ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

jueves, 30 de noviembre de 2023

JUANELO TURRIANO, UN INGENIERO CASI DESCONOCIDO.

 

Hoy voy a dedicar este artículo a un curioso personaje que acudió a España atraído por el poderío de la Casa de Austria, pero que fue injustamente tratado. No sabía que eso de intentar hacer ciencia en España es algo prácticamente imposible.

Juanelo Turriano, que fue el nombre con el que se le conoció en España, nació en 1500 en la ciudad de Cremona, que entonces pertenecía al Ducado de Milán. Parece ser que su verdadero nombre fue Gianello della Torre, aunque también hay algunos que afirman que era Janello Torresani.

Curiosamente, el mismo año que nació el emperador Carlos V en Gante y la misma ciudad de donde era el famoso constructor de violines o luthier, Antonio Stradivari o Stradivarius, que nació en el siglo XVII.

Lo cierto es que no se sabe demasiado de sus primeros años. Sólo que fue hijo de Gherardo Torresani, el cual poseía dos molinos junto al río Po.

Parece ser que siempre estuvo muy interesado por la Ciencia y la Ingeniería. Sin embargo, desconocemos quién le proporcionó esa formación. Algunos dicen que podría haber sido su paisano Giorgio Fondulo, un humanista, médico, matemático, astrólogo, etc, muy famoso en aquella época.

También se sabe que fue amigo del matemático Girolamo Cardano, al que le debemos la resolución de algunos tipos de ecuaciones.

Juanelo se estableció en su ciudad como relojero y en 1529, su gremio, le otorgó la ansiada categoría de maestro.

Parece ser que el emperador Carlos V llegó a conocer a Turriano en 1530, durante su estancia en Milán, camino de su coronación en Bolonia.

Por lo visto, el duque Francisco II Sforza, aliado del emperador, quiso regalarle a éste un valioso reloj, construido por Giovanni Dondi, en el siglo XIV, por encargo del duque Galeazzo Visconti.

A estas alturas, todos sabemos que tantos los Austrias y luego los Borbones, fueron grandes aficionados a la relojería. No hace falta más que darse un paseo por cualquiera de sus palacios en España, y ver la cantidad de relojes que tenían, para darse cuenta de ello.

El duque le debía mucho al emperador, pues, gracias a él, volvió a gobernar en Milán, tras la victoria de las tropas imperiales en la famosa batalla de Pavía.

La derrota francesa fue tan aplastante que, hasta capturaron a Francisco I, rey de Francia, y a uno de sus hijos, los cuales fueron traídos a Madrid y aquí permanecieron hasta que el monarca francés accedió a firmar un tratado de paz con el emperador.

Ese reloj era una verdadera obra de arte, pero llevaba muchos años sin funcionar. Parece ser que, a esas alturas, a nuestro personaje se le tenía por un genio de la relojería. Así que, en 1540, reclamaron la presencia de Turriano en la corte de Milán, para ver si lo podía reparar.

Nuestro personaje, después de revisar ese reloj, dictaminó que no podría repararse, pero se comprometió a construir otro mucho mejor que ese.

No sé si su construcción sería de una gran complejidad, pero lo cierto es que tardó unos 20 años en configurar el mecanismo del reloj y otros tres más en construirlo.

Por lo visto, fue todo un reto para Turriano, pues, hasta esa fecha, todos los relojes se fabricaban para que funcionaran a base de un sistema de contrapesos, pero él no quería hacer lo mismo.

Así que fabricó el suyo nada menos que con unas 2.000 piezas, de las que la mayoría eran engranajes, y tres muelles. Por lo visto, hasta tuvo que crear una máquina que le sirviera para construir esos engranajes tan pequeños.

Parece ser que Juanelo gozó de mucha estima en Milán. Allí hizo muchas influyentes amistades, como la del marqués del Vasto, gobernador de ese territorio, y su sucesor, Ferrante Gonzaga, príncipe de Guastalla.

Tuvo su taller de relojero cerca de la Puerta Nueva, en Milán. También allí se casó con Antonia Sechela y sólo tuvieron una hija, llamada Bárbara.

A causa de las guerras de Italia, Milán, pasó a ser un enclave muy 

estratégico para España. Unos años más tarde, lo fue aún más, cuando se puso en marcha el llamado “Camino español”, por el que se mandaban refuerzos militares a los Países Bajos, sin pisar territorio francés, y cuyo inicio se hallaba en Milán.

Los monarcas hispanos apoyaron el desarrollo industrial de Milán. Impulsaron el embellecimiento de esa ciudad, a base de obras públicas y la convirtieron en un escaparate para luchar contra la Reforma.

De esa manera, coincidieron en esa ciudad los mejores ingenieros y artistas del momento. Tales como los Leoni y Jacome de Trezzo.

Supongo que no sólo llamaría la atención del emperador por su actividad como relojero, sino por sus dotes como ingeniero.

Por ejemplo, diseñó una grúa con la que levantar y desplazar cañones muy pesados. Mucho más eficaz que las yuntas de bueyes.

