Confieso que siempre me han
gustado las historietas de Mafalda y de vez en cuando me gusta releerlas,
porque parece que te levantan el ánimo, sobre todo en una época de crisis como
la que vivimos ahora.
De todas
formas, he de decir que, en cuestión de cómics, mi héroe siempre ha sido y será
Tintín, a pesar de que vaya por ahí diciendo que es periodista y nunca se le
haya visto escribir ningún artículo.
El personaje
que traigo hoy al blog es una princesa italiana con el mismo nombre que el
personaje de cómic. No sé si Quino la conocería antes de realizar sus viñetas.
De todas formas, se conocen otras princesas que tuvieron este nombre durante la
Edad Media.
Mafalda de
Saboya nació en 1902 y fue la segunda hija del rey Víctor Manuel III y de su
esposa, Elena de Montenegro. Por tanto, también fue hermana del futuro rey
Humberto II de Italia.
De pequeña la
solían llamar “Muti” y, como era habitual entre las gentes de su posición
social, recibió clases de diversas artes y de varios idiomas modernos.
La familia
real primero residió en el famoso Palacio del Quirinal y, más tarde, en Villa
Ada, un palacete más tranquilo en las afueras de Roma.
En 1923
conoció a un príncipe alemán que, más tarde, se convertiría en su esposa. Su
nombre era Felipe de Hesse-Kassel y era nada menos que sobrino del exilio
Kaiser Guillermo II de Alemania. Además, tenía un hermano gemelo llamado
Wolfgang.
La boda se
llevó a cabo en septiembre de 1925 y, tras la luna de miel por la Riviera, se
fueron a vivir a Villa Polissena, la cual se hallaba dentro del complejo real
de la antigua Villa Ada, ahora denominada Villa Saboya. La pareja tuvo allí sus
cuatro hijos entre 1926 y 1940.
Felipe era un
gran admirador de Mussolini y soñaba con llevar sus ideas a Alemania. Como
muchos otros nobles, se afilió al partido nazi y a las SA.
Con estas
credenciales fue nombrado en 1934 gobernador de Hesse-Nassau, pero Mafalda no
quiso seguirle, porque no le gustaba el cargo de su marido ni su ideología.
En 1943, como
Italia siempre tiene que terminar victoriosa en todas las guerras donde se ha
metido, pues el propio Víctor Manuel III le da la “vuelta a la sartén”.
Organiza un golpe de Estado, aprovechando que se están acercando los aliados,
tras su desembarco en Sicilia, y encarcela a Mussolini.
Este acontecimiento
hace que se enfurezca Hitler, su colega de infortunios, y pone en marcha la
Operación Abeba, la cual consistía en detener a todos los miembros de la
familia real italiana.
Ella no sabía
nada, pues se hallaba en Bulgaria en el entierro de su cuñado Boris III, esposo
de su hermana Juana.
Cuando se
enteró de todo esto, pensó que podría estar más o menos segura por la
pertenencia de su marido al partido nazi, pero se equivocaba, porque Hitler lo
había encarcelado, acusándole de haberle traicionado por no haber informado con
antelación del golpe de Estado que pensaba dar el rey de Italia.
Inmediatamente,
se fue al Vaticano con sus hijos y los dejó allí bajo la custodia de un
personaje muy conocido que llegaría a ser Papa con el nombre de Pablo VI.
No sabemos por
qué razón abandonó su refugio en el Vaticano para ir a su casa, donde fue
arrestada. Es un poco raro, porque ella sabía que el resto de la familia real
se había desplazado hacia el sur, huyendo de los fascistas y los nazis.
La GESTAPO le
dijo que la iban a llevar a Alemania para reunirse con su marido. Al llegar,
vio que no era cierto, pues la acusaron de traición y la enviaron al campo de
Büchenwald. Allí, la encerraron en un barracón de aislamiento, donde estaba con
algunas otras personas y rodeada por un jardín y un muro muy alto. Se la
registró con un nombre falso y no se dejó que nadie conociera su verdadera
identidad.
Realmente, era
una zona para “visitantes ilustres”, como Edouard Daladier, el general Gamelin,
Paul Reynaud, Georges Mandel, León Blum, la familia del coronel Von
Stauffenberg, responsable del intento de atentado contra Hitler, etc.
Allí compartió
su habitación con María Ruhnau, nombrada ayudante de la princesa, y con otro
matrimonio más. No podía quejarse mucho, porque el trato era algo mejor que el
que recibían el resto de los presos de ese campo, a los cuales no podían ver,
pues estaban apartados de los demás.
Parece ser que
en agosto de 1944, el campo fue bombardeado por la aviación aliada. A
consecuencia de este ataque algunos de los prisioneros murieron, pero Mafalda
sólo fue herida en un hombro.
El problema es
que la herida dejaba ver el hueso y, seguramente, se le infectó a causa de la
escasez de medicinas que padecían en Alemania en esa época. No sabemos el motivo,
lo cierto es que fue atendida por uno de los doctores del campo, un tal
Gerhardt Schiedlausky, que, posteriormente, fue condenado como criminal de
guerra, y éste le amputó el brazo.
Dicen que
luego la dejaron en una habitación, sin cuidados médicos, y eso hizo que
empeorara y que falleciera desangrada.
Cuando unos
prisioneros italianos la llevaban para incinerarla en los famosos hornos
crematorios del campo, la reconocieron y se lo dijeron al sacerdote que
pronunciaba unas palabras antes de quemar los cuerpos. Entre todos consiguieron
convencer al jefe del campo para que no la quemaran y fue enterrada en una fosa
como “mujer desconocida”.
La familia
real italiana, que se encontraba exiliada en Alejandría (Egipto), no se enteró
de la noticia hasta abril de 1945, cuando informó de ello la BBC.
El príncipe
Felipe tuvo que esperar hasta 1951, pues el cadáver se hallaba enterrado en la
antigua RDA, y necesitaba el permiso de las autoridades soviéticas, para poder
trasladarlo al mausoleo de su familia en el castillo de Kronberg (Hesse), donde
se halla ahora.
Podemos ver un
busto de la princesa, el cual fue realizado hace varios años por uno de sus
hijos.
También, en
los años 20, fue botado un crucero de pasajeros con el nombre de esta princesa,
el cual naufragó llevándose, desgraciadamente, al fondo muchas vidas humanas.
Parece ser que
el fenómeno llamado “Sebastianismo” también ha llegado hasta aquí, pues hay por
ahí un individuo que asegura que nuestro personaje consiguió escaparse del
campo de concentración y llegar hasta Egipto, donde vivió un romance con el rey
Faruk y él es fruto de ese idilio. Esa historia podría colar si no fuera porque
este individuo dice que nació en 1957 y se olvida de que nuestra princesa nació
en 1902. Así que, con 55 años, como todo el mundo sabe, es prácticamente
imposible dar a luz.
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