Esta vez, voy a hablar sobre uno
de esos muchos farsantes que menudearon hace algunos siglos, haciéndose pasar
por quienes no eran. Aprovechándose de la ignorancia de la gente y de las malas
comunicaciones, que había en ese momento.
Mi personaje de hoy se llamaba
Guillén de Lamport o Lampart, porque no está muy claro cuál era su apellido.
Muchos afrman que su rostro es el primero que pongo en este artículo, cuyo autor fue Rubens. Sin embargo, según parece, su retrato real es el de la segunda foto.Nació en 1611 en una ciudad de la actual Irlanda.
Guillén, fue conocido en España
por este nombre, aunque, realmente, se llamaba, William, como es lógico.
En su familia fueron todos muy
católicos y lucharon en diversas ocasiones contra la opresión de los invasores
ingleses, aunque, habitualmente, se dedicaban al comercio.
Incluso, su abuelo, había participado
en la batalla de Kinsale, que tuvo lugar en 1602, entre los irlandeses y
españoles, por un lado, y los ingleses, por el otro.
Guillén, inició sus estudios en
el colegio de los franciscanos y agustinos en Wexford, su localidad natal, para
luego seguir estudiando con los jesuitas en Dublín.
Se trasladó a Londres, para continuar sus estudios. Sin embargo, fue detenido por haber escrito en unos
panfletos, unas críticas contra la invasión de Irlanda. Parece ser que pudo
escapar y se dirigió a Portsmouth.
Después, estuvo embarcado en una
nave, que tenía patente de corso, o sea, que eran corsarios, y se dedicaban a
atacar a todos los barcos que fueran de un país enemigo del que les había dado
esa patente. Es decir, eran una especie de piratas legalizados.
Parece ser que estuvo a las
órdenes del rey Luis XIII de Francia, que combatía contra los protestantes o
hugonotes de ese país. Estos eran aliados de Inglaterra.
Más tarde, desembarcó
en La Coruña, alegando que había sido apresado por unos piratas y había
conseguido escapar de ellos.
Seguramente,
fue a esa ciudad, porque allí había una gran colonia de irlandeses, que habían
huido de la isla, tras la derrota de la guerra contra Inglaterra.
De hecho,
con los efectivos irlandeses se llegaron a formar tres unidades de Infantería y
dos de Caballería para los Tercios. Eran los llamados “Gansos salvajes”.
Se hizo amigo del marqués de
Moncera, gobernador de Galicia, y obtuvo varias becas para estudiar en
Santiago, luego en Salamanca y más tarde en El Escorial. Casualmente, todos
esos colegios eran de los jesuitas irlandeses.
Posteriormente
se unió a los famosos Tercios de Flandes, participando en varias batallas
importantes. Llegando a ser capitán. Cambió su nombre por el de Guillén
Lombardo.
También fue consejero militar del
conde-duque de Olivares, el cual le formó para ser espía a su servicio en el
virreinato de Nueva España. Donde hoy está México.
Había casado en España con Ana
Cano y Leiva, que le dio una hija, llamada Teresa, sin embargo, ellas quedaron
en la Península. En algunos sitios, la madre también figura como Ana Godoy.
Fue hacia allá con la expedición
de Diego López de Pacheco, duque de Escalona y marqués de Villena, que acababa
de ser nombrado nuevo virrey de Nueva España, donde también viajaba el nuevo
obispo de Tlaxcala, con sede en Puebla.
Curiosamente, ese mismo año de
1640, también embarcaron hacia América otros irlandeses, como el fraile John Lamport,
hermano de nuestro personaje; el franciscano Fray Diego de la Cruz, que,
realmente, se llamaba Diego Nugent, y el jesuita Michael Wadding, llamado
también Miguel Godínez. Parece ser que todos ellos ya se conocían.
No se sabe exactamente cuál era
la misión de nuestro personaje en México. Algunos dicen que se dedicó a espiar
a los criollos, para ver si pensaban sublevarse contra España, como ya habían
hecho, ese mismo año, Cataluña y Portugal.
