Como lo prometido es deuda, voy a
intentar definir una de los personajes que figuraban en mi anterior artículo y que
me habían parecido interesantes. Como ya expliqué anteriormente, hice esto para
no alargarlo demasiado.
Como la mayoría de los espías,
nuestro personaje de hoy solía utilizar varios nombres, pero se cree que el
verdadero fue Lev Lazarevich Feldbin y nació en 1895 en una ciudad cercana a
Minsk. La capital de la actual Bielorrusia.
Parece ser que, en principio, su
familia, que era del rito judío ortodoxo, lo había encaminado a la carrera
eclesiástica. Sin embargo, él abandonó esos estudios para matricularse en
Derecho en la Universidad de Moscú, adonde se trasladó en 1913.
Tampoco pudo seguir esta carrera.
Al estallar la I Guerra Mundial, fue obligado a alistarse dentro del Ejército Imperial
de Rusia. Sólo pudo ser soldado raso, porque en aquella época no permitían que
un judío pudiera tener el rango de oficial.
En cambio, en 1918, cuando
comenzó la guerra civil en Rusia, se pasó al Ejército Rojo, donde ya consiguió
el rango de oficial. Siendo destinado a labores de contraespionaje dentro del
GPU o Inteligencia militar, en la zona de Ucrania. También participó en la
organización de algunos sabotajes en la zona controlada por el Ejército Blanco
o zarista.
Posteriormente, terminó sus estudios
de Derecho y trabajó en el Tribunal Supremo de la antigua URSS, en calidad de
ayudante de uno de sus fiscales.
En 1924, fue invitado por su
primo, alto cargo del espionaje soviético, a trabajar para el germen de la
futura NKVD. Parece ser que se le dio bastante bien. Obtuvo varios éxitos importantes,
como la detención del agente zarista Boris Savinkov y colaboró en la de Sidney
Reilly, el famoso as de los espías.
Para ello, llegaron a crear una
asociación de tipo zarista, llamada Unión Monárquica de Rusia Central, con la que
atrajeron a todos estos personajes. Esto hizo que Félix Dzerzhinsky, jefe
máximo de la NKVD se fijara mucho en él.
Después estuvo destinado en
Georgia, adonde se trasladó con su mujer, María, y su hija, Vera. Esta última,
contrajo una grave enfermedad y, por ello, nuestro personaje pidió ser
destinado a un país europeo, donde su hija pudiera recibir un tratamiento
médico más adecuado. Precisamente, en Georgia, tuvo como jefe al infame
Lavrenti Beria, que llegó a ser el jefe del KGB.
De esa manera, consiguió ser
trasladado a la embajada de la URSS en París, en concepto de miembro de la
delegación comercial de la misma. Concretamente, a un organismo llamado INO,
del cual se decía que era una de las instituciones mejor informadas del mundo.
Poco después, fue enviado a
Berlín para ejercer un puesto similar dentro de la embajada soviética en ese
país. Allí trabajó con un hermano de la segunda esposa de Stalin.
En 1932, fue enviado a USA con la
excusa de visitar a unos familiares que vivían en ese país. El verdadero motivo
era conseguir un pasaporte USA, que le permitiera viajar por toda Europa sin
levantar sospechas. No obstante, a finales de ese mismo año, volvió a Europa,
porque se dio cuenta de que los servicios de contraespionaje USA le estaba
vigilando muy de cerca.
Como su hija seguía enferma,
pidió ser trasladado a Austria, cosa que consiguió. Allí estuvo residiendo,
aunque también realizó algunas misiones en la antigua Checoslovaquia y en
Suiza.
Más tarde, se le ordenó
desplazarse hasta Dinamarca, para servir como ayudante de Ignace Reiss, al que
también he dedicado, recientemente, otro de mis artículos.
