ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 15 de diciembre de 2012

LA FRAGATA QUE PRIMERO FUE BRITÁNICA Y LUEGO ESPAÑOLA


Hoy voy a comentar un suceso relacionado con una fragata de la Armada británica llamada Hermione. Ya sé que a muchos os sonará este nombre, porque es el de la amiga del célebre Harry Potter, pero no tiene nada que ver. Al menos, eso creo yo, porque es el de un personaje de la Mitología Griega.

            Alguno quizás conozca ya esta historia, pues se hace referencia a ella en el libro “La costa más lejana del mundo”, de Patrick O’Brien.

            Según parece, lo que se enseña en las escuelas británicas sobre esta nave está un tanto alejado de la verdad, así que entiendo que debo aportar los datos que tengo sobre estos hechos.

            El 27/09/1797 las autoridades del puerto de la Guaira se levantaron pronto para ver un extraño suceso. A la entrada del puerto se hallaba fondeada una fragata británica llamada Hermione, la cual formaba parte de un grupo de naves de ese país que se dedicaban habitualmente a dificultar el tráfico naval en la zona de la costa venezolana y las islas del Caribe.

            De la nave salió una lancha que se dirigió al puerto. Dentro de ella viajaba una comisión formada por miembros de la tripulación. El brigadier Mateo Pérez, gobernador de esa Plaza los recibió a su llegada al puerto.

            Allí le informaron que se habían amotinado contra el capitán Hugh Pigott, que se había portado con ellos como un tirano. El segundo piloto había organizado esta acción y habían abandonado a sus mandos en una chalupa, con agua y víveres, a la altura de Puerto Rico. Es curioso porque ese mismo año se dieron varios motines en la Royal Navy.

            Le informaron que ya no querían luchar para el Reino Unido sino para el rey de España y, como prueba de lealtad, le entregaron la fragata. Sólo pidieron que les dejaran en libertad, salvo unos cuantos que exigieron ser tratados como prisioneros de guerra parea manifestar que no habían tomado parte en el motín y no ser colgados en el futuro.

            El militar español no se creyó del todo esta historia, pero les invitó a atracar en el puerto y abandonar la fragata. También le entregaron toda la documentación del buque, incluido el libro de claves de a bordo.

            No obstante, el gobernador dio cuenta de esta noticia al capitán general de Caracas, Pedro Carbonell.

            Tomó provisionalmente el mando de la fragata un teniente coronel de Artillería, el cual observó que no faltaba ninguna lancha, por lo que pensó que habían asesinado y arrojado al mar a los mandos. Eso lo confirmaron, posteriormente, las declaraciones de 4 hombres y un muchacho que no habían participado en el motín.

            Para contar esta historia correctamente hay que retroceder un poco hasta unos meses atrás.

            En febrero del mismo año se había producido la victoria de la Royal Navy sobre la Armada española en la batalla del Cabo San Vicente. Eso hizo que además se apoderaran de la isla Trinidad.

            Desde esa isla promovieron un contrabando muy activo con los criollos de Venezuela.

            Es posible que también apoyaran a los primeros grupos de criollos independentistas. Por ello, en julio de ese año se descubrió una conspiración de este tipo, la cual fue abortada inmediatamente.

            Así, el Almirantazgo británico envió esta nave, que tenía como base un puerto de Haití a patrullar entre las islas de la Española y Puerto Rico, por donde solían navegar los mercantes españoles.

            El capitán Pigott siempre fue partidario de una disciplina muy dura. Por otra parte, los marineros no eran militares, sino civiles obligados a navegar en esas naves, poco amantes de la disciplina y sin espíritu de lucha.

            Parece ser que los capitanes británicos consiguieron aumentar el ardor guerrero de sus marineros a base una disciplina muy fuerte, repartiendo buena cantidad de alcohol y utilizando garrotes.

            Como precedente tenían en ese momento el célebre motín de la Bounty, que fue totalmente incruento.

            A juzgar por sus hechos, el capitán Pigott debería de haber estado encerrado en un manicomio y no al frente de una nave. Creo que todos estarán pensando que igual debería ocurrir con algunos de los actuales mandos de ciertas empresas.

            Parece ser que ordenó hacer una maniobra peligrosa con las velas. Como consideró que lo estaban haciendo de una manera muy lenta, amenazó con azotar al último que acabara y bajara. Eso hizo que el pánico cundiera por todas partes, los marineros no actuaron coordinadamente y, como consecuencia de ello, 3 hombres cayeron a la cubierta muriendo en el acto.

