Alguno se habrá llevado las manos
a la cabeza, cuando haya visto en el título mi referencia al fascismo británico. Pues
sí, en el Reino Unido, que tanto ha presumido siempre de ser, desde hace
siglos, uno de los países más demócratas
del mundo, también hubo muchos fascistas. Más o menos, como en todas partes, aunque
ningún país lo quiera ahora reconocer.
Nuestro personaje de hoy, que
nació en 1896, realmente, no sé si debo
llamarle Oswald o sir Oswald, porque pertenecía a una familia noble de terratenientes
de origen irlandés. Concretamente, procedía de los ingleses que invadieron
Irlanda y se quedaron a vivir allí.
Sus padres se separaron cuando él
era muy niño, así que tuvo que criarse con su abuelo.
Por lo que respecta a su
educación, estudió en un buen colegio, en Winchester, y luego fue a la célebre Academia
militar de Sandhurst.
De allí salió con el título de
oficial de Caballería. Participó en la I Guerra Mundial, dentro de un
regimiento de lanceros y fue gravemente herido. Por lo que pasó el resto de la
guerra dedicado a labores administrativas.
En 1918, entró en la política,
decidiéndose por el Partido Conservador. Con sólo 21 años, fue el diputado más
joven del Parlamento británico. No obstante, enseguida, ganó fama de buen
orador y hábil político. Aparte de gozar de una gran autoconfianza.
En 1920, dio su primer
braguetazo, pues se casó con una rica heredera, lady Cynthia Curzon, hija de un
antiguo virrey de la India. A su boda, que tuvo lugar en la capilla del Palacio
real de Saint James, asistió gran parte de la nobleza europea, incluidos los monarcas
del Reino Unido y de Bélgica. De ese matrimonio nacieron tres hijos.
Sin embargo, él abogaba por una
especie de regeneracionismo, por lo que su partido, lleno de gente mediocre,
que sólo pretendían salvaguardar los privilegios de su clase, pues no era lo
más idóneo para sus ideales políticos.
En 1924, se fue de su partido y, aunque
nos parezca increíble, fichó por el Partido Laborista, o sea, lo que en España
serían los socialistas.
Ya sé que en España, eso es poco
menos que inconcebible, pero no debería de extrañarnos eso de cambiar de
partido. Churchill, lo hizo en más de una ocasión, aunque sólo optara entre
liberales y conservadores.
Además, no se contentó con afiliarse
en el Partido Laborista, sino que lo hizo en su ala más izquierdista, lo cual
es aún más llamativo para un antiguo miembro del Partido Conservador.
No olvidemos que estamos en una
década de grandes convulsiones y donde Mussolini llegó al poder en Italia. Un hombre
que tuvo muchos admiradores en el Reino Unido.
Elaboró el llamado Mosley Memorándum,
en el que propondría una serie de medidas, donde se puede ver que era un
acérrimo seguidor de Keynes.
Entre ellas estaban incentivar el
consumo, aumentar el crédito, el control de la Banca, la industria y el comercio
exterior. Supongo que querría controlar, más bien, las importaciones.
También proponía reducir el paro
a base de que el Estado sacara continuamente obras públicas, para reducir el
número de parados.
Al mismo tiempo, quiso reducir la
población en edad laboral, proponiendo que se aumentase la edad de
escolarización obligatoria hasta los 15 años y la jubilación forzosa a los 60 años.
Evidentemente, dada su forma de
pensar, exigió que este plan se aprobara sin oposición de ningún tipo y eso no
gustó nada a sus compañeros laboristas.
Por eso mismo, se alejó del
laborismo. No obstante, pensó que su ideario atraería a unas masas que, en sólo
un año, habían visto que la cifra de parados había pasado de 500.000 a
2.500.000. Lo cual es todo un récord.
En 1931, fundó el New Party, en
cuyo ideario estaba su famoso Memorándum, y al que añadió unas gotas de nacionalismo
y antisemitismo. Algo que estaba por entonces, muy de moda.
Lo más paradójico de todo esto es
que a pesar de su antisemitismo, todo el mundo sabía que, entre los cuadros
dirigentes de este partido, figuraban varios conocidos judíos.
Al igual que Hitler, dirigió,
preferentemente, su mensaje a los veteranos de la I Guerra Mundial, para
decirles que, a pesar de haber defendido heroicamente a su país en las
trincheras, ahora estaban siendo traicionados por una clase política avejentada
y ajena a sus necesidades.
No sé si os suena de algo. Lo cierto
es que este partido adoptó las camisas negras, como uniforme.