También trabajó en el campo de la ingeniería hidráulica, proponiendo soluciones de drenaje para la laguna de Venecia.

En 1552, le entregó su famoso reloj al Emperador Carlos V. Parece ser que éste quedó tan satisfecho que le otorgó una pensión anual de 150 ducados, con carácter vitalicio. Un reloj que le hizo muy famoso, porque, aparte de dar la hora, mostraba las posiciones de todos los planetas en cada momento.

Aparte de ese, construyó otros relojes, como el Cristalino. Un reloj de cristal, en el que se podía ver el mecanismo que se movía en su interior.

También participó en la reforma del Monasterio de Yuste, lugar elegido por el emperador para pasar sus últimos días.

Posteriormente, trabajó para Felipe II. Construyó varios autómatas para este monarca, como la figura de un fraile rezando o una mujer tocando el laúd.

El monarca lo nombró matemático mayor de la corte. Por ello, fue uno de los encargados de redactar un informe para el cambio del calendario juliano al gregoriano.

Incluso, llegó a encargarle el diseño de las campanas a instalar en el famoso Monasterio de El Escorial.

Se fue a vivir a Toledo, donde le encargaron la construcción de un sistema de subida de aguas desde el Tajo hasta el Alcázar. Algo bastante complicado, pues hay unos 100 m de altura entre ambos. Anteriormente, existió allí un acueducto romano, pero ya había quedado arruinado.

También hay que decir que, antes que él, varios ingenieros habían intentado realizar esa obra, pero fracasaron en sus intentos.

Juanelo lo consiguió. Sin embargo, el Ayuntamiento de la ciudad de Toledo quiso aprovechar esa agua, pero el Ejército y el monarca se negaron a compartirla con la ciudad. Así que, en el Ayuntamiento, le encargaron hacer otro ingenio parecido para el aprovechamiento de la ciudad. El cual comenzó a funcionar en 1581.

Lo cierto fue que él tuvo que adelantar el dinero para la construcción del primer ingenio, porque una de las condiciones era que sólo se le pagaría cuando entrase en funcionamiento. Algo que tuvo lugar en 1569. Sin embargo, ni el Ayuntamiento, ni el Ejército quisieron pagárselo. Así que se quedó en la miseria.

Se sabe que su ingenio estuvo en marcha hasta 1640. Incluso, se le menciona en algunas obras de Cervantes y de Quevedo.

Desafortunadamente, ya no podemos ver ese ingenio, conocido como el artificio de Juanelo, porque, en el siglo XIX, quedó completamente arruinado y fue demolido. Sin embargo, se puede ver en uno de los famosos cuadros del Greco.

También asesoró al rey sobre la posibilidad de construir un canal en el 
río Jarama y una presa en Colmenar.

Otro de los inventos por los que se recuerda a Turriano fue el llamado Hombre de palo. Parece ser que éste consistía en un autómata, que paseaba por las calles de Toledo y cuyo fin era conseguir limosnas para su creador.

Parece ser que este autómata asustó a algunos y escandalizó a los miembros del poderoso clero toledano. Así que, según dicen, lo quemaron antes de la muerte de Turriano.

No obstante, hay quien dice que su maquinaria fue aprovechada para la construcción de un reloj, instalado en uno de los muros de la catedral de Toledo.

También hay quien dice que ese autómata es una de las figuras que aparece en el célebre cuadro del Greco, titulado “El entierro del conde de Orgaz”. Un suceso ocurrido varios siglos antes.

Murió a los 85 años, en la más absoluta pobreza, porque los reyes y los políticos a los que había servido se olvidaron de él.

Siguiendo sus deseos, fue enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Soterraño, dentro del Convento del Carmen Calzado, de Toledo. Un lugar cercano a su ingenio para la subida de aguas a la ciudad. Ese edificio fue demolido. Así que ya no sabemos dónde está su tumba.

Sin embargo, podemos contemplar su rostro en un bonito busto, que se expone en el Museo de Santa Cruz, también en Toledo. Atribuido al gran escultor Pompeo Leoni. 

Parece ser que procede de la Biblioteca del Palacio Arzobispal de la misma ciudad. También sufrió algunos daños, durante la guerra civil, sin embargo, fue restaurado en 1941.

 

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miércoles, 29 de noviembre de 2023

MARGARETE BUBER-NEUMANN, UNA MUJER ENTRE DOS DICTADURAS

 

Hoy voy a narrar la vida de una mujer alemana, que fue víctima de los avatares que sufrió su país, antes y durante la II Guerra Mundial.

Margarete Thüring, que ese era su nombre de soltera, nació en 1901 en 

la localidad de Postdam, capital del Estado federal de Brandeburgo, en Alemania.

Su padre fue director de una empresa cervecera, situada en esa misma localidad. Así que supongo que serían una familia acomodada.

Margarete tuvo dos hermanos y dos hermanas. La mayor de ellas fue Babette Gross, una periodista casada con el escritor Fritz Gross y, posteriormente, pareja del famoso activista comunista Willi Münzenberg. Al que ya dediqué otro de mis artículos.

