece ser que allí chocó con su jefe y ambos fueron enviados a otros destinos.

En 1959, le propusieron ir destinado a la India y él, enseguida, aceptó esa propuesta. El problema fue que a la KGB se le ocurrió investigar a fondo su pasado y descubrieron que su padre no había sido un héroe de la URSS, sino todo lo contrario. Así que eso arruinó sus planes.

Gracias a sus amistades en el GRU (Servicio de Inteligencia militar) logró que no lo expulsaran y le buscaron acomodo en un departamento dedicado al espionaje de los progresos occidentales en el campo de las armas nucleares.

No sé si esto le llevaría a algún tipo de depresión o sólo fue causado por el enfado surgido desde que descubrieron el pasado de su padre, lo cierto es que empezó a criticar al líder soviético Kruschev. Algo que, obviamente, no estaba permitido en su país.

Por un lado, criticaba la actitud de Kruschev, porque pensaba que quería llevar a su país a una guerra contra USA.

Por otro, también criticaba al régimen comunista, diciendo que su política económica iba a destruir a su país.

Lógicamente, esto no lo iba diciendo por ahí, sino que sólo se limitaba a escribirlo en su diario personal.

Supongo que también habría influido en su forma de pensar, que el descubrimiento de los agentes del KGB había truncado su sueño de llegar a verse como general.

En 1960, fue enviado al aeropuerto de Moscú para recibir a un grupo de empresarios y representantes británicos, en viaje de negocios a la Unión Soviética.

Hay que decir que Oleg hablaba muy bien inglés y su misión era intentar conseguir que alguno de esos empresarios le diera alguna información sobre los avances industriales en Occidente.

Entre los miembros de ese grupo, se hallaba un representante británico, llamado Greville Wynne, con el que muy pronto labró una buena amistad.

Al término de ese contacto, ambas partes quedaron en devolver la visita. Consistente en que un grupo de empresarios soviéticos visitara el Reino Unido.

Parece ser que los encargados de organizarla fueron Oleg y Greville. Los preparativos llevaron varios meses, lo cual fue tiempo más que suficiente para que se conocieran mejor y Oleg le expresara sus opiniones acerca del régimen soviético.

A mediados de 1961, Greville, que ya había tenido contactos con el MI6 (Servicio de espionaje de la Inteligencia británica), organizó una cita entre ellos y Oleg, cuando éste viajase a Londres.

Los británicos se pusieron en contacto con la CIA, para que también acudiera a esa cita.

Por lo visto, antes de que Oleg conociera a Greville, había dado un sobre a unos estudiantes USA, que residían en Moscú, para que lo entregaran en su Embajada.

Sin embargo, las autoridades USA, no le prestaron mucha atención, pensando que podría ser una jugada orquestada por la Inteligencia soviética. No olvidemos que ambas potencias estaban en plena Guerra Fría.

Así que, tras la llegada de la comitiva soviética, encabezada por Oleg, éste se dedicó a llevarlos a todas las empresas que querían visitar.

Sin embargo, por la noche, se reunía con los enviados del MI6 y de la CIA para contarles lo que querían saber sobre la URSS. Esas charlas se repitieron todas las noches, durante las dos semanas que duró ese encuentro entre empresarios de los dos países.

Por fin, Oleg, consiguió convencerles de la autenticidad de sus intenciones. Así que le suministraron diverso material de espionaje, como unas diminutas cámaras fotográficas. También los lugares seguros, donde pudiera depositar las fotos que fuera realizando.

A su regreso a Moscú, Oleg, consiguió fotografiar todo tipo de documentos y fotografías sobre el armamento soviético. Algo que interesó mucho a la CIA y al MI6.

En julio de ese mismo año, Oleg, volvió a Londres, encabezando otra expedición de empresarios soviéticos.

Esta vez les trajo mucha más información y les dijo que el total del armamento nuclear soviético era mucho menor que el que presumían tener las autoridades de su país.

Estamos en una época muy tensa, donde, de la noche a la mañana, los rusos levantaron el infame Muro de Berlín.

Lo que les siguió diciendo Oleg es que Kruschev no pretendía meter a su país en una guerra mundial, porque sabía que la perdería, ya que tenía menos y peores armas que los USA.

Parece ser que, a mediados de 1962, empezó a sospechar que le estaban siguiendo los agentes del KGB. No obstante, siguió colaborando con la Inteligencia occidental.

En septiembre de 1962, Oleg se enteró de que Kruschev había ordenado el despliegue de varios misiles en Cuba. En aquel asunto, era muy importante la discreción, por parte soviética, para que USA no pudiera interferir en el transporte de esos misiles.

Por lo visto, los soviéticos, también tenían agentes infiltrados en la Inteligencia USA y estos les advirtieron de que los americanos habían fotografiado los emplazamientos de misiles en Cuba desde sus aviones espías U-2.

Por ello, el presidente Kennedy, apareció en televisión para informar sobre la instalación de misiles soviéticos en Cuba, que es una isla que está a unos 150 km de las costas de Florida. 

Esos misiles eran muy peligrosos, porque podrían alcanzar cualquier punto de los USA, mientras que las defensas de ese país apenas tendrían tiempo para interceptarlos.

Así que ordenó que la Armada USA controlase y registrase todos los barcos que se dirigieran a Cuba.

Fue un momento de mucha tensión, pues Kruschev no quería dar su brazo a torcer. Así que no quería ordenar que sus barcos regresaran a sus puertos. Incluso, amenazó con que un ataque a alguna de sus naves significaría la guerra entre ambas potencias.