Así que, muy pronto, tuvieron que
luchar abiertamente contra los militantes de la izquierda, que iban a boicotear
sus actos. Por lo menos, eso es lo que decían ellos.
El saludo al estilo romano y
otras características de tipo fascista, le hicieron perder el voto de los
barrios obreros y la violencia callejera, el de la clase media.
En 1932, realizó una visita a la
Italia fascista. No sabemos qué le enseñaron, lo cierto es que volvió con
energías renovadas y fundó el BUF (Unión de fascistas británicos).
En 1933, falleció su esposa, lady Cynthia, a causa de una peritonitis. Al año siguiente, Diana, se mudó, con sus hijos a la casa de Mosley.
Su partido llegó a tener unos
50.000 afiliados. Principalmente, estudiantes, mineros y militares. También se
apreciaba una gran mayoría de católicos y, sorprendentemente, una gran cantidad
de mujeres. Incluso, atrajo a algunos intelectuales, como George Bernard Shaw,
que siempre había sido seguidor del socialismo y también premio
Nobel de Literatura, en 1925. A Mosley lo llegó a calificar como “el verdadero socialista”.
Organizó su partido al modo de
escuadras paramilitares y puso su cuartel general en el barrio de Chelsea, en
Londres, en un lugar llamado Black House, o sea, la casa negra.
Curiosamente, sus mítines se
caracterizaban por un desfile previo de sus afiliados, todos uniformados al
modo fascista, con una banda de cornetas y tambores. Sin embargo, no enarbolaban
banderas nazis, sino británicas.
Su ideal siempre fue fundar un
estado de carácter totalitario, con un partido único, corporativo, autárquico,
imperial y nacionalista.
Cambiaría las tradicionales elecciones
parlamentarias por un referéndum, que se realizaría cada cinco años.
La Cámara de los Comunes ya sólo
sería un órgano asesor, sin poder político alguno. El Gran Consejo sería el máximo
órgano del partido y, por supuesto, del país. Controlaría la economía y de ahí
saldría el primer ministro, cuyo nombramiento sería ratificado por el rey. Algo
parecido al Gran Consejo fascista, que había en Italia.
Por supuesto, la Cámara de los
Lores, sería una especie de parlamento a extinguir, lleno de personalidades
relevantes, pero sin papel alguno dentro de la política.
El nuevo régimen sería enemigo
tanto del socialismo, por considerar que quería eliminar las tradiciones
nacionales, como del capitalismo, que ellos afirmaban estar dominado por los
judíos.
Afortunadamente, como los
británicos son gente con una mentalidad democrática muy consolidada, su partido,
en las elecciones, nunca pasó del 2% de los votos.
En un principio, el anticomunismo
de su partido, fue bien visto por los magnates de la industria, la prensa y
ciertos miembros de la nobleza.
No obstante, sus malos resultados
electorales y ciertas presiones gubernamentales, le cerraron la financiación
procedente de estos colectivos.
En 1936, la pareja, se casó en
Berlín. Asistiendo a la boda, que se celebró en la casa de Goebbels, la plana mayor del nazismo, con Hitler a la
cabeza. Olvidaba decir que la novia y su hermana, Unity, eran íntimas amigas de
Hitler.
En 1939, cuando se veía ya la guerra
cada vez más cerca, nuestro personaje se dedicó a propagar la paz y la neutralidad
del Reino Unido. Algo que no gustó nada al Gobierno británico.
Seguramente, estas ideas
pacifistas irían condicionadas al paquete de subvenciones, que recibía,
habitualmente, desde Roma.
Esa falta de liquidez le obligó,
incluso, a despedir a varios empleados de su partido, como el jefe de propaganda,
que montaron otros partidos fascistas, para hacerle la competencia.
En esa época, su partido, empezó
a derivar más hacia la ideología nazi e ir dejando el fascismo. Seguramente, por
ello, varios de los judíos que militaban en su partido, lo abandonaron.
Naturalmente, al estallar la II
Guerra Mundial, nuestro personaje y su mujer, fueron encarcelados, por orden
del Gobierno, junto con otros 800 miembros de su partido. Como se suele hacer
en caso de guerra con la gente que es afín al enemigo.
Inicialmente, el matrimonio estuvo
en prisiones separadas. Más adelante, cuando llegó Churchill a ser primer ministro,
se les puso juntos en la misma prisión.
Concretamente, en una vieja
granja con un pequeño jardín, que se hallaba dentro de la parcela de la cárcel.
No hay que olvidar que la esposa de Mosley y la de Churchill eran primas
hermanas.
