Hoy voy a seguir hablando sobre
la antigua KGB soviética. Esta vez, voy a dedicar mi artículo a un antiguo
agente al que se le ocurrió la nefasta idea de abandonar esa agencia. Algo que,
lógicamente, nunca le perdonaron en Moscú.
El nombre real de nuestro
personaje de hoy era Nathan Markovic Poreckij, sin embargo, en todos los
manuales aparece como Ignace Reiss, el nombre que utilizó, cuando trabajaba
para la KGB. Por si alguno no lo sabe, se trataba del servicio de espionaje y
contraespionaje de la antigua URSS.
Ignace nació en 1899 en un
pueblecito de la región de Galitzia, por entonces, dentro del extinto Imperio
Austro-Húngaro.
Tras la I Guerra Mundial, pasó a
ser territorio polaco, con la restauración de Polonia. Sin embargo, al finalizar
la II Guerra Mundial, la URSS, exigió que se movieran hacia el oeste las fronteras de Polonia
y Alemania. Así que ahora pertenece a Ucrania.
Curiosamente, nació en el seno de
una familia mixta. Siendo su padre cristiano, mientras que su madre fue una
judía rusa.
Posteriormente, su familia les
envió a él y a su hermano mayor a estudiar a la ciudad de Lviv, capital de esa
provincia, y donde conoció a algunos compañeros que serían muy importantes a lo
largo de su vida. También allí nació su interés por el socialismo, que luego le
llevó al comunismo.
Más adelante, estuvo estudiando
la carrera de Derecho en la Universidad de Viena.
Al final de la I Guerra
Mundial y una vez conseguida su licenciatura, regresó a su ciudad, donde trabajó
para el ferrocarril. Por entonces, su ciudad se estaba desarrollando a marchas
forzadas y parecía que podría aportar un futuro muy prometedor a la gente
joven.
En 1919, una vez restaurado el
Estado de Polonia, se afilió al PC local. Posteriormente, fue enviado a Viena,
para trabajar en el llamado Komintern y ahí pasaría a ser un agente del GPU o servicio
de inteligencia del Ejército soviético. Más tarde, lo sería también de la NKVD. El antecesor de la famosa KGB.
En 1920, estalló la guerra entre
Polonia y la antigua URSS. Esto debió de ser un gran contratiempo para nuestro
personaje, al ser polaco, vivir en Polonia y trabajar para el espionaje soviético.
Precisamente, su hermano mayor murió durante ese conflicto bélico.
Así que, dos años más tarde, fue
arrestado, bajo la acusación de espionaje, lo cual solía suponer una condena de
5 de años de cárcel. No obstante, consiguió escapar, mientras era conducido en
un tren hasta la cárcel.
Durante los siguientes 7 años
estuvo residiendo en Berlín y Viena. Lógicamente, siguió trabajando para la
Inteligencia soviética. Allí conoció a otros personajes famosos, como Richard
Sorge.
Posteriormente, estuvo residiendo
en Moscú hasta 1932. Esta vez se dedicó a coordinar el espionaje soviético en Polonia,
dentro de un departamento a las órdenes del general Berzin. Un hombre muy
capaz, que también fue asesinado en una de las infames purgas de Stalin.
infiltrarse en la embajada
alemana en Japón. De esa manera, consiguió informar a Moscú de la fecha del
ataque japonés a Pearl Harbor y, sobre todo, de la fecha de la invasión alemanaa la URSS. Desgraciadamente, en ambos casos, no fue escuchado por Stalin.
Otro de sus compañeros en ese
departamento fue Leopold Trepper, el cual fue el creador de una célebre red de
espionaje, llamada la Orquesta Roja, que llenó de espías toda la Alemania nazi.
Incluso, llegó a infiltrar a uno de sus agentes dentro del Alto Estado Mayor
alemán.
Reiss, también era considerado
como otro de sus agentes más valiosos. Parece ser que, durante su etapa como
agente de campo usó varios apodos, sin embargo, el que más utilizó fue Ludwik.
En 1936, comenzaron las famosas
purgas de Stalin. Muchos de los amigos de Ignace fueron llamados a Moscú, donde
a casi todos les esperaba el paredón. Él consiguió que, de momento, aceptaran sus excusas
para no comparecer en la capital.
Parece ser que uno de los
principales motivos que le llevaron a la deserción fue que, en junio de 1937,
recibió una carta de Abram Slutsky, uno de sus jefes del NKVD, en la cual le
decía que, si no comparecía pronto en Moscú, sería considerado como un traidor
y perseguido por ello. Curiosamente, al año siguiente, el mismo Slutsky, fue
“purgado” por el mismo motivo.
