En 1911, se produjo una breve guerra entre turcos e italianos, con la victoria de estos últimos. Tras el tratado de paz, consiguieron quitarle a los turcos Tripolitania, Cirenaica, Rodas y el llamado archipiélago del Dodecaneso.
Los países balcánicos se dieron
cuenta de que los turcos estaban en un momento bajo y sería adecuado intentar
aprovecharlo para echarles del continente europeo.
Así que, en 1912, se creó la Liga
Balcánica, formada, inicialmente, por
Serbia y Bulgaria. En un principio, se suponía que era para defensa mutua
contra los turcos. En cambio, algunas de sus cláusulas mencionaban la conquista
y reparto del territorio europeo ocupado por los turcos.
Evidentemente, este tratado
contaba con el visto bueno de los rusos. Incluso, se mencionaba que una zona, a
la que aspiraban ambas naciones, su atribución se sometería a una decisión de
Rusia.
Por otra parte, también Grecia se
integró en la citada Liga, aunque tenía ciertas discusiones territoriales con
Bulgaria. Al mismo tiempo, Montenegro, también quiso que contaran con ellos,
aunque no firmó el tratado.
Sin embargo, las alarmas se
encendieron en toda Europa, al conocer este pacto contra Turquía, pues, esas
alianzas mutuas, podrían llevar a una guerra generalizada en toda Europa, como
ocurrió en la I Guerra Mundial.
Precisamente, el presidente
francés, Poincaré, se trasladó urgentemente a San Petersburgo, para intentar
que Rusia hiciera gestiones ante las naciones del Tratado a fin de parar el
mismo.
No obstante, las naciones
implicadas en esa alianza, comenzaron a movilizar sus tropas en septiembre y las
hostilidades se iniciaron al mes siguiente, comenzando por una declaración de
guerra de la pequeña Montenegro al Imperio Otomano.
Los aliados le dieron un
ultimátum a Turquía para que le diera una autonomía a Macedonia, gestionada por
ellos. La respuesta inmediata de Turquía fue declarar la guerra a todos los
aliados, menos a Grecia. Así que ésta tuvo que declararles la guerra,
proclamando la anexión de la isla de Creta.
Turquía fue completamente vencida
por los aliados. Por ello, pidieron un armisticio a Bulgaria, pero ésta no
quiso, porque su intención era conquistar Estambul, a fin de tener así una mejor
baza para negociar en las futuras conversaciones de paz.
A principios de diciembre, con el
mal tiempo y las tropas ya muy cansadas, Bulgaria y Turquía pactaron un cese de
hostilidades. El cual fue aceptado por los demás, salvo los griegos, que
reivindicaban mayores territorios.
Serbia necesitaba una salida al
mar y la buscó en Albania. Con esa intención, propuso un reparto de ese país
con griegos y montenegrinos.
Esta idea no gustó nada ni en
Austria ni en Italia, que querían una Albania independiente y no un puente para
el expansionismo ruso.
En Alemania y Francia tampoco
gustó mucho esta idea, pero se limitaron a apoyar a sus respectivos aliados en
la zona.
Aunque parezca mentira, los
turcos buscaron a los británicos, para que les echaran una mano y sirvieran
como mediadores de este conflicto. Para ello, se reunieron el 16 de diciembre
de ese año en Londres. Para empezar, los británicos, consiguieron que Serbia
renunciara a la costa albanesa.
No obstante, las exigencias de los
aliados eran demasiado ambiciosas e inaceptables para los nacionalistas turcos.
El 23/01/1913, un grupo de
oficiales turcos, dirigidos por Enver Pachá, dio un golpe de Estado. A partir
de ese momento, se cancelaron esas conversaciones de paz.
En febrero se reanudaron los combates
y los aliados fueron rodeando las pequeñas guarniciones turcas, las cuales no
tuvieron más remedio que rendirse. Este segundo período del conflicto terminó
en abril y en mayo se reanudaron las
conversaciones de paz.
Tras el Tratado de Londres, del
Imperio Otomano en Europa, sólo quedaba una minúscula porción de tierra, donde
se halla Estambul. No obstante, este pacto no contentó a ninguno de los
aliados.
De todos ellos, el más
beneficiado fue Bulgaria y esto provocó rencillas, que se llegaron a convertir
en choques violentos en la frontera entre Bulgaria y Grecia.
En 1913, como los búlgaros se
empezaron a ver muy superiores a los demás, los serbios y los griegos firmaron
un acuerdo secreto para repartirse Macedonia a su gusto y pararle los pies a
Bulgaria.
Este tema preocupaba mucho en las
cancillerías europeas. En Viena, empezaron a pensar en intervenir militarmente
contra Serbia, en el caso de que atacaran a Bulgaria, aunque podrían
encontrarse a los rusos enfrente.
Rusia convocó en su capital a los
aliados de la Liga Balcánica a fin de ejercer como mediador e impedir un
conflicto entre ellos.
Parece ser que el primer ministro
búlgaro, por su parte, había tratado de
contar con el apoyo de Viena. Sin embargo, el zar búlgaro, junto con su Estado
Mayor, habían decidido atacar a los serbios y griegos en Macedonia, sin dar a
conocer esos planes a su Gobierno.
Aunque se consiguió parar la ofensiva,
a nivel diplomático, las otras potencias reaccionaron y pasaron al ataque.
Incluso, Rumania, que había sido neutral, también participó en este conflicto
contra Bulgaria. Hasta los mismos turcos, aprovecharon el caos para atacar a
los búlgaros.
Entre junio y agosto, Bulgaria,
había perdido todas sus conquistas y tuvo que ratificarlo en el Tratado de
Bucarest, porque sus aliados le habían dejado abandonada.
