Recuerdo que, en cierta ocasión,
estuve viendo una película francesa, titulada “Les espions”, estrenada en 1957
y dirigida por Henri Georges Clouzot. En
ella, se trataba de una reunión de agentes de espionaje en una clínica a las
afueras de una ciudad. Me llamó mucho la atención de que los espías, cuando les
preguntaban para quién trabajaban,
respondían que ellos sólo conocían a la persona a la que transmitían su
información, pero que luego no sabían a dónde iban esos datos.
Me ha venido esto a la cabeza,
cuando he empezado a escribir este artículo, y más adelante descubriréis el
motivo.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Dragutin Dimitrijevic y nació en Belgrado, la capital de Serbia, en
agosto de 1876.
Según era habitual, por entonces,
en todos los países, ingresó en la
Academia Militar con sólo 16 años y, debido a sus elevadas notas, fue
destinado, nada más graduarse, al Estado Mayor. Por lo visto, le esperaba un
gran futuro en el Ejército.
Hay quien dice que el apodo de
Apis se lo pusieron en el Instituto, por ser muy trabajador y disciplinado,
como una abeja.
Siempre fue muy nacionalista y no
le gustaba nada que el monarca serbio estuviera supeditado a la voluntad del
Imperio Austro-Húngaro.
En 1901, con sólo 25 años,
organizó el primer intento de atentado contra la familia real. Quiso aprovechar
un baile en el cual se festejaba el cumpleaños de la reina, pero fracasó en el
intento.
Sin embargo, en 1903, tuvieron
más suerte. Parece ser que el rey quería hacer una purga de conspiradores en el
Ejército. Así que los confabulados no tuvieron más remedio que acelerar los
preparativos para un nuevo atentado, antes de que los capturaran.
Como ya mencioné en mi anterior
artículo, un grupo de oficiales, consiguió penetrar en el palacio y reducir a
la guardia real.
Luego, fueron buscando piso por
piso a los monarcas. Incluso, utilizando explosivos contra las puertas que
estaban cerradas.
Por fin, encontraron a los reyes
escondidos en un pasadizo secreto. Les engañaron diciéndoles que salieran,
porque no les iba a pasar nada.
En cuanto lo hicieron, recibieron
decenas de disparos y luego fueron rematados con los sables de los oficiales.
Dragutin no salió tampoco ileso
del incidente, pues fue alcanzado por tres disparos, que casi le cuestan la
vida. Nunca pudieron extraerle esas balas.
Posteriormente, recibió una
felicitación oficial del Parlamento serbio, que le trató como si fuera un héroe
nacional.
Por esta época, también se dice
que el apodo de Apis se lo pusieron sus seguidores, por el dios toro egipcio
Apis, dado que nuestro personaje era muy corpulento.
El nuevo rey Pedro I, buscó en la
persona de Dragutin, el mejor escolta para su hijo y por entonces, príncipe
heredero, Jorge, aunque éste, luego,
perdiera esa condición por maltratar a un sirviente.
Este grupo de militares
conspiradores y regicidas llegaron a tener mucho poder en la nueva Serbia. De
hecho, algunos de ellos, participaron en el Gobierno, aunque el primer ministro,
el radical Pasic, intentó cesarlos en cuanto pudo, porque no se fiaba de ellos.
A partir de 1911 fue nombrado profesor
de Táctica en la Academia Militar, donde, según dicen, lo único que hacía con los
cadetes era formar nuevos radicales serbios.
Visitó varios países, para tomar
nota sobre las nuevas tácticas militares. Es posible que esto le sirviera, durante
las guerras balcánicas, para que sus tropas obtuvieran ciertas victorias en ese
conflicto.
Realmente, su máxima preocupación
consistía en que los eslavos que vivían dentro de las fronteras del Imperio Austro-Húngaro,
pasaran a formar parte de la anhelada Gran Serbia.
En 1911, fundó un grupo de carácter
nacionalista y terrorista, llamado Unión o Muerte. Más tarde, conocido
vulgarmente como la Mano Negra. No sé hasta qué punto estaría implicado el
Gobierno serbio en este asunto.