            El capitán, lejos de frenar los ánimos, ordenó arrojar inmediatamente sus cadáveres por la borda acusándolos de “marinos de agua dulce”.

Incluso, se permitió ordenar que se azotara a otros 6 de ellos, que habían participado en la accidentada maniobra.

Así, a la mañana siguiente, un grupo de marineros se amotinaron y entraron en el camarote del capitán, cosiéndole a puñaladas. Lo mismo hicieron ellos con el primer, segundo y tercero de los oficiales. También asesinaron al contramaestre, al guardiamarina y al teniente de Infantería de Marina.

Luego también mataron al contador, al secretario del capitán y al cirujano. Pocos mandos sobrevivieron ese día.

Posteriormente, como he comentado anteriormente, los marineros decidieron huir, entregando el barco a las autoridades españolas.

La Royal Navy se tomó este asunto muy en serio y, aunque los miembros de la tripulación habían huido cada uno por su lado, no dejó de perseguirles y de unos 200 consiguió capturar y ahorcar a 24 de ellos, en los siguientes 9 años.

A finales de diciembre de ese año, se decidió que se la quedase la Armada española. Así que la renombraron como Santa Cecilia y la incorporaron a la flota con base en La Habana.

De momento, la enviaron a Puerto Cabello para su carenado y necesarias reparaciones.

Estando allí atracada, se presentó su nuevo capitán, Ramón Echalaz, un veterano marino con muchos años de servicio y muchos combates a sus espaldas.

A muchos les extrañará que, con tantos años de servicio, su grado no fuera más alto. Eso fue debido a que no era miembro de la nobleza y era lo habitual en esa época.

Al llegar, no quedó muy conforme con las reparaciones, que consideró muy deficientes. También se quejó de que le habían asignado una tripulación muy poco fiable. En su mayor parte procedían de las prisiones.

Por otra parte, el ambiente de Puerto Cabello no era muy favorable para los españoles, pues acababan de anular el intento de independencia, habiendo ejecutado a uno de los líderes, el otro pudo escapar.

Aparte de ello, los comerciantes estaban descontentos con el transcurso de la guerra que encarecía sus negocios.

Tampoco le dieron la mejor oficialidad, pues la destinaron a combatir los focos insurgentes de los independentistas.

Así, con una nave y una tripulación en un lamentable estado, le llegó en octubre de 1799 la orden de zarpar hacia Veracruz.

No sabemos si Echalaz no se fiaba de su tripulación. Lo cierto es ordenó zarpar y fondear enfrente de las baterías de un pequeño fuerte que había junto a la entrada del puerto.

Por supuesto, ya tenía conocimiento de que una fragata británica vigilaba la entrada del puerto, pero no se le ocurrió que se atreviera a entrar en un puerto enemigo y atacar a un barco fondeado allí.

Para el Reino Unido era un insulto que unos amotinados se hubieran salido con la suya y el barco estuviera ahora en manos españolas.

Aparte de ello, la situación de los británicos no era buena, pues, últimamente, llevaban varios fracasos a sus espaldas.

No habían conseguido nada, en los últimos 2 años, con sus habituales ataques a Puerto Rico. Tampoco había triunfado la insurgencia en Venezuela, promovida por ellos. Ni siquiera habían progresado en Haití, pues los españoles les plantaron cara en Santo Domingo. O sea, que necesitaban urgentemente un golpe de efecto para tranquilizar a sus aliados y a la burguesía independentista.

En septiembre de 1799 se ordenó al capitán de la nave Surprise (un nombre muy adecuado) atacar a la Hermione y hacerse con ella.

Es muy posible que los británicos estuvieran muy bien informados sobre esta nave, gracias a sus buenas relaciones con los independentistas criollos.

El capitán conocía de la habilidad de Echalaz para escabullirse de sus perseguidores en alta mar, así que se arriesgó mucho decidiendo atacarle dentro del mismo puerto.

Como llevaba a bordo más lanchas de las ordinarias, ordenó que unas le atacaran por la proa y otras cortaran sus amarras para remolcarle fuera del puerto.

Luego aprovecharían el combate con los españoles para largar las velas para hacer navegar al barco. Esperaban que, cuando los españoles vieran moverse el barco, se lanzarían al agua.

El ataque se produjo en la noche del 24 al 25 de octubre. Los marinos británicos se presentaron con 7 lanchas y vestidos de azul oscuro. Los españoles eran más visibles por su ropa blanca.

Como el oficial de guardia no se hallaba en su sitio, el personal de guardia se desmoralizó y abandonó enseguida la lucha. Incluso, muchos de ellos se montaron en un bote y abandonaron la nave.

Los británicos cerraron enseguida las escotillas y dejaron allí encerrados a la mayoría de la tripulación, aunque hicieron muchos esfuerzos por resistir.

Llegados a este punto, los asaltantes se hicieron con el mando del barco y lo sacaron del puerto a base del empuje de las velas y de remolcarlo con las lanchas.

Desde el pequeño fuerte hicieron algunos disparos, pero no consiguieron nada. Cuando los españoles empezaron a oír los disparos cada vez más lejanos, entendieron que se habían alejado del puerto y que sólo podían rendirse.

La cantidad de bajas fue muy descompensada. Mientras que los británicos no tuvieron ningún muerto y sólo una docena de heridos, los españoles habían sufrido los disparos y sablazos de los británicos, ocasionándoles 119 muertos y 57 heridos de consideración.

Echalaz sufrió una humillación por haber sido vencido de esta forma. Solamente 98 británicos habían vencido de esa manera tan fácil a un barco con 392 tripulantes. 

Así y todo, tuvo la gallardía de rendir el barco y pedir la libertad de sus marineros y la documentación del barco, donde demostraba la desidia de sus subalternos.

En alta mar, los ingleses dejaron en libertad a unos 220 tripulantes, los cuales embarcaron en un barco de los USA.

Cuando el capitán Hamilton llegó a Jamaica con las 2 naves redactó su informe, el cual también fue usado por Echalaz para su defensa, pues se publicó en un periódico local.

No hará falta decir que el capitán Hamilton “adornó” su informe para no dar a entender que se había llevado el barco “por la cara”. Lo único cierto es que él mismo había resultado herido en el combate.

Incluso, el historiador británico Dudley Pope calificó el hecho “entre las más bravas, mejor planificadas y más exitosas operaciones de la historia naval británica”.

El capitán Hamilton, desde entonces, se convirtió en todo un personaje de leyenda y fue nombrado caballero.

La Hermione ahora fue rebautizada como Retaliation y, poco antes de ser desguazada, en 1805, se le denominó Retribution.

Por lo que se refiere al pobre Echalaz, se le formó consejo de guerra en La Habana, donde le condenaron a permanecer 3 años encerrado en su prisión militar y luego fue expulsado de la Armada española.

Años después se quejó de que el proceso fue muy irregular y que tampoco se le permitió apelar al Supremo de la Armada y que los demás mandos no fueron castigados con la misma severidad.

Achaca la entrega del barco a una traición, cuyo origen podría haber tenido lugar en la Corte. Es posible, porque Godoy era un enemigo declarado de los marinos ilustrados, como él.

Siempre intentó volver a la Armada, pero no lo consiguió hasta 1820, aunque, tras la vuelta del Absolutismo, fue cesado de nuevo. Sólo le permitieron volver en 1828 con la condición de retirado.

           

           

10 comentarios:

  1. Te felicito por las entradas tan magistrales que estás haciendo.

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  2. En este Estado general de la Armada se puede ver claramente la importancia que le dan a la procedencia de los oficiales. No hará falta decir que, para ingresar en las órdenes militares que se mencionan en ese documento, previamente habían de ser nobles.

    http://books.google.es/books?id=JhqIC09VeKEC&pg=PA19&lpg=PA19&dq=ramon+echalaz&source=bl&ots=a6iwS-piNT&sig=3YUlayzNiBZ5u2aGGhMg8KVusFM&hl=es&sa=X&ei=WPrNUI3PLYjOhAfXk4HwDg&ved=0CE0Q6AEwBg#v=onepage&q=ramon%20echalaz&f=false

    Saludos.

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  3. Un pequeño apunte sobre el tema de la disciplina a bordo.

