Nuestro personaje de hoy se
llamaba Cord Meyer jr. Nació en Nueva York, en 1920 y perteneció a una familia
muy acomodada. Su padre, que se llamaba igual que él, fue un hombre que se
dedicaba a los negocios inmobiliarios a gran escala y luego también se dedicó a
la diplomacia. Parece ser que, en un principio, se enriqueció con el negocio
del azúcar procedente de Cuba.

No obstante, durante la I Guerra
Mundial, su padre sirvió como piloto de caza en el frente occidental, mientras
que su madre participó como enfermera en varios hospitales militares en
Francia.
Por supuesto, nuestro personaje
de hoy, junto con su hermano gemelo, Quentin, fueron a los mejores colegios.
Incluso, estuvieron un tiempo en un internado en Suiza. Posteriormente,
realizaron su formación universitaria en la prestigiosa Universidad de Yale,
radicada en New Haven, Connecticut. Incluso, nuestro personaje perteneció a la
fraternidad Scroll and Key, una de las más prestigiosas y selectas de ese
centro.

Fue ascendido a primer teniente y
supongo que ahí se terminó su participación en la guerra. En cambio, Quentin,
su hermano gemelo murió en el desembarco en la isla de Okinawa.
En abril de 1945, Cord, se casó
con la periodista de la agencia UPI, Mary Pinchot, hija de un famoso abogado,
llamado Amos Pinchot, un hombre muy influyente, en aquel momento, debido a sus ideas
progresistas y ecologistas, que le hicieron enemistarse con el ex presidente
Theodore Roosevelt, por sus acusaciones de que se había dejado influenciar
demasiado por las empresas, durante su mandato presidencial.

Meyer siempre estuvo en contra de
una organización llamada “Comité América Primero” (AFC). Igual el nombre de ese
comité os suena del lema del presidente Trump. Curiosamente, uno de los
miembros más reputados de ese comité era su suegro, Amos Pinchot.

Sin embargo, al día siguiente del
bombardeo de Pearl Harbor, el presidente de la AFC, Hamilton Stuyvesant Fish,
se dirigió por radio a todo el país y pidió que todos los miembros de la
organización, que estuvieran en edad militar, se alistaran en el Ejército. Esa
organización fue disuelta sólo 4 días después de ese infame bombardeo. Él no
fue admitido, porque ya tenía 53 años. Llegó a ser el congresista con una vida
más longeva, pues murió a los 102 años.
Volviendo a nuestro personaje, en
la posguerra, estuvo colaborando en la organización de la reunión que dio lugar
a lo que ahora conocemos como ONU, la cual tuvo lugar en 1945, en San
Francisco. También Mary estuvo presente en esas reuniones, trabajando para otro
periódico.

Así que después ingresó en la
Unión Federalista Mundial, una organización que estaba a favor de un gobierno
mundial para erradicar las guerras. Entre sus miembros, se podían encontrar
gente muy famosa, como Einstein, Gandhi o M. Luther King. Precisamente, unos
años después, Meyer, fue elegido presidente de esta institución.

Parece ser que el puesto que le
dieron en la CIA fue el de directivo de un departamento dedicado a influir
sobre los medios de comunicación de todo el mundo para que apoyasen la causa de
USA. Lo que se llamó el Programa Mockingbird.

Parece ser que Frank Wisner, el
jefe directo de Meyer, dio la orden de que los periódicos que controlaban
hicieran una campaña contra el senador McCarthy y ese fue el final de aquel
infame senador.


También en ese mismo año, Cord y
Mary, conocieron a unos nuevos vecinos de ese barrio. Se trataba de un joven
senador, llamado John F. Kennedy y su esposa Jackie, de los que se hicieron muy
amigos.

No sé si esto influiría
negativamente en su matrimonio. Lo cierto es que, en 1956, su hijo mayor fue
atropellado, cerca de su casa y murió a las pocas horas. Parece ser que la
relación entre los dos cónyuges fue cada vez peor y eso dio lugar a que se
divorciaran dos años más tarde.


Misteriosamente, en octubre de
1964, también fue asesinada Mary Pinchot. Todavía, hoy en día se desconoce
quién cometió ese asesinato. Parece ser que fue obra un asesino profesional y
que los dos disparos que la mataron se los hicieron a quemarropa.

Antoinette y Bradley se
presentaron a la mañana siguiente en la casa de su hermana y, a pesar de estar
la puerta cerrada, al entrar, se encontraron con que dentro de ella se hallaba
otro alto directivo de la CIA, llamado James Angleton, que también estaba
buscando el mismo diario.