Para ingresar en esta
organización había que pronunciar el presente juramento: “Juro por Dios, por mi
honor y por mi vida que me llevaré todos los secretos de esta organización a la
tumba conmigo”.
También apoyó a otros movimientos
similares, como la Joven Bosnia, en Sarajevo; un movimiento de intelectuales
croatas partidarios de la fundación de Yugoslavia y otro grupo, llamado
Komitien, en Macedonia.
Para estrenarse, nada menos que
intentó matar al emperador Francisco José, el marido de la famosa Sissi, pero
fracasó en el intento.
No obstante, desconozco si estaría
implicado en el intento de asesinato del general austriaco Veresanin, en
Bosnia, por parte de un joven serbio de 22 años, Bogdan Zerajic, nacido en una
pequeña localidad de Herzegovina. El terrorista disparó 5 tiros al general,
pero no consiguió matarle, y luego se suicidó con la última bala que le
quedaba.
Parece ser que Zerajic fue todo
un modelo para la radicalizada juventud de
Bosnia y el mismo Prinzip declaró que pasó muchas noches meditando junto a su
tumba. Por entonces, ya padecía la tuberculosis que le llevó a la tumba.
En 1913, cuando Dragutin ya era teniente
coronel, aumentó su poder cuando fue nombrado jefe de la Inteligencia serbia. O
sea, que ya tendría en su poder los agentes oficiales del Estado y los clandestinos
de su organización. Aunque yo no sé si sería muy secreta, porque, actualmente, están publicados sus estatutos, como si
fueran los de una comunidad de propietarios.
Una cosa que le estaba
preocupando mucho es que el heredero al trono del Imperio, Francisco Fernando,
había prometido, que, cuando él llegara al trono, daría mayores libertades a todos los
súbditos, incluidos los serbios que vivían en su territorio. Incluso, convertiría
el Imperio en un Estado federal bajo una misma corona. Algo así, como unos
Estados Unidos monárquicos.
Desde luego, eso iba a parar en
seco los planes de crecimiento de Serbia y a los nacionalistas serbios no les
hizo ninguna gracia.
En un principio, pensaron
cargarse al gobernador militar de Bosnia, el general Oskar Potiorek, y enviaron
a un matón para allá. Lo cierto es que no llegó a cometer el atentado y salió huyendo.
Casualmente, Dragutin, se enteró
de que el archiduque estaba planeando visitar Sarajevo. Recordemos que
Bosnia-Herzegovina era un territorio que había sido anexionado por el Imperio
hacía sólo 6 años y que Serbia también lo reivindicaba como suyo.
Así que, ni corto ni perezoso,
envió para allá a tres miembros del grupo Joven Bosnia, una especie de sucursal
de su grupo terrorista, y a otros cuatro serbios con instrucciones de
matar al
heredero a la corona.
Parece ser que uno de los
colaboradores de Dragutin no le era leal a él, sino al presidente Pasic y,
regularmente, le pasaba informes sobre las actividades de nuestro personaje.
Según parece, Pasic consideraba que lo que venía haciendo,
hasta la fecha, no era demasiado peligroso, y lo dejó seguir haciendo. A lo
mejor, era una estrategia para cesarlo en cuanto pudiera, lo cual era difícil,
porque Dragutin tenía buenos apoyos dentro del Ejército y ese era uno de los
principales apoyos del régimen.
Sin embargo, cuando Pasic se
enteró de los planes para asesinar al heredero, dio instrucciones de detener en
la frontera a los agentes enviados por Dragutin. No obstante, como eso no se
hizo, éstos pudieron reunirse en Bosnia con el resto de los implicados en el
atentado.
Para no alargar demasiado este
artículo, los detalles de ese atentado, los comentaré en otro artículo dedicado
en exclusiva a ese grave incidente.
Antes de ello, nuestro personaje
se había entrevistado con el jefe de la Mano Negra en Bosnia, un tal Danilo
Ilic, donde organizaron los planes para el magnicidio.
Mientras tanto, uno de sus
adjuntos, el mayor Tankosic, concentró a los terroristas, los entrenó,
distribuyó las armas, el dinero y los planos. También les dio a conocer un
túnel para el paso clandestino entre los dos países.