Además, precisamente, el nuevo
virrey de Nueva España era primo hermano del nuevo rey de Portugal. Así que el
conde-duque tenía sobradas razones para desconfiar de él.
Para más detalles, en 1641, como
ya traté en otro de mis artículos, se produjo una sublevación en Andalucía a
causa de un complot organizado por el duque de Medina Sidonia, cuya hermana era
la esposa del nuevo rey de Portugal.
Según parece, el valido había
dado órdenes al nuevo obispo de Tlaxcala, actualmente, beato Juan de Palafox y
Mendoza, para que, en cuanto se le avisara, se trasladara a la capital para
reunirse con el resto de las autoridades y destituir al virrey. Eso fue lo que
hizo, en junio de 1642.
Detuvo al virrey, lo encerró y,
aprovechando la salida de la flota, lo mandó de nuevo a España.
Provisionalmente, el obispo, quedó como nuevo virrey hasta finales de 1642, en
que llegó su sustituto.
Parece ser que nuestro personaje,
en México, tuvo mucha suerte con las mujeres, acostándose con varias mujeres de
los nobles. Algo que también le perjudicaría posteriormente.
Algunos creen que, tras haber
participado en la destitución del virrey, esperaba alguna recompensa, que no
obtuvo. Es posible que urdiera su complot como un deseo de revancha contra el
rey.
De hecho, en uno de los
interrogatorios efectuados por los Inquisidores, llegó a afirmar que su
actuación fue fundamental para poder destituir al virrey marqués de Villena.
Por alguna extraña razón, se le ocurrió
pensar que Felipe IV no debería de reinar en ese lugar. Así que falsificó unos
documentos, donde se hacía pasar por hijo natural de Felipe III, para ocupar el
puesto del virrey.
En uno de esos documentos afirma
lo siguiente: “Soy hijo verdadero del serenísimo príncipe y señor don Felipe
tercero, que Dios haya, y de la ilustre señor condesa de Riff, que pasó con el
barón su marido a la corte el año de mil y seiscientos y trece, que condujo a
su costa mil infantes a España y pasó con ellos a Flandes”. Posteriormente, se
puede leer: “Su Majestad el rey mi señor se enamoró de su hermosa, con tan
honesto recato que nunca fue sabido sino con gran secreto, de cuyo vínculo
estrecho nací yo, año y medio después de muerto el barón tenido por mi padre”.
Luego dice que su madre se fue a dar a luz en Irlanda, para que no se produjera
un escándalo en la corte.
Incluso, llega a decir que Felipe
III: “Encargaría mucho mi persona y le comunicaría de secreto al príncipe su
hijo el rey Felipe cuarto, para que entendiese la hermandad y la obligación, y
me tuviese en igual respeto que los demás hermanos, atendiendo a la real e
ilustre sangre no sólo de mi padre, sino de mi madre”.
Incluso, pretendía sublevar a
todos los negros, indios y mestizos contra los españoles. Sin embargo, otro capitán
español, que llegó a conocer sus planes, lo denunció ante la Inquisición.
En otro de sus escritos dice: “He
dispuesto tomar las armas y con ellas por la vía más pacífica y piadosa
posible, sacudir el grave yugo y tiranía que padecen estos reinos, dando
libertad a todo género de oprimidos y relevando a todos de
cualesquiera
opresión que padecieren”.
Parece ser que había falsificado
los sellos reales y había escrito unos documentos, donde se decía que el rey tenía
noticias de que el nuevo virrey, el conde de Salvatierra, le había traicionado
y él quiso hacer otro complot como en el que participó para destituir al
anterior.
Así que también mandaba
instrucciones a las Audiencias y a los Oidores para que le ayudasen a capturar
al antiguo virrey y acogieran al nuevo, que era él, lógicamente.
Lo curioso es que estas cartas
iban dirigidas al provincial de la Orden de San Francisco, a fin de que éste se
reuniera de manera secreta con las autoridades y pudieran deponer al virrey. Lo
que desconozco es si tendría algún vínculo con el Provincial, porque entre los
franciscanos de América había varios irlandeses.