A principios de 1935, fue
destinado en Londres, bajo la cobertura de ser un representante de una empresa
USA, dedicada a la fabricación de frigoríficos. No obstante, a finales de ese
año, se le ordenó volver a Moscú, donde fue destinado a un puesto poco importante.
Supongo que sería porque, en sus últimas misiones, no había obtenido unos
resultados muy satisfactorios.
A principios de septiembre, fue destinado
a España, adonde llegó a mediados del mismo mes. En plena Guerra Civil. Aquí
fue donde adoptó el apodo de Alexander Orlov. El nombre de un escritor ruso del
siglo XVIII.
Parece ser
que Stalin envió a muchos de estos agentes más para eliminar a los principales
líderes trotskistas, que para ayudar a la II República Española. Por eso,
eligió muy cuidadosamente a los agentes que destinó a nuestro país y luego fue
eliminando a los que consideraba que se habían “contagiado” de la mentalidad occidental.
Parece ser
que la URSS mandó dos equipos de agentes a España. Uno de ellos lo formaban
Orlov, Belkin, Syroyezhkin (también conocido como Pancho), Eitingon y
Vasilevsky. Estos se quedaron permanentemente y figuraron como personal de su
embajada.
Luego,
existía otro grupo formado por tres agentes, que iban y venían: María Fortus,
Grigulevich y Erich Tacke al que se unieron unos cuantos comunistas españoles.
Este grupo era utilizado para operaciones especiales, como el secuestro de
Nin y el de otros muchos.
No se sabe
si Orlov estaría implicado en la llamada que recibieron desde Moscú el general
Berzin y Arthur Stashevsky, tras haber criticado públicamente al NKVD, el
antecesor del KGB, y haber pedido el inmediato regreso de Orlov a la URSS. Lógicamente, ambos fueron eliminados nada más
regresar a la URSS.
Más tarde, concretamente,
en octubre de 1936, se le puso al mando de la operación diseñada para el
traslado de las reservas del Banco de España hasta el territorio de la URSS.
Este cargamento fue llevado al puerto militar de Cartagena, rodeado de fuertes
medidas de seguridad y embalado en cajas de munición de guerra, para que nadie
sospechara sobre su contenido.
Parece ser
que este tesoro estaba almacenado en unas cuevas, donde se encontraba el
arsenal de la base naval de Cartagena. El traslado se realizó durante tres
noches, desde estos almacenes hasta los barcos soviéticos atracados en ese
puerto.
Allí fue embarcado
en cuatro buques hasta el puerto de Odessa, en la península de Crimea, el cual
fue temporalmente cerrado con el único propósito de recibir ese cargamento. Es
preciso recordar que, en ese momento, España era el cuarto del país del mundo,
en lo referente a reservas de oro.
Ya en
territorio soviético, el valioso cargamento, compuesto por 510 Tm de oro y
otros metales preciosos, fue enviado a Moscú dentro de un tren blindado y
rodeado del máximo secreto.
Parece ser
que cuando Stalin presenció la descarga de este tesoro, llegó a afirmar que:
“Los españoles nunca volverán a ver su oro. Igual que nadie puede verse sus
orejas”. Esta vez, todo salió a pedir de boca y Orlov fue condecorado por el
propio Stalin con la Orden de Lenin.
Regresó a
España, para seguir realizando su labor de represión contra el trotskismo y los
presuntos enemigos de la II República Española.
Curiosamente,
según algunos autores, fue el propio Negrín, por entonces, ministro de Hacienda
del Gobierno republicano, el que se presentó en la sede de la embajada de la
URSS en Madrid para hablar con el embajador, Marcel Rosenberg.
Hay que
decir que Negrín estaba casado con una rusa y hablaba ese idioma. Aparte de que
fue uno de los miembros fundadores de la Asociación de amigos de la Unión
Soviética.
Allí,
delante de Orlov, le dijo que convendría que esas reservas fueran trasladadas a
la URSS, sin contrapartida alguna, porque sospechaba que, si se las entregaban
a los países de Europa Occidental, estos se las podrían transferir al bando
franquista.
