Muchas veces hemos oído lo mal
que lo pasan las modelos que desfilan, actualmente, por las pasarelas.
Parece ser que las presionan
demasiado para estar siempre muy delgadas y, muchas de ellas, da pena ver la
cara de anémicas que tienen.
En este artículo, me voy a
referir a una gran modelo, que fue muy famosa en su época, aunque ahora casi
nadie se acuerde ella.
Audrey Marie Munson, que así se
llamaba, nació en 1891 en Rochester, en el Estado de Nueva York.
De pequeña, tuvo la desgracia de
que sus padres se divorciaran cuando ella sólo tenía 8 años. Así que ella y su
madre se fueron a vivir a la localidad de Providence, en el Estado de Rhode
Island.
Por lo que se ve, la niña ya
apuntaba hacia el mundo de las artes escénicas. Así que su madre la llevó a
Nueva York, donde encontró para ella un puesto en una comedia que se
representaba en Broadway.
Inmediatamente, la llevó a su
estudio y le hizo una serie de pruebas a fin de que trabajara como modelo para
él.
Unos años antes, Herzog, había conseguido
un gran éxito con su fotografía “La historia de Isolda”, que algunos críticos
la compararon con alguna de las grandes obras pictóricas.
Gracias a este encuentro, su
imagen se hizo muy popular, ya que no sólo posó frecuentemente para su
descubridor, sino que también lo hizo para varios artistas, amigos del
fotógrafo.

Nunca fue especialmente bella,
sin embargo, tenía un cuerpo digno de las imágenes del mundo clásico
greco-romano.
Por ese motivo, sirvió de
inspiración a muchos pintores y escultores de la época. Parece ser que posó
desnuda por vez primera para el escultor Isidoro Konti. Utilizó su cuerpo como
modelo para realizar una escultura sobre las famosas tres gracias, encargada
por el Hotel Astor, de Nueva York.

La industria del cine, que
acababa de nacer, también se fijó en ella y, de ese modo, llegó a trabajar en
cuatro películas mudas.
En 1915, hizo su debut en el
cine, siendo la primera mujer que apareció desnuda en una película, pues hacía
de modelo de un escultor, que era su actividad habitual.

Por otro lado, el ver un cuerpo femenino
desnudo en la pantalla atrajo a mucha gente y tuvo una buena recaudación en taquilla.
Parece ser que en una de las
escenas cumbre de esa película, titulada “Inspiración”, salía con todo su
cuerpo rebozado de barro húmedo.
En el mismo año ocurrió una cosa
que nunca ha sido explicada. Parece ser que su madre le presionó para que se
casara con un multimillonario llamado Hermann Oelrichs Jr.

Lo cierto es que este doctor se enamoró
locamente de ella y no se le ocurrió otra cosa que quedarse viudo de una forma
muy rápida. O sea, cargándose a su mujer.
Por alguna extraña razón, madre e
hija, habían salido de viaje antes de que se cometiera el crimen y cruzaron la
frontera de Canadá.

No hará falta decir que el doctor
en cuestión, fue juzgado, condenado y, cuando iba a ser ejecutado en la famosa
silla eléctrica, lo encontraron ahorcado en su celda.

No obstante, llegó a rodar otra
película, donde también hacía de modelo desnuda, que se tituló “Sin miedo a las
polillas”, donde se contaba su vida.
A mediados de 1922, nuestro personaje,
intentó suicidarse, al ingerir un compuesto de mercurio. Parece ser que eso fue
lo que le dañó la mente.
En 1931, al cumplir los 40 años,
su salud mental había empeorado y su madre solicitó a un juez que autorizara su
entrada en un manicomio.
Os recuerdo que, en España, la
mayor condena penal es de hasta 30 años o 40, si se asesina a dos o más
personas. Sin embargo, ella no había cometido ningún crimen.
Parece ser que ni siquiera tenía
visitas y fue encontrada allí, en 1984, por una sobrina. Cuando ella ya había
cumplido los 93.
Nuestro personaje de hoy murió en
febrero de 1996 y fue enterrada sin ni siquiera una lápida que la identifique, en el panteón de su
familia en New Haven, Nueva York.
Afortunadamente, una cosa muy
buena que tiene el arte es que, aunque los artistas y sus modelos un día
desaparecen, sus obras perduran y ellos son recordados por los vivos.
Sólo en Nueva York, se la puede ver en 15 esculturas
que adornan los lugares públicos de esa ciudad. Una de esas esculturas mide más
de 7 metros de alto.
En su época, su rostro apareció
en todo tipo de carteles, anuncios y hasta en las monedas de curso legal. Todo ello
ha hecho que, hoy en día, su figura sea inmortal.
Uah!! Me ha encantado esta entrada. Felicidades por el magnífico trabajo de fondo que hay y muchas gracias por compartir de forma tan amena estos trocitos de historia. Me quedo por aquí sin duda.
ResponderEliminarUn saludo,
Sara
Me alegro mucho que te haya gustado.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, saludos y ¡¡FELICES FIESTAS!!