    Esta no era una concesión discrecional del tal Piggot. Como bien se hace ver en el post, el resto de capitanes de la flota británica también eran bastante crueles con sus repectivas tripulaciones.
    Pero no era un caso privativo y discrecional de cada capitán de barco. Era algo impuesto por el propio Almirantazgo británico que veía en ello una buena manera de sostener el espíritu combativo de sus marineros.
    De ahí la retahíla de motines que tuvieron los británicos durante su historia marinera en los S.XVIII y S.XIX. Que no fue algo exclusivo de ellos, pero sí los que más tuvieron (en comparación con otras marinas de guerra como la francesa, o mismamente, la española).
    Respecto al alcohol, pues sí, parece que en la flota británica les gustaba darle al "alpiste" durante sus travesías; concretamente una bebida muy popular era el llamado "grog" que era una mezcla de ron y agua, sin olvidar la cerveza. Esto también era causa de alborotos e insubordinaciones que llevaban aparejados, en los mejores casos, un garrotazo, varazo o un puñetazo. Insisto en lo de "en los mejores casos" porque el tema de la disciplina a bordo era bastante...¡bestia!, mucho peor que en los ejércitos de tierra.

    Un saludo.

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  4. Es cierto que el trato dado por los oficiales a sus subordinados solía ser brutal, pero tuvo que ocurrir algo en 1797 para que se dieran tantos motines ese mismo año. Seguramente, el Almirantazgo estaba nervioso, porque llevaban varios fracasos seguidos y presionaron más de la cuenta a los marineros para conseguir una victoria.

    http://www.todoababor.es/articulos/mot_brit.htm

    Saludos.

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    1. No creo que la disciplina fuera más dura que en otras armadas. Creo que sobre esto se ha escrito mucho en Inglaterra y quizá menos en España. En 1797 Gran Bretaña estaba en guerra con la Francia Revolucionaria y con España. La Royal Navy reclutaba mediante impressment, cundía el radicalismo y la Armada necesitaba marinería constantemente. No es casualidad: el momento histórico era difícil (véase en 1798 la rebelión de los United Irishmen en Irlanda, etc). Es normal que la Royal Navy quisiera perseguir y castigar a los amotinados que, además, habían entregado la fragata al enemigo. Véase Angus Konstam, "Mutiny on the Spanish Main: HMS Hermione and the Royal Navy’s revenge"

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  5. Recuerdo que uno de los lemas del Ejército francés en la I GM era que sus soldados debían de temer más a sus mandos que al propio enemigo. Seguramente, por ello, se fusiló a algún que otro soldado por algún motivo que hoy en día consideraríamos injustificado.

    Posiblemente, aquí ocurriría lo mismo.

    Saludos.

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  6. En referencia a tu última nota.

    Hace tiempo leí que durante la formación del ejército de Federico II de Prusia (llamado el "Grande") también se aplicaba la misma política que dices.
    Esto es, que en cuanto te pasabas lo más mínimo se aplicaba la doctrina del "guantazo y tentetieso"; y los soldados tenían más miedo a sus mandos que al enemigo.

    Un saludo.

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  7. Lo que me llama la atención es que unos oficiales se dedicaran a hacer cumplir esas normas, siendo muy pocos contra muchos. Además, no olvidemos que muchos de ellos eran antiguos presidiarios, que habían sido embarcados a la fuerza. Evidentemente, la gente no se iba a amotinar cuando navegaban con el resto de la flota, sólo lo podrían hacer cuando el barco navegaba solo. Este es el caso de la citada Hermione. Seguramente por eso tenía el Almirantazgo inglés tanto interés en capturarla. Lo curioso es que el Almirantazgo español no castigara a los amotinados, porque sus marineros podían haber hecho lo mismo. También es curioso que unos cuantos marineros se negaron a amotinarse y pidieron ser encerrados y que constara el hecho para que no fueran perseguidos. Lo normal, en aquella época, es que los españoles hubieran devuelto la nave a los británicos. Me da la impresión de que es un episodio que todavía plantea muchos interrogantes.
    Me comentaron una vez que, cuando algunas unidades españolas hacen maniobras con fuego real, de vez en cuando, se escapa un tiro y cae algún mando. Por algo será.

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  8. Precisamente, ahora estaba leyendo que, durante la Guerra de los 6 días (1967), los soldados sirios, que, por lo visto, solían ser maltratados por sus mandos, dejaron sus puestos y salieron huyendo en cuanto vieron a las tropas israelíes. A lo mejor no es bueno usar tanto la disciplina.
    Saludos.

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