Por lo visto, Ilic, fue el que
repartió a los terroristas por la ciudad y los fue colocando en los sitios, por
donde se suponía que iba a pasar la comitiva.
Dragutin, como todo criminal que
ha hecho de las suyas y ha descubierto que no le había pasado nada, incluso
había ascendido a coronel, más adelante, intentó asesinar al káiser y en
otra ocasión, hasta al zar de Bulgaria.
No se contentó con intentar
asesinar monarcas de países enemigos, sino que también lo intentó con los de los
países aliados al suyo, como los reyes de Grecia o de Montenegro.
Incluso, algunos dicen que tenía
in mente cargarse también a su propio rey y a su heredero, el príncipe
Alejandro. Evidentemente, esto ya era demasiado para el Gobierno de Serbia.
Parece ser que a principios de
1917, Serbia inició conversaciones secretas de paz con el Imperio, que se
llevaron a cabo en Ginebra.
El nuevo emperador, Carlos I,
establecía una condición muy clara, que Serbia no volviera a revolucionar a los
serbios que vivían dentro del Imperio.
Se dice que el príncipe heredero
tenía ganas de quitarse del medio al grupo de oficiales, liderados por Dragutin,
porque habían acumulado demasiado poder y le podrían estorbar en su posterior
reinado o porque no le permitirían realizar, por separado, conversaciones de paz con el Imperio. Incluso,
algunos afirman que querían cerrarles la boca para que no confesaran que el
Gobierno serbio estaba detrás de este atentado.
Así que en marzo de 1917, Dragutin,
fue detenido, junto con varios de sus colaboradores, acusados de un intento de
atentado contra el
Se hizo contra ellos un Consejo de Guerra en la zona de Tesalónica, donde se les imputó el mencionado intento de atentado. El ejército serbio había sido evacuado a esa zona de Grecia, huyendo del austro-húngaro.
En mayo del mismo año, el
tribunal, pronunció su veredicto. Dragutin y ocho de sus colaboradores fueron
condenados a la pena capital. Los otros dos fueron condenados a 15 años de
cárcel. El mayor Tankosic no fue acusado de nada, porque había muerto el año
anterior en el frente.
Uno de los prisioneros murió
durante su estancia en la cárcel. Luego, el Tribunal Supremo de Serbia, anuló
otra de las condenas a muerte. Más tarde, el príncipe, que administraba el país,
como regente, en nombre de su anciano padre, conmutó otras cuatro.
Al final, el 26/06/1917, tres de
los reos fueron fusilados: Dragutin Dimitrijevic, Ljuba Vulovic y Rade
Malobabic.
Cuando nuestro personaje era
llevado en un vehículo para ser ejecutado ante el paredón, le comentó al
chofer: “Ahora está claro para mí y para ti también, que hoy moriré por fusiles
serbios, únicamente por haber organizado el crimen de Sarajevo”.
En 1953, su juicio fue revisado
por el Tribunal Supremo de Yugoslavia y todos los encausados en el mismo fueron
declarados inocentes, por falta de pruebas.
Todavía, hoy en día, se sigue
discutiendo si el Gobierno de Serbia estaba metido en el asunto del magnicidio
de Sarajevo. Me da la impresión de que estos funcionarios radicales serbios
fueron utilizados por el Gobierno de su país, para que no aparecieran los
nombres de los verdaderamente interesados en estos crímenes.
Parece ser que un par de
embajadores serbios en otras capitales declararon que su Gobierno había sido
advertido, sobre lo que iba a ocurrir en Sarajevo. Cosa que el primer ministro
Pasic desmintió inmediatamente.
Incluso, posteriormente, un miembro
de su Gobierno declaró que se había discutido en el Gabinete sobre la
conveniencia de realizar un asesinato de este tipo.
Es más, el mismo embajador serbio
en Viena recibió un telegrama con un aviso sobre ese posible atentado y alertó
a las autoridades imperiales sobre el peligro de esa visita a Sarajevo.