Parece ser que sus primeras influencias socialistas las obtuvo en el movimiento juvenil Wandervogel, dedicado a las acampadas.

Después de terminar el Bachillerato, se formó como maestra de educación infantil, en una Facultad donde aplicaban el famoso método de Pestalozzi, y estuvo dando clases en un colegio.

Por lo visto, también fue muy aficionada a la literatura y la pintura expresionistas, que estaban muy de moda, en ese momento, en Alemania.

En 1922 se casó con Rafael Buber, hijo del famoso filósofo y teólogo judío Martín Buber. No sé si la influiría políticamente, pero lo cierto es que, en 1926, se afilió al KPD, el Partido Comunista de Alemania.

No olvidemos que, en aquella época, en Alemania, aparte de haber muchos nazis, también había muchos comunistas.

Aunque tuvieron dos hijas, parece ser que ese matrimonio nunca funcionó muy bien y se divorciaron en 1929. Las niñas se criaron con sus abuelos paternos.

En 1928, ella consiguió trabajo en el Inprekorr, el periódico oficial de la Internacional Comunista. Allí conoció a Heinz Neumann, uno de los jefes del KPD, el cual fue su nueva pareja.

Por encargo del Komitern, estuvieron viajando a través de muchos países y, en 1933, les sorprendió la llegada al poder de Hitler cuando se hallaban en España. Así que decidieron trasladarse a Suiza.

Supongo que al Gobierno suizo no le agradó tener a tantos comunistas refugiados en su país. Así que, en 1935, deportaron a esta pareja a la URSS. Allí estuvieron viviendo en el Hotel Lux, de Moscú, donde estuvieron siendo vigilados muy de cerca por los agentes de la NKVD.

Parece ser que Hitler había pedido a Suiza la extradición de ambos. Sin

embargo, Heinz había pedido ir como refugiado a la URSS y fue aceptado por el Gobierno soviético.

Según parece, en Moscú no estaban muy contentos con Heinz, porque se había permitido criticar la política llevada a cabo por el líder comunista alemán Ernst Thaelmann, hombre de confianza de Stalin.

Se podría calificar a Heinz como una especie de revolucionario profesional, al que enviaban a ciertos países, donde veían que iba decayendo la vena revolucionaria. Su labor siempre fue muy discreta y es por eso por lo que apenas se le recuerda.

Sin embargo, no les fue mejor por vivir en un país comunista. En 

1937, se decretó una gran purga, que dio lugar al arresto de Heinz y su posterior fusilamiento. Mientras tanto, Margarete, estuvo haciendo gestiones por todas partes para intentar liberarlo. Desconocía que ya lo hubieran asesinado.

Curiosamente, tanto la pareja de su hermana Babette como la suya, fueron asesinados en las muchas purgas que ordenó Stalin.

Debe de ser que se cansaron de verla por ahí, así que también la arrestaron y la encarcelaron, primero en la infame prisión de la Lubyanka, para luego enviarla a varios campos de concentración en Kazajstan.

Decía ella, que, al igual que muchos de sus amigos, que sospechaban que iban a ser detenidos, solían tener una maleta ya hecha debajo de la cama, para llevársela, cuando vinieran a detenerlos.

Incluso, he leído que la familia del victorioso general soviético Zhukov, también tenían hechas las maletas, por si un día venían a detenerlos. Se ve que todos dependían del capricho de Stalin.

Supongo que también influiría en la detención de Heinz, que éste criticaba, abiertamente, al régimen nazi. Mientras que, en aquel momento, el gobierno soviético estaba 

empeñado en firmar, cuanto antes, el futuro pacto Ribbentrop-Molotov.

Desde la llegada de Hitler al poder en Alemania, miles de comunistas alemanes habían huido a la URSS.

Sin embargo, tras la firma del pacto Ribbentrop-Molotov, poco antes del comienzo de la II Guerra Mundial, Stalin extraditó a Alemania a casi todos los comunistas alemanes, que residían en la URSS.

Por esa razón, en 1940, Margarete fue extraditada a Alemania y los nazis la encarcelaron en el infame campo de Ravensbrück, situado al norte de Berlín.

Allí conoció a muchas personas. Entre ellas, Milena Jesenská, una escritora checa, que fue muy amiga de Kafka. Desgraciadamente, Milena murió en ese campo a consecuencia de una enfermedad y Margarete escribió, posteriormente, sobre su amistad con ella y sobre Kafka.

También se hizo amiga de Orli Wald, otra prisionera de ese 

campo, a la que los nazis la pusieron a trabajar como enfermera. Aunque consiguió ver la liberación del campo, acabó sus días con muchos problemas mentales, pues fue testigo de los crueles experimentos de los médicos nazis.

Parece ser que a Margarete no le fue tan mal en ese campo. En un principio, trabajó para la empresa Siemens y luego fue la secretaria personal de la jefa de ese campo, Johanna Langefeld.

