Esta vez voy a hablar de una
mujer que le dio más de un quebradero de cabeza al famoso J. Edgar Hoover,
fundador del FBI.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Emma Goldman y nació en 1869 en la
ciudad de Kaunas, hoy perteneciente
a Lituania y, por entonces, al Imperio Ruso.Nació en el seno de una familia ortodoxa rusa, que poseía un modesto hotel en esa ciudad. Según parece, el padre ya había tenido antes otros negocios, sin embargo, en todos había fracasado.
Tras la muerte del zar Alejandro
II, a causa de un atentado terrorista, se sucedió una gran represión contra varias
minorías, como los judíos. Así que ellos se trasladaron a la capital, San
Petersburgo.
Se rebeló contra su padre,
porque, siguiendo la tradición familiar, la quisieron casar, contra su
voluntad y con sólo 15 años. Así que se
fue con una hermanastra, hija del primer matrimonio de su madre, a los USA. Se trasladaron a la casa de una
hermana, que ya vivía allí.
Anteriormente, también había
tenido múltiples discusiones con su padre, porque ella quería seguir en la
escuela y el padre no era partidario de que las mujeres estudiaran. Incluso,
era muy dado a utilizar un látigo con sus hijos.
Allí no le fue color de rosa y
comenzó trabajando en una fábrica textil. En 1886, tras una revuelta en
Chicago, alguien explotó una bomba que dio de lleno a unos policías. Por ello,
tras un juicio más que discutible, se condenó a varios anarquistas a la horca.
Ella vio todo esto tremendamente
injusto, así que muy pronto se afilió a un grupo anarquista. Ya se sabe que los
sacerdotes suelen decir: “Sangre de mártires, semilla de conversos”.
Lo curioso es que estos
anarquistas ni siquiera habían estado presentes en esa ciudad, sino que se
hallaban celebrando un congreso en Pittsburg. Sin embargo, como necesitaban a
un culpable, tiraron de estos pobres desgraciados.
Al cumplir los 20 años se casó
con un inmigrante ruso. El matrimonio sólo duró unos 10 meses y luego se
separaron. Algunos dicen que la causa fue que él era impotente. Ella no llegó a
divorciarse para así tener derecho a la ciudadanía USA, que había adquirido al
casarse con él, que ya la tenía.
Poco después, conoció a un líder
anarquista alemán, llamado John Most, el
cual era partidario del terrorismo para arreglar estos conflictos. Parece ser
que a ella no le convencieron sus razones y no duró mucho con él.
Posteriormente, conoció a otro inmigrante lituano y judío,
llamado Alexander Berkman, y fueron pareja durante muchos años.
En cierta ocasión, a un tipo
propietario de una acería en una localidad de Florida, no se le ocurrió mejor
cosa, para eliminar las huelgas, que atacar violentamente a los obreros más
revolucionarios con el fin de cargárselos.
Contrató agentes de Pinkerton y de
esa forma, provocó la muerte de 10 obreros y otros 60 resultaron heridos.
Evidentemente, a Berkman eso no
le hizo ninguna gracia. Así que un día se presentó en las oficinas de ese
empresario y le disparó dos veces, aunque no lo mató. No obstante, Berkman fue
capturado y condenado a 22 años de cárcel.
En 1893, también Emma fue
encarcelada. Parece ser que el arresto fue motivado por la publicación de
ciertos artículos, donde se animaba a los obreros a exigir el trabajo y el pan
a los empresarios o a quitárselo, si no se lo daban.
Por aquel entonces, USA se
hallaba en una profunda crisis. En la cárcel la entrevistó un
periodista del
New York World que, en su artículo la denominó como “la moderna Juana de Arco”.
Aprovechó su estancia en la cárcel para estudiar Enfermería.
Unos diez meses después fue
liberada. Ese día, unas 3.000 personas la recibieron apoteósicamente en el
Teatro Thalia, en Nueva York, y luego tuvo que dar muchas entrevistas a la
prensa.
En 1901 fue de nuevo encarcelada,
acusada de participar en el complot para el asesinato del presidente
McKinley.
