Ya en el siglo XVI se vio que el
calendario juliano, en vigor en ese momento, y que estaba basado en el
calendario egipcio, tenía una serie de defectos, así que en el famoso Concilio
de Trento se tomó la decisión de estudiar cómo solucionar ese desfase de fechas
y poner en marcha otro más exacto.
En
el primer concilio de Nicea, del 325 DC se había fijado cuál debía ser el
momento astral en que debía de celebrarse la Pascua y, a partir de ahí, colocar
el resto de las fiestas religiosas móviles.
Se
intentaba corregir de alguna manera el calendario civil para que coincidiera lo
más posible con el litúrgico.
En
el concilio de Nicea se decidió que la Pascua debería de festejarse el domingo
siguiente al Plenilunio posterior al equinoccio de la Primavera en el
hemisferio norte o en el equinoccio de otoño, en el hemisferio sur.
En
el 325 esta fecha coincidió con el 21 de marzo, pero en 1582 ya había 10 días
de error, o sea, que fue el 11 de marzo.
El
desfase de días venía dado por un error al calcular el año trópico. Por eso,
entre los dos años mencionados ya había un error de 10 días.
El
calendario gregoriano adelanta medio minuto cada año, lo que significa un
ajuste de un día cada 3.300 años. La razón está en que la traslación de la
Tierra alrededor del Sol no coincide con una cantidad exacta de días del
movimiento de rotación alrededor de su eje.
Para
hacer coincidir el año con un número entero hay que hacer de vez en cuando
ajustes.
La
nueva norma de los bisiestos era que todos los años tendrían 365 días,
menos los años cuyas 2 últimas cifras
fueran divisibles por 4, exceptuando los múltiplos de 100 y también exceptuando
los divisibles por 400. Así que habría un día de diferencia cada 3.300 años.
Por
otra parte, como el movimiento no es uniforme, pues a veces es ralentizado por
la Luna y las mareas, pues hay que corregirlo más a menudo. Así, si utilizamos
un reloj atómico, hay que corregirlo de vez en cuando para ajustarlo al
movimiento de la Tierra.
Esta
reforma fue promovida por el nuevo Papa Gregorio XIII, elegido en 1572, el cual
organizó una comisión al efecto, repleta de importantes especialistas de la
época.
Es
curioso, porque el valor indicado en las Tablas Alfonsíes, de Alfonso X de
Castilla, fue el tomado como correcto y el matemático español Pedro Chacón
redactó el informe de la citada comisión. La reforma fue aprobada en 1580 y
entró en vigor, aunque no en todas partes, como ya veremos, en 1582.
La
medida más radical fue que tras el 04/10/1582 el siguiente día fuera el 15/10
del mismo año. Esto tuvo una gran trascendencia.
En
los países donde la Iglesia católica era muy influyente entró inmediatamente en
vigor, pero no en los protestantes, anglicanos, ortodoxos, etc.
Incluso,
en algunos países donde el gregoriano ahora ya es el oficial, sus iglesias
ortodoxas, salvo en Finlandia, siguen utilizando el juliano.
Entre
1582 y 1590 fue el calendario oficial en Italia, Portugal, España y sus
dominios, Francia, Holanda, Bélgica, las zonas católicas de Alemania, Austria,
Bohemia, los cantones católicos de Suiza, Hungría y Transilvania.
Entre
1600 y 1682, en Canadá, Prusia, algunas zonas de Francia, etc.
Entre
1700 y 1800, la Alemania protestante, Dinamarca, Noruega, el resto de los
Países Bajos, Inglaterra y sus dominios, Suecia, Finlandia, etc.
Entre
1800 y 1900, Alaska, Japón, Egipto, etc.
A partir de
1900, China, Albania, Turquía, Bulgaria, Rusia, Rumania, Yugoslavia, Grecia,
etc.
Estas
diferentes puestas en vigor en cada país dieron
lugar al equívoco de que Cervantes y Shakespeare hubieran muerto el
mismo día, 23/04/1616, pero eso no es cierto. La razón es que, por entonces,
España ya utilizaba el calendario gregoriano, mientras que Inglaterra seguía
con el juliano. O sea, Shakespeare murió, según el gregoriano, el 03/05 del
mismo año.
Como anécdota,
nuestra famosa Santa Teresa de Jesús, tuvo la desgracia de morir el día
04/10/1582, así que fue enterrada al día siguiente, o sea, el 15/10/1582. Por
eso, se celebra su festividad en esta última fecha.
En cuanto a
los meses, se indicó que tenía que haber unos con 30, otros con 31 y otros con
28 ó 29 días, en el caso de años bisiestos.
La Era
Cristiana fue regulada durante el pontificado de Bonifacio IV, en 607. Este
encargó a un monje llamado Dionisio el Exiguo, el cálculo de las fechas desde
el nacimiento de Cristo. El citado monje presentó un informe en el que indicaba
que Cristo había nacido el 25/12 del año 753 desde la fundación de Roma. Dicho
año fue llamado 1 DC. No existió el año 0. Actualmente, se considera que tuvo
un error entre 4 y 8 años.
El primer
siglo fue datado entre el 1 de enero del año 1 DC y el 31/12 del año 100 DC.
El primer
milenio duró entre el 1 de enero del año 1 DC y el 31/12 del año 1.000 DC.
El historiador
anglosajón Beda el venerable (siglo VIII DC) fue uno de los que más
popularizaron los estudios de Dionisio el exiguo y empezó a fechar como “tiempo
antes de la encarnación verdadera del Señor” o después. De todas formas, hasta
el siglo IX no se hizo una diferencia entre la Encarnación y la Navidad. Esta
primera se colocó el 25 de marzo.
Otro de los
que popularizaron la datación antes o después de Cristo fue Alcuino de York, el
cual aparece en la famosa película “El nombre de la rosa”.
Este sistema
de datación también fue apoyado por el emperador Carlomagno y sus sucesores, lo
que provocó que se implantara en todo el inmenso Imperio Carolingio.
Los países
ortodoxos sólo empezaron a utilizar este método en el siglo XVIII, cuando Rusia
se decidió a usarlo.
Es normal
encontrar en los manuales británicos de Historia las expresiones “Old style”,
para el juliano, y “New style”, para el gregoriano.
Actualmente,
este tipo de datación es aceptada por los organismos internacionales, incluso
en la ONU. Esto es debido al predominio del Cristianismo en el mundo actual.
También se
puede decir A.D. 2013 ó 2.013 d. C. La abreviatura A.D. corresponde a “Anno
domini”.
En los últimos
años, para ser más tolerantes desde el Cristianismo con los fieles de otros
dogmas, también se está usando la expresión “vulgaris era” o “era común”.
Muchas Gracias por las aclaraciones
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