Consiguió sobrevivir hasta abril de 1945, cuando su campo fue liberado por los aliados. Entonces decidió irse a vivir con su madre, la cual residía en una pequeña localidad alemana, cercana a la frontera con la actual República Checa.

Su mayor obsesión fue llegar, lo más rápido posible, hasta la zona

de Alemania controlada por los aliados occidentales para no volver a caer en las manos de los soviéticos y que la volvieran a enviar a uno de sus campos de concentración.

A partir de entonces, ejerció como periodista y escribió contra las dictaduras de todo tipo. Incluso, fue invitada a una estancia en Suecia, para recuperarse de sus estancias en los campos. Allí escribió un libro sobre sus tristes experiencias. Fue animada a escribir sobre ello por el famoso escritor Arthur Koestler. De esa forma, consiguió que publicasen su obra “Bajo dos dictadores. Prisionera de Stalin y de Hitler”.

Esta obra le trajo muchas demandas de socialistas y comunistas, los cuales la acusaron de ser de la Gestapo y hasta de trabajar a las órdenes de USA.

Parece ser que los partidos franceses de izquierda decían que criticar lo que ocurría en la URSS iba en contra del movimiento obrero mundial.

Curiosamente, su estancia en Suecia fue pagada por un extraño banquero de ese país, llamado Olof Aschberg. Fue un tipo que financió a los bolcheviques y al Frente Popular español. Lenin agradeció su ayuda nombrándole presidente del primer Banco de la era soviética.

Evidentemente, en cuanto Olof leyó el libro, que había escrito Margarete sobre su estancia en los campos soviéticos, tardó muy poco en echarla del apartamento y del trabajo, que le había proporcionado en Suecia.

En 1949, fue llamada a testificar en el famoso juicio del caso Kravchenko, al que dediqué otro de mis artículos. En él, aportó muchos detalles sobre el llamado “Archipiélago Gulag” a pesar de las muchas críticas, que recibió por parte de los comunistas franceses, que la acusaron de haber mentido.

Curiosamente, los socialistas alemanes, la invitaron a hablar en los colegios de los campos de concentración. No obstante, sólo admitieron que hablase de los nazis, pero no de los soviéticos.

Yo creo que lo que más les molestó fue que ella demostró que, en aquella época, nazismo y comunismo, eran dos caras de la misma moneda.

No olvidemos que el Ejército alemán estuvo entrenando, desde 1922, en territorio soviético, tras la firma del Tratado de Rapallo. Al que ya dediqué otro de mis artículos.

Tampoco deberíamos olvidar que la II Guerra Mundial dio comienzo con la invasión de Polonia por parte de los ejércitos de Alemania y de la URSS. Algo que muchos no quieren recordar.

Realmente, la única diferencia que veo entre los campos nazis y los soviéticos es que en los primeros se buscaba eliminar a las razas que ellos consideraban inferiores y a los opositores políticos, mientras que en los soviéticos sólo se pretendía atemorizar a la población a base de deshacerse de los menos afectos al régimen.

Estuvo afiliada al SPD hasta que el líder del mismo, Willy Brandt, cuando fue canciller de Alemania, puso en marcha su política llamada Ostpolitik. O sea, la 

apertura hacia los países del este.

Por ello, a partir de 1975, se afilió a la famosa CDU. El partido de algunos conocidos políticos, como Angela Merkel. También se volvió una ferviente anticomunista.

Participó en algunos congresos, para informar sobre lo que ocurría en la URSS. En ellos participó junto a conocidas personalidades, como Bertrand Russell, Jacques Maritain, Raymon Aron, Arthur Koestler, etc.

En 1980 fue condecorada con la Cruz Federal al Mérito por sus actividades en el campo del periodismo.

Por lo que respecta a sus hijas, como eran, en parte, judías, sus abuelos se las llevaron a vivir a Israel.

Margarete falleció el 06/11/1989 en Frankfurt. Sólo 3 días antes de la caída del infame Muro de Berlín. En su honor, llevan su nombre las calles de varias ciudades alemanas.

 

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domingo, 26 de noviembre de 2023

JOSÉ BERGAMÍN, TODO UN HETERODOXO

 

Hoy voy a narrar la biografía de un personaje que siempre me ha llamado la atención, porque fue un tipo de lo más extraño. Uno de esos que sólo se puede decir de ellos que son inclasificables.

José Bergamín Gutiérrez nació en Madrid, en 1895. Nació en el seno de una familia muy acomodada, ya que el padre era catedrático de Derecho y además fue ministro del Partido Conservador en cuatro ocasiones, en diversos gobiernos de la Restauración.

Sólo hay que ver que residían en una amplia vivienda en la Plaza de la Independencia. Justo enfrente de la Puerta de Alcalá.

No obstante, nuestro personaje fue el último de los 13 hijos que tuvo ese matrimonio.

Por lo visto, su padre procedía de una familia muy modesta de Málaga, pero, a fuerza de superarse, consiguió todo lo que tenía. Mientras que su madre siempre fue una fervorosa católica.