Así que, a mediados de 1937, Reiss, se
decidió a enviar un escrito al propio Stalin, donde, además de devolverle sus
condecoraciones, le decía que no quería trabajar nunca más para “los verdugos
de los mejores representantes de los trabajadores de Rusia”.
También, en el mencionado
escrito, criticaba las infames purgas de Stalin y a los servicios que
colaboraban con ellas. Incluso, se permitió llamar al líder soviético “asesino
de los sótanos del Kremlim”.
Por último, afirmaba que se iba a
unir a Trotsky, porque representaba mejor la ideología de Lenin. No obstante,
aseguraba que no iba a difundir ninguno de los secretos que había conocido
gracias a su trabajo.
Ya sé que todos pensaréis que
este hombre actuó de una forma errónea. Más concretamente, como un iluso, al
pensar que Stalin y sus secuaces lo iban a dejar en paz, cuando habían asesinado
a varios miles de personas por mucho menos.
Reiss, cuyo cabello había
encanecido en muy poco tiempo, posiblemente, debido a la tensión que estaba soportando,
pensó que estaría seguro con su familia en una pequeña aldea enclavada en un remoto
valle de Suiza. Pues, aunque parezca mentira, hasta allí llegó el potente brazo
de Stalin.
Esta vez, enviaron a una persona
a la que él había conocido muchos años antes, durante uno de sus viajes a
Leipzig. Se trataba de Gertrude Schildbach, también comunista, igual que él. Lo
que no sabía es que ella, a pesar de que afirmaba querer dejar el NKVD, seguía
trabajando para ese servicio de espionaje. En ese momento, se hallaba destinada
en Italia.
Parece ser que ella contactó con
él y le propuso que se reunieran en Lausana, porque quería que la ayudara a
desertar, igual que había hecho Reiss. Desde allí, él pensaba viajar hasta
Reims, donde vivía un holandés, de ideología comunista trotskista, que le había
propuesto publicar la carta que había dirigido Reiss al propio Stalin.
Lo cierto es que nunca llegó a su
destino. A primeros de septiembre de 1937 se publi có en la prensa suiza
que
había sido hallado en medio de una carretera de ese pequeño país, un coche, en
cuyo interior se encontró el cadáver de un hombre con un pasaporte
checoslovaco. Al leerlo, su mujer supo enseguida que se trataba de él y fue a
denunciar el hecho ante la Policía suiza.
Otras fuentes dicen que el
cadáver se encontró tirado en mitad de una carretera. Mientras que el coche de
alquiler se encontró abandonado en una cercana estación ferroviaria.
Como ya he dicho, parece ser que Reiss
cenó con Gertrude, para intentar que ella también desertara y se pasara al trotskismo.
A la salida del restaurante, él
fue golpeado en la cabeza y obligado a entrar en un coche, donde fue llevado
hasta una carretera comarcal, donde les esperaba el jefe de ese grupo, Roland
Abbiate. Al verle, éste le disparó una ráfaga de ametralladora y luego salieron
todos huyendo en otro coche, dejando abandonado el suyo. Lo cierto es que se cebaron con él, pues el cadáver tenía nada menos que 15 balas alojadas en su interior.
Parece ser que el NKVD se tomó
esta operación muy en serio, pues había desplazado a un segundo grupo de
agentes para que cometieran este asesinato, en el caso de que hubiera fallado el
primero. Algo que llegó a comprobar la Policía suiza. La cual, pidió a Francia
la detención y la extradición de los miembros de este grupo. Sin embargo,
Francia, no colaboró en ningún momento con Suiza y, tras haberlos detenido, los
puso en libertad, para que se escaparan. Algo que molestó mucho a las
autoridades suizas.
Incluso, por la documentación que
dejaron abandonada en su hotel, se llegó a comprobar que estos agentes también
se hallaban realizando un seguimiento tanto de los movimientos de Trotsky como
de los de su hijo, León Sedov. Este último, apareció asesinado en Francia en
febrero de 1938.
Parece ser que, en el caso de Sedov, el suceso ocurrió
mientras estuvo ingresado en un hospital parisino a causa de una enfermedad no
demasiado grave. A pesar de que había ingresado bajo un nombre falso, alguien
lo reconoció y lo delató. Se sospecha que la NKVD se sirvió para matarlo de un
médico francés afín al comunismo.
Lo mismo le ocurrió a Rudolph
Klement, trotskista y secretario de la IV Internacional, cuyo cuerpo apareció
flotando, en el verano de 1938, en las aguas del río Sena.