Una vez reunidos en ese convento,
Guillen, leería los documentos falsificados, por los que el rey daba
instrucciones secretas a esas autoridades y todos debían jurar lealtad al nuevo
virrey, que sería él.
La idea era que Guillen, en su
calidad de nuevo virrey, se dirigiera con las demás autoridades hacia el palacio, al mando de unos 500 hombres,
para deponer al antiguo.
También había planeado que, en el
caso de que llegara algún correo desde España y se descubriera la verdad,
organizaría una sublevación entre los mestizos, indios y negros para no ser
depuesto.
Entre sus medidas estaban beneficiar
a quienes lo apoyaran y castigar a los opositores. Hacer que los indios no
pagasen tributos. Prohibir el comercio con España, liberar a todos los esclavos,
gobernar con un parlamento etc.
También había redactado ya unas
cartas para dirigirlas a los monarcas de otros países, incluido, el Papa, para
que le reconocieran como nuevo gobernante de un país independiente.
Fue arrestado el 26/10/1642 y su
proceso duró entre 1642 y 1659, porque era una persona de cierta importancia en
la corte. En principio, sus delitos no debían de estar dentro de las
atribuciones de la Inquisición, porque se trataba de una simple rebelión o
sedición contra el rey.
Sin embargo, el reo declaró tener visiones sobrenaturales y
eso ya era otra historia. Así que, por ello, se le condenó a 10 años de cárcel.
Evidentemente, la Inquisición, le acusó de lo divino y lo humano. Además de
conspiración, pesaron sobre él los cargos de hechicería y de hacer pactos con
el Diablo.
Los inquisidores informaron del
caso al Consejo de Indias, el cual, posteriormente, mandó un escrito al rey
sobre este asunto.
Supongo que, por eso, en 1643, el
rey decretó que, cuando terminaran su proceso, le enviaran a España, junto con
toda la documentación judicial sobre este caso.
De todas formas, podemos pensar
que el conde-duque, que era el que le había enviado allí, se interesara por el
tema. Sin embargo, en 1643, el valido cayó, porque las rebeliones se le fueron
de las manos, y el rey lo mandó al
destierro.
Durante un registro en su domicilio,
se encontraron varios documentos dentro de un baúl. Uno de ellos era un
borrador de una propuesta de los irlandeses para que Irlanda se convirtiera en
un protectorado de Castilla. El original de esa propuesta llegó al rey, firmado
por Owen Roe O’Neill, que luchó con Lamport en los Tercios de Flandes. El documento
lo portaba Gilbert Nugent, emisario de los rebeldes irlandeses y pariente de
nuestro personaje.
Curiosamente, le dice al rey
español, que, para no levantar sospechas entre los ingleses de que los
españoles van a trasladar allí sus tropas, se le pida permiso al rey inglés a
fin de recoger irlandeses
en su isla, para trasladarlos a la América española. Así,
los españoles, podrían desembarcar sus tropas en Irlanda sin trabas.
También había entre esos papeles,
un borrador, escrito por él, en inglés y en español, donde se le daban poderes a
Nugent para negociar con Castilla en nombre de Irlanda. Data de 1639.
También hay que decir que los
españoles no se fiaban demasiado de los irlandeses y menos de
los que estaban
en América.
Por lo visto, en América, en
aquella época, los solía haber de dos tipos: los que eran de origen irlandés,
que solían ingresar en la Orden Franciscana. Mientras que había otros
irlandeses, que eran de origen inglés, descendientes de los colonos enviados
desde Inglaterra, aunque se habían convertido en católicos, que solían ingresar
en la Orden de los Jesuitas. Estos últimos eran menos fiables, porque solían
ser
leales súbditos del rey de Inglaterra.
En otro de ellos, ponen en
discusión la legitimidad de la conquista de América, por parte de España. Así
que proponía la emancipación de todos los sometidos y la creación de un nuevo
reino, en el cual sería él mismo el que ocupara el trono. Por ello, se le
considera un precursor de la independencia de México.