Parece ser
que el propio Negrín fue el que le dio un salvoconducto a Orlov para que las
autoridades militares españolas colaboraran con él en el traslado de esta
preciada carga.
Por esa
razón, fue ascendido a jefe del KGB, que operaba en España. Ahora su trabajo se
había ampliado a la detención y repatriación de todos los agentes soviéticos,
que fueran reclamados por Moscú a causa de las infames Purgas de Stalin.
El tema del
oro enviado a Moscú fue una ilegalidad desde todos los puntos de vista . Se hizo
mediante un decreto secreto. No se dio cuenta de ello ni al Parlamento, ni
siquiera al Presidente de la República.
El director
general de Tesoro fue engañado, el cajero general del Banco de España se
suicidó y varios consejeros de esa Entidad denunciaron el hecho y dimitieron.
También es
preciso decir que el Banco de España no fue hecho público hasta 1962. En aquel
entonces, tenían en sus cámaras fondos de clientes privados, como el resto de
la Banca, y también se los llevaron a la URSS. Parece ser que este tesoro fue
depositado en las cámaras subterráneas del Kremlin.
Tras la
desclasificación de algunos archivos del KGB, se vio su implicación en la
detención de los dirigentes del POUM y, especialmente, de Andreu Nin.
Parece ser
que Stalin, que ya conocía a Nin, de cuando estuvo residiendo en la URSS, puso
el ojo sobre él, tras haber leído un editorial en “La Batalla”, un periódico
del POUM. En el mismo, se relataba la represión y los asesinatos de los
trotskistas en el territorio de la URSS, por orden de Stalin.
Además, Nin
había propuesto que se invitara a Trotsky a residir en Cataluña. Lo que provocó
las protestas enérgicas tanto del PSUC como del cónsul soviético en Barcelona.
Por lo
visto, el NKVD, infiltró a uno de sus agentes en el POUM, el cual decía ser
comisario en las Brigadas Internacionales. Más tarde, fue invitado a un
congreso de ese partido en Barcelona. Allí hizo muchas fotos a los dirigentes
del mismo. Estas fueron muy útiles para que los agentes del NKVD pudieran, más
tarde, identificar y detenerlos a todos.
Como ya dije
en mi anterior artículo, el principio del fin del POUM fueron los sucesos de
mayo de 1937 en Barcelona.
El consejero
de Seguridad de la Generalitat de Cataluña, que pertenecía a ERC, ordenó al
comisario general, que era del PSUC, que expulsara a los miembros de la CNT del
edificio de la Telefónica. Situado en plena Plaza de Cataluña, en Barcelona.
El POUM
apoyó a la CNT y se organizó un inmenso tiroteo por todo el centro de
Barcelona, que provocó muchas víctimas.
Parece ser
que también hubo muchos detenidos. Algunos de ellos fueron encerrados en las cárceles
secretas del PSUC. Sus cadáveres aparecieron unos días después con claros signos
de tortura.
Tras estos
incidentes, comenzó una campaña auspiciada por el PCE, para ilegalizar y
disolver al POUM. Parece ser que el presidente del Gobierno, Largo Caballero,
se negó a ello y tuvo que dimitir, porque buena parte de sus ministros eran
contrarios al POUM. De esa forma, llegó Negrín al poder.
Posteriormente,
parece ser que el NKVD fabricó una serie de documentos falsos, que implicaban
al POUM en una conjura contra el Gobierno republicano.
Uno de sus
agentes, que se había infiltrado en una red falangista, le dio una maleta a un
librero de Gerona, que pertenecía a la misma, a fin de que se la guardara en su establecimiento. Pocos días
después, la Policía efectuó un registro en esa tienda y allí encontró la maleta
llena de documentos que comprometían a varios líderes del POUM.
