Esta vez voy a dedicar este
artículo a un político alemán de cuyo nombre, posiblemente, no hayáis oído hablar nunca,
Walther Rathenau.
También quería mostrar en este
artículo que, en la sociedad alemana de su tiempo, había muchos judíos tan
integrados como él. Esa fue una de las razones por las que sorprendió aún más
la persecución asesina que llevó a cabo contra ellos el régimen nazi.
Nació en 1867 en Berlín, en el
seno de una familia muy acomodada. Su padre fue el fundador y presidente de la
famosa empresa alemana AEG y su madre fue la hija de un importante empresario industrial
textil.
Nuestro personaje estudió Física,
Química y Filosofía en Berlín y en Estrasburgo, la capital de Alsacia. Por
aquel entonces, desde la Guerra Franco-Prusiana, perteneciente al Imperio Alemán.
Como es costumbre en algunos
países de Europa, el joven, tras acabar sus estudios universitarios, continuó
su formación trabajando en varias empresas del mismo sector que la AEG, en Alemania
y Suiza.
Después de 10 años, trabajando
lejos de la casa familiar, se incorporó a la empresa de su padre como
responsable de las exportaciones de la misma. En ese puesto, se ganó un gran
prestigio como directivo.
En 1915, se hizo cargo de la
empresa AEG, como presidente de la misma y pasó a ser uno de los empresarios
más importantes de su país.
Durante la guerra, se ofreció al
Gobierno, junto con otros empresarios alemanes, para ayudar a que llegaran de
alguna forma las materias primas necesarias para la subsistencia de Alemania.
Lo cual era muy complicado a causa del bloqueo naval impuesto por el Reino
Unido.
A pesar de que él siempre fue un
convencido nacionalista alemán, su origen judío y su gran riqueza hacía que la
gente de los grupos de ultraderecha le odiaran a muerte.
Comenzó su carrera política
fundando el Partido Democrático, que aspiraba a representar a la burguesía
industrial y liberal.
Con la llegada de la famosa República
de Weimar, pasó a ser ministro para la Reconstrucción, para ocupar, posteriormente,
la cartera de Asuntos Exteriores.
Eso fue lo que le permitió acudir
a varios foros internacionales y reunirse con personalidades de otros países.
Era partidario de pagar las compensaciones a las que Alemania se había
comprometido en el Tratado de Versalles, que, por cierto, terminó de pagar en 2010. Esto no hacía ninguna gracia a sus
enemigos, que iban creciendo poco a poco.
Realmente, este hombre era muy
curioso. Por una parte, no le gustaban nada ni los socialistas ni los comunistas.
Sin embargo, en algunas fotos se le ve un notable parecido con Lenin.
Por otra parte, aunque los
soviéticos no eran “santo de su devoción”, por el bien de Alemania, firmó con
ellos el conocido como Tratado de Rapallo, que fue enormemente importante para
Alemania.
Aunque parezca mentira, tras las
I Guerra Mundial, la URSS, se veía igual de aislada que Alemania. Esto era
debido a que los aliados no confiaban en las nuevas autoridades comunistas que habían
expulsado al zar del trono.
Por ello, intervinieron en la
Guerra Civil de Rusia, en el bando del Ejército Blanco y, posteriormente, le
exigieron al nuevo Gobierno que pagara la deuda del antiguo régimen zarista con
los países acreedores. Algo que no consiguieron nunca.
Parece ser que en abril de 1922,
coincidieron en la Conferencia de Génova, las autoridades de Alemania y la URSS,
junto con los países aliados. Ahí comenzaron los contactos que dieron lugar al Tratado de Rapallo. Ambos países quedaron fuera de las negociaciones entre los vencedores de la guerra y se trasladaron a un balneario italiano que había en la ciudad de ese nombre.
De ese modo, se comprometieron a
establecer sus relaciones diplomáticas, renunciar a cualquier disputa anterior entre
ambos y desarrollar la mutua cooperación económica.
Evidentemente, esto no gustó nada
ni a Francia, ni al Reino Unido, que estaban a favor de bloquear internacionalmente
a estos dos países para que pagaran lo que les habían exigido.
Lógicamente, no publicaron una de
las cláusulas del tratado de Rapallo, por la cual, los rusos, permitirían a los
alemanes que entrenasen sus tropas dentro de sus fronteras. Así no podrían ser
vigiladas por los aliados.
De este modo, el Ejército alemán,
se pudo saltar a la torera las cláusulas del Tratado de Versalles, llevando a
sus efectivos a practicar dentro del territorio ruso, junto con las fuerzas
armadas de ese país. Incluso, se le cedió una base aérea a los alemanes.
Como a la URSS no le afectaba ese
tratado, pues pudieron desarrollar su armamento sin ninguna cortapisa.
De hecho, dicen que la famosa “guerra relámpago” fue un invento
ruso, que copiaron los alemanes, cuando coincidieron de maniobras con ellos.
También pudieron apreciar los dos
ejércitos los efectivos y el material de que disponía cada uno. Algo que les
sería de mucha utilidad, tras la invasión de la URSS, por parte de Alemania.
También, mediante este tratado,
los alemanes tuvieron acceso a las enormes materias primas con las que contaba
la URSS, mientras que los rusos se pudieron beneficiar del desarrollo de la
tecnología alemana.