Supongo que, siguiendo el consejo de su padre, estudió Derecho en la Universidad Central de Madrid, aunque sólo ejerció su carrera, brevemente, en el bufete de su padre. Allí tuvo como compañero al también abogado y escritor Manuel Altolaguirre.

A partir de 1921, empezó a colaborar en la revista Índice, bajo la dirección del gran poeta Juan Ramón Jiménez. También solía acudir a las tertulias El gato negro, adonde solían ir Benavente y Valle Inclán, y a la de Pombo, donde iba Gómez de la Serna. De hecho, aparece en el famoso cuadro de Solana, donde se ven retratados los participantes en esa tertulia.

Siempre dijo que había estado muy influenciado por Juan Ramón Jiménez y por Miguel de Unamuno, de quien se consideraba uno de sus discípulos. También dijo estar influido por Gómez de la Serna.

Precisamente, fue Juan Ramón Jiménez el que editó, en 1923, El cohete y la estrella. Una colección de aforismos, que fue el primer éxito de Bergamín.

Curiosamente, al principio de su carrera, no le gustaban nada ni Ortega y Gasset, ni Azorín.

Sin embargo, unos años más tarde, se hizo muy amigo de este último.

Se le conoce como un gran ensayista. Increíblemente, uno de sus temas preferidos fue el estudio de los místicos españoles, como San Juan de la Cruz. De hecho, impulsó algunas reediciones de esas obras.

En 1928, se casó con Rosario Arniches, una de los 5 hijos que tuvo el famoso autor teatral alicantino Carlos Arniches, el cual estaba casado con Pilar Moltó, catedrática de Historia de la Escuela Normal de Magisterio de Granada. José Bergamín y Rosario tuvieron un hijo y una hija.

Curiosamente, uno de los testigos de su boda fue Federico García Lorca, al que se le puede ver a la derecha de la foto, cuando los novios salían del templo.

No sé si ya estaría influido por el comunismo, pero lo cierto es que la antigua URSS fue uno de los países, que visitaron en su viaje de bodas.

En 1933, fundó la revista literaria Cruz y raya, la cual dirigió hasta su cierre en 1936.

En ella, colaboraron casi todos los escritores de la Generación del 27.

Incluso, también lo hicieron otros famosos autores extranjeros, como Martín Heidegger, Jacques Maritain, etc.

A pesar de que su revista tiene, claramente, ideología republicana, él siempre se declaró católico, aunque nunca estuvo de acuerdo con las ideas procedentes del Vaticano.

También se expresó en contra de la dictadura de Primo de Rivera y de la represión contra los mineros asturianos, que se sublevaron en 1934.

Por otro lado, denunció que la falta de un gobierno con personalidad propia, estaba dando lugar al auge de los radicalismos de izquierda y derecha.

Incluso, sigue afirmando que es católico, aunque eso no es óbice para dejar de criticar lo que hacen el Vaticano y los clérigos españoles. Una de las cosas que más critica es utilizar la religión para apoyar a ciertos partidos políticos. Sin embargo, se muestra favorable al acercamiento de la Iglesia a las clases más desfavorecidas.

En 1935, participa en París en el Primer Congreso Internacional de Escritores Antifascistas en defensa de la Cultura. Al año siguiente, preside el Congreso de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, que se celebró en España.

Lógicamente, con la llegada al poder de Largo Caballero, es nombrado director general de Acción Social Agraria y además inspector de seguros y ahorro en el Ministerio de Trabajo.

No estuvo mucho tiempo en esos cargos, pues muy pronto sería nombrado agregado cultural de la Embajada de España en París. Dicen que le dieron ese puesto para que, durante la guerra civil, buscara financiación y ayudas de todo tipo para el bando republicano.

Sin embargo, me da la impresión de que alguien quiso protegerlo, ya que se trataba de un intelectual de izquierdas, que no ocultaba su profunda fe católica. No olvidemos que, en aquel momento, se fusilaba a mucha gente en la España republicana, por el simple hecho de ir a misa.

En 1937, presidió el Segundo Congreso Internacional de Escritores en defensa de la Cultura, el cual se celebró en Valencia.

Parece ser que el Gobierno republicano invirtió mucho dinero en este congreso. Sin embargo, él no consiguió que acudieran muchas figuras de primer nivel, porque España se hallaba en plena guerra civil.

Curiosamente, por cuenta del Gobierno republicano, encargó a Picasso que pintara el famoso Guernica, para mostrarlo en la Exposición Internacional de París.

Durante sus estancias en Madrid, algunos afirman haberlo visto vistiendo un mono de miliciano y armado con una pistola. Es de aquella época, cuando escribe su célebre frase: “Con los comunistas, hasta la muerte; pero no más allá”.

En la revista El mono azul, donde también publicaba Alberti, surgió una columna titulada A paseo, cuyo autor era anónimo, aunque algunos afirman que era Bergamín.

En ella, se señalaban a algunos autores desafectos a la II República, que no habían tenido más remedio que esconderse para no ser asesinados por los milicianos.