Incluso, en
el más puro estilo de la Mafia, robaron la documentación del caso Andreu Nin
del propio despacho del comisario de Orden Público de Madrid y hasta
pretendieron secuestrar al juez encargado de la instrucción de este caso.
Analizando
lo que estaba ocurriendo a los demás y como no era tonto, en 1938, Orlov, se
dio cuenta de que podría ser el siguiente. De hecho, todos los agentes y
diplomáticos enviados a España, fueron obligados a regresar a la URSS y
eliminados. Incluso, su primo, el que le metió en esa organización, también
había sido asesinado.
Poco
después, también fue llamado para embarcar en un barco soviético, atracado en
el puerto de Amberes.
Concretamente,
recibió una orden de Yagoda, el nuevo jefe del KGB. El cual le ordenaba que
fuera a la embajada soviética en París. Desde allí, partiría en un coche
oficial hasta el puerto de Amberes, donde se encontraría con un dirigente de la
KGB dentro de un barco soviético llamado Svir.
Seguramente,
como lo vieron indeciso, le quisieron engañar diciéndole que la Inteligencia
alemana le buscaba para matarle. Así que le habían asignado una escolta de 12
agentes para su protección.
Visto eso, no
se lo pensó más y en julio de 1938, embarcó en un puerto francés con destino a
Canadá. Donde desembarcó sin ningún problema, junto a su familia.
Precisamente,
fueron por una curiosa razón a Canadá. Parece ser que, unos días antes, Orlov,
se presentó en la embajada USA en París, para ver al embajador con objeto de explicarle
su situación y pedirle un visado de entrada. No pudo ser, porque era fiesta y este
diplomático se hallaba de vacaciones. Así que se decidió por ir a la embajada
canadiense, donde le dieron un visado de entrada.
Sin embargo,
el largo brazo de Lenin nunca le abandonó. Hasta allí llegaron las denuncias,
donde era acusado de haber robado fondos de la embajada soviética, antes de
haber desertado. También de haber asesinado a un antiguo secretario de Trotsky.
Supongo que lo harían para intentar que algún Gobierno lo extraditara a la
antigua URSS.
No obstante,
tras su llegada a Canadá, para rebajar la persecución soviética, remitió varias
cartas a Lenin y al jefe de la KGB, donde, a lo largo de 37 páginas, decía que había
escrito un documento, que se publicaría en el caso de que le ocurriese algo a
él o a su familia. Incluidas, su madre y su suegra, que continuaban residiendo
en la URSS. Por lo visto, en ese documento se explicarían minuciosamente las
operaciones de la KGB en el extranjero y las identidades de los agentes
implicados en las mismas.
Incluso,
remitió otra carta a Trotsky, donde se le prevenía acerca de un miembro de su
círculo, que era un agente infiltrado del KGB y, según parece, estuvo implicado
en la muerte del hijo de ese famoso dirigente soviético. No obstante, parece
ser que Trotsky no hizo caso de esa advertencia. Tampoco hay que culparlo, pues
en ese momento se practicaba mucho la desinformación y era muy difícil
distinguir las noticias auténticas de las falsas.
Parece ser
que Orlov cumplió su palabra y no publicó su libro “La historia secreta de los
crímenes de Stalin”, hasta 1953. Año del fallecimiento de este dirigente soviético
y también de su madre y su suegra. Evidentemente, Orlov, no se autoinculpó de
ninguna de las actividades realizadas por orden de Stalin.
Aunque
parezca increíble, hasta la publicación de ese libro, los famosos se rvicios de Inteligencia USA, no se habían enterado de que
tenían a un antiguo alto cargo de la KGB viviendo en su territorio. Así que, a partir de entonces, lo sometieron a varios interrogatorios. Parece ser que, posteriormente, se demostró que muchos de los datos que aportó a esos investigadores eran completamente falsos.
tenían a un antiguo alto cargo de la KGB viviendo en su territorio. Así que, a partir de entonces, lo sometieron a varios interrogatorios. Parece ser que, posteriormente, se demostró que muchos de los datos que aportó a esos investigadores eran completamente falsos.