Esto también benefició claramente
a Alemania, pues casi pudieron trabajar en monopolio, ya que en la URSS no
entraba la tecnología desarrollada por otras potencias.
Es posible que muchos alemanes de
tendencia nacionalista no entendieran el beneficio que reportaba este tratado
para Alemania. Así que la opinión pública nunca estuvo muy de
acuerdo con él.
Curiosamente, nuestro personaje
de lo que más presumía era de ser muy nacionalista. Incluso, se metía con
muchos judíos, porque no tenían ningún interés en integrarse con el resto de la
sociedad y decía de ellos que eran “una banda de extranjeros vestidos de manera
demasiado extravagante, que hacen banda aparte”.
Este hombre luchó contra un
problema muy habitual, que se suele dar en el centro y norte de Europa, donde
la gente tiene tendencias más racistas. Lo difícil no es que tú quieras
integrarte, sino que los demás te acepten. Desgraciadamente, a él nunca lo
aceptaron como un
alemán más.
El nazismo le reprochó como una traición
que se le ocurriera instalar fábricas alemanas dentro de la URSS. Nunca
quisieron entender su sutileza diplomática, que tanto estaba beneficiando a
Alemania.
Lógicamente, no podían ir
pregonando que estaban mandando a sus tropas a entrenarse a Rusia. Fuera de las
miradas curiosas.
Todos estos actos fueron muy
importantes a fin de reconstruir el poderío económico de Alemania, destruido
tras la I guerra Mundial. También le vino muy bien a los líderes nazis para
lanzar al país a una nueva guerra mundial. Este tratado estuvo vigente hasta la
llegada al poder
de los nazis.
El 24/06/1922, día de San Juan,
poco tiempo después de la firma de ese tratado, se produjo su asesinato.
Cuando, esa mañana, conducía su
coche desde su domicilio, en Grünewald, hasta su despacho en el Ministerio, como solía
hacer habitualmente, fue atacado por unos individuos.
Su coche, que estaba siendo
vigilado desde un desvío de la carretera, fue adelantado por otro, en el que iban tres
asesinos, los cuales ametrallaron el vehículo de Rathenau y, cuando
éste se
paró, lanzaron una granada de mano en su interior, antes de salir corriendo.
Aunque, en un principio, se
sospechó que los autores o instigadores del crimen, podrían haber sido los
mismos que habían asesinado el año anterior al político Erzberger, esta vez se
trataba de miembros de otra organización de ultraderecha de las muchas que
había entonces en ese país.
Estos cuerpos de veteranos, que
regresaban de la guerra y que se llamaban a sí mismos “freikorps”, se dedicaron
a llevar la violencia
por toda Alemania. Entre 1919 y 1922 se contabilizaron
354 atentados realizados por estos grupos.
Algunos de sus enemigos acusaban a nuestro personaje de haber hecho un
peligroso tratado con los soviéticos.
Decían que, por entonces, la
URSS, buscaba un buen aliado para asaltar Occidente. El primer paso sería
sovietizar Alemania, como ya intentaron en Baviera.
También cuentan de él que era una
persona muy contradictoria. Decía soñar con un mundo regido por la Economía y
que pusiera fin a las nacionalidades. No obstante, él se confesaba un alemán
muy nacionalista.
Sin embargo, lo veían como todo
un símbolo de la derrota y las malas consecuencias que había traído para
Alemania.
Durante su funeral, el canciller
Wirth, pronunció estas palabras: “¡He aquí al enemigo que destila
veneno por las
arterias del pueblo! ¡Aquí está ese enemigo! Y no hay duda ¡está a la
derecha!”.Sus asesinos, los antiguos marinos Kern y Fischer, fueron buscados por la Policía. Al principio, se ofreció por ellos una recompensa de 1.000.000 de marcos, que luego subió a 4.500.000.
Finalmente, fueron localizados en
un castillo, cuyo propietario era el escritor alemán Hans Stein.
Kern cayó muerto durante el
tiroteo, mientras que Fischer se suicidó antes de ser capturado por la Policía.
Por otra parte, en relación con
este asesinato, fue detenido el escritor Ernst von Salomon, antiguo cadete de
la Armada y también miembro de esa organizaciónextremista. Se le acusó de haber comprado el coche con el que se realizó el atentado, aunque no participara en él.
Tras el juicio, fue condenado a
cinco años de cárcel, aunque sólo cumplió tres, pues en 1928 fue amnistiado.
Ese clima de violencia en
Alemania, donde había más de 6.000.000 de parados, que se dedicaban a vagar por
las calles, fue el terreno donde, desgraciadamente, creció con fuerza el
nazismo.
Todos los individuos que formaron
los freikorps no fueron luego nazis, pero sí la inmensa mayoría de ellos.
Entre los más conocidos, podemos
mencionar a Heydrich, Himmler, Rudolf Hess, Martin Bormann.
Sin embargo, otros conocidos
miembros de los freikorps, que pasaron a ser nazis, fueron asesinados en la llamada “noche de los
cuchillos largos”.
Como no quiero alargar demasiado
este artículo, ya hablaré en otra ocasión de estos grupos.
Espero que os haya gustado y
también me gustaría leer vuestros comentarios.
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