Parece ser que ella conocía al asesino, pero no tuvo nada que ver con ese
hecho. Por ello, salió en libertad pocos días después.
Sin embargo, intentó defender al
asesino del presidente y eso hizo que se produjera una división en el
movimiento anarquista, que fue aprovechado por los socialistas para aumentar su
prestigio entre la clase obrera.
No obstante, el nuevo presidente
USA, T. Roosevelt, aseguró que iba a
hacer una campaña para terminar con todos los anarquistas y deportarlos del
país.
De hecho, en 1903, se promulgó la
Ley de Inmigración, por la que se prohibió la entrada en USA de anarquistas,
mendigos, enfermos de epilepsia e importadores de prostitutas.
En 1906, Berkman, fue liberado.
Juntos de nuevo, se dedicaron a editar todo tipo de panfletos de tipo anarquista,
para atraerse a la población obrera. Como los periódicos “La madre Tierra” o,
más tarde, “La explosiva”.
Entre 1910 y 1911, Berkman, fue
uno de los profesores del Centro Ferrer, fundado en honor del anarquista
español Francisco Ferrer i Guardia, fusilado en Barcelona.
En 1915, una bomba explotó
durante un desfile en San Francisco, California. La policía sospechó de esta pareja,
pero no pudo acusarles de nada. En cambio, arrestaron a dos obreros, que ni siquiera
eran anarquistas. A uno le condenaron a muerte
y a otro a cadena perpetua.
Berkman y Goldman, consiguieron,
tras realizar una amplia campaña de protestas, que el presidente Wilson le
pidiera al Gobernador de California, que conmutara esa condena a muerte. Cosa
que hizo a regañadientes. Ambos llegaron a
ser indultados en 1939.
En 1916, fue encarcelada de
nuevo, tras una serie de conferencias, donde se mostraba partidaria de la
anticoncepción. En aquella época coincidió en muchos temas con Margaret Sanger,
una luchadora a favor del control de la natalidad.
También trataba en ellas otros temas
como el ateísmo, el militarismo, la libertad de expresión, el capitalismo, el
amor libre y la homosexualidad. O sea, que, como dijeron algunos, era una mujer
muy adelantada a su época.
En 1917, otra vez fue encarcelada, junto a Berkman, por
manifestarse en contra del servicio militar. No hay que olvidar que el país
estaba metido en la I Guerra Mundial, contra la que cargaron también, alegando
que era un acto propio del Imperialismo.
En 1919, la pareja fue expulsada
hacia la antigua URSS, junto con más de 200 personas más, a bordo del barco
Buford.
El presidente del comité que les
condenó a ser expulsados era nada menos que J. Edgar Hoover, que la calificó
como “una de las mujeres más peligrosas de América”. La pareja estaba aún en la
cárcel y no la dejaron salir a la calle pretextando que “su regreso a la
comunidad dará lugar a un daño indebido”. Fueron directamente de la cárcel al
barco.
Ella apeló a que era ciudadana de
USA y esa Ley sólo se podía aplicar a los no ciudadanos. Sin embargo, como ella
había adquirido la nacionalidad tras haberse casado y a su marido se la
habían revocado en 1908, argumentaron que también se la habían revocado a ella.
Eso fue durante un periodo
llamado el Miedo Rojo o Miedo Bolchevique, donde los ciudadanos de USA
estuvieron sometidos a una auténtica psicosis por la que se temía que los
comunistas y los anarquistas fueran a poner bombas por todo el país, matando a
miles de personas.
En un principio, cuando llegaron
a la URSS, viajaron los dos muy entusiasmados por todo el país, pues el
Gobierno bolchevique les había encargado recoger material de todas las regiones
para fundar un museo. Así pudieron ver en primer persona lo mal que lo estaban
pasando los obreros de ese país.
Parece ser que, al volver a
Moscú, fueron recibidos por el mismo Lenin, el cual les dijo que las libertades
volverían a la URSS, cuando la revolución estuviera fuera de peligro. Parece
ser que los comunistas calificaban la libertad
de expresión como “una superstición burguesa”.
En 1921, tras la represión posterior
al levantamiento de Kronstadt, que fue liderada por Zinoviev, presidente del
Soviet de Petrogrado, y Trostky, no les quedó otra que marcharse a otro sito.