Por ejemplo,
cuando se le preguntó si había tenido algo que ver en la desaparición de Andreu
Nin, contestó que Stalin había dado la orden de matarle. Sin embargo, él dijo
que no estuvo presente y que el asesinato lo llevó a cabo un agente llamado
Bolodin, luego condecorado por Stalin. Curiosamente, no aparece ningún agente
con ese nombre en los archivos del KGB.
Todavía eso
es más curioso, porque se sabe que consiguió entrar en USA gracias a un visado
diplomático otorgado por el cónsul de USA en Ottawa, al que le explicó por qué
estaba huyendo de Stalin.
Incluso, en
1956, publicó otra obra, donde se afirmaba que, al revisar los antiguos
archivos de la Ojrana, la antigua policía zarista, algunos miembros de la KGB,
se encontraron con que el propio Stalin había sido uno de sus colaboradores.
Parece ser
que esto llegó a oídos del propio Ejército Rojo, antes de la II Guerra Mundial,
donde algunos miembros del Alto Mando organizaron un complot para derrocar a
Stalin. Por lo visto, ese sería uno de los motivos por los que se inició la
purga contra miles de mandos militares. No obstante, hay muchos autores que consideran
que el tema del complot es poco creíble. Aunque sí se ha demostrado que Stalin
trabajó en su juventud para la Ojrana.
Curiosamente,
antes de la publicación de su primer libro, Orlov, residía en Cleveland (Ohio),
donde estudió Administración de Empresas. Parece ser que su Facultad se hallaba
en el mismo edificio que unas oficinas del FBI. Incluso, sus agentes lo
conocían, porque, en muchas ocasiones, habían coincidido en los ascensores de ese
edificio y habían charlado con él. Sin embargo, nunca sospecharon que tuvieran
delante a un antiguo agente del KGB. Para más escarnio, todo ello ocurrió en
plena Guerra Fría.
Como se
suele decir que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, ocurrió una cosa
inesperada. Vasili Mitrokhin, que fue coronel del KGB y supervisor del Archivo
Central de esta institución, parece ser que anotó algunos datos importantes que
encontró entre sus estanterías.
Por lo que
se refiere a nuestro personaje, parece ser que siempre fue tan minucioso que,
cuando estuvo en España, llegó a instalar un horno crematorio para deshacerse de
los cadáveres de sus víctimas, al frente del cual puso a un colega suyo
apellidado Vaupshasov y que era operado por un español militante del PCE.
De ese modo,
no sería de extrañar que nunca se encontrara el cadáver de Andreu Nin, pues
nunca se han encontrado los cadáveres de otros muchos, que también fueron represaliados
por los agentes del KGB, durante la Guerra Civil española.
Así que esto
se supo cuando en 1998, Mitrokhin, publicó un libro donde se contaban estas
cosas y otras muchas sobre el KGB.
Desde la
llegada de Alexander Orlov y su familia a USA, primero vivieron en Filadelfia, pero
no les pareció un clima muy adecuado para la mala salud de su hija, aunque, como medida de seguridad, ni
siquiera asistía a la escuela. Así que sus padres le
daban clases en su propia casa. Posteriormente, se mudaron a Los Ángeles, donde
unos meses después falleció su única hija, con sólo 16 años y a consecuencia de
sus fiebres reumáticas, que le dañaron el corazón.
Más adelante,
se fueron a Boston, huyendo de la posible persecución de los agentes
soviéticos. De hecho, los agentes soviéticos, consiguieron eliminar a algunos
desertores, como él, que vivían dentro del territorio USA. Por último,
residieron, con una identidad falsa, en Cleveland (Ohio)
Parece ser
que su mujer, María, murió en 1971 a causa de un infarto. Nuestro personaje la
siguió a la tumba en 1973.
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