Esta vez me apetece dedicarme a otro tema y voy a dejar, de
momento, la sección de cotilleos históricos, a la que he dedicado mis últimas
entradas.
En
1921 fue botado el barco RMS Laconia, se trataba de un trasatlántico para personas
y mercancías, perteneciente a la empresa Cunard White Star Line. Recordemos que
la White Star fue la empresa que botó el famoso trasatlántico Titanic.
Posteriormente, se fusionó con su más directa competidora, Cunard Line.
Se
le destinó para hacer la línea Inglaterra-Canal de Suez-Canadá-USA, hasta que
en 1934 chocó con un mercante USA en aguas próximas al puerto de Nueva York.
Eso hizo que estuviera, durante un largo período de reparaciones, en dique seco
hasta 1935.
En
1939, al comienzo de la II GM fue militarizado por el gobierno británico y
armado. Su nuevo destino fue el transporte de tropas y prisioneros de guerra.
A
mediados de septiembre de 1942, navegando por la zona central del Atlántico, cerca
de la isla Ascensión, fue visto por un submarino alemán. Este esperó a que se
hiciera de noche para atacarle. Le lanzó dos torpedos, los cuales impactaron en
el casco de la nave y, al explotar, hicieron que saliera ardiendo.
Inmediatamente,
el trasatlántico emitió por radio una señal de socorro, donde, además, alertaba
en clave que había submarinos alemanes en la zona.
El
capitán del submarino se compadeció al ver que en el barco viajaban muchas
mujeres y niños y decidió emerger a la superficie para ayudarles.
Una
vez que subieron al submarino, uno de los supervivientes que hablaba algo de
alemán, le explicó que en el interior del barco viajaban también unos 1.800
prisioneros italianos, los cuales estaban a cargo de otros soldados polacos.
Cuando el barco empezó a ladearse, los italianos intentaron escapar de sus
camarotes-celdas, pero los polacos los ametrallaron, pudiendo escapar sólo unos
pocos.
Algunos
autores indican que, es posible, que pidiera ayuda al Cuartel General al
enterarse de que había hundido un barco con soldados italianos en su interior,
para no comprometer la alianza del Eje.
Por
lo que se ve, aparte de esos pasajeros, el Laconia tenía una tripulación de
unos 460 marinos y cerca de 270 soldados británicos, que viajaban de permiso a su país.
Pronto,
Hartenstein, el comandante alemán, se da cuenta de que no va a ser posible
rescatar a tanta gente y manda un mensaje por radio al Cuartel general de los
submarinos alemanes en Francia. Allí no saben qué hacer y consultan con el
responsable máximo de los submarinos alemanes, el famoso almirante Doenitz.
Este
medita y enseguida ordena a todos los submarinos que naveguen por esa zona que
ayuden en esa operación de rescate.
El
U-156, de Hartenstein, trabajando durante toda la noche, consigue rescatar casi
a 200 personas, pero hay muchas más nadando a su alrededor, aunque en la
cubierta no caben más.
Parece
que Doenitz estaba preocupado por su orden anterior, al enviar a varios de sus
submarinos a un punto donde podrían estar a tiro de los barcos enemigos. Así
que les manda otro mensaje ordenando que no comprometan su seguridad y, a la
mínima señal de peligro, se sumerjan para salvarse.
En
el Cuartel general se pusieron en contacto con el Almirantazgo francés para que
enviaran varios barcos a la zona para ayudar en el rescate de los náufragos.
No
obstante, Hartenstein transmite continuamente por radio un mensaje informando
de su posición y de que no va a atacar a
ninguna nave que vaya a ayudar al rescate, siempre que ellos no se vean
atacados.
Unos
días después, consiguen llegar a ese punto las naves de rescate, pero también
les sobrevuela un avión B-24, perteneciente al ejército USA, en misión de
reconocimiento. Su piloto reporta la situación a su base y desde allí le dan la
orden de hundir el submarino.
Hay
que decir que el submarino mostraba una bandera de la Cruz Roja e hizo todo
tipo de señales al avión. Incluso, uno de los náufragos ingleses también
colaboró enviando señales en inglés al piloto.
No
obstante, tras esa orden, lanza sus bombas entre las barcas de salvamento,
hundiendo una y dañando levemente al submarino, por lo que su capitán da la
orden de abandonar a los náufragos y sumergirse.
Al
día siguiente, otro de los submarinos que participó en el rescate, llevando a
la vista a los supervivientes en su cubierta y con la bandera de la Cruz Roja,
es bombardeado por otro avión.
Tras
estos desagradables incidentes, el 17/09/1942, 5 días después del hundimiento
del Laconia, Doenitz modifica su anterior orden y ahora prohíbe a sus hombres
que participen en las operaciones de salvamento de náufragos.
Afortunadamente,
ese mismo día llegaron 2 barcos franceses que pudieron llevarse a todos los
supervivientes. Incluso, algunos habían sido mordidos por tiburones.
Según
los datos que se han publicado sobre este incidente, de los 811 hombres que
viajaban en el Laconia fueron salvados 800 y de los 1.800 prisioneros
italianos, murieron unos 500.
Todos
los submarinos participantes en esta operación de salvamento fueron hundidos al
año siguiente.
La
norma emitida por Doenitz tuvo muchas consecuencias en la guerra y a lo largo
de ella se dieron muchos casos de ametrallamientos de supervivientes por parte
de los alemanes y también de los aliados. La diferencia está en que, mientras
los alemanes, la final de la guerra, fueron acusados de ser criminales de
guerra, los capitanes de esas naves aliadas fueron condecorados por ello.
Por
cierto, era muy habitual que los submarinos USA ametrallaran a sus víctimas en
el Pacífico.
A
causa de esa orden, durante los famosos juicios de Nuremberg, el almirante
Doenitz fue condenado a 11 años y 6 meses de prisión en la conocida cárcel de
Spandau.
Parece
ser que no fue ahorcado, como muchos otros mandos nazis, gracias a que el
propio almirante USA Nimitz declaró en su juicio que las naves USA hicieron lo
mismo durante la guerra.
Cuántas historias habrá como esta que no sepamos. Es triste ver que Doenitz “se salvara” porque el almirante americano fue tan poco ético como él.
ResponderEliminarYo creo que Doenitz sabía vender muy bien su imagen. Es cierto que le acusaron de crímenes de guerra por dar esa orden, pero seguro que él ya había pactado con los USA.
ResponderEliminarNo hay más que ver que al final de la guerra salieron muchos submarinos de la nada y fueron a entregarse a los USA. Incluso lo hizo uno que llevaba los secretos atómicos de los nazis y combustible nuclear, para que lo pudieran aprovechar los aliados, que aún no habían terminado de fabricar su bomba. Sólo alguien les pudo dar esa orden, el jefe de la flota de submarinos, o sea, él.
Saludos