El motivo fue que ese
levantamiento había sido organizado por los anarquistas cont
ra el gobierno
comunista. Así que ellos tuvieron que salir huyendo de allí, por si acaso, ya
que habían apoyado las reivindicaciones de los sublevados y tuvieron que escapar
en pleno mes de diciembre.En principio, huyeron a Suecia, para luego ir a Alemania y, posteriormente, a Francia. En todos esos países publicaron libros denunciando lo que estaba haciendo el gobierno bolchevique en la URSS. Es curioso, porque ellos llegaron allí muy ilusionados y se fueron muy descontentos.
En 1924, asistieron a una cena en
Londres, donde denunciaron lo que estaba ocurriendo en la URSS. Parece ser que
algunos de los asistentes, entre los que se encontraban Bertrand Russell y H.
G. Wells, entre otros, se asombraron de lo que estaba contando. Incluso, algunos
le dijeron que aún era prematuro criticar ese experimento revolucionario.
Sobre sus experiencias, Emma,
escribió dos libros “Mi desilusión en Rusia”, de 1923; ampliado por “Mi mayor
desilusión en Rusia”, publicado en 1924. Parece ser que esos títulos se los
pusieron los editores y a Emma no le gustó nada la idea.
En 1925, Berkman y ella vivían
separados y el Gobierno británico la quiso expulsar de allí. Sin embargo, un
anarquista de ese país se ofreció a casarse con ella, para que adquiriera la
ciudadanía y ella aceptó. Eso le dio tranquilidad para residir allí o poder
viajar a otros países.En 1933, el Gobierno USA, le permitió entrar en el país para dar una conferencia. Aparte de ello, pudo volver a ver a muchos amigos y dar muchas entrevistas. Su visado caducó tres meses después y se tuvo que ir a Canadá.
Mientras tanto, Berkman escribió “El mito bolchevique”, que
llegó a ser publicado en 1925.También, el mismo autor, publicó en 1929, “Ahora
y después: El ABC del anarquismo comunista”.
Berkman estuvo viviendo unos años
en Niza, donde lo pasó muy mal, porque no tenía trabajo, ni ingresos de ningún
tipo. A mediados de 1936, tuvo problemas
con la próstata e intentó suicidarse, muriendo unos días más tarde. Emma fue
avisada, pero cuando llegó, Berkman, se hallaba en un estado de coma, muriendo
poco después.
En 1936, Emma, fue invitada a dar
unas charlas en Barcelona, en medio de la Guerra Civil española. Allí dijo
encontrarse muy a gusto, pues la CNT y la FAI habían intentado hacer una
revolución de tipo anarquista, según sus mismos principios.
En Huesca les dijo a sus
compañeros: “Su revolución destruirá para siempre la idea de que el anarquismo
es sinónimo de caos”. Incluso, llegó a conocer al líder Buenaventura Durruti y
habló muy bien de él.
Ella empezó a preocuparse cuando
la CNT aceptó entrar en el Gobierno de la II República y cuando le dieron
muchas concesiones al PCE. Así que se volvió a Londres, como representante
oficial de la CNT-FAI.
Volvió a España a mediados de
1937 y ya no vio lo mismo. Había tenido lugar un enfrentamiento con los
comunistas, los cuales se cargaron muchas colectivizaciones y había fracasado
el experimento anarquista.
Volvió a Canadá y dijo que el
Reino Unido y Francia habían perdido su oportunidad de pararle los pies al
fascismo. Así que ocurriría “una nueva forma de locura en el mundo”.
A principios de 1940, sufrió un
derrame cerebral. Podía oír, pero no hablar. Algo muy duro para ella, que siempre
fue una buena oradora.
Ya a mediados de ese mismo año,
le dio otro ataque, que le llevó a la muerte el 14 de mayo en Toronto.
El escritor Howard Zinn escribió una obra teatral sobre la vida de nuestro personaje, la cual ha sido representada en USA y varias capitales europeas.
En fin, yo pienso que fue una
mujer que sufrió por tener una mentalidad muy adelantada a la de su época.
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