Por lo visto, algunos de esos autores, que tuvieron que emprender, en plena guerra civil, el camino del exilio fueron Juan Ramón Jiménez y Ortega y Gasset.

Algunos dicen que no quiso ayudar a sus amigos, que se hallaban encarcelados y, muchos de ellos fueron fusilados. Mientras que otros, como el líder falangista Dionisio Ridruejo, lo defiende, alegando que ayudó a escapar a muchos perseguidos.

Bergamín siempre había sido un seguidor de las ideas de André Gide. Sin embargo, a partir de esta reunión, trazaron caminos diferentes. Parece ser que el escritor francés, que siempre había alabado las virtudes del comunismo, ahora se estaba dando cuenta de lo que ocurría en la URSS y se estaba alejando del estalinismo. Con lo cual, se le acusó de acercarse al trotskismo. Sin embargo, Bergamín no evolucionó de la misma forma.

Hay que decir que Gide acababa de regresar de un viaje por la URSS, donde, a pesar de que se le agasajó por todas las zonas por donde pasó, se dio cuenta de que aquello era una simple dictadura y así lo reflejó en sus escritos.

En fin, tras las críticas de Gide al régimen de la URSS, se podría decir que aquel congreso acabó bastante mal. El mismo Azaña, que había sido invitado a pronunciar unas palabras en la sesión de clausura, se negó a acudir al acto.

Gide no se contentó con ello, sino que además escribió al presidente Negrín para pedirle que se respetasen las garantías procesales a los detenidos por ser afiliados al POUM. Como era de esperar, no le hicieron caso.

Siempre me ha llamado la atención el caso de José Bergamín. Un hombre que era seguidor del Frente Popular y, sin embargo, siempre se consideró católico. Incluso, en 1938, escribió los sonetos “A Cristo crucificado ante el mar”. En fin, parece que en esta biografía hay varias cosas que no cuadran.

Al finalizar la guerra, tiene que permanecer, como exiliado en París, al frente de la Junta de Cultura Española. No obstante, muy pronto, hizo lo mismo que miles de españoles exiliados en Francia. O sea, comprar un pasaje de barco hacia México.

Allí funda y dirige la Editorial Séneca, en la que publica obras de autores españoles, como Machado, Lorca, etc.

No obstante, sigue componiendo poemas y obras teatrales, la cuales estrena en ese país y también representa en otros países de Hispanoamérica.

A partir de 1943, año en el que fallece su esposa, se traslada a varios países. Residiendo unos años en Venezuela y otros en Uruguay.

En 1954 se traslada a París, ciudad en la que reside durante varios años. Sin embargo, en 1958 se traslada a España, donde reside hasta 1963, año en el que es expulsado. Durante ese período de tiempo publica poemas, novelas y, sobre todo, muchos artículos, los cuales no aparecen en los periódicos españoles, sino en los hispanoamericanos.

Me llama la atención que le dejasen regresar a España, porque, en muchos de sus poemas, puso a parir al mismo Franco.

Parece ser que su expulsión, en 1963, fue debida a su firma en una carta de adhesión a una huelga de los mineros. Algo que no gustó a varios políticos, como Fraga. Eso hizo que tuviera que refugiarse en la Embajada de Uruguay en Madrid, antes de volver al exilio.

Parece ser que también tuvo un rifirrafe con Juan Ignacio luca de Tena, director de ABC, ya que éste afirmó que Bergamín había participado en el llamado “terror rojo”, que dio lugar a miles de asesinatos en las checas de Madrid y a los fusilamientos en algunas localidades, como Paracuellos.

Reside en París, donde le presentan a algunos escritores, como Malraux y hasta le condecoran con la Legión de Honor. Una medalla que se la deben de dar a casi todo el mundo.

No obstante, se ve que no se siente nada a gusto, porque publica muy pocos artículos y la novela Beltenebros.

En 1970, consiguió que le dejaran regresar a España. Tras la muerte de Franco, se convierte en un personaje que, continuamente, criticaba el fenómeno de la transición española y eso le reportó muchas enemistades.

Incluso, se presentó a las primeras elecciones para el Senado, dentro de la lista de un partido republicano, ya que siempre fue contrario a la monarquía.

Para colmo, en sus últimos años, fue un firme defensor de la independencia del País Vasco y hasta apoyó a Herri Batasuna.

Se quedó residiendo en el País Vasco, publicando varios de sus artículos en Egin y Punto y Hora.

Murió en 1983 en Fuenterrabía y su última voluntad fue ser enterrado allí y, según sus palabras: “para no dar mis huesos a tierra española”.

 

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miércoles, 1 de noviembre de 2023

RAMÓN SIJÉ, ESE GRAN DESCONOCIDO

 

Supongo que casi todo el mundo habrá leído u oído la famosa elegía que le dedicó el gran poeta Miguel Hernández a este personaje.

Sin embargo, si lo buscan por ese nombre, es muy posible que no lo encuentren, porque ese no era su nombre verdadero.