Como ya he dicho, las Policías
suiza y francesa, llegaron a identificar a los asesinos. Sin embargo, aunque se
produjeron algunos arrestos, ninguno de ellos fue procesado, porque, en esos
momentos, gobernaba en Francia el Frente Popular y no querían molestar a sus
“maestros” de Moscú.
También es cierto que, en esos
momentos, el Gobierno francés se hallaba reunido con el soviético para discutir
los puntos del futuro tratado de amistad franco-soviético y no querían
perjudicar esas negociaciones.
No obstante, muy pronto se
identificaron a los asesinos. La primera fue Gertrude y se comprobó que el
mechón de pelo canoso, que fue hallado en la mano del cadáver correspondía a
ella.
Junto a su habitación del hotel,
que habían ocupado en Suiza, y donde habían dejado abandonado todo su equipaje,
se encontró también el de su cómplice, Roland Abbiat, un ciudadano de Mónaco,
nacido en Londres. Junto a ellos, había actuado un ciudadano francés, llamado
Etienne Charles Martignat, que también era un agente soviético. Parece ser que
la orden de asesinarlo partió del jefe del servicio exterior de la GPU, Michail
Spiegelglass, que, en ese momento, se hallaba de visita en París.
Durante algunos días, varios
agentes del NKVD, anduvieron tras la pista de Reiss y el enlace entre ellos fue
Renata Steiner, una joven maestra suiza, afiliada al PC. Esta fue la primera
detenida por la Policía, pues a nombre de ella figuraba el coche alquilado con
el que los asesinos se desplazaron para matar a Reiss.
Lo cierto es que parece muy
extraño que Reiss se fiara de Gertrud, cuando, tras su deserción, veía muy
claro que no podría fiarse de nadie. También es muy extraño que no aprovechara
para exiliarse en un país donde, al menos, en teoría, podría estar más seguro.
Como el Reino Unido o USA. Aunque, como es de suponer, el precio de esta
seguridad sería delatar a todos sus antiguos colegas ante los servicios de
Inteligencia de esos países.
Por lo visto, en la NKVD, también
habían pensado en deshacerse de la esposa y el hijo de Reiss por medio de una
caja de bombones, en cuyo interior habían inyectado estricnina. Sin embargo,
Gertrude, se negó a entregarlos por la amistad que le unía con esa familia. Esa caja fue hallada por la Policía suiza, al efectuar el registro de las
habitaciones en donde se habían alojado los asesinos.
No sé si, por ese motivo,
Gertrude, que fue la única condenada en Francia a una mínima pena de 8 meses de
cárcel. Posteriormente, fue deportada a la URSS y allí fue de nuevo encerrada
en el Gulag hasta su muerte.
Parece ser que, antes de asesinar
a Reiss, la Inteligencia soviética, había intentado servirse de la Policía
suiza para localizarlo, acusándole de ser un peligroso traficante de drogas.
Lo cierto es que muchos otros agentes aprendieron de la forma en que había sido tratado Reiss y, cuando se atrevieron
a desertar, lo hicieron de una forma mucho más cautelosa y, así y todo, muy
pocos consiguieron permanecer mucho tiempo con vida. También la larga mano de
Stalin llegó hasta ellos.
Parece ser que Reiss, cuando
trabajaba en Moscú para la KGB, fue el que reclutó a Kim Philby, uno de los
dobles agentes más famosos de la Historia. Se dice que el encuentro entre ambos
tuvo lugar en Viena.
Incluso, del mismo Reiss, se dice
que reclutó e infiltró a sus agentes dentro del mismo bando franquista, durante
la Guerra Civil española, pero sobre eso no se tienen apenas datos. Por
supuesto, uno de ellos, sería el propio Philby, que actuaba como reportero y, a
causa de resultar herido en uno de los combates, fue condecorado por el propio
Franco.
Es más, llegó a tener un agente
infiltrado en la oficina de cifrado del Foreign Office, el
Ministerio británico
de Asuntos Exteriores. Así que muchas veces Reiss llegó a ver ciertos documentos
secretos antes de que los leyera el propio ministro.
También se dice que, tras su
deserción, Reiss, había advertido de forma anónima a varios de los agentes
soviéticos, que estaban destinados en nuestro país, durante la Guerra Civil,
que Stalin había dado las órdenes oportunas para acabar con ellos. Con el fin
de que no volvieran a la URSS, si eran convocados por su Gobierno.