De hecho, se reunió con el
ministro de Finanzas del Imperio, el mismo que luego pidió la conmutación de varias penas de muerte, para los terroristas, pero no pareció que a
éste le preocupara en absoluto la seguridad del heredero imperial.
Incluso, se pensó que podría
esperarse un atentado producido por soldados imperiales de la minoría
austro-serbia, que le fueran a rendir honores.
Lo cierto es que daba la
impresión de que en la corte vienesa también deseaban quitarse del medio a un
heredero que no era del gusto de nadie, empezando por el emperador, con el que,
según dicen, solía tener frecuentes broncas, por desacuerdos sobre su forma de
gobernar.
En el propio juicio de Tesalónica,
un coronel jefe del servicio de fronteras de Serbia, recibió una orden del jefe
del Estado Mayor, para que introdujera a varios agentes serbios dentro de
Bosnia.
El mismo Malobabic, jefe de la
Inteligencia serbia en Viena afirmó que le dieron la orden de ir a Sarajevo y
luego de volver para realizar otras misiones.
El mismo Dragutin confesó durante
un interrogatorio: “Encargué a Malobabic que organizara el asesinato por el
anuncio de la llegada de Francisco Fernando a Sarajevo”.
Realmente, aún no se sabe si el
atentado de Sarajevo fue una misión organizada por la Inteligencia militar
serbia o por la Mano Negra o, tal vez, por ambas, conjuntamente. Lo
curioso es
que Dragutin enviaba sus órdenes a la Mano Negra en calidad de jefe de la
Inteligencia militar de Serbia.
También afirman algunos que el
primer ministro Pasic había sido ya informado en mayo de los preparativos para
este asesinato. Se cree que la fuente de información fue uno de los
colaboradores de Dragutin, un tal Ciganovic, que, por supuesto, no fue acusado
de nada, e, incluso, testificó contra sus compañeros, durante el Consejo de Guerra.
Es más, algunos afirman que el
Gobierno ruso estaba al corriente del asunto. Precisamente, el mismo Dragutin,
había confesado que la operación estuvo financiada por Rusia y que el agregado
militar le había dado garantías de protección para su país contra las futuras represalias
del Imperio.
En la embajada rusa en Belgrado,
su agregado militar, Artamonov, confesó que no sabía nada y que en esa fecha
estaba de vacaciones en Italia. Mientras que su ayudante, Werchovsky, según parece,
contactaba diariamente con Dragutin y, en una ocasión, afirmó que el Gobierno
ruso estaba al corriente de este asunto.
Algunos dicen que el zar ruso pensaba
que era imprescindible eliminar al archiduque para que continuara la paz en
Europa. A mi modo de ver, un razonamiento un tanto extraño.
Sin embargo, si consultáis
un artículo que escribí hace tiempo
sobre el coronel Redl, un militar del Imperio Austro-Húngaro, podréis observar
que hubo un vínculo muy concreto entre este caso y el asesinato de los
archiduques.
El coronel Redl era uno de los
jefes de la Inteligencia del Imperio. Sin embargo, también era un agente doble,
al servicio de los rusos. Cuando lo descubrieron los suyos, en lugar de
interrogarle para saber qué información había enviado al enemigo, le obligaron
a que se suicidara, para que no se conociera este escándalo.
Lógicamente, como los rusos
tenían en ese momento una ventaja sobre el Imperio, ya que conocían muchos de
sus secretos militares, les convenía aprovecharlos, provocando una guerra,
antes de que los militares imperiales pudieran realizar los cambios oportunos
para que esa información no les sirviera de nada.
Parece ser que a Dragutin le
presionaron los rusos para que actuara cuanto antes y no fallara en el atentado
de Sarajevo y yo pienso que lo hicieron por ese motivo. Es una opinión
personal, claro está.
Actualmente, la tumba de Prinzip
se halla en la capilla ortodoxa de los Héroes de San Vito, en Sarajevo.
El coche de los archiduques, la pistola
utilizada por el asesino y el uniforme usado por el heredero están depositados
en un museo de Viena. Estos dos últimos, fueron prestados al museo por sus
dueños, los jesuitas.
En fin, espero que os haya
gustado el artículo, aunque me haya quedado un poco largo.
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