En 1943, fue liberado de la prisión,
sin embargo, permaneció bajo arresto domiciliario, controlado día y noche por
agentes policiales.
En la posguerra, vivieron por poco
tiempo en Irlanda y luego se trasladaron a una villa cercana a París, donde
tuvieron como vecinos a los duques de Windsor. De hecho, Mosley y el duque ya
eran amigos desde sus años de estudiantes.
Concretamente, al rey Eduardo
VIII, que abdicó para casarse con quien quiso y que también habían tenido simpatías
por los regímenes fascistas y nazis. Incluso, se habló de que, si ese monarca
hubiera permanecido en el trono, hubiera sido muy posible que Mosley hubiera
llegado a ser nombrado primer ministro.
Allí acudieron ambas parejas a
multitud de fiestas, salvo a las que organizaba la Embajada Británica, lógicamente.
Es preciso recordar que la casa
real británica tuvo su origen en Alemania. Así que no es de extrañar sus
simpatías por ese país.
Para más datos, los reyes
británicos, fueron también reyes de Hannover. Eso dejó de ser así con la llegada
al trono de la reina Victoria, que no pudo reinar en Hannover, por estar
allí vigente la Ley Sálica.
De hecho, al entierro de Jorge V,
que fue antes de la II Guerra Mundial, en 1936, acudieron algunos de sus parientes
alemanes vestidos con el habitual uniforme de las SA. Como se puede observar en
otro artículo que escribí hace tiempo sobre ese monarca. Incluso, algunos de ellos estuvieron en la línea sucesoria para la corona británica.
Volviendo al tema de hoy, uno de
los hijos de este matrimonio fue Max Mosley, expiloto de automovilismo y expresidente
de la Federación Internacional de Automovilismo. Seguro que os
sonará a todos.
Evidentemente, a los Mosley, los
tenían vigilados a todas horas, desde el Reino Unido. Parece ser que en el
expediente que elaboró el MI5 sobre ella, se puede leer: “Es mucho más
inteligente y más peligrosa que su marido y nada la detendrá para conseguir sus
intereses. Ella es extremadamente ambiciosa”.
En 1948, Mosley, quiso volver a
la política. Creó un nuevo partido, llamado Union Mouvement, basado en sus
tradicionales ideas fascistas.
Sin embargo, ya no tuvo éxito
ninguno, pues el fascismo había sido ampliamente derrotado en la guerra y todos
los que habían mantenido esos ideales ahora estaban muy mal vistos.
Además, tenía en su contra que
dos de sus más conocidos militantes habían sido juzgados y ejecutados. Uno por
haber trabajado como locutor en una emisora de radio en Berlín, quje emitía
propaganda nazi hacia el Reino Unido. Se trataba de William Joyce, más
conocido
por lord Haw Haw.
El otro fue John Amery, que se
dedicó a reclutar prisioneros británicos en poder de los alemanes, para formar
una unidad de la SS. Hace tiempo, dediqué sendos artículos a ambos.
Como, nuestro personaje, se dio
cuenta de que habían cambiado las tendencias en la política, ahora se dedicó a
proponer una Europa fuerte, organizada en un único Estado, que diera la réplica
a las grandes potencias del momento: USA y URSS.
Precisamente, el mismo ideal,
donde convergieron los partidos socialistas y las democracias cristianas,
apoyadas por el Vaticano.
Para no ser menos, Mosley,
pretendió fundar una especie de internacional fascista, pero chocó con los
intereses ultra nacionalistas de sus colegas de otros países europeos.
Otra de sus ideas, con las que
pretendía atraer al electorado era poner freno a la inmigración. Su lema era: “Hay
que mantener blanca a Gran Bretaña” y, para colmo, defendía nada menos que el
apartheid.
Habitualmente, lanzaba invectivas
contra el Capitalismo, por hacer trabajar a los inmigrantes por unos salarios
miserables, mientras que mandaba a los británicos a la cola del paro.
No obstante, por lo menos a mí,
estos mensajes me recuerdan mucho a la campaña electoral de los que estaban a
favor del famoso Brexit.
A partir de los años 50, aunque
parezca mentira, y en la democrática Gran Bretaña, surgieron multitud de partidos
de esa índole, que hicieron que se repartiera el voto y no progresara ninguno
de ellos.
A partir de los años 60, su popularidad
fue bajando de manera alarmante y, por última vez, se presentó a las elecciones
generales de 1966.
Supongo, que también temería por
su seguridad. Así que se mudó definitivamente a París, donde murió en los años
80.
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