Precisamente, en esa época, se
produjo el secuestro, tortura y asesinato del líder comunista español Andreu
Nin, que encabezaba un partido llamado POUM que, a pesar de ser comunista, no
se quiso plegar a las órdenes llegadas desde Moscú. Su cuerpo nunca ha sido
hallado y se cree que estuvo preso en una casa cercana a una antigua base
aérea. Donde hoy se encuentra el nuevo campus de la Universidad de Alcalá.
Tanto Sorge como Trepper, los dos
antiguos compañeros de Reiss, tuvieron un infortunado final. El primero fue
arrestado en Japón y, tras la renuncia de Stalin a canjearlo por otros presos
en poder de los soviéticos, fue condenado a muerte y ejecutado.
Por lo que se refiere a Trepper,
fue capturado por la Gestapo y encerrado en uno de sus campos de concentración.
Sin embargo, tras ser liberado de ese campo, regresó a la URSS, donde otra vez
fue detenido y encerrado durante 10 años en uno de los campos del llamado Gulag
soviético, a causa de una acusación absurda de ser un agente de la Gestapo.
Murió varios años después en Israel.
De hecho, como se puede ver en las fotos, muchos líderes soviéticos no estuvieron tranquilos hasta que se produjo la muerte de Stalin.
De hecho, como se puede ver en las fotos, muchos líderes soviéticos no estuvieron tranquilos hasta que se produjo la muerte de Stalin.
Ignace, tras su asesinato, dejó
sola a su esposa, Elsa, al cuidado del único hijo de ambos, Román, que entonces
tenía 12 años.
Parece ser que Elsa estaba
deseando escapar de Europa. Así que se puso en contacto con gente que le ayudó
a cambiar de identidad y a conseguir un pasaporte para llegar a USA. Uno de los
que les ayudaron fue el famoso político socialista belga, Paul-Henri Spaak,
que, posteriormente, fue uno de los creadores del Benelux y uno de los fundadores del Mercado
Común, hoy llamada Unión Europea.
Común, hoy llamada Unión Europea.
Parece ser que, tras la llegada
de Elsa y su hijo a territorio USA, fueron interrogados en varias ocasiones por
agentes del FBI y de la CIA. Precisamente, uno de los interrogadores de esa
agencia de espionaje fue Jim McCord. El mismo que, muchos años después, fue uno
de los principales condenados por el famoso asunto Watergate.
Curiosamente, el único hijo de
Reiss y Elsa, que ahora se llama Román Bernaut, fue reclutado por la CIA, al
final de la II Guerra Mundial, mientras estaba finalizando sus estudios
universitarios.
Incluso, lo enviaron a la
Alemania ocupada para servir como enlace entre su servicio y la Inteligencia
militar soviética. O sea, los mismos que, unos años antes, habían asesinado a
su padre. Parece ser que su misión era localizar y detener a los dirigentes
nazis para hacerlos comparecer ante los tribunales de Justicia.
Posteriormente, estuvo trabajando
muchos años como economista en la OCDE hasta que le llegó la edad de la
jubilación. Paradójicamente, aunque su padre fue un fiel comunista, él trabajó
en esa organización, que siempre ha sido acusada de ser una de las máximas
defensoras del sistema capitalista.
Como siempre, el giro de tus personajes nos atrapa de nuevo. Que historias de espías !, Mas allá de sus ideologías, estos seres completamente comprometidos a una causa, llevaron una vida bajo las sombras, que relatos nos podrían contar Sorge, Trepper y Valtin, . James Bond como dirían aquí, es un niño de pecho al lado de ellos.
ResponderEliminarLa Noche quedó atrás, lo leí de un tirón en una semana y como su autor dice:
La noche quedó atrás... pero me envuelve,
Negra como un abismo entre ambos polos;
Doy gracias a los dioses, cualesquiera sean,
Por mi espíritu indómito.
No importa cuán estrecha sea la puerta
Ni que me halle abrumado de castigos:
Soy capitán triunfante de mi estrella
Soy dueño de mi espíritu.
Felicitaciones, espero que nos regales otra historia de espías, pero los de antes.....
Como habrás visto, tal y como se suele decir, a petición del respetable público, he dado inicio a un ciclo sobre el tema del espionaje y algo más. Espero que también te guste.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y saludos.
Hace poco vi una fotografía en la que aparecen Román, las dos hijas de Nin y Esteban Volkov, juntos, sentados a una mesa, como leyendo algo.
ResponderEliminar¿Conoce usted esta fotografía? ¿Será real o un montaje?
Felicidades por la difusión del conocimiento.
Pues la verdad es que no he visto esa foto, pero debe de ser interesante.
EliminarAgradezco su comentario y le invito a leer más artículos de mi blog.
Saludos.