Durante su cautiverio, llegó a
escribir 918 salmos en latín. Como no le daban ningún tipo de material de
escritura, utilizó trozos de lienzo blanco. Recogía plumas de gallina de la
basura. La tinta la fabricaba a base de moler y mezclar ceniza, cera y
chocolate. Al final, los carceleros, le quitaron los lienzos, pero el Tribunal ordenó
copiar sus escritos. Eso es lo que nos ha llegado y se conoce con el nombre de “Regio
Salterio”.
En la Navidad de 1650, tras 8
años encarcelado, logró huir y clavó en varios sitios de la capital un documento
llamado “Pregón de los justos juicios de Dios, que castigue a quien lo quitare”.
Incluso, pretendió hacer lo mismo en el palacio del virrey. En ese documento
denunciaba el maltrato recibido por los reos y la corrupción que había dentro
de la Inquisición.
Intentó escapar hacia una zona
del actual Estado de Veracruz, donde vivían esclavos que habían conseguido
huir. Sin embargo, fue capturado antes de que llegara hasta allí.
Fue encerrado de nuevo, pero
logró otra vez escapar, aunque por muy poco tiempo. A causa de su escrito
contra la Inquisición fue condenado a muerte, acusado de herejía.
En la sentencia judicial también
se ordena que se le encadene la mano derecha con una argolla y esté así hacia
arriba, hasta que se termine de leer su sentencia, por ser la mano con la que
ha falsificado los escritos del rey.
En dicha sentencia se le llama
“Don Guillén Lombardo de Guzmán” y se le pone en manos de la Justicia ordinaria
por hereje contumaz. Ya sabemos que la Iglesia tenía prohibido matar y cedía sus
reos a la Justicia ordinaria, para que efectuara esa labor.
En noviembre de 1659, fue
ejecutado en la hoguera “por apóstata y sectario de Calvino, Huss, Wycleff y
Lutero”.
Hasta el 25 de enero de 1667, los
inquisidores, no remitieron toda la documentación del caso al rey de España.
En 1657, aquel franciscano, de
origen irlandés, llamado Diego Nugent o fray Diego de la Cruz, y amigo de
Guillén, empezó también a tener problemas. Durante una misa, había pronunciado unas palabras, en las cuales pedía una oración
por el alma de su amigo.
En 1662, fue llamado para acudir
urgentemente ante el Tribunal de la Inquisición de México. Allí fue y, tras un
largo interrogatorio, estuvo encerrado seis años en su convento.
Al final, se le condenó por
sospechas de graves delitos contra la fe católica. Así que tuvo que desfilar
con una vela en la mano y renunciar de Levi de su estado clerical, ante los
miembros de cada Orden religiosa que hubiera en la ciudad.
Hoy en día, se considera a Lamport como
uno de los precursores de la independencia de México, que tuvo lugar en 1821, y hay una estatua de este personaje, obra de
un escultor italiano, en el mausoleo del
Monumento a la Independencia, en la capital de esa república.
En 1872, se publicó una obra
dedicada a él, “Memorias de un impostor, D. Guillén de Lamport, rey de México”,
escrita por Vicente Riva Palacio.
En 1919, el autor USA Johnston
McCulley se inspira en este personaje para el protagonista de su novela “La
maldición de Capristano”. Con el tiempo, este personaje pasó a ser más conocido
como el Zorro.
Incluso, en 1920, esta historia
es llevada al cine, bajo el título “La marca del Zorro”, protagonizada por
Douglas Fairbanks. Dado que tuvo tanto éxito, hasta McCulley modificó el título
de su novela, por el de la película.
También, un autor italiano,
llamado Fabio Troncarelli, publicó en 1999 una obra titulada “La espada y la
cruz. Guillén Lombardo y la Inquisición en México”. Creo que en España se ha
llamado “El mito del Zorro y la Inquisición en México”.
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