José Ramón Marín Gutiérrez, que era su verdadero nombre, nació en Orihuela (Alicante) en 1913. Sólo 3 años después que Miguel Hernández.

Nació en el seno de una modesta familia, que tenía una tienda de venta de telas en esa misma localidad. También tuvo dos hermanos menores que él. Aparte de ello, su padre también fue concejal en el ayuntamiento de su localidad. La vivienda familiar ocupaba el piso superior de su tienda.

Los que lo conocieron lo definieron como un hombre bajo y delgado, con una gran cultura, pero también muy modesto y con mucho interés por eliminar las grandes diferencias sociales que había en su época. Parece ser que tampoco gozó de una buena salud y esa fue una de las razones que le llevaron a su afición por la lectura.

Por lo visto, en 1926, se presentó a un concurso literario, para jóvenes menores de 17 años, en el que se buscaba ensalzar la hazaña del vuelo del Plus Ultra, que tuvo lugar el año anterior. No se sabe si nuestro personaje eligió el nombre de Ramón, porque admirase a Ramón Franco, 

uno de los tripulantes del Plus Ultra.

Su artículo premiado, llevaba por título “España, la de las gestas heroicas” y fue publicado en la revista Héroes, que fue la que convocó ese concurso.

No sé si ya se conocerían por ser dos jóvenes casi de la misma edad o porque coincidieron al estudiar bachillerato en el Colegio Santo Domingo, regentado por los jesuitas, donde ingresó Sijé en 1923. Lo cierto es que se hicieron muy buenos amigos.

Parece ser que Miguel no continuó estudiando, a pesar de que le iban a dar una beca, porque su padre se opuso a ello y prefirió que trabajase en su ganadería.

Sin embargo, nuestro personaje continuó estudiando. Terminó el bachillerato y luego estudió la carrera de Derecho, matriculándose como libre, en la Universidad de Murcia. No sé si elegiría la carrera de Derecho, influido por uno de sus tíos, que era magistrado en Murcia.

Parece ser que a Miguel Hernández le unió su afición por la literatura y su interés por la política, aunque tuvieran diferentes ideologías.

En marzo de 1930, junto con otros jóvenes de Orihuela, antiguos alumnos de los jesuitas, fundaron la revista Voluntad. Parece ser que le pusieron ese título, porque, en aquel momento, Sijé estaba leyendo el libro La Voluntad, de Azorín. Uno de sus autores favoritos.

Parece ser que los fundadores de esa revista ya habían hecho sus pinitos literarios en otra revista de Orihuela, llamada Actualidad.

También hay quien afirma que la relación entre Sijé y Hernández comenzó cuando este último envió un soneto a la citada revista. En principio, no sabían quién era ese autor, hasta que, Carlos Fenoll, uno de los colaboradores de la publicación les llevó hasta él, porque era vecino suyo.

Aunque suene un poco raro, el soneto en cuestión se titulaba El Nazareno y aquella revista estaba patrocinada por la Iglesia católica. Algo que resulta extraño para una persona atea como Miguel Hernández.

Curiosamente, como ya se sabe que en todos los pueblos la gente se conoce por sus motes, a Miguel Hernández le llamaban el Vicenterre, mientras que a Sijé le conocían como Pepito Marín.

En julio del mismo año, la revista publicó otro poema de Miguel Hernández, titulado La Reconquista, dedicado al fin de la dominación musulmana en su pueblo. Hecho que tuvo lugar en 1242.

Desgraciadamente, esta revista, de aparición quincenal, dejó de publicarse en agosto de 1930.

En el caso de Sijé, sólo se le conoce su autoría en el ensayo La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas, que no fue publicado hasta la década de los 70. No obstante, también escribió muchos artículos en la prensa. Incluso, bajo otros seudónimos, como el de Chás.

También hay otros que dicen que la amistad entre ellos surgió de un grupo formado por el entonces párroco de Orihuela, Luis Almarcha, que llegaría a ser obispo de León.

Parece ser que este párroco le prestaba, habitualmente, libros a Miguel Hernández y luego reunió a un grupo de jóvenes con inquietudes literarias. Entre ellos, estaban Sijé, Hernández y el grupo de fundadores de la revista Voluntad.

En 1931, Sijé se matricula en Derecho. Tiene que estudiar libre a causa de las dificultades económicas que está padeciendo su familia. Así que se prepara en la academia creada por su tío, el magistrado, Francisco Marín. No obstante, sus notas son excelentes. Obteniendo varias matrículas de honor.

Por otra parte, sigue escribiendo en periódicos y revistas. Tras el cierre 

de la revista Destellos, donde escribió algunos de sus artículos, luego escribe en algunos diarios de tirada regional o nacional.

En el verano de 1932, Sijé consigue ser admitido en un campamento universitario, situado en Sierra Espuña, organizado por la FUE, para alumnos de la Universidad de Murcia. Allí entra en contacto con otros alumnos con las mismas inquietudes literarias, como Carmen Conde o algunos otros, que luego participaron en la Barraca, con Federico García Lorca.