Afortunadamente, los dos líderes entraron en razón. Kruschev se comprometió a dar la orden a sus barcos, para que regresaran a la URSS, aparte de llevarse sus misiles de Cuba. Kennedy también ordenó que se desmontaran los misiles que tenían instalados en Turquía.

Estaba muy claro que alguien les habría advertido a la CIA y además, les habría dicho dónde buscarlos y ese alguien estaba infiltrado en la Inteligencia soviética.

El KGB, que llevaba mucho tiempo sospechando de Oleg, le metió algún tipo de veneno en la comida, que estaba tomando en un restaurante, lo que le provocó un desvanecimiento en su propio despacho.

Acto seguido, fue llevado a un hospital, donde tardó varios días en recuperarse de lo que parecía ser una intoxicación alimentaria.

Por lo visto, eso lo hicieron los agentes soviéticos para poder registrar tranquilamente su despacho y poner cámaras y micrófonos en el mismo y en su casa, mientras su familia lo iba a visitar al hospital.

Parece ser que no encontraron nada interesante, salvo esas cámaras que le dieron los agentes de USA. Sin embargo, los agentes infiltrados en la CIA, fueron los que les dieron la pista a sus colegas y, por ello, detuvieron a Oleg.

Poco después, también detuvieron a Greville Wynne, que se hallaba también en Moscú.

Durante 6 meses, los estuvieron interrogando y torturando para saber qué secretos habían pasado a Occidente. Wynne siempre sostuvo que era un mero correo y que ni siquiera había visto los documentos que le suministraba Oleg. Algo que ratificó el propio Oleg.

En mayo de 1963, ambos fueron llevados ante un juez. Evidentemente, las autoridades soviéticas, se abstuvieron de mencionar que Oleg había pasado muchos secretos a Occidente. Así que le acusaron de haber tenido una vida indecorosa y de actividades anti revolucionarias. Lo suficiente para condenarlo a muerte.

En el caso de Wynne, estimaron que no había tenido culpa, aunq
ue sí había colaborado con Oleg y le condenaron a 8 años de prisión.

Sobre el tema de la ejecución de Oleg hay varias versiones. No obstante, todas ellas dicen que tuvo lugar a mediados de mayo de ese año.

Unos dicen que fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Otros dicen que se tomaron menos molestias y lo mataron con un disparo en la nuca. Tal y como hicieron con los polacos que asesinaron en Katyn.

Sin embargo, un antiguo agente del KGB, que se pasó a Occidente, dio otra más terrorífica. Según él, lo ataron a una tabla y aún estando vivo, lo metieron dentro de un horno crematorio.

Todo ello, lo grabaron con cámaras de televisión para exhibirlo en las academias de nuevos agentes a fin de mostrarles lo que podría ocurrirles también a ellos.

Dado que Wynne era británico y que no tenía mucha importancia para los soviéticos, un año después, hicieron un trato con los británicos para canjearlo por un agente soviético, encarcelado en el Reino Unido.

En este caso también hubo otros que resultaron perjudicados. Por ejemplo, Iván Serov. Se trataba de un general, que había sido director del KGB, pero parece que no le caía muy bien a Kruschev, ya que lo relevó de ese puesto en 1958.

Posteriormente, fue nombrado jefe del GRU (la Inteligencia militar soviética). Algo que le podía venir muy bien a Oleg, porque Iván era muy amigo suyo y eso podría enderezar su carrera militar.

Serov había hecho muchos servicios a su país. Por ejemplo, había
participado en la II Guerra Mundial, en la toma de Berlín y en la firma de la rendición de las autoridades militares alemanas. Había sido uno de los jefes de las fuerzas soviéticas de ocupación en Alemania. Buscó y envió al mayor número posible de científicos alemanes a la URSS. Sobre todo, a los especialistas en cohetes. Incluso, estuvo involucrado en la detención del poderoso Beria.

Posteriormente, fue el organizador de la rehabilitación masiva de los represaliados y asesinados por orden de Stalin. Incluso, se desplazó a Hungría para ordenar la detención de los principales implicados en la sublevación de los ciudadanos de ese país contra las autoridades comunistas.

Seguramente, ya saltó alguna alarma en su cabeza, cuando, en 1961, vio que no era elegido como delegado para el XXII Congreso del PCUS. Algo extraño, pues siempre lo había sido para los anteriores congresos. Pero todo ello no le sirvió de nada.

En una palabra, que el caso Penkovski le vino muy bien a Kruschev para cesarlo como director del GRU y enviarlo a remotas guarniciones, donde sólo había academias militares.

Posteriormente, fue degradado. Le quitaron el título de héroe de la Unión Soviética y, para colmo, lo expulsaron del PCUS.

Durante el resto de su vida, luchó por ser rehabilitado, pero no lo consiguió. Parece ser que escribió unos diarios, que escondió en su casa de campo y que fueron descubiertos en 2012. Sin embargo, el Gobierno ruso, los clasificó como secreto e impidió que fueran publicados en su totalidad.

Por último, Greville Wynne, regresó a su país. Siguió trabajando como representante y empresario, dedicado al comercio exterior. Sin embargo, supongo que el tiempo que estuvo encarcelado le pasó factura. Eso dio lugar a que sufriera una depresión y ahogara sus penas en alcohol.

Su salud salió muy perjudicada y eso le llevó a la muerte, con 70 años, en 1990.

Por lo visto, antes de morir, publicó un par de libros, en los que afirmaba haber trabajado, durante la II Guerra Mundial, para el MI5 (Servicio británico de contraespionaje).

Sin embargo, otros autores, que han escrito sobre este personaje, lo niegan, diciendo que no parecía tener ningún tipo de formación como agente, antes de haber sido captado para este caso.

A ver si alguno se anima y se hace seguidor del blog. Muchas gracias.

 

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