Como un testigo dijo haber oído
los gritos de esta mujer, tras haber recibido el primer disparo, y haber visto
huir a un hombre negro, la Policía detuvo a un joven llamado Raymond Crump, al
cual se le había visto merodeando por el lugar.
Curiosamente, aunque fue
enjuiciado a mediados de 1965, el juez ordenó que no se hablara en la vista ni
del trabajo realizado por su exmarido, Cord Meyer, ni de la presunta relación
de la víctima con el presidente asesinado. Parece ser que el hermano de este
juez era íntimo amigo del presidente Johnson.
El mismo Bradley, que compareció
en calidad de testigo, omitió decir que fue a casa de la víctima a buscar su
diario y que luego se lo dio a Angleton, que también se hallaba allí.
Así que el joven Crump fue
absuelto por falta de pruebas y ese asesinato sigue sin resolverse.
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Mientras tanto, parece ser que a
Meyer ya no le fue tan bien en su nuevo puesto.

Incluso, en 1972, alguien le
acusó de haber obstaculizado la publicación de un libro en USA, que trataba
sobre la implicación de la CIA en el tráfico de drogas en Asia.
Ese mismo año tuvo lugar el
famoso Escándalo Watergate, consistente en el intento de robo de unos
documentos en el hotel del mismo nombre, donde se hallaba la sede electoral del
Partido Demócrata.
Parece ser que algunos autores
pensaron que este individuo podría ser Meyer, porque a esas alturas no estaba
conforme con el Gobierno y porque había sido cuñado del director de ese
periódico.
El nuevo director de la CIA quiso
hacer un poco de limpieza en la agencia, con la excusa de que allí llevaban
mucho tiempo realizándose tareas que vulneraban su estatuto. Así que eliminó
muchos puestos de trabajo y a Meyer lo envió a Londres, como director de la
oficina de la CIA en ese país.
Así que Meyer continuó en esa
agencia hasta 1977, año en que se jubiló, y luego se dedicó a escribir
artículos en la prensa y libros sobre sus experiencias en la CIA. Murió en
marzo de 2001.

Parece ser que, en sus últimos
días, habló con sus hijos sobre muchos temas y estos grabaron esas
conversaciones. En una de ellas, comenta que, aunque él había declarado ante
una comisión de investigación que no estuvo involucrado en el asesinato de
Kennedy, parece ser que sí lo estuvo.
Presuntamente, según sus
declaraciones, el nombre clave de esa operación fue “The big event” y fue
ordenada por el entonces vicepresidente Lyndon B. Johnson. Siguiendo su
narración, el encargo de organizarla se lo dieron a Cord Meyer, el cual, junto
con otros personajes de la CIA, reclutaron a varias personas. Algunas pertenecientes
a la CIA y otras a la Mafia. Hunt, que también fue un famoso escritor de obras
históricas y novelas, murió en 2007.

Por otro lado, parece ser que
Mohrenschildt conocía desde hacía unos 25 años a la familia de Jackie y era
íntimo amigo de una de sus tías.

Otra curiosidad fue que, en 1972,
la esposa de Hunt, Dorothy Hunt, que también había sido agente de la CIA, estaba
amenazando con contar todo lo que sabía sobre el tema del Watergate. Incluso,
parece ser que, durante una reunión en la Casa Blanca, algunos asesores del
presidente Nixon habían propuesto darle una cantidad de 250.000$ USA, para
comprar su silencio.
Lo cierto es que, a primeros de diciembre
de ese mismo año, Dorothy, se reunió con una periodista, llamada Michelle Clark
y George Collins, un congresista demócrata por Illinois.

Parece ser que, como suele
ocurrir en muchos de estos casos, le echaron la culpa de este accidente a la
tripulación.
Sin embargo, nunca se pudo
explicar por qué Dorothy llevaba en su bolso la cantidad de 10.000$ USA, una
suma elevada en aquella época, ni tampoco por qué había suscrito un seguro de
vida a nombre de su esposo por la tampoco despreciable cantidad de 250.000$
USA.
También se discute cómo es posible
que, antes de que se produjese ese accidente, ya había una docena de agentes
del FBI en esa zona y al poco rato ya dijeron que estaban allí porque
sospechaban que se trataba de un sabotaje.
Al mismo tiempo, es muy curioso
que, al día siguiente de producirse ese accidente, el presidente cesó al
director de la oficina que se dedica a investigar estos sucesos y colocó en ese
puesto a uno de sus asesores personales de máxima confianza.
Espero que os haya gustado, aunque
me haya quedado un poco extenso.
La verdad es que entran escalofríos al pensar que pudo haber relación, aunque sea remota, entre Lee Harvey Oswald y Jackie Kennedy, pero la vida está llena de casualidades. En cuanto al resto del artículo, me ha dejado en tensión, aunque no creo que el vecino de al lado sea espía. ¡Y enhorabuena por tus 73 seguidores!
ResponderEliminarA veces, las casualidades no son tales, porque no creo que sea tan fácil acceder a la gente de la alta sociedad y menos a principios del siglo XX, cuando eran mayores las diferencias sociales. Supongo que alguna razón habría para que se entrecruzaron sus vidas.
EliminarLo del vecino de al lado nunca se sabe. A veces, te puedes llevar muchas sorpresas. Tengo entendido que esas agencias fichan cierto tipo de gente que no destaque por nada, para que nadie se fije en ellos.
Muchas gracias por tu comentario y saludos.