A finales de 1931, Miguel Hernández se atreve a viajar a Madrid, porque pensaba que ya había alcanzado cierta fama como poeta. Sin embargo, aunque conoció a mucha gente, no tuvo mucha suerte. Vivió con muchas estrecheces y en mayo de 1932 regresó a su pueblo.

Parece ser que Ramón se sintió responsable de los problemas que tuvo Miguel en Madrid, ya que le había animado a viajar allí. Por eso, tras haber recibido algunas cartas en las que le pedía ayuda, consiguió reunir el dinero para que pudiera regresar.

En 1933, publicó su famosa obra Perito en lunas, con prólogo de su gran 

amigo Ramón Sijé. Esta obra sí que le abrió el camino de la fama y volvió a viajar a Madrid.

Esta vez tuvo más suerte, pues le contrataron como colaborador en las Misiones pedagógicas, patrocinadas por el Gobierno republicano.

Posteriormente, le contrató José María de Cossío para redactar su magna obra Los toros. Esta persona fue muy importante en su vida, porque, cuando fue encarcelado, al final de la guerra, fue uno de los que consiguieron que no le condenasen a muerte.

También escribió en la famosa Revista de Occidente y conoció a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda. Este último influyó mucho en el cambio de mentalidad de Hernández.

Hasta ese momento, Sijé y Hernández habían tenido siempre cierta afinidad política. Muy influidos por la doctrina de la Iglesia. No voy a decir que fueran conservadores, ni tampoco falangistas, como dicen algunos, pero sí podríamos calificarlos como democristianos.

Sin embargo, la influencia de Neruda hizo que Hernández se afiliase al PCE y también que se enfriara su relación con Sijé, porque, según Neruda era un amigo que “no le convenía”. Así que Hernández dejó sin responder muchas de las cartas que le enviaba Sijé.

Posteriormente, cuando Hernández estuvo encarcelado, parece ser que Neruda, a través de la Embajada de Chile, le transfería algunos fondos para ayudar a la esposa del poeta de Orihuela.

El caso es que Ramón no era de la CEDA, ni de Falange, sino que se afilió al Partido Republicano Federal, heredero de un partido homónimo, que existió durante la I República. Su líder fue José Franchy Roca, que llegó a ser ministro de Industria y Comercio con uno de los gobiernos de Azaña.

Por lo visto, la mala fama de Sijé vino porque, en 1933, dirigió un comité para erigir un busto de Gabriel Miró y una plaza en su pueblo. Quisieron realizar un acto de 

homenaje con la presencia de varios escritores del momento, pero el único que pudo acudir fue Ernesto Giménez caballero. Un conocido ideólogo de la Falange.

Por lo visto, también habían invitado a otros, como Azorín, pero no pudieron asistir por diversos motivos. En cambio, se invitó a Giménez Caballero, porque, unos meses antes, había escrito un artículo sobre Gabriel Miró en una conocida revista literaria.

Parece ser que Giménez Caballero dio una conferencia con un gran contenido político, elogiando al fascismo. Lo que provocó que algunos asistentes se fueran y otros montaran la bronca, como Antonio Oliver, esposo de Carmen Conde. Así que tuvo que intervenir la Policía, pero la cosa no llegó a más.

Curiosamente, no fue en Orihuela donde le dieron importancia a ese incidente, sino en Madrid. De hecho, salió en varios periódicos de la capital.

Realmente, me da la impresión de que el ideal político de Sijé era 

algo así como la derecha liberal. No obstante, siempre tuvo amigos como Giménez Caballero o Bergamín, colocados en los lados más radicales del espectro político del momento.

Sin embargo, Sijé siempre procuró escribir para los medios que eran más afines a su ideología. Cuando el Diario de Alicante tomó una línea editorial más radical, dejó de colaborar con él para empezar a hacerlo con La Verdad, de Murcia.

Por el contrario, puede ser que algunos confundieran su ideología, porque, al fundar la revista literaria El gallo crisis, varios de los colaboradores de la misma eran conocidos militantes de la CEDA.

Desgraciadamente, el 13/12/1935, Ramón Sijé, que siempre tuvo una salud muy delicada, enfermó a causa de una infección intestinal.

Evidentemente, en aquella época no había los adelantos médicos que existen ahora. Por ello, esa infección se convirtió en una septicemia, que provocó su muerte el mismo día de Nochebuena.

Es muy posible que, tras recibir la noticia de su fallecimiento,
Miguel Hernández le escribiera su famosa Elegía, porque le remordiera la conciencia por no haber podido despedirse de él y por el alejamiento que le habían impuesto de su gran amigo, sus compañeros del PCE.

El 14/04/1936 tiene lugar, en Orihuela, la inauguración de la plaza que lleva el nombre de Ramón Sijé. Allí acude su amigo Miguel Hernández y lee su famosa Elegía ante todos los presentes.

Me hubiera gustado dar más datos acerca de este personaje, pero he de decir que no los hay o, al menos, no los he encontrado.

De todas formas, espero que os haya gustado este artículo.

 

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