Esta vez, la parte del león se la
llevaba Serbia, pues había duplicado su territorio e incorporado a su país a más
de un millón de personas.
Se convertía en el nuevo campeón
de la causa de los eslavos y hacia él miraban los pueblos de este origen, que
habitaban dentro del Imperio Austro-Húngaro.
Evidentemente, en Viena, estaban
muy mosqueados con este nuevo vecino tan poderoso y empezaron a hacer planes
para eliminar ese problema.
Realmente, el problema no era en
sí este pequeño país, llamado
Serbia, a pesar de que tuviera un
ejército bastante importante, sino su gran aliado, Rusia, que se ponía
demasiado cerca de las fronteras del Imperio Austro-Húngaro.
Daba la impresión de que el
Imperio estaba deseando buscar una excusa para declararle, cuanto antes, la
guerra a Serbia.
En octubre de 1913, les amenazó
con atacarles, si no abandonaban Albania en un plazo máximo de 8 días. A
Belgrado no le quedó otra que ordenar la evacuación de sus tropas. Sin embargo,
Viena, pudo comprobar que podría contar con la ayuda alemana en un conflicto
con Serbia.
A principios de 1914, los
gobiernos de Serbia y Montenegro se reunieron y anunciaron que iban a poner en
marcha una unión aduanera y coordinar sus políticas exteriores y de defensa. No
olvidemos que Serbia no tiene salida al mar y Montenegro sí.
Evidentemente, esto no interesaba
en Viena, así que amenazaron a ambos y no les quedó otra que romper esas
conversaciones.
El Imperio también consiguió que
se reconociera la independencia de Albania, bajo protectorado austriaco. Eso
hizo pensar en Viena que todavía pintaban algo en la escena internacional.
Es bien conocido el episodio del
asesinato del heredero al trono austro-húngaro en Sarajevo, pero no está muy
claro quién tomó esa decisión ni para qué.
Parece ser que el autor del
atentado, Gavrilo Prinzip, era un joven estudiante bosnio de religión ortodoxa,
menor de edad, y que obedecía a la
organización la Mano Negra.
A pesar de que los cabecillas de
esa organización criminal eran militares serbios, parece ser que el Gobierno de
Serbia no estaba enterado del tema.
A primeros de julio, el ministro
de Exteriores austriaco se trasladó a Berlín a fin de intentar conseguir el
apoyo alemán. Cosa que obtuvo. Además, así pensaban parar la probable reacción
de los rusos, cuando vieran que su aliado había sido atacado.
El 23 de julio, Viena, envió un ultimátum
a Belgrado con una serie de medidas que sabían
que no les iba a ser posible
aceptar. Sobre todo aquella en que exigían que fueran unos policías austriacos
los que se encargaran de las investigaciones del asesinato, dentro del
territorio serbio.Esta situación hizo sonar las alarmas en las capitales de las grandes potencias. Así que el Reino Unido quiso montar una conferencia entre cuatro grandes potencias a fin de que pararan tanto a Rusia como al Imperio Austro-Húngaro, pero ni uno ni otro quisieron aceptarlo.
El 25 de julio se reunió el
Consejo Imperial de Rusia, presidido por el zar, el cual decidió apoyar a
Serbia, si era atacada por el Imperio Austro-Húngaro.
Por su parte, Serbia, aceptó
todas las medidas, menos la de dejar que investigaran policías austriacos en su suelo.
Sin embargo, proponía que interviniera, como mediador, el Tribunal Internacional de la Haya.
Evidentemente, esto no era lo que
quería Viena, así que el 29 de julio dio orden de bombardear Belgrado, un
objetivo fácil, porque estaba cerca de la frontera entre ambos países.
Contra todo pronóstico, el zar
ruso, ordenó una movilización general de todo su ejército. Mientras en Viena
daban la misma orden a sus tropas.
El canciller alemán intentó que
no se ampliara el conflicto. Envió un ultimátum a los rusos, para que no
enviaran sus tropas. También envió otro mensaje a Paris, para que permanecieran
neutrales en el mismo.
Como nadie le contestó, unos días
después, los alemanes declararon la guerra a Rusia y, poco más tarde, también a
Francia. Algo que iba en contra de la doctrina oficial del Ejército alemán, que
era consciente de que no podría atender a los dos frentes a la vez.
Para no perder el tiempo, los
alemanes, invadieron la neutral Bélgica.
Sin embargo,
como los británicos habían firmado un tratado de defensa con
ellos, le declararon la guerra a Alemania y enviaron sus tropas al continente.
Posiblemente, también lo hicieron, porque no querrían tener a las fuerzas
alemanas en la orilla de enfrente, tan cerca de sus islas.
Lógicamente, en los días siguientes
se conoció que el resto de los países involucrados en la Primera Guerra
Mundial, se declaraban la guerra unos a otros. Menos mal que, por una vez, en
España, fueron más sensatos y permanecieron neutrales.
Concretando, un conflicto de tipo
regional, causado por las ambiciones nacionalistas de unos pequeños Estados,
provocó una guerra a nivel planetario. Esto fue así, porque las colonias de las
grandes potencias también participaron en el conflicto.
El resultado ya lo conocemos,
unos 10.000.000 de muertos y muchos más heridos y desaparecidos. El caos y la
ruina de varios países. Incluso, varios de los monarcas perdieron sus coronas.
Esperemos que nuestros actuales
gobernantes se muestren más sensatos y dejen de utilizar las guerras, como medio para
intentar arreglar reivindicaciones personales o nacionales, que no tienen
ningún sentido y no merecen